A días de los desalojos programados en Guernica, recordamos un suceso histórico en el cual se resistió fervientemente el ataque a miles de familias que vivían en los conventillos de la ciudad de Buenos Aires.
Domingo 20 de septiembre de 2020 22:21
La huelga de inquilinos o más conocida como huelga de las escobas se desató en el Barrio de la Boca a principios de octubre de 1907, donde los mismos residentes junto con miles de obreros reclamaron inmediatamente la rebaja de los alquileres e impidieron ser desalojados.La preparación y la organización de esta huelga fue parte de la agenda del movimiento de lucha de la clase obrera.
Aquellas casas de inquilinato habían comenzado a surgir a comienzos de 1871 cuando las tropas argentinas regresaron de la guerra del Paraguay y trajeron, entre otras cosas, la epidemia de fiebre amarilla. El foco infeccioso se concentró en los barrios porteños de San Telmo y Monserrat, lugares tradicionales de residencia de la oligarquía nacional y los comerciantes más poderosos de la época, que decidieron abandonar sus enormes mansiones para trasladarse a Barrio Norte y Recoleta.
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El capital ocioso conformado por aquellas casonas encontraría rápidamente un nuevo destino con notable rédito para sus dueños, que vieron en el aluvión inmigratorio una notable oportunidad de darle un fin productivo a sus propiedades abandonadas. Las lujosas casas fueron transformadas en pocilgas, con habitaciones sin ventanas y con un solo baño para cientos de personas.
Se calcula que alrededor de 138.188 personas vivían en las 2.462 casas de inquilinato porteños, es decir un 15 % de la población total.
La precariedad e insalubridad que debía soportar cada persona que viviera allí, no se comparaba con los indignantes costos de alquiler, que ocupaba casi la mitad del salario que percibía un trabajador. Totalmente perverso el saqueo a los laburantes, que hasta el día de hoy sigue siendo similar con alquileres que en lo que va del 2020 tuvieron una suba del 11,1%.
La huelga consistió en la cancelación de los pagos de alquiler protestando por el aumento desmesurado que habían aplicado los propietarios. Así fue como se llevó a cabo, una gran movilización en la cual confluyeron distintos sectores: habitantes de los conventillos de Buenos Aires, Rosario, La Plata y Bahía Blanca. La gran mayoría de quienes se manifestaban eran jóvenes y mujeres, coincidente con la situación actual de Guernica donde más de la mitad de les afectades son mujeres y niños.
La unión como herramienta esencial de lucha
El apoyo se dió instantáneamente. Allí estuvieron presentes el gremio de los carreros que se puso a disposición de los desalojados para trasladar a las familias a los campamentos organizados por los sindicatos anarquistas, y el gremio gastronómico que preparaba suculentas ollas populares financiadas con aportes que llegaban de todo el país. La concentración había sido convocada por la FORA (Federación Obrera Regional Argentina) dirigida y conformada mayormente por anarquistas.
La solidaridad entre las diferentes filas obreras no es lejana a como hoy vemos trabajadores de fábricas recuperadas como Ansabo y su Comisión de Mujeres que donó sanitizantes de alcohol realizado por ellas en la planta, trabajadores en lucha de Penta, de Gotan, de Coca Cola, de Shell, aeronáuticos, docentes, jóvenes precarizados, docentes de CABA y de la zona sur del GBA, estudiantes secundarios, terciarios y universitarios, ferroviarios, trabajadores de telecomunicaciones y estatales acompañando a las familias de Guernica. Además la participación del Movimiento de Agrupaciones Clasistas, la Coordinadora de Trabajadores de Zona Sur, la agrupación de mujeres Pan y Rosas, la Red de Jóvenes Precarizados, y el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS), colaborando con donaciones de alimentos, ropa y a su vez todos en busca de una solución para estos aberrantes conflictos que demuestran la brutalidad con la que se maneja el sistema.
Soluciones de ayer, soluciones de hoy
La masiva huelga de inquilinos fue inmensamente popular. El frente patronal no era homogéneo: se había constituido una Corporación de Propietarios y Arrendatarios que rechazaba las demandas y pedía a la justicia el desalojo en masa de los inquilinos en huelga, pero varios dueños cedieron frente a los reclamos.
El intendente de la Ciudad de Buenos Aires le pidió al gobierno nacional la supresión de los impuestos sobre las casas de inquilinato, una manera de dar marcha atrás haciendo cargo al Estado de los costos. Luego el gobierno se negó y cerró filas contra la huelga, ordenando apoyar los desalojos y aplicar la Ley de Residencia contra sus dirigentes. A partir de esto se desatan operativos policiales donde la Federal comandada por el oficial Ramón Falcón, reprime violentamente las protestas. Uno de los graves heridos es Miguel Pepe, quien con solo 15 años se había convertido en uno de los más activos y eficaces oradores de aquellas jornadas.
Vinieron los desalojos y los tiros. Miguel quedó herido en un brazo. “Barramos con las escobas las injusticias de este mundo” se le escuchó decir. A los pocos días, la manifestación de escobas, -mayoritariamente compuesta por mujeres y niños, los que más horas por día padecían los males de los conventillos- recorrió Buenos Aires. La respuesta del gobierno ante los reclamos de la clase trabajadora no fue más que palos y migajas, defendiendo los intereses inmobiliarios y la casta empresarial.
La huelga decae y concluye hacia fin de año, aunque una gran cantidad de inquilinatos, los mejor organizados, logran imponer un virtual congelamiento de alquileres durante 1907. En ese momento el poder y el rol represor frente a estas revueltas estaba en manos del Partido Conservador liderado por Roca y unos cuantos zánganos burgueses, que sumían al pueblo en la pobreza y la indigencia.
Palos y migajas, como un siglo atrás
Hoy la posición del gobierno del Frente de Todos queda demostrada con el accionar del Juez Rizzo, cuando ni Axel Kiciloff ni Alberto Fernandez ni nadie ofrece una respuesta. Solo los tildan de delincuentes. Diputados como Massa amenazan con sacarles el miserable IFE y otros como Berni ordenan el accionar de las fuerzas represivas, cuando es esa misma que desapareció y asesinó a Facundo.
Esta situación se trata nada más ni nada menos que de familias que se quedaron sin un hogar por no poder alcanzar los inusitados costos de alquiler, que durante la pandemia se quedaron sin ingresos teniendo que salir a hacer changas y con poco tener para comer.
Hoy más que nunca levantamos las banderas enarboladas de lucha de esos 16.000 obreros que salieron a pelearla como se expresó en la jornada del Obelisco el pasado 17, porque queremos Ni Una Menos sin vivienda, porque no queremos seguir saldando con nuestras vidas esta crisis.
Por eso desde el Frente de Izquierda Unidad exigimos una vivienda digna para todos y todas. Basta de destinar plata al FMI que solo otorga hambre y más miseria. No vamos a parar de pelear, porque las vidas trabajadoras importan.
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