Habían pasado tan solo unos días desde el inicio de la rebelión popular en Chile, cuando el gobierno en conjunto con el empresariado anunciaban que se avecinaba una ola de despidos si el levantamiento de millones no dejaba de cesar. El Instituto Nacional de Estadísticas dio a conocer las nuevas estadísticas laborales correspondientes al trimestre móvil sept-oct-nov 2019, en las que se registró una disminución del 0,1% en la tasa de desempleo respecto al trimestre móvil anterior, pero, ¿Cómo funciona la cesantía y la falsa promesa de Piñera sobre el pleno empleo en el capitalismo?
El empresariado –nuevamente- ha utilizado a la clase trabajadora para mantener la generación de ganancias a través de los despidos. El principal discurso, es que estos provienen producto de la desaceleración interna y una crisis económica como consecuencia del estallido social del 18 de octubre, a pesar de que las errantes promesas de Piñera entorno a los “tiempos mejores” y los miles de empleos, solo venían a preservar lo que el sistema capitalista nos entrega, desempleo y trabajo precario.
Los despidos por supuestas necesidades de la empresa –forma que tiene el empresariado para disminuir la contratación de trabajadores, mantener los mismos salarios de hambre y redoblar la carga de trabajo a menos trabajadores- fueron aumentando desde inicios del año 2019, con cierres de empresas principalmente en el sector comercio, como Guante, Albano, Shoes&Shoes, entre otros, es más, hasta agosto del presente año, 1.132 empresas habían iniciado un proceso de quiebra (1), dejando a miles de trabajadores en la cesantía. Durante el mes de diciembre, la dirección del trabajo informaba masivos despidos por “necesidades de la empresa”, donde cerca de 65.577 trabajadores quedaron desempleados (2)
A partir del 18 de octubre, la conciencia de la clase trabajadora no es ni será la misma, el descontento generalizado por más de 30 años de mantención de régimen ha dejado grandes enseñanzas, como el poder de la organización de los sectores, los cuales han sido capaces de salir a la calle y revolucionarlo todo, el fantasma del desempleo como amenaza para la contención de las protestas y las falsas ilusiones del pleno empleo en el sistema capitalista, son factores predominantes.
La ilusión del pleno empleo y el fantasma del desempleo
Cuando se habla de pleno empleo, se intenta decir que la población activa que desea entrar al mercado laboral, tiene efectivamente un empleo, en la actualidad, se considera pleno empleo cuando se generan bajos índices de desempleo, asociados principalmente al desempleo friccional. Dentro de las promesas ejercidas por el gobierno derechista de Sebastián Piñera en su campaña y el desarrollo de su mandato, hemos escuchado en diversas ocasiones hablar de promesas de pleno empleo, pero este se transforma en un imposible dentro del sistema actual. El 31 de diciembre de 2019, el Instituto Nacional de Estadísticas, entregó las cifras oficiales correspondientes al trimestre sep-oct-nov, que incluyen los dos primero meses de rebelión popular, en el que es posible evidenciar que hubo una disminución de un 0,1% en la tasa de desocupación en relación al trimestre anterior. En el siguiente gráfico (1) podemos observar la evolución de la tasa de desempleo en Chile entre el trimestre DEF 2018 hasta SON 2019.
El trabajo precario y el desempleo cumplen un rol predominante dentro del sistema capitalista, y es la mantención de este. Así mismo, el fantasma de la cesantía, actúa como un presionador de la masa trabajadora, donde estos, se ven en la obligación de aceptar empleos con pésimas condiciones bajo el temor de quedar cesantes, esto sucede a pesar de que la productividad de las empresas aumenta a costa del trabajo –precario- generado por los trabajadores, o sea, la plusvalía.
El gobierno de Piñera ha realizado una campaña del terror entorno a los altos índices de desempleo que se vendrán los próximos meses, culpando a la fuerza movilizadora de millones de personas en las calles, donde incluso se habla que se alcanzaran cifras por sobre el 10% para los más pesimistas. El gobierno, a través de la ministra del Trabajo, María José Zaldívar, culpó abiertamente al estallido social por el aumento del desempleo, pero este no es más que el reflejo del capitalismo actuando, ya que se le hace imprescindible que existan trabajadores disponibles para su acumulación de capital, lo que Marx denomina “ejército industrial de reserva”, los cuales puedan ser utilizados para evitar los aumentos salariales y para el disciplinamiento de la clase trabajadora, ya que en el caso de que los trabajadores decidan exigir mejoras salariales (por ejemplo), el empresariado tiene “otros” trabajadores a la fila, que estarían dispuestos a asumir ese puesto, principalmente quienes se encuentran desempleados, evitando el levantamiento de los trabajadores por mejoras en condiciones laborales y salariales en conjunto con la amenaza de despidos.
Durante el trimestre ago-sep-oct 2019, el sector construcción presentó un incremento en el número de ocupados, ascendiendo al 6,7%, seguido de las actividades de salud (8,0%) y el sector comercio (1,7%) (ENE, 2019). Si bien, el gobierno presentaba estas cifras como positivas en torno a la generación de empleo, es posible evidenciar que generación de empleo no es sinónimo de calidad de empleo. Por ejemplo, en el sector construcción en Chile, el ingreso mediano real es de $400.000, un sector económico que genera alta inestabilidad laboral, bajos salarios y condiciones laborales deficientes.
Según el boletín estadístico del INE del trimestre sep-oct-nov 2019, los sectores que han presentado una descenso en la tasa de ocupación corresponden a los sectores de comunicaciones (-20,1%), industria manufacturera (-3,6%) y enseñanza (-2,0%). Mientras que los sectores con mayor aumento en la tasa de ocupación corresponden al sector construcción (6,3%), actividades de salud (6,4%) y comercio (1,6%), panorama totalmente diferente al que planteaba el gobierno. La fórmula de reducción de costos del empresariado en pos de la mantención de sus millonarias ganancias se sitúa bajo la amenaza de los despidos a sectores económicos que presentan los salarios más bajos, como la Construcción ($400.000) y el Comercio ($301.083) (ESI, 2018) (ver gráfico 2)
Redistribución de horas de trabajo y salario mínimo
En Chile, el 50% de los trabajadores gana $400.000 o menos de forma mensual, mientras que cerca del 32% recibe $300.000 o menos (ESI, 2018). Así mismo, el 40,5% de los ocupados trabaja 45 horas semanales, mientras un 20,9% trabaja 46 horas o más (ENE, 2019) (ver gráfico 3)
El gobierno y el empresariado, intentan generar la percepción de que están preocupados por la pérdida de empleos, pero esto es irreal y queda en evidencia con la existencia de un 29,6% (trimestre sep-oct-nov 2019) de tasa de ocupación informal a nivel nacional, es decir, trabajadores y trabajadoras amparados en el empleo precario, principalmente cuentapropistas. Así también, existe una tasa combinada de desocupación y tiempo parcial involuntario del 16,6%, cifras alarmantes, ya que son trabajadores que deben acceder a empleos de medio tiempo o “part-time” ya que no encuentran un empleo a tiempo completo, a pesar de tener disponibilidad, lo cual conlleva a ingresos por debajo de sus necesidades, como lo es la canasta básica familiar.
Como hemos podido evidenciar en párrafos anteriores, en el trimestre sep-oct-nov 2019, el 61,4% de los ocupados, tiene una jornada laboral de 45 horas o más, mientra un 16,6% se desempeña en tiempo parcial involuntario, generando amplias tendencias a la subocupación y desocupación de un sector del PET nacional (ENE, 2019), mientras tanto, se sobrecarga en los hombros de otros sectores de la clase trabajadora con extenuantes jornadas laborales a bajos sueldos, mientras las ganancias empresariales desbordan lo impensado para un trabajador.
Hace unos meses, la discusión por la rebaja de la jornada laboral a 40 horas generó amplios debates entre los sectores políticos, mientras el gobierno, sus partidos políticos y los empresarios armaron una campaña del terror sobre que una posible reducción de la jornada de horas de trabajo generaría una crisis económica, aumento de la tasa de desempleo y una inminente baja en los salarios.
Hasta octubre del 2019, la remuneración ordinaria por hora ordinaria promedio de los trabajadores en Chile era de $4.940,9, mientras que los hombres obtienen una remuneración por hora de $5.209, las mujeres ganan $4.630,2 (IR-ICMO, oct. 2019), a pesar de que más del 60% trabaja sobre las 45 horas. Durante el año 2018, según datos del SII, las empresas presentaron ventas anuales de US$892.693.376.086,31, donde cada trabajador genera a través de la fuerza de trabajo un total de $9.203.864 de forma mensual, mientras que su pago por horas promedio es de tan solo $4.940,9.
Lo anteriormente mencionado, nos permiten dejar en evidencia, que la posibilidad de la disminución de las horas de trabajo y el aumento del salario mínimo a $500.000 es posible, el principal problema es que los sectores empresariales no están dispuestos a entregar estas condiciones a la clase trabajadora, bajo el fantasma de la crisis económica y el desempleo generado por estos mismos para no tocar sus millonarios ingresos.
Por ejemplo, Andrónico Luksic, quién su ubica en el puesto n° 74 del ranking forbes 2019, representa una fortuna evaluada en los U$16,6 billones, así mismo, el grupo Luksic recibe un total de fondos de pensiones de $5.820.655.000.000 (3), mientras que a fines de octubre el empresariado intentaba realizar una limpieza de imagen, Luksic daba a conocer que ningún trabajador de uno de sus grupos -el “grupo quiñenco”- recibiría menos de $500.000, cuando es él mismo, quién obtiene multimillonarias ganancias, donde solo con este grupo, genera utilidades de $137.317 millones (hasta septiembre de 2019).
La inestabilidad en las condiciones de trabajo, exhibe que es posible avanzar hacia el reparto de las horas de trabajo entre la población PET, es decir, si hay sectores de ocupados que trabajan entre 31-44 horas (17,1%), 45 horas (40,5%) y 46 horas o más (20,9%) a la semana (ver gráfico 3), esto nos permite redistribuir la carga de trabajo en toda la población disponible para trabajar.
Es claro que el sector empresarial se negará a esto, estableciendo discursos mucho más ofensivos y reaccionarios, diciendo que no será posible en el marco de las empresas y culpando a una crisis económica, que en realidad se traduce en reducir costos en pos de la mantención de multimillonarias ganancias.
Plan de emergencia para enfrentar los despidos del empresariado
Es evidente que desde el inicio del estallido social la conciencia de la clase trabajadora generó un salto cualitativo, con cuestionamientos en torno al sistema de pensiones, salarios, constitución, etc. -cimientos del sistema capitalista-. Si bien, la clase trabajadora no entró en grandes masas a la rebelión popular, a excepción de sectores como los portuarios que paralizaron el 90% de los puertos, las asambleas de salud, etc. Dejando en evidencia el poder de la organización, donde a su vez, se van generando profundos cuestionamientos al modelo de explotación. En épocas de lucha, se transforma totalmente relevante la organización de las masas trabajadoras, actualmente en Chile, la tasa de sindicalización alcanza el 21,7% (Dirección del trabajo, 2019), el desempleo como fenómeno del régimen abre un rol predominante que deben jugar los sindicatos para enfrentar las amenazas de despidos, como ha sido el caso de resistencia y organización de los trabajadores y trabajadoras entorno a la reincorporación de Daniela Avilés en Antofagasta, quién había sido despedida por organizarse en el Colegio de profesores hace ya un tiempo, la lucha por la reincorporación en el Sindicato N° 1 de Orica, y las movilizaciones de las y los trabajadores del INE tras el despido de trabajadores a honorarios de la misma Institución, estas luchas representan ejemplos para combatir los miles de despidos que se han anunciado durante este año.
Desde antes del 18 de Octubre, fue la juventud quién prendió la chispa de la rebelión en Chile, ya desde el inicio, la juventud trabajadora –altamente precarizada, donde se les quiere imponer un estatuto laboral juvenil que continúa profundizando el modelo-, los sectores populares, de mujeres, estudiantes y trabajadores salieron a las calles a cuestionarlo todo, a luchar contra el régimen y su explotación; Mientras que desde inicios del mes de diciembre, hemos visto como el gobierno y los empresarios –en las bases del capitalismo- utilizan el fantasma del desempleo como colchón. El cuestionamiento de millones en las calles de todo el país, ha dejado ver el poder de la organización, y se abre la necesidad de discutir el modelo económico en su conjunto, y es que es necesaria una Asamblea Constituyente que sea realmente libre y soberana, capaz de discutirlo todo, como el término de las extenuantes jornadas laborales en el que permita establecer cuántas horas debemos trabajar para no sólo conciliar la vida familiar y personal, sino que todos y todas tengamos acceso a un empleo, a través del reparto de las horas de trabajo con salarios dignos.
Es por esto, que la mesa de unidad social, junto con la CUT, Confech, colegio de profesores y todos los organismos de trabajadores deben luchar por un trabajo que no asiente sus bases en la ganancia empresarial –como lo es actualmente- sino que, repensarnos el trabajo en pos del crecimiento humano y social, esto hila directamente a exigir que la discusión en torno a las 40 horas –la cual se encuentra estancada en el congreso- se vuelva a desarrollar, donde permita repartir las horas de trabajo entre ocupados, desocupados y subocupados, donde el derecho al trabajo debe ser una lucha constante, en esta perspectiva, y con los pronunciamientos del empresariado sobre despidos masivos, se abre la necesidad de levantar un plan de emergencia para detenerlos, ya que esta es la estrategia clara de quienes no quieren perder sus ganancias, utilizándolo como forma de apaciguar la lucha en las calles, amedrentar a los sectores de trabajadores y evitar su entrada en grandes proporciones a la lucha, ya que, ha quedado en evidencia en estos más de dos meses desde el inicio de la rebelión popular, que existe una gran fuerza para luchar, donde la unidad de los sectores se hace fundamental.
En conjunto a esto, se profundiza aún más la necesidad de que todo esto sea discutido en una Asamblea Constituyente real, donde las y los trabajadores podamos pensarnos y discutir el fin del capitalismo, que actúa como generador de desempleo, y así, construir un modelo económico con bases en la producción libre, sin explotaciones y que sea dirigida por la clase trabajadora, donde la tecnología no sea utilizada para dejar a miles de trabajadores en la calle -como lo están haciendo actualmente-, sino que sea utilizada en pos de mejorías para las y los trabajadores, que permita jornadas laborales acotadas y para avanzar a un decrecimiento del desempleo.
Fuentes:
(1) https://www.biobiochile.cl/noticias...
(2) https://www.latercera.com/pulso/not...
(3) Fundación SOL (2019). ¿Afp para quién?, Dónde se invierten los fondos de pensiones en Chile.
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