En Beijing, China, el 4 y 5 de junio de 1989 tuvieron lugar los hechos de la Masacre de Tiananmen, que quedaron impresos en la memoria colectiva a través de una foto histórica. Aunque fueron al menos cuatro los fotógrafos que registraron el momento.
Sábado 5 de junio de 2021
Una de las versiones de la escena. Foto finalista del Premio Pulitzer. Jeff Wiedener-Associated Press
Las calles habían sido desalojadas mediante una feroz represión la noche anterior, por lo que la gran avenida que lleva a la Plaza Tiananmen amanecía vacía el 5 de junio. Charlie Cole de Newsweek, Jeff Wiedener de Associated Press, Arthur Tsang de Reuters y Stuart Franklin de Magnum Photos se asomaron con sus cámaras desde los balcones del Hotel Beijing, donde se alojaba la prensa extranjera que cubría las manifestaciones de estudiantes y trabajadores. Éstas habían comenzado a mediados de abril cuando salieron masivamente a las calles en lo que fue la mayor oleada de protestas en China desde la revolución de 1949.
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Una fila de tanques se fue encolumnando por el centro de la avenida Chang’an avanzando en dirección al este, alineándose como en un desfile. En el video, que puede encontrarse en la web, se llega a contar una hilera de catorce blindados.
Desde el hotel se tiene una vista privilegiada de la escena que sucede a doscientos metros de distancia: el hombre vestido con camisa blanca, llevando una bolsa en cada mano, comienza a cruzar la ancha avenida y se detiene justo en el centro, enfrentando la caravana de blindados del Ejército Popular de Liberación. El hombre no se mueve de allí, los tanques siguen su marcha. El que encabeza la fila se detiene en seco, a un par de metros del hombre.
Tras unos segundos, el tanque gira hacia la derecha para esquivarlo. El hombre se mueve a su izquierda para volver a enfrentarlo y el tanque frena nuevamente. El hombre agita sus brazos, hace señas, gesticula, se acerca al tanque. Toma las bolsas con una mano y con la otra se ayuda para treparse al vehículo. Parece golpear el techo, sigue gesticulando. Un soldado se asoma por una escotilla y se ve que intercambian unas palabras. No sabemos de qué hablan, pero el hombre se baja del blindado y se queda parado a un costado. Parece haber desistido de su actitud. Tras unos segundos el tanque acelera y enseguida lo siguen los de atrás. El hombre vuelve a moverse rápido para ubicarse otra vez frente a la fila, haciéndolos frenar. Sigue haciendo señas, y ahora se abren dos escotillas en el tanque, dos soldados se asoman y parecen hablarle al hombre, que sigue en su lugar. Enseguida aparece en escena un hombre en bicicleta, que se acerca al de camisa blanca. Luego llegan corriendo varias personas más, una va haciendo señas al tanque con los brazos en alto, mientras los otros se llevan rápidamente al hombre de las bolsas cruzando hacia el otro lado de la avenida.
Las protestas habían tomado impulso a mediados de abril, luego de la muerte de Hu Yaobang, ex secretario del Partido Comunista Chino, que había sido destituido años antes por su postura a favor de reformas democráticas. Los estudiantes habían visto en Hu al impulsor de cierta liberalización del régimen y salían a la calle a exigir libertad de expresión y protestar contra la corrupción. Los trabajadores confluían con aquellos, para enfrentar las reformas económicas pro-capitalistas que imponía el gobierno de Deng Xiaoping, y que empezaban a crear desigualdad, desocupación e inflación.
Durante un mes y medio la Plaza de Tiananmen fue el escenario de grandes manifestaciones: el 4 de mayo más de 100 mil obreros y estudiantes marcharon en el centro de Beijing; el 13 de mayo miles de estudiantes ocuparon la plaza e iniciaron una huelga de hambre en protesta por las acusaciones que se hacían en la prensa oficial tildando al movimiento de contrarrevolucionario. Los manifestantes cantaban La Internacional mostrando su apoyo al socialismo chino, aunque reclamaban reformas.
Los primeros intentos de desalojo de la plaza fueron disuadidos por los manifestantes que confraternizaban con los soldados. El gobierno chino declaró la ley marcial y ordenó desalojar la plaza “a como diera lugar”. Las tropas y los blindados entraron a la capital china en la mañana del 4 de junio. Los manifestantes construyeron grandes barricadas y se enfrentaron al Ejército en las calles adyacentes a la plaza. Allí fueron asesinados entre cientos y miles de estudiantes (nunca se conoció la cifra exacta) y otros miles fueron heridos y detenidos.
El gobierno ocultó celosamente la matanza. Las potencias imperialistas en un principio amenazaron con sanciones económicas, pero al poco tiempo dejaron de nombrar la masacre frente al ascenso económico y los consecuentes negocios con la burocracia china. Deng Xiaoping había empezado a introducir las reformas pro-capitalistas a fines de los 70, aunque esta derrota de las movilizaciones fue el punto de inflexión que afianzó el proceso de restauración capitalista, a la vez que fortaleció el control político por parte de la burocracia.
Si bien la escena duró varios minutos, las cuatro fotos más difundidas, muestran casi el mismo instante: el hombre enfrentado a la fila de tanques. La foto de Charlie Cole ganó al año siguiente el World Press Photo, uno de los mayores premios internacionales de fotoperiodismo. El autor cuenta que había visto durante todo ese día a agentes de seguridad que lo vigilaban desde una terraza vecina. Cuando terminó de hacer las fotos metió el rollo envuelto en una bolsa de plástico dentro de la mochila del baño. A los quince minutos un grupo de agentes forzaron la puerta de su habitación, entraron, revisaron todo y se fueron satisfechos llevándose rollos de fotos del día anterior. Jeff Wiedener, quien con su foto fue finalista del premio Pulitzer, cuenta a su vez que le pidió a un estudiante que le ayudaba, que escondiera los rollos en su ropa interior. En ambos casos las fotos pudieron llegar a las respectivas agencias y luego publicadas.
Podemos encontrar muchas fotos de la feroz represión del día anterior, del fuego en las barricadas, de los estudiantes rodeando un camión de tropas, de las grandes manifestaciones, de la plaza ocupada llena de las carpas de los huelguistas. Sin embargo, fue la foto del hombre enfrentando al tanque la que mejor sintetizó los hechos: tras la dura derrota, las protestas dejaron encendida una chispa revolucionaria, simbolizada en ese joven que no se rendía.
La derrota de las manifestaciones de 1989 resultó un punto de inflexión en la historia de China, acelerándose a partir de ese momento el proceso de restauración del capitalismo.
Treinta años después, la profundización de las desigualdades y la clara percepción de que el Partido Comunista ha dejado de lado cualquier atisbo de socialismo, lleva a que una nueva generación de estudiantes y trabajadores, que se reclaman marxistas y que no vivieron la masacre de Tiananmen, salga a movilizarse. En 2018 hubo más de 900 huelgas por todo el país, en todo tipo de sectores, desde los taxis a la minería, algunas de las cuales fueron apoyadas por caravanas de estudiantes, tomando la posta dejada por el joven de camisa blanca que se enfrentó a los tanques.