Josefina Vicens fue una escritora mexicana que nació en Tabasco en 1911 y murió en la Ciudad de México en 1988, su obra consta de decenas de guiones cinematográficos y dos novelas: Los años falsos y El libro vacío.
La novela de Josefina Vicens El libro vacío, publicada en 1958, puede ser leída y entendida desde distintos enfoques: su estructura narrativa, las distintas dicotomías planteadas o el existencialismo. El presente artículo está enfocado en la visión de clase social que se desarrolla a lo largo de la novela, apoyado en un par de textos escritos por Federico Engels y León Trotsky para sustentar la idea.
La novela
Vicens crea una historia que se ha ganado su lugar en la literatura mexicana por complejizar al ser urbano de mitad de siglo XX, dotarlo de una profundidad racional con la capacidad de cuestionar su propia existencia y reflexionar sobre su vida.
Lo más curioso y destacable de las características del personaje principal y narrador de la historia es que no es un intelectual, artista, deportista o alguna persona notable de la sociedad de las que estamos acostumbrados a leer, que gozan de una capacidad de reflexión y una sensibilidad superior a la de los demás seres humanos; el narrador es un hombre común y corriente que a simple vista no tendría ningún elemento destacable por el cual emane de su vida una gran historia. Al ser un hombre tan promedio se podría decir, con la métrica despectiva del término, que es un hombre “mediocre” y así se contempla así mismo José García, personaje principal y narrador de la novela.
Josefina irrumpe en la literatura mexicana dando capacidad reflexiva al ser urbano mexicano que hasta el momento no había sido presentado como un ser complejo. Le otorgó ese don a un trabajador, un asalariado que tiene que extender el dinero de su pago mes a mes para poder satisfacer las necesidades de su familia. Y no solo reflexiona, se insume en su mundo, tiene la pericia de escribir, y escribe un borrador, con una habilidad que cualquier pluma adusta envidiaría.
Contra las imposiciones a la creación
Como mujer escritora tuvo que ocultar su género detrás de un seudónimo de hombre para poder publicar sus reportajes de tauromaquia, espectáculo al cual era aficionada.
Con lo que hemos planteado en los párrafos iniciales de este texto, la autora le da voz a un sector que cotidianamente queda por fuera del arte, lo que pareciera ser una protesta en contra de la sociedad impositiva. Algo que desde la visión del socialismo es una necesidad misma del arte, según menciona León Trotsky en su artículo titulado “El arte y la revolución” escrito en 1938.
“...el hombre expresa en el arte la exigencia de armonía y plenitud de la existencia, es decir, de los bienes más preciosos que le niega la sociedad clasista. Por ello toda obra de arte auténtica implica una protesta contra la realidad, protesta consciente o inconsciente, activa o pasiva, optimista o pesimista. Cada corriente artística nueva comienza con la rebelión”. [1]
El protagonista de la novela
El personaje principal de la novela de Vicens es un hombre de edad madura que hace una reflexión retrospectiva de su vida, como muchas personas es un migrante interno de su país, nació en un puerto y migró a la Ciudad de México en algún momento de su vida para establecerse y trabajar.
La vida de trabajo lo sumió en una dinámica de alienación como la que insume a todos los asalariados, coartando aspiraciones y sueños que se vuelven cada vez más inalcanzables conforme va envejeciendo y se va extinguiendo la chispa de la audacia que otorga la juventud, para dar paso a la obligación de pagar las deudas adquiridas.
Federico Engels menciona en su artículo sobre la alienación “...cuando el trabajo alienado rebaja la espontaneidad, la actividad libre, hasta medio, hace de la vida genérica del hombre el medio de su existencia física”. [2]
José García a pesar de su trabajo y su familia conserva un sueño, el de ser escritor y crear un universo diegético que le dé la posibilidad de trascender, escribir una gran historia que sea leída y que logre que su nombre sea recordado. No le satisface la esperanza efímera de la trascendencia espiritual como la mayoría de los mexicanos hacen al refugiarse en la religión. José piensa en ser recordado entre los hombres por algo que creó, su gran frustración es no poder encontrar esas palabras que entrelazadas cuenten una gran historia.
Es un trabajador calificado, con un matrimonio largo y un par de hijos que conforme crecen aumentan sus necesidades que su humilde sueldo no alcanzan a cubrir. Comparte con sus compañeros de trabajo la frustración de los sueños truncados por la escasez, el orgullo del pobre que intenta disimular el remiendo de su ropa y crea un lazo invisible con sus colegas que viven al mismo ritmo de vida, que pasan las mismas horas encerrados en el mismo lugar por hambre y amor. Un hambre que solo se puede saciar de momento y que los obliga a regresar cada día, un amor que los hace permanecer ahí, comprar a cuotas y darle valor a los más insignificantes detalles, que pueden parecer grandes regalos para la pobreza en la que viven sus familias.
"No sé para los demás hombres, pero para nosotros, los que hace tantos años trabajamos allí, desalentados, vencidos, el día tiene horas mágicas que uniforman nuestras sensaciones." (Vicens p. 71)
Comparte el sueño del trabajador de un día despertarse millonario gracias a que sus números resultaron premiados en la lotería, juntan dinero y compran boletos entre todos para aumentar sus posibilidades de escapar súbitamente de la miseria.
García es un soñador y sueña que puede huir, dejar todo atrás e irse a un lugar paradisíaco del país a dedicarse a lo que él quisiera hacer, que es escribir una gran novela, ser reconocido como escritor y no tener que preocuparse por pagar el abono de los zapatos.
Federico Engels habla sobre este sentimiento como producto de la alienación generada por el trabajo: “...el trabajo se mantiene externo al obrero, es decir, no pertenece a su ser, y el obrero, por tanto, no se afirma en su trabajo, sino que se niega, no se siente satisfecho, sino desgraciado, no desarrolla ninguna libre actividad física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu”. [3]
Incluso la infidelidad de José García está en el marco de la pobreza, para poder complacer a su amante hace horas extras en el trabajo con la intención de poder ofrecer algún presente; sus escapadas románticas no son a lugares bellos con paisajes hermosos, son dentro del mismo escenario de pobreza; sale con su amante a fiestas, bautizos y cabarets de poca monta, con los compadres de ella con la esperanza de tener un poco de sexo al final de la velada.
Su vida es la del trabajador común y corriente, del asalariado que no tiene tiempo de hacer mucho, entre la explotación y las angustias de su cotidianeidad, carga con la frustración de una vida que no fue lo que él quisiera que hubiera sido.
Como a la mayoría de los mexicanos que sueñan con un futuro destacado la realidad capitalista lo golpea en la cara y le impone el ritmo de vida de la explotación y la alienación.
Importancia de la novela
Josefina Vicens crea un gran historia en donde todos los trabajadores nos podemos ver identificados y generar empatía con su personaje principal y con sus compañeros que quizás están dispuestos a robar al patrón para garantizar la salud de su familia, o que hacen lo posible por ayudar a su semejante en desgracia y hacen alguna colecta representativa.
El libro vacío es un relato poderoso y profundo que está muy lejos de los escaparates y el reconocimiento intelectual de la literatura mexicana no solo porque está escrito por una mujer, sino porque plantea que la sublimidad no es ajena a los que hacen girar el mundo, tienen las manos llenas de callos o que cumplen jornadas extenuantes para el día a día.
Desde una historia que a simple vista parece sencilla, la autora describe la cotidianidad asfixiante de la clase trabajadora urbana que carga con sueños rotos y frustraciones de las que todos aspiran escapar. Una realidad impuesta a la mayoría de los seres humanos en el sistema económico en el cual nos desarrollamos.
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