No llegó aún lo peor de la crisis, pero el gobierno y las patronales quieren más. Frente a la aparente “pasividad” de los de abajo, se requiere la unificación y coordinación de los conflictos y una disposición de la dirección sindical a una lucha consecuente. La urgencia de cuestionar al capitalismo.
Viernes 18 de septiembre de 2020
Foto: La izquierda Diario
La popularidad de Luis Lacalle Pou, que se ha mantenido durante estos meses, ha sido aprovechada para pasar una serie de medidas impopulares. Como ya decíamos en otras notas, el plan político del gobierno se asienta sobre tres bases: la reducción del déficit fiscal, el ataque al salario y la política represiva.
Sobre estos tres niveles viene avanzando, aunque no logra colmar las expectativas de los sectores más oligárquicos, como el Movimiento por un solo Uruguay, que sigue reclamando mayor austeridad estatal, un dólar alto (que le permita competir mejor a nivel internacional) y mayores exoneraciones impositivas para los sectores del campo y el agrobusiness.
Lacalle Pou no está lidiando aún con las consecuencias más duras de la situación económica. Por un lado, las estadísticas pronostican una leve recuperación de la economía – luego de una caída importante -, pero al mismo tiempo, el impacto de la crisis a nivel social aún no ha llegado a su techo, siendo que muchas personas aún continúan cobrando el seguro de paro o de desempleo, pero no por mucho tiempo. Por lo que la situación de crisis social podría agravarse.
El Partido Nacional, el malabarista
El Partido Nacional ha decidido mantener la Coalición, por lo menos hasta después de la votación del Presupuesto en el parlamento, lo que le aseguraría los votos necesarios y el aval político que precisa para implementar semejante recorte del gasto público. Sin embargo, en esta “unidad” se incluye la complicidad con sectores de ultra derecha como Guido Manini Ríos. La postergación de la discusión de su posible desafuero expresa una protección a quienes tienen información relevante sobre los crímenes cometidos en dictadura, y refuerza la impunidad reinante, que ningún gobierno de ningún color político quiso derribar.
La propuesta presentada por el gobierno del llamado “Presupuesto de Guerra” refleja muy bien el interés que tiene toda la Coalición: la “guerra” es contra los pobres y las conquistas obreras, ya que constituye un presupuesto neoliberal y represivo, donde se priorizan los ministerios de Defensa e Interior en detrimento de los de Salud y Educación. La Coalición intenta achicar el Estado y reforzar los aparatos represivos frente al incremento de la protesta social.
Por su parte, el juego de Cabildo Abierto es actuar como un camaleón, donde a veces se camufla para apoyar las medidas del gobierno blanco, y otras, hace su juego propio de acumular cada vez mayor caudal político-electoral pensando en las próximas elecciones, a través de los ministerios que maneja. Su política incluye una reivindicación y defensa de los militares “perseguidos” por una Justicia supuestamente “vengativa y revanchista”, pasando por un discurso social conservador – misógino y homofóbico – contra la llamada “agenda de derechos”, y queriendo ubicarse en el espectro político de un populismo de ultra derecha.
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Avance represivo
Son recurrentes las noticias de abusos policiales, violencia o represión desmedida. Con la LUC, el aparato represivo ha sido beneficiado con mayores atribuciones y blindado de una impunidad para todo su accionar. Es el respaldo que Jorge Larrañaga buscaba, y que los sindicatos policiales también reclamaban.
Pero la estructura, organización y formación de las fuerzas represivas viene de la época de la dictadura, y han naturalizado el Terrorismo de Estado, por más cursos de Derechos Humanos que les den. Son fuerzas al servicio de priorizar la propiedad privada antes que la vida, intervienen para frenar y reprimir las manifestaciones ubicando a quien sale a la calle como el “enemigo interno”, la misma construcción que antes habían hecho los militares para justificar la militarización de la sociedad, las torturas, los asesinatos y las desapariciones.
El reclamo del desmantelamiento del aparato represivo que hoy se escucha en países como los Estados Unidos o Colombia – donde se vienen desarrollando movilizaciones masivas contra la brutalidad policial – debe ser incorporado en las demandas del pueblo oriental, como medida defensiva contra la política de mano dura y del punitivismo como única salida frente a los problemas estructurales del capitalismo, como la falta de oportunidades y de acceso a los derechos básicos.
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¿Desmovilización – desmoralización? O esperar a 2024
En los ámbitos de la militancia sindical, estudiantil y feminista nos preguntamos a menudo ¿Qué pasa por la cabeza de la gente? Ya que daría la sensación de que “todo está muy quieto” y “la gente no se interesa”, o que reina la apatía y el desánimo. Sin embargo, la gente tiene la cabeza ocupada en ver cómo llega a fin de mes, cómo paga el alquiler o cómo hace para conseguir trabajo en medio de la pandemia que continúa.
Frente al ataque del gobierno a nuestras conquistas, pareciera que “no da la correlación de fuerzas” como para enfrentarlo decididamente. Esto genera una sensación de frustración y de desmoralización en sectores de la base sindical y militante. Esto es responsabilidad de la dirección del PIT-CNT, que primero llamó a subirse al barco de la Unidad Nacional (con la frase “de esta nos salvamos todos juntos”), luego aceptó la rebaja salarial tanto en los públicos como en los privados, dejó pasar las miles de triquiñuelas que hicieron los empresarios para mandar a todo su personal al seguro de paro; tampoco tuvo una postura decidida ante la LUC, ya que dejó pasar los primeros meses de debate parlamentario casi sin llamar a movilizar, apostando a la “estrategia parlamentaria” del Frente Amplio. Y una vez que la LUC se sanciona, la central propone juntar firmas para un referéndum para derogar solo algunos artículos.
No se puede criticar a la base por “inactiva”, si la dirección es oscilante
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El Frente Amplio, por su parte, también ha contribuido a la pasividad al no convocar a su base social y electoral a enfrentar en las calles el ajuste del gobierno, apostando todas las fichas a “la esperanza de 2024”, y llamando a resignarse y aguantar lo más que se puedan estos 5 años, y luego “aprender a votar bien” en las próximas elecciones. O sea, se preservan para el recambio, pero desarman a la población humilde y trabajadora, y le quitan toda perspectiva de enfrentar a la derecha en un tiempo presente. Y en estos momentos, han transformado el centro de gravedad de su política en las elecciones departamentales.
La lucha del FA no es por trascender este régimen político sino amoldarse a él y repartirse las cuotas de poder con el resto de los partidos.
Fuerza hay …
Los entes públicos han demostrado capacidad de lucha y predisposición para enfrentar los recortes presupuestales, que afectan directamente su funcionamiento operativo; los trabajadores del Frigorífico Canelones se mantienen firmes en su reclamo por la reapertura con toda la plantilla laboral; los trabajadores de la Universidad de la República empiezan a ver el impacto del ahogo presupuestal; las trabajadoras y trabajadores del Mides – muchos de ellos con distintas formas de contrataciones precarias – están denunciando el desmantelamiento de los programas de atención a las poblaciones más vulnerables, a la vez que el vaciamiento de servicios enteros y la no renovación de contratos laborales; trabajadoras y trabajadores de la educación junto al movimiento estudiantil se preparan para defender la educación pública frente a su mercantilización. Otros sectores como el del SUNTMA-Mercante, Transportes, Correo, etc luchan por separado, y plantean la necesidad de unificar los conflictos y coordinar en un mismo plan de lucha.
Como vemos, hay fuerzas para enfrentar al ataque que la derecha multicolor pretende imponer. Solo hay que organizar la lucha, unificar y coordinar, cosa que no se viene haciendo hasta ahora.
El primer paro general de 24 hs contra el gobierno de la derecha
El paro general de ayer, de 24 hs, fue el primero contra el actual gobierno, luego de muchos meses de crisis donde aumentó el desempleo, la precariedad laboral, hubo reducción salarial y aprobaron la LUC. Sobran los motivos para que la clase trabajadora se unifique en un solo reclamo, para que la crisis no sea descargada sobre sus espaldas, y para exigir que la paguen quienes siempre se benefician: los capitalistas.
Tal como cubrimos desde La Izquierda Diario, se realizaron actos en Canelones, Colonia, Cerro Largo y otros departamentos, mientras que en Montevideo se montaron “puntos de agitación”.
Es necesario que, tal como se afirmó en el Acto realizado en Canelones en apoyo a los trabajadores del Frigorífico Canelones, la acción de hoy sea el inicio de un plan de lucha votado democráticamente por asambleas de base en todos los gremios, en el camino de imponer una huelga general que verdaderamente haga temblar a quienes nos explotan y oprimen, y ahí sí, podamos imponer nuestras reivindicaciones.
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Por una alternativa anticapitalista, obrera y socialista
Es hora de pensar que no hay salida si seguimos confiando en que el capitalismo pueda reinventarse y resolver tan solo algunos de los principales problemas de las mayorías populares como el trabajo digno, la vivienda, la educación o la salud. Es hora de cuestionar este sistema que se debate entre la miseria, la precarización laboral, la depredación del medio ambiente y la violencia de género. Es hora de comenzar a plantear que es necesario superar este sistema capitalista y patriarcal, retomando las mejores tradiciones de quienes pelearon en los ’60 y ’70 por una perspectiva revolucionaria, superando la desigualdad e inhumanidad del sistema capitalista.