Juan Orlando Hernández (JOH) llegó al poder en medio de elecciones fraudulentas y reprime sistemáticamente las protestas de maestros, médicos, estudiantes, campesinos e indígenas. Está en Madrid para participar de la COP25 y fue recibido con honores por Pedro Sánchez.
Josefina L. Martínez @josefinamar14
Lunes 2 de diciembre de 2019 04:54
El presidente de Honduras es uno de los mandatarios que participará de la Cumbre por el Clima. Este domingo acompañó a Pedro Sánchez en el palco del Estadio Metropolitano para disfrutar de un partido entre el Atlético de Madrid y el Barcelona.
El mandatario hondureño afirmó en su cuenta de Twitter que su país es uno de los 3 más afectados del mundo por el cambio climático y que viene a Madrid con el objetivo de exigir “fondos verdes” para combatir esa emergencia. Pero su presencia en la COP25 y el trato honorífico por parte del gobierno español generaron indignación entre diversos colectivos de migrantes hondureñas.
“Ya han pasado dos años del mayor fraude electoral de la historia de Honduras, donde el pueblo en un ejercicio de dignidad y valentía salió masivamente a las calles a defender la democracia y respeto a los verdaderos resultados electorales, más de 30 personas fueron asesinadas en dichas protestas ¡ni olvido ni perdón!” afirma la activista hondureña K. Patri en sus redes sociales.
También señala el cinismo del presidente hondureño que “va a hablar sobre el cambio climático, cuando su gobierno ilegítimo y corrupto ha demostrado no tener ninguna pizca de interés por un desarrollo sostenible y respetuoso con la Pachamama. Bajo un neoliberalismo voraz, extractivista y asesino, está despojando a las comunidades indígenas y campesinas de sus territorios, están expoliando y saqueando los recursos naturales y vendiéndolos a las empresas transnacionales, están persiguiendo, criminalizando y asesinando a las y los defensores... Y con todo esto, tiene la cara dura de venir a darnos un discursillo sobre cómo combatir la emergencia climática. ¡Inaudito! Pensaba que ya lo había visto todo, pero no, todavía queda mucho de JOH, como dicen, hierba mala nunca muere.”
“No sé si me da más rabia que el maldito esté por aquí blanqueando la cara de la narcodictadura o el gobierno del PSOE recibiéndolo con honores y reuniéndose con él para afianzar el "apoyo y alianzas" bilaterales”, agrega.
Otra activista hondureña, Marina Díaz, nos comenta con igual indignación: "Hoy se dicta la sentencia a los siete autores materiales del asesinato de Berta Cáceres en donde faltan los autores intelectuales, mientras el dictador viene a querer limpiar la imagen sangrienta de tanta violencia en donde él es responsable".
En los últimos meses se vienen desarrollando protestas y manifestaciones en Honduras exigiendo la renuncia de Juan Orlando Hernández, ante el escándalo de sus vínculos con el narcotráfico y el crimen organizado, así como su accionar represivo contra el pueblo hondureño. La respuesta estatal fue más represión y gases lacrimógenos, sacando el ejército a las calles -como ocurrió en junio de este año- y criminalizando a los manifestantes.
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Las protestas se han mantenido a lo largo de todo el año, incluyendo huelgas de maestros y médicos contra la privatización del sector público, manifestaciones de estudiantes, movilizaciones y cortes de ruta en todo el país, junto con la lucha persistente de los campesinos y pueblos indígenas contra la represión y las políticas extractivistas de las empresas multinacionales en los territorios. La represión ha dejado varios muertos, asesinatos de los que JOH es responsable directo.
El presidente -que este domingo disfrutaba del partido del Atlético de Madrid invitado por su par español-, llegó al poder después de unas elecciones denunciadas como fraudulentas, en el contexto de una sistemática vulneración de las libertades democráticas que se impuso en el país después del golpe de estado contra Manuel Zalaya en 2009, con la complicidad de Estados Unidos. Actualmente la oposición liberal también pide la renuncia del gobierno, buscando una salida “desde arriba” y controlada frente al profundo descontento popular.
La mayor hipocresía de JOH son sus declaraciones sobre el cambio climático y su falsa preocupación por los problemas ambientales, cuando es el principal garante de los negocios de las empresas multinacionales en Honduras, que están destruyendo el medioambiente y expulsando a las comunidades campesinas e indígenas de los territorios.
En una entrevista realizada hace unas semanas, la activista por los derechos del pueblo garífuna y defensora del territorio Miriam Miranda, explicaba los altos riesgos que conlleva en Honduras la lucha por la defensa de los territorios y el medioambiente:
“Luchar por los recursos naturales, por la defensa de los bienes comunes de la naturaleza… Inmediatamente sos un peligro para el Estado, sos criminalizada, judicializada totalmente. Te colocan como delincuente, como terrorista. Yo tengo varios juicios abiertos, en los cuales se me criminalizó y judicializó por la defensa de los recursos naturales, por la defensa de los derechos del pueblo garífuna. Ser defensora en Honduras nos pone más en riesgo que en ningún otro país”.
Desde el golpe de estado de 2009 que destituyó al entonces presidente Manuel Zelaya, la criminalización de la protesta social, la militarización del país y el asesinato de activistas se ha multiplicado. “El estado de Honduras está cooptado no solo por la corporación internacional, por el capital financiero, sino por el crimen organizado. La lucha y la defensa de los territorios es más riesgosa que en cualquier país”, aseguraba Miriam, que fue secuestrada de forma ilegal durante varios días en 2017.
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La participación del presidente hondureño en la cumbre, así como el resto de los mandatarios que estarán presentes, muestra que el único objetivo que tienen es darse un “lavado de cara” hablando del cambio climático, mientras siguen criminalizando y reprimiendo a los trabajadores, jóvenes, campesinos e indígenas que luchan contra sus políticas neoliberales e imperialistas en todo el mundo.
Josefina L. Martínez
Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.