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Red Internacional
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Reino Unido. El Partido Laborista no solucionará los problemas de la clase trabajadora británica

Los laboristas acaban de ganar las elecciones generales anticipadas en el Reino Unido, poniendo fin al largo reinado de los conservadores. Pero el mandato de Keir Starmer no hará más que perpetuar las mismas políticas antisociales y xenófobas y profundizar la crisis política.

Sábado 6 de julio 12:16

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"Me gustaría saber si ustedes dos son realmente lo mejor que el puesto de Primer Ministro puede ofrecernos", preguntó secamente un votante durante el debate entre Rishi Sunak y Keir Starmer. A juzgar por una de las tasas de abstención más altas (casi el 40%) en la historia de las elecciones británicas, ésta es una pregunta que muchos trabajadores y jóvenes del Reino Unido se hacían este jueves.

Millones de personas salieron a castigar con su voto al Partido Conservador que ha estado en el poder durante los últimos 14 años y ha sido responsable del Brexit, una crisis financiera, recesión, el colapso del hospital público y del empobrecimiento de la clase trabajadora. Otro sector de votantes se alternó entre la apatía y la resignación. Y por una buena razón: la alternativa a los conservadores era muy mala. Su derrota se explica más por la crisis de los conservadores que por las bondades de los laboristas de Starmer.

El Partido Laborista, bajo la presidencia de Keir Starmer, ha revivido la tradición neoliberal del Nuevo Laborismo de Tony Blair: una izquierda dura en cuestiones de seguridad e inmigración, y conciliadora con los patrones en cuestiones económicas.

Después de la década del neorreformismo de Jeremy Corbyn a la cabeza de los laboristas, que devolvió al partido a cientos de miles de jóvenes activistas progresistas prometiéndoles un programa de nacionalización del sistema de transporte y del sector energético, el fin de las tasas de inscripción universitaria o incluso inversiones masivas en servicios públicos, el ala más derechista del Partido Laborista se ha vengado en los últimos años y ha purgado a casi toda el ala izquierda del partido, con Corbyn a la cabeza.

Los afiebrados editorialistas británicos habían comparado el manifiesto laborista bajo el liderazgo de Corbyn con el Pequeño Libro Rojo de Mao Zedong. Sin embargo, en cuanto al manifiesto laborista bajo Starmer, casi todo el mundo está de acuerdo en que es el programa conservador teñido de rojo.

En medio de un enorme movilizanto de solidaridad en las calles con el pueblo palestino, tanto Sunak como Starmer coincidieron en apoyar inquebrantablemente el "derecho de Israel a defenderse", es decir, el derecho a continuar el genocidio contra el pueblo palestino, mucho antes de adoptar una tímida posición a favor de un "cese de las hostilidades"

Los laboristas y los conservadores también coinciden en la necesidad de reducir la inmigración con métodos brutales. Laboristas y conservadores coinciden en la necesidad de seguir una política fiscal "responsable" y abierta al diálogo con empresas e inversores, en la negativa a aumentar los impuestos a las empresas, así como en el hecho de condicionar la financiación de las ayudas sociales y de los servicios públicos a la recuperación económica. Con este programa abiertamente proempresarial, no sorprende que incluso medios burgueses como el Financial Times o The Economist hayan apoyado oficialmente la candidatura de Keir Starmer.

Si el Partido Laborista salió victorioso, es principalmente gracias a las especificidades del método de votación para las elecciones generales en el Reino Unido: no hay segunda vuelta y quien saca más votos gana la banca en el parlamento, incluso con una pequeña diferencia de votos. Este proceso favorece a los dos partidos del régimen que se han alternado en el poder desde principios del siglo XX, frenando el surgimiento de nuevos grupos políticos.

Así, en 2024, el Partido Laborista perdió cientos de miles de votos respecto a 2019 y millones respecto a 2017, pero se ve recompensado con una supermayoría de 411 escaños de 650 en la Cámara de los Comunes. Esto, a pesar de que parte de su base se ha volcado hacia los Verdes y los candidatos independientes pro palestinos, incluido el de Jeremy Corbyn.
La base electoral de los conservadores, especialmente en las clases media y trabajadora, ha sufrido una erosión significativa, en beneficio del partido de extrema derecha Reform UK de Nigel Farage y de los Demócratas Liberales (que lograron un gran avance, con 71 escaños), pero el partido conservador se mantiene con 121 escaños. Aunque Reform UK obtuvo el 14% de los votos, no muy lejos del 21% de los conservadores, sólo obtuvo 4 escaños.

¿Hacia dónde se dirige el Reino Unido? Si hemos de creer a Keir Starmer, los resultados de estas elecciones prometen "un rayo de esperanza" y cambios importantes. En realidad, el Partido Laborista heredará la misma espiral de declive económico y desintegración de su influencia en la que cayó el país tras la crisis financiera de 2008 y el Brexit. La saturación y el colapso de los servicios públicos continuarán, las colas ante los bancos de alimentos seguirán alargándose, el desempleo seguirá reforzando el sentimiento de humillación en muchos hogares.

Incluso antes de llegar al poder, el Partido Laborista ya ha incumplido muchas de sus viejas promesas, como invertir 28 millones de libras en la transición ecológica y derogar las tasas de matrícula universitaria. El cambio prometido por los laboristas será una continuación de las políticas de austeridad y neoliberales y profundizará las tendencias hacia la crisis política en el Reino Unido, lo que seguirá allanando el camino para la extrema derecha.

Más allá de esta dinámica más general entre los partidos del régimen, también están los millones de personas que en el Reino Unido han participado en huelgas en el sector salud y educación, entre otros, en los últimos años o que han demostrado solidaridad con el pueblo palestino, y que han sido atacados por esto tanto por conservadores como por laboristas. En un futuro próximo, estos trabajadores y jóvenes, cuya voz no está representada por ningún partido del régimen, también tendrán voz sobre el futuro de su país. Y para expresarlo no bastará con un voto en las urnas.