Con el 50,9% de los votos, en una elección donde participaron 3.500 afiliados, la diputada de Antofagasta Catalina Pérez fue electa presidenta de Revolución Democrática.
Martes 29 de enero de 2019
En una elección que generó polémicas, Catalina Pérez, la joven diputada electa por Antofagasta, se impuso con el 50,9% a la lista de Javiera Parada y Alejandra Millán.
Sin embargo, lejos de los debates estratégicos, lo que saltó a la noticia es la relativa baja votación respecto al total del padrón de militantes afiliados en el partido (8%, 3.500 votos de 42.000 afiliados). Chile Vamos y extrema-derecha de Kast tomó la ofensiva, los llamaron “partido fantasma” o “partido virtual”. Le siguieron figuras de la vieja Concertación, que exigieron a RD “sincerar” la cantidad real de militantes. Sin embargo, detrás de este debate, no sólo hay puros cálculos para golpear a todo lo que huela a izquierda, sino una hipocresía tremenda de los partidos empresariales y que han gestionado el régimen de la transición. También abre un debate sobre la “militancia” en la izquierda.
Los padrones fantasmas: los datos tras la hipocresía de los partidos del régimen
¿Está exagerado el padrón de RD? Claro que sí. ¡Pero de todos los partidos del régimen!
Algunas pistas pueden ayudan a “sincerar” la hipocresía de Chile Vamos y la ex Nueva Mayoría, partidos que han gobernado para los empresarios, y que ocultan su fuerte proceso de descomposición, pérdida de influencia y militancia.
Para tener en consideración estos datos, en 2017 se aplicó la reforma a los partidos políticos, donde los viejos partidos inscritos debían “ratificar” a sus afiliados, o sino éstos quedaban “suspendidos”. Según datos del Servicio Electoral (Servel) que se pueden revisar aquí y aquí:
Chile Vamos
Ex Nueva Mayoría
Vemos que: 1) todo el padrón anterior era artificialmente inflado. Todos los partidos del régimen perdieron decenas de miles de militantes en la ratificación exigida por la nueva ley; 2) El padrón actual, igual es inflado, si miramos los votantes en elecciones internas.
El considerado “militante” de un partido político por el régimen democrático burgués, es un afiliado, un “adherente” o simplemente alguien que “firmó” una vez, sin necesidad de ningún compromiso real, ni siquiera una pequeña “participación”. Ni qué hablar de que regularmente sea miembro activo y cotizante, pues ahí sería una catástrofe la cifra respecto a la ficción u ocultamiento de las leyes democráticas.
Lo más que se acerca a eso sería las elecciones internas a directiva, donde, salvo el PS hace dos años, ninguno pasa los 15.000 votos (UDI 13.000, RN 12.000, DC 13.000, PR 6.000, PPD 5.000, RD 3.500, Evopoli 1.300). Esto sin considerar que en los partidos del régimen se mueven funcionarios de altos y millonarios cargos vinculados al aparato estatal de la administración pública, municipalidades, etc. (y no estamos hablando aquí de genuinos trabajadores que sufren la precariedad, sino de altos cargos millonarios vinculados con “nepotismo” al aparato estatal burgués). Sus datos reflejan que no tienen la “militancia” que dicen, y que ésta cada vez se reduce más.
RD y la adaptación socialdemócrata a la regimentación estatal de los partidos de izquierda
En sus objetivos, RD se propone una “democracia radical” mediante un programa de reformas al sistema y al régimen político. Su estrategia con la centralidad de la lucha política en las instituciones del régimen democrático-liberal, busca gestionar más “humanamente” el Estado en los marcos del capitalismo. Como ha mostrado su actuación este 2018 hasta ahora es nada-mas-que-parlamentarismo.
El objetivo de una transformación social vía el Estado (capitalista) es coherente con generar una “militancia” que sobre todo se prepare para administrar el Estado y sus instituciones (municipal, nacional), no obstante también busca militancia en los “movimientos”, pues sin ello el vínculo de mediación entre “movimientos” e “instituciones” es más débil. Sin embargo, su militancia bien puede ser “virtual” en cierto sentido, imponiendo un criterio de “voto electrónico”, o de criterios “laxos” de “participación”.
Hace mucho tiempo que los “que firman”, “simpatizan” y “adhieren” son considerandos “militantes” reales y activos por los partidos socialdemócratas ahora social-liberales, y lo imitan otros partidos de la “nueva izquierda”. De allí que varios RD bien centroizquierdistas como Crispi, hayan quedado en crisis con la elección, desmoralizados” frente al número de votantes. También sus “afiliados” cada vez más grandes, generan un mayor financiamiento del Estado a sus partidos, una base que en la mayoría de las veces genera una creciente adaptación al régimen burgués por parte de los partidos de izquierda.
Aunque su “militancia” podríamos decir que se ha “doblado” (de 1.600 votos en abril 2017 a 3.500 en enero 2019), aunque no sabemos a ciencia cierta, probablemente es menor la cantidad de militantes que participan activa y regularmente en sus organismos, pues aceptan ese tipo de “militancia” de “adherencia”.
Por último, un factor clave en el análisis, es que aún no hay correspondía entre su “peso electoral”, de 9 parlamentarios y cientos de miles de votos, sobre su base real militante, algo que ocurre de forma parecida en otros partidos del Frente Amplio, que de conjunto, no obstante su vertiginoso salto electoral, no han visto por ahora crecer de forma significativa su base militante activa.
Unidad de la oposición con golpistas y proto-oficialistas
Algunos dicen que Parada quería ir directo a un nuevo engranaje con la vieja concertación en las municipales 2020. Aunque no señaló aquello en su campaña, no sería raro: fue agregada cultural de Bachelet en su anterior gobierno, y su grupo de apoyo de los pantalones largos (Depolo, Crispi y cía.) viene de Fundación Dialoga y son cercanos a la centroizquierda. Otros señalaron que Catalina Pérez, promovida por G. Jackson quiere "liderar" la oposición, fortaleciendo al FA y no ser furgón de cola del viejo progresismo.
Sin embargo esta política es una diferencia táctica con Parada: quieren la unidad de la oposición, sólo que “liderarla” y no ser una fuerza más en común.
Ambos sectores están de acuerdo en la "unidad de la oposición". Y estamos hablando nada menos que “los mínimos comunes” de un acuerdo “de gobernabilidad” con la DC y el PR, que se están candidateando como “oficialistas” de Piñera. Ni qué decir de su política internacional con el caso de Venezuela, donde la DC, el PR y el PPD son directamente golpistas apoyando la estrategia de Trump de Estados Unidos de reconocer a Guaidó como presidente. La misma política de Piñera, Bolsonaro y Macri.
Con esa “unidad de la oposición”, de colaboración con partidos empresariales, RD y con ello el FA, no hace más que llevar a los movimientos a ser “furgón de cola” del sistema y el viejo régimen.