Una trabajadora de la millonaria cadena de accesorios se comunicó con La Izquierda Diario para denunciar su caso. "Cuando me echaron a mí, echaron a muchas personas del Estado, me descompuse al enterarme por la tele. Me da bronca que estén echando gente". Unamos la bronca, fuerza hay.
Domingo 7 de abril 13:58
Una trabajadora de Comercio se comunicó con La Izquierda Diario para denunciar el caso de su despido. Laura (usamos un pseudónimo) tiene 32 años y desde los 24 trabajaba en la empresa de accesorios Isadora. Sin ningún argumento, sabiendo que es sostén de hogar y madre de una nena de apenas 2 años, la empresa la despidió.
Isadora es parte del Blue Star Group, al que también pertenece Todo Moda. "Un imperio de accesorios", lo llamó el diario Clarín. Según su sitio web, tiene presencia en 8 países (entre los que se encuentran Perú, México, Estados Unidos), más de 800 sucursales en el mundo, 25 millones de clientes anuales, 4000 "talentos" (la forma en que llaman a sus trabajadores) y el objetivo de lograr expandir su mercado a un total de 60 países para 2028.
En 2021, según la Revista Forbes, el Blue Star Group facturó 150 millones de dólares entre los mercados de Argentina, Perú, México, Chile y Brasil. "El eje de nuestra estrategia: cualquier punto de contacto con la compañía es una oportunidad para demostrar que estamos pensando en lo mejor para la clienta", dijo el CEO del grupo, Martín Castelli, a ese mismo medio en una entrevista.
Es curioso ver cómo el empresario se refiere a las mujeres para las que están pensados los más de 12 mil productos que ofrecen Isadora y Todo Moda. Buscan, asegura, el confort de sus clientas. Pero, ¿cómo trata el Blue Star Group a sus trabajadoras?
"Mi trabajo era hacer IVM, que significa Insort Visual Merchandising. Era vidrierista, pero como mi local era chico, tenía, además, que atender al público, cobrar, manejar el E-Commerce, llevar el depósito y limpiar el baño. Trabajé primero 5 años en La Plata y después en un local del sur del Conurbano, pero a veces me llamaban para ir a locales de CABA. También trabajaba los feriados porque mi situación es complicada", cuenta Laura a La Izquierda Diario, y agrega que su convenio era de vendedor de comercio, nucleado bajo el sindicato al mando de Armando Cavalieri.
Durante la pandemia, Laura fue a trabajar igual, hasta que quedó embarazada. Entonces la mandaron a la casa, cobrando la mitad del sueldo. Pidió hacer home office porque no le alcanzaba para vivir, y así trabajó hasta que tuvo a su nena. "Ahora vivo sola con mi hija y alquilo un departamento chiquito, comedor-cocina, baño y una pieza. Pero me aumentó el doble el alquiler y el departamento se me inunda, estoy perdiendo muebles por la inundación", dice. Y cuenta que se tiene que mudar en las próximas semanas: "El mes pasado me pagaron alrededor de 400 mil pesos y este mes cobré menos de 380 mil pesos. Para entrar en alquiler necesité 390 mil, no me dan las cuentas, tuve que pedir plata".
Después de 8 años de servicio, la echaron a principios de abril. "Es un lío mi vida en este momento. Me echaron sabiendo que tengo una nena de 2 años, que soy sostén de familia, esa es mi bronca. ¿Qué te hace esperar un tiempo más a que me pueda estabilizar?", pregunta con bronca. Y menciona que la empresa sigue manteniendo sus ganancias, que hay locales que llegan a tener objetivos mensuales de ventas por casi 70 millones de pesos.
"La situación en mi familia está horrible. El papá de mi nena que es empleado municipal y le redujeron las horas extra. Estaba cobrando hace 2 meses 150 mil pesos. Imagínate que después a la quincena el día 15 cobraba 100 mil pesos más de las horas extra. Pero desde que asumió Milei se las redujeron. Él me pasa el 30% para la nena, pero son 40 mil pesos, no alcanza", cuenta Laura.
"Isadora viene echando gente desde julio, a dos por mes vienen echando más o menos, gente con antigüedad de 22 años, 16 años de trabajo en la empresa", denuncia, y cuenta que en febrero de este año echaron a todo el equipo del local del barrio porteño de San Telmo. "Mis compañeras me apoyan, todas están muy enojadas. El día que me echaron a mí también echaron a otra compañera, estamos en comunicación con ella".
Un ataque de conjunto
A pesar de la situación que está viviendo, Laura sabe que su caso es similar al de miles de trabajadores más: "Es parte del proceso que estamos pasando. Cuando me echaron a mí, echaron a muchas personas del Estado. Yo no podía mirar la tele, me descompuse ese día al enterarme". El ataque a los trabajadores estatales significó 15 mil despidos en distintos ministerios y el cierre de dependencias, la mayoría, en provincias del interior. El gobierno de Milei anticipó que es solo el comienzo, y que la intención es llegar a los 70 mil despidos en el Estado. Un plan que ya empezó, además, con despidos en GPS-Aerolíneas, con recorte de presupuesto en TV Pública, retiros voluntarios en Télam, entre otros.
Pero, viendo esto, las patronales de empresas privadas se aprovechan. "Cuando voy al sindicato después de que me echen, me encuentro con gente de Coto. Me dijo una chica que están haciendo como en el Estado: el de seguridad se para en la puerta con la lista diciendo quién puede entrar", cuenta Laura, y se lamenta no haber podido conseguir el teléfono de la chica para seguir en contacto. "Para mí el sindicato tendría que haber hecho mínimo un escrache en el Coto, que viene echando mucha gente -señala- "Pero cuando yo fui se estaban cagando de risa, y no hicieron nada, esa es mi bronca también".
Armando Cavalieri, dirigente gremial del sindicato de Comercio que nuclea a 1,2 millones de trabajadores y es el más numeroso del país, acaba de cerrar un acuerdo con las patronales por una suma fija de 40 mil pesos en marzo, y un acuerdo paritario que implica un aumento del 8% en abril y del 7% en mayo. Los números no cierran por ningún lado: la inflación de febrero fue de 13,2% y la de marzo, según el optimismo del propio ministro de Economía, Luis Caputo, estará alrededor del 10%.
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No me voy a quedar tranquila
"Hace poco fui a las movilizaciones contra la Ley Ómnibus. Estuve en el 8M también, como mi nena está un poquito más grande, puedo empezar a participar", explica. Y cuenta: "En 2018 yo tenía un novio que murió trabajando en una fábrica. El caso de Mechi Cantero. Estuve ahí en el tema de la movilización, pero estaba muy mal, estuve medicada".
Brian "Mechi" Cantero era un joven de 24 años que trabajaba tercerizado en una papelera de la empresa Sein en Florencio Varela. Murió atrapado por una máquina. Su familia llevó adelante una lucha incansable que terminó con la condena al Jefe de Producción y al responsable de Seguridad e Higiene, y que continúa exigiendo justicia por todas las muertes por precarización laboral. "Ustedes sacaron muchas notas, por eso los busqué como ahora como medio alternativo", explica Laura.
"Yo dije ahora: ’no me voy a quedar tranquila’. Me da bronca que estén echando gente, madres con hijos, te da indignación porque están dejando familias sin comer. Les doy las gracias porque me escuchen, gracias por visibilizar esta situación".
Unamos la bronca
El caso de Laura es una muestra concreta de la situación que están atravesando miles de familias en el país. De la verdadera cara de las empresas, que detrás de un merchandising que vende un "lifestyle" a la moda, despide y deja a familias en la calle sin sustento para vivir. Que se sienten envalentonadas, ahora que uno de los empresarios más ricos del país, Paolo Rocca, ocupa cargos en distintos puntos clave del gobierno, como la Secretaría de Trabajo, después de poner 20 millones de pesos para la campaña electoral de Milei. Mientras la burocracia sindical de la CGT no lleva adelante ningún plan de lucha serio a la altura del ataque que estamos viviendo. Como dice Lucho Aguilar hoy en Ideas de Izquierda, la premisa de las centrales sindicales es: "Si tocan a uno, defiéndanse por separado".
Pero hay síntomas de resistencia. Como los estatales, que llevaron adelante asambleas, paros y ocupaciones de ministerios contra los despidos. Como los aeronáuticos de GPS-Aerolíneas, que vienen impulsando jornadas de lucha en aeroparque y coordinando con distintos sectores. Como los trabajadores de prensa en Télam, que están realizando un acampe en la sede de la agencia y extendiendo el apoyo a su lucha contra el vaciamiento. Son solo algunos casos que muestran que fuerza hay para pararle la mano al ajuste de Milei y sus cómplices.
Por eso hay que organizar la bronca, porque si tocan a uno, tenemos que contestar todos. Desde La Izquierda Diario te pedimos que también nos envíes tus comentarios, que nos cuentes tu situación. Podés escribirnos a nuestras redes y ponerte en contacto con nosotros.
Te invitamos a que te sumes a las asambleas barriales que se vienen desarrollando en todo el país. A que busques a tu compañero de laburo, de cursada, a tus vecinos.
Y a que participes del Encuentro de Trabajadores, asambleas populares y todos los luchadores a desarrollarse las próximas semanas.
Juntos, tenemos la fuerza que hace falta para cambiar el rumbo de la historia.