El pasado 7 de agosto día de fiesta patria se cumplieron tres años de la posesión de Iván Duque como presidente de Colombia. Títere de Uribe, rencauchó la política de seguridad democrática tirando abajo los acuerdos del proceso de paz y llevando al país a la represión y a los viejos escenarios de guerra.
Martes 10 de agosto de 2021 14:24
Iván Duque, octubre 2020. Foto: Twitter @infopresidencia
El regreso de la política de seguridad democrática al país bajo el gobierno de Iván Duque significó continuar en la carta de navegación del uribismo, y por tanto fortalecer el paramilitarismo y el narcotráfico declarando la guerra al pueblo colombiano. Respecto a estos tres años de gobierno el diario el Espectador corrobora que “La sensación generalizada de falta de rumbo se puede explicar porque en ese período vivimos la paradoja de un gobierno uribista de derecha con políticas erráticas de seguridad”.
Los homicidios, las desapariciones, las masacres, los desplazamientos forzados no cesan. De acuerdo con cifras del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz - Indepaz desde que Duque se posesionó han ocurrido 195 masacres en Colombia.
A su vez, han sido asesinadas desde la firma del acuerdo de paz en 2016, 1.204 defensoras de derechos humanos, 904 líderes sociales y 276 excombatientes de las FARC; en cuanto al desplazamiento forzado las cifras varían de acuerdo con la organización, la Defensoría del Pueblo estima que en el 2020 fueron desplazadas 28.509 personas y en 2021, 27.435; de acuerdo con la CEPAL el 5% de la población colombiana se encuentra en condición de desplazamiento forzado. La mayoría de las víctimas pertenecen a organizaciones nacionales campesinas, indígenas, comunidades afrodescendientes y otros movimientos.
Sin duda Colombia es hoy territorio de disputa por las rutas del narcotráfico que controlan los diferentes grupos armados como los del paramilitarismo y los propios clanes de la droga, como las Autodefensas gaitanistas, el Clan del Golfo, Los Rastrojos, etc. Incluso mecanismo al que recurrieron y recurren grupos oriundos de la guerrilla para garantizarse recursos, como las disidencias de las FARC, entre otros. Teniendo en cuenta, además, la acción conjunta entre el ejército y la policía con los grupos paramilitares, lo que hace que las fuerzas del Estado también entren en esta disputa y en los crímenes contra el pueblo.
De acuerdo con algunos miembros de la oposición Jorge Robledo de la Coalición para la Esperanza declaro al Espectador que en materia económica “No hubo planes efectivos de empleos de emergencia y no se reconoció la urgencia de establecer la renta básica. El país enfrenta hoy la tasa más alta de desempleo de los últimos años”.
El regreso a los viejos escenarios de la guerra, el 46% de la población en situación de pobreza y el 15% de desempleo según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística - DANE, el mal manejo de la pandemia, entre otras falencias del gobierno Duque han llevado al estallido del pueblo, el cual ha sido reprimido como se visibilizó en el Paro Nacional con el método usual de apagar con gasolina (nafta) el fuego. Esto se nota en medidas como las tomadas el 29 de mayo en la que por decreto presidencial se solicita la asistencia militar en siete ciudades del país.
Es por esto por lo que Duque se reafirma y respalda a las fuerzas militares y en entrevista con la revista Portafolio declara “Tengo plena confianza en la cúpula militar, en el general Navarro, en el general Zapateiro, en el general Ramsés Rueda, en el general Vargas, grandes generales de Colombia que tienen mi respaldo”. Como no confiar sin son las fuerzas militares las que lo tienen hoy en el poder pues Duque ha gobernado tres años para ellos, los empresarios y las elites del país.
Hay que recordar que al gobierno de Duque le queda un año para entregar el poder, y los y las posibles candidates ya se comienzan a perfilar en los partidos y las coaliciones de centro y de derecha, el Pacto Histórico, la Coalición para la Esperanza, el Nuevo Liberalismo, y los partidos tradicionales entre otros.
Pese a todo lo anterior, las manifestaciones continúan, aunque con menor afluencia, y diferente expresiones artísticas y culturales se siguen gestando en los barrios de Bogotá, Medellín, Cali, Pereira y otras ciudades del país, pues la resistencia del pueblo va hasta que este gobierno caiga del poder.