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Red Internacional
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3 años de la rebelión de octubre. En medio de una crisis económica, Boric y la derecha intentan reescribir la historia para que la clase trabajadora no retome el protagonismo

Se cumplen tres años de la rebelión de octubre , que trascurre en medio de una crisis económica que acrecienta aún más las injusticias del neoliberalismo, mientras el régimen político aún no encuentra salida a la crisis política que lo afecta, intentando reescribir la historia para que el pueblo y los trabajadores no recuperen el protagonismo.

Martes 18 de octubre de 2022

Este 18 de Octubre se cumplen tres años de la rebelión que se abrió paso en el año 2019, la cual comenzó en Santiago y que posteriormente se abrió paso en todo el país. Hoy en medio de un proceso constituyente totalmente cocinado por los partidos tradicionales y el Congreso, institución que hasta el día de hoy es repudiada por millones, las demandas que fueron presentadas por el conjunto de la población en Octubre no han sido resueltas. La carestía la vida se continúa profundizando, con una inflación que no da tregua a las familias trabajadoras y los sectores populares y los avisos claros de una recesión económica que la burguesía nacional y los empresarios buscan para “enfriar” la economía.

A tres años de la rebelión o del “estallido social” como fue bautizado por los medios de comunicación, diferentes son los balances y sentidos comunes que buscan implantarse en torno a esta fecha. Diferentes políticos ligados a la derecha e ideólogos intelectuales relacionados con la élite, han definido esta fecha como como un estallido de delincuencia y desorden público.

Por otro lado, el gobierno de Gabriel Boric y Apruebo Dignidad se aprestan a reprimir con 25 mil carabineros cualquier acto de conmemoración, asumiendo incluso el discurso de criminalización de la protesta. La revuelta para ellos habría sido simplemente una expresión de descontento para que el régimen estuviese "a la altura de las demandas ciudadanas" y no un proceso de lucha de clases profundo, popular y masivo para echar abajo la herencia de la dictadura, como realmente fue. Ahora Boric plantea que la revuelta llegó a extremos que nadie quería y que "nos agredimos mutuamente". Un verdadero insulto a las víctimas de la represión. Quieren reescribir la historia.

Lo cierto es que el 18 de octubre del 2019 se inició una de las rebeliones populares más importantes de la historia de Chile. Las movilizaciones de estudiantes secundarios contra el alza del pasaje del Metro fueron reprimidas duramente por el gobierno de Piñera. La noche de ese viernes terminó con la declaración del estado de excepción y la militarización de la capital, lo que generó una enorme respuesta popular con la extensión de la rebelión por todo Chile, transformando la lucha en un enfrentamiento político contra la herencia de la dictadura y el gobierno de la época. Los empresarios en conjunto con el régimen político apostaron por la violencia estatal para aplacar la rebelión, reeditando la represión más brutal desde la dictadura. Sólo cuando Piñera estuvo a punto de caer decidieron montar la trampa del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución.

Ocurrieron asesinatos, torturas, desapariciones y mutilaciones oculares contra quienes salieron a movilizarse, donde aún los responsables materiales y políticos continúan en la impunidad. Según Amnistía Internacional hasta la fecha sólo el 0.1% de las denuncias realizadas por violaciones a los derechos humanos presentadas desde Octubre del 2019 han tenido sentencia condenatoria, esta cifra marginal, ha sentenciado sólo a responsables materiales pertenecientes a las fuerzas represivas, más no así a los responsables políticos como Sebastián Piñera y su gobierno, quién a pesar de estar “avisado” continúa en la impunidad.

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El 15 de noviembre de 2019, se dio paso al acuerdo por la paz y una nueva Constitución, que incluyó a partidos del régimen político desde partidos del Frente Amplio a Chile Vamos, la coalición de gobierno en aquel entonces. El Partido Comunista pese a no firmar ese mismo día, se sumó al Acuerdo con sus votos en le Congreso. Gabriel Boric tuvo un rol protagónico en esto, desde que Boric firmó el Acuerdo por la Paz, se puso en marcha un mecanismo institucional, que aunque se vio desbordado a ratos por el descontento que incluso se expresó electoralmente, logró imponerse por la acción concertada de los diversos partidos para aislar a los miles que apostábamos por profundizar la movilización. Con la ayuda del Frente Amplio y el Partido Comunista, sus omisiones permanentes a cualquier intento por "salirse de las reglas" le permitieron a una derecha retomar el control de la agenda mientras fueron horadando cualquier posibilidad de cambio en el régimen político y económico, dos grandes herencias de la dictadura pinochetista.

El triunfo del rechazo, en el plebiscito de salida, no significa que las demandas de octubre se estrellan con la pared del "Chile real" versus el Chile imaginario. Como mucho el choque se produjo por que el “conductor” insistió con hacer avanzar el auto por un sendero sin salida llamado "colaboración de clases".

Insistieron en que los empresarios no eran los adversarios, mientras miles de trabajadores veían sus sueldos reducidos y sus puestos de trabajo destruidos en la pandemia. Agitaban que era posible un entendimiento democrático con la derecha si se tomaba la agenda securitaria, mientras por contraparte se fortalecen los aparatos represivos del Estado. Y así finalmente el gobierno se ha quedado sin el apoyo de los únicos que podrían revertir el desarrollo de la historia.

Quieren convencernos que no queda más que consolarse con la vieja frase " no existe la correlación de fuerzas", ese es uno de los balances de los partidos reformistas, que hoy componen el gobierno, como el Frente Amplio y el Partido Comunista, donde bajo esa premisa no queda más que quedarse en una trinchera conservadora e incluso traicionando su propio programa como es la aprobación del Tratado Transpacífico (TPP 11) la semana pasada, todo esto para no hacer enojar a la derecha, los poderes reales y los inversionistas extranjeros.

El gobierno actualmente cae en las encuestas a su nivel más bajo desde que asumió. Pese a seguir el libreto marcado por la derecha de pies puntilla, ni abrazar hasta la más retrógrada idea del régimen le sirve para revertir la debilidad en la que se encuentra inmerso. Los reformistas no sólo tropiezan de nuevo con la misma piedra, sino que lo hacen sucesivamente e insisten cada vez que atraviesan un camino nuevo cuando no hacen más que andar en círculos.

Pero en este intento por escribir la historia y hacer olvidar al pueblo su propia historia, existe una izquierda que no se resigna a que este sea el curso inevitable de los acontecimientos. Cierto es que pese a las masivas movilizaciones y a que la jornada del 12 de noviembre de 2019 hizo tambalear al régimen de conjunto, el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución buscó dividir las movilizaciones y aislar a los sectores más decididos. Si se hubiese profundizado el camino del 12 de noviembre Piñera habría caído por la movilzación popular, lo que habría sido una enorme conquista de la movilización popular, abriéndose la posibilidad de un proceso revolucionario que superara el estadio de la mera revuelta. El régimen, sus partidos, los empresarios lograron desviar la rebelión con el Acuerdo por la Paz que condujo a la movilización a un laberinto constitucional en el cual finalmente fue desviada y debilitada, lo que contó con el apoyo de las principales dirigencias sindicales y sociales, partiendo por la CUT.

La organización de la clase obrera fue aún insuficiente precisamente porque la burocracia sindical logró retenerla para evitar una crisis aún mayor. Y esa burocracia, principal respaldo de los partidos reformistas, no fue desplazada porque la tarea de construir una organización revolucionaria que la desplace está aún inconclusa. Ambos factores, mostraron en las jornadas del 2019 que son imprescindibles para construir la victoria, que en estos momentos donde la crisis económica acrecienta aún más las injusticias del modelo neoliberal, se hace más necesaria que nunca.

Esto es de vital importancia, por que pese a la desmoralización que atraviesa a gran parte de la izquierda producto de la victoria del rechazo, lo cierto es que el régimen aún no logra encontrar una salida a la crisis política. La incapacidad de llegar a un acuerdo constituyente muestra no solamente el intento de la derecha por ejercer el derecho a veto que la actual constitución le concede, sino también la ausencia de rumbo en un escenario internacional incierto y con una crisis económica que amenaza con agravar aún más las contradicciones. Precisamente por esta debilidad es que intentan reescribir la historia para que ante la decadencia de la casta política, los trabajadores y el pueblo no se alcen nuevamente con el protagonismo.

Es por lo mismo , que no podemos dejarnos llevar por el clima de la coyuntura y simplemente aceptar como inevitable el programa de la derecha. Es momento de reconstruir y reagrupar las fuerzas revolucionarias al calor de las lecciones de octubre para prepararnos para los nuevos combates que se avecinan. Por eso es que para el Partido de Trabajadores Revolucionarios, y nuestro Periódico La Izquierda Diario, la resignación nunca ha sido nuestro camino, y llamamos a sumarnos a esta pelea por acabar con toda la herencia de la dictadura y el chile neoliberal. Batalla que aún esta vigente y que es una necesidad para evitar ser sumidos en la barbarie de un mundo que es devorado por la guerra, la crisis ambiental pero sobretodo por la voracidad capitalista. EL final de esta historia aún no esta escrito.