Desde el lunes 19 de agosto las enfermeras ya pueden prescribir medicamentos para tratar las infecciones de orina en mujeres. Esta novedad aprobada por el Ministerio de Sanidad encubre de nuevo carencias de un sistema sanitario que recaerán sobre el personal de enfermería y las mujeres usuarias una vez más.
Viernes 13 de septiembre
Esta nueva adhesión de competencias al personal de enfermería muestra dos problemáticas muy relevantes. En primer lugar, la cuestión patológica. No es novedad que las infecciones de orina nos atormentan a millones de mujeres cada año. Concretamente en 2022 se registraron más de 2 millones de cistitis en el estado Español, sin contar todas aquellas que son automedicadas, con las cuales probablemente se doblaría la cifra. Pero ¿cuál es la realidad detrás de una infección con tanta prevalencia? Seguramente cualquier mujer de tu entorno desde su propia experiencia te puede contar que después de su primera infección de orina llegaron muchas más. Todas ellas tratadas de la misma manera, el mismo antibiótico, una “bomba” de tratamiento para tomar durante 1 o 2 días. Después de unas cuantas infecciones, ya ni esa “bomba” tenía efecto. Es el calvario que vivimos muchas mujeres, desesperadas por no poder mantener relaciones sexuales o tener el propio periodo sin tener que tomar antibiótico después.
Durante más de sesenta años los antibióticos han evitado la muerte de incontables personas. Sin embargo, cuando se hace un mal uso de ellos aparece la llamada resistencia antibiótica. Los sanitarios, debido a su elevada importancia, nos hartamos a explicar qué se debe hacer un buen uso de ellos, ya que las consecuencias de la resistencia antibiótica pueden ser fatales. Sin embargo, es el propio sistema sanitario el que en ocasiones comete este mismo error. Y aquí vamos a la raíz del problema. Según estudios científicos, el tratamiento empírico de las infecciones del tracto urinario requiere una constante actualización de la sensibilidad antibiótica de los principales uropatógenos. Dicho de manera sencilla, hay que ir actualizando los antibióticos prescritos dependiendo de la bacteria que quieras tratar. Así de fácil se desmonta el hecho de que exista un protocolo de tratamiento antibiótico que claramente no está haciendo desaparecer las infecciones bacterianas de los tractos urinarios de muchas mujeres. Un protocolo que es igual para todas las mujeres, sin estudios de cultivo previo.
Para entender el alcance de las infecciones urinarias en jóvenes, sabemos que el 60% de las mujeres tendrán al menos una cistitis en su vida, y el 44% de las mujeres que ya la han sufrido una vez tienen recidivas. Lo más preocupante es que sus dos factores de riesgo más importantes son mantener relaciones sexuales (y no hablamos de relaciones de riesgo) y haber tenido infecciones de orina previas. Es decir, si eres mujer y tienes relaciones sexuales es muy probable que sufras cistitis y que el sistema sanitario únicamente te de una solución: toma muchos antibióticos o no folles. Entonces, y volviendo a la pregunta anterior, ¿cómo puede ser que una enfermedad con tanta prevalencia y que nos limita tanto nuestra vida sexual se haya dado por perdida?
¿Por qué una infección que afecta cada año a millones de personas, con miles de recidivas, no se trata en profundidad o se hacen estudios más allá de recetar por protocolo siempre el mismo tratamiento? ¿No es evidente que ese tratamiento a una mayoría de pacientes no les está funcionando a medio plazo? Puede que parte de la raíz de este problema sea que es una infección que afecta casi exclusivamente a mujeres. Hace tiempo que sabemos que los problemas de salud de las mujeres se desestiman con más frecuencia y se estudian menos, además de la excesiva medicalización en comparación con los hombres. Por ejemplo, mientras el 57% de personas con problemas crónicos de riñón son mujeres, en los estudios solo llegan al 44% de representación y en los ensayos clínicos el porcentaje se reduce hasta el 42%.
A esto debemos de sumar que debido a los límites objetivos del sistema sanitario, la precariedad que atraviesa al sector y las inmensas carteras de pacientes que encontramos en la atención primaria, las enfermedades terminan tratándose con “parches”. Es decir, enfermedades que con el tiempo y recursos suficientes podrían tratarse a fondo, sólo son vistas como síntomas que eliminar temporalmente en lugar de ir al origen de la dolencia. El propio sistema obliga a los profesionales a buscar las soluciones más rápidas, y en muchas ocasiones atajar únicamente las consecuencias y no la fuente del problema. Todo ello no deja de formar parte de una problemática mayor, como la evidente falta de personal o la gran influencia que tienen los intereses de las farmacéuticas en el tratamiento de nuestra salud.
La segunda y evidente problemática que muestra la noticia es la sobrecarga al personal de enfermería con más tareas que no son ni reconocidas ni retribuidas. Cada vez más se está transfiriendo la capacidad de prescribir medicación al personal de enfermería, mientras se sigue sin reconocer la categoría A1 o sin subir los salarios. La sanidad está colapsada, esto es algo que los profesionales venimos denunciando por ello la solución no es aliviar las consultas de medicina dando más trabajo a enfermería. En el estado español la ratio de enfermera por cada mil habitantes es de 5,9 mientras la media de la UE es de 8,8. Esta falta de profesionales no es exclusiva de enfermería, también se siente en otras categorías, aunque sí podemos ver cómo cuanto menor es la categoría profesional, más aumenta la ratio profesional-habitante. Por ejemplo, en el caso de los médicos la ratio se acerca más a la media europea, en el Estado español es de 4,5, en la UE de 4,1 y también se acerca más a los estándares aconsejados por organismos como la OMS. No obstante, también hay una carencia de estos profesionales, especialmente en el nivel de asistencia primaria donde la situación es alarmante en muchas comunidades. Para ser claros, redistribuir tareas entre las distintas categorías no es ninguna solución en un sistema sanitario en el que todo el personal está sobrecargado. Hay una falta de personal estructural en todas las categorías, por eso hace falta contratar más sanitarios, desde médicos, enfermeros hasta TCAES. Y especialmente aquellas categorías y niveles asistenciales donde las ratios están más alejadas de las necesidades sociales.
Por otro lado, los medios de comunicación hablan de “facilitar el tratamiento” y de “equipo multidisciplinar”. De lo que no hablan es de que mientras las enfermeras cada vez acumulamos más carga de trabajo, también acumulamos peores condiciones laborales. Ya hemos hablado de las ratio de enfermeras por 1000 habitantes, unas ratio muy alejadas de media de la UE y de lo que aconseja la OMS, pero es que si hablamos de la Atención Primaria donde solo hay 0,5 profesionales por cada 1.000 habitantes podemos hacernos una idea de la sobrecarga de trabajo que sufrimos muchas enfermeras. También podemos hablar de la última subida salarial (la de 2024) pactada por el Gobierno con los burócratas de los grandes sindicatos, en este caso es solo del 2%, lo que supone una bajada salarial de facto, ya que ese porcentaje está muy por debajo del coste de la vida. Otro ejemplo de la precariedad es la temporalidad, de todos los contratos de enfermería firmados en marzo de 2024, más del 77% eran temporales. Y este porcentaje se mantiene similar en todos los meses del año. Estos son solo algunos datos que muestran la situación de precariedad que sufre esta categoría profesional. Una precariedad que es compartida con otros muchos profesionales del sistema sanitario impuesta por nuestro empleador, el Gobierno, y avalada por las burocracias de los grandes sindicatos.
En este marco de falta de personal y gran precariedad hay que tener en cuenta que nunca fué una demanda de las enfermeras poder prescribir antibióticos, menos aún cuando venimos denunciando las precarias condiciones a las que nos enfrentamos, las cuales nos impiden ejercer nuestra profesión como nos gustaría, incluso hasta el punto de que muchas deciden dejar esta profesión.
A pesar de todo ello, la Ministra Mónica García ha anunciado que pretende seguir ampliando las competencias de las enfermeras. Sin embargo, nosotras tenemos claro que el problema asistencial en el que hay listas de espera eternas y que la media de consulta a los pacientes impide una atención de calidad no se soluciona ampliando nuestras competencias. Si de verdad quieren terminar con la situación de crisis que vive el sistema sanitario existe una solución relativamente sencilla: empezar por contratar a más personal sanitario. Este verano hemos sido testigos de cómo en el Estado español faltan muchas enfermeras, al menos 95.000 si quisieramos igualar a la media comunitaria. Otra solución, también se podría pasar a plantilla fija a los profesionales temporales que están integrados en el SNS, ya que actualmente la temporalidad es del 45,5%.
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Obviamente todo esto no está entre las prioridades de la ministra de Más País. Más allá de las competencias de las comunidades autónomas -gobernadas durante décadas, dicho sea de paso, por sus socios de gobierno-, existe un marco estatal y un acuerdo de facto entre aquellos que hoy están, y estuvieron, integrados en el gobierno de no mover ni una coma de un modelo público amigo de la privada. La solución que nosotras queremos es que se contrate más, que se aumenten los salarios, y acabar de una vez con la temporalidad a la que nos enfrentamos. Queremos que dejen de aprobar resoluciones que únicamente empeoran la calidad del sistema sanitario. Si las condiciones laborales de los trabajadores del sistema nacional de salud no mejoran, nunca podremos dar una atención verdaderamente de calidad.
El Gobierno del PSOE Sumar pretende hacernos creer que mediante parches como este se va a solucionar el grave problema de falta de personal que vive el sistema de salud. Un problema del cual también quiere hacernos creer que no es responsable. Pero la solución no pasa por esperar soluciones mágicas de un ministerio y un gobierno que han demostrado que nada tienen que ofrecer para revertir una situación catastrófica en la sanidad. Sin embargo, en estos últimos años muchos profesionales del sistema sanitario junto con los usuarios nos hemos organizado y movilizado en contra de la deriva privatizadora y la destrucción del sistema público para pelear por las demandas que ningún gobierno nos va a regalar. Las enfermeras, que hemos estado a pie de cañón durante una pandemia devastadora debemos luchar por que se amplíe nuestra categoría, una lucha que ya veíamos en Cataluña y de la que debemos tomar ejemplo. Basta de delegar cada vez más tareas y carga de trabajo en las enfermeras, ¡queremos la categoría A1 ya! y queremos que esto vaya acompañado de un aumento drástico del personal en todas las cateogorías así como terminar con la temporailidad tan extendida en la sanidad.