En las últimas semanas un decreto del gobierno eliminó medidas de apoyo a la exhibición y producción del cine nacional. Sturzenegger y Adorni festejan y difunden mentiras para justificar este ataque.
Violeta Bruck @Violeta_Bk
Lunes 5 de agosto 23:13
A través del decreto 662/2024, firmado por el presidente Javier Milei, la canciller Diana Mondino y la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello, el gobierno elimina medidas de apoyo a la exhibición y producción del cine nacional. Es una profundización aún mayor de un ataque que ya viene aplicando el presidente del INCAA Carlos Pirovano con cientos de despidos, desfinanciamiento y paralización del fomento.
Con el nuevo decreto se eliminan la “cuota de pantalla” y “media de continuidad” que fijan un piso mínimo para la exhibición de películas nacionales. Ahora será el Presidente del INCAA, quien según su criterio, establecerá la cantidad de películas argentinas a ser exhibidas. Si aún con la cuota de pantalla, que no es cumplida por los exhibidores, los cines presentan un 80% de películas extranjeras, en su gran mayoría norteamericanas; con este decreto el cine argentino quedará reducido a un ínfimo porcentaje.
A su vez, el mismo decreto reduce el porcentaje de los fondos que se destinan para el funcionamiento del INCAA y para la producción de cine nacional, y plantea que los directores y productores que soliciten un subsidio deberán tener fondos para cubrir el 50% de su producción.
De esta forma el cine que fomentará el INCAA será sólo el de grandes productoras con capitales suficientes para cubrir estos costos. El texto del decreto lo deja claro y plantea promover producciones “que sean exitosas en la taquilla… y no imponiendo obligaciones de exhibición por parte de las salas". Pero entonces, ¿el presidente del Incaa puede predecir qué película le gustará al público?
Por otro lado plantea la “... recuperación de los fondos otorgados, por sobre preferencias ideológicas", una política acorde a las recientes denuncias sobre “códigos de censura” no escritos pero sí aplicados, en espacios culturales del gobierno nacional, donde las “preferencias ideológicas” fueron muy claras, prohibir las películas que critiquen la dictadura, tengan contenidos feministas o del movimiento LGTB.
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Las medidas y sus justificaciones, tienen una orientación bien clara, la concentración aún mayor de la producción y exhibición cinematográfica argentina en manos de grandes capitalistas nacionales y extranjeros, y terminar con el apoyo al cine independiente, y las pequeñas o medianas producciones. Son medidas de entrega que generan enormes pérdidas de puestos de trabajo, y dominación por parte de las mega producciones extranjeras. Al mismo tiempo son medidas de censura, que aplastan las posibilidades del cine nacional e independiente, cancelando temáticas y estéticas propias.
Mentiras, saqueo y apagón cultural
Días después de publicado el decreto, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, publicó en su cuenta de X una serie de posteos, plagados de mentiras, que festejan los alcances de estas medidas. También se sumó Adorni con comentarios similares.
La primera operación consiste en insistir que el INCAA gasta en el cine “el dinero de los contribuyentes”.
Al contrario de esta afirmación, los fondos que maneja el INCAA provienen del Fondo de Fomento Cinematográfico (FFC), establecido en la Ley de Cine de 1994, que se conforma con gravámenes a la propia actividad. Se compone de un 10% sobre el valor de las entradas y venta o alquiler de videogramas, y el 25% de ingresos del (ENACOM), provenientes de impuestos a canales de TV y cable por la utilización de producciones audiovisuales. Por este mecanismo se plantea que el INCAA es autárquico y el cine se “autofinancia”.
La segunda tanda de mentiras plantea que el gobierno no va a financiar "películas que prácticamente no lograron captar la atención de los espectadores", y para esto despliega una serie de números sin ningún tipo de respaldo.
Las falsas estadísticas del gobierno no toman en cuenta el principal obstáculo del que nadie habla, las películas nacionales ya tienen un enorme problema de exhibición, en salas copadas por las megaproducciones, y por esta razón el público se construye de múltiples formas. Festivales nacionales y extranjeros, proyecciones independientes y educativas, red de centros culturales, plataformas alternativas y del Incaa como cine.ar, no son contabilizadas en los informes de fiscalización y su público está invisibilizado. Los espectadores de cine nacional existen, y están allí cuando las propuestas pueden llegar a su alcance. Las enormes colas en el cine Gaumont para ver estrenos, los casos de Puán, Blondi, Cuando acecha la maldad, por citar solo algunos ejemplos del último tiempo, desmienten este discurso.
A su vez se oculta que la cantidad de espectadores en salas nacionales está en plena caída a nivel general, los datos del primer cuatrimestre de 2024 son contundentes, la asistencia disminuyó un 31,3% respecto del año pasado. En lo que va del año ya se perdieron 4 millones de espectadores, y esto se debe sólo en parte al crecimiento de las plataformas; pero especialmente al brutal ajuste y crecimiento de la pobreza, que llevan a la población a recortar los gastos en cultura.
Por eso mienten por partida doble cuando dicen que “los contribuyentes” financian “películas que nadie ve”. Además es importante aclarar que las películas del cine independiente se venían financiando con una parte minoritaria del presupuesto del INCAA. El caso de la producción documental es muy gráfico, constituye el 50% de la producción nacional, y tan sólo implicó hasta el momento el 4,19 % de la recaudación anual del INCAA. Además las producciones documentales vienen construyendo amplias audiencias que crecen día a día en redes comunitarias, sociales, estudiantiles, gremiales, ambientalistas, educativas, feministas.
Lo que ocultan los decretos y campañas de mentiras es un verdadero robo. El gobierno se apropia de recursos de la actividad audiovisual para pagarle al Fondo y financiar grandes empresarios. A la vez censura temáticas, para que las producciones de mercado impongan su agenda.
Como sucedió en otros momentos de la historia,la producción cinematográfica y las luchas buscarán nuevas formas. La organización del sector, la producción colectiva, independiente y solidaria necesita multiplicarse como un espacio de resistencia y lucha.
Violeta Bruck
Nació en La Plata en abril de 1975. Prof en Comunicación Audiovisual (egresada UNLP). Miembro de Contraimagen, realizadora de los documentales Memoria para reincidentes y La internacional del fin del mundo