El día de hoy, 5 plantas de Coca Cola en la Ciudad de México se fueron a paro. Han pasado sobre los vales de despensa, les quitaron los días económicos y otros derechos, pero la gota derramó el vaso cuando fueron sobre las comisiones que representan entre el 30% y el 50% de sus ingresos.
Lunes 24 de junio de 2019
“Los esclavos antes trabajaban de sol a sol: salían a las 7 y a las 7 volvían. Nosotros ni siquiera eso tenemos, salgo a las cuatro de mi casa y regreso después de las diez”. Le dice rabioso un trabajador de más de 30 años de trabajo en la Coca Cola al charro de la CROC que ha salido a intentar persuadir a los trabajadores.
El día de hoy, 5 plantas de Coca Cola en la Ciudad de México se fueron a paro. Han pasado sobre los vales de despensa, les quitaron los días económicos y otros derechos, pero la gota derramó el vaso cuando fueron sobre las comisiones que representan entre el 30% y el 50% de sus ingresos.
Estos hombres trabajan entre 10 y 15 horas por día por $294 al día. Llegan a las 7, no saben a qué hora saldrán, puede que sea a las 10 o quizá a las 12, todo dependerá de la hora en la que terminen de vender las hasta 1000 cajas de producto diarias que se les asignan.
“Una navidad me agarró repartiendo” dice uno, “Yo sí llegué a la cena, pero del cansancio me quedé dormido, pobre de mi mujer.” dice otro. Ya entre broma uno dice: “Aunque mi esposa me motive, ya no le rindo del cansancio, le juro que no puedo”. Uno profundiza: “Aquí hay muchos que se han divorciado porque no podemos estar en la casa, nuestras esposas hasta creen que andamos con otra.”
Las historias son brutales y se multiplican, todas sus historias calan, duelen, llenan de rabia. “Un día mi niño me preguntó si ya no vivía en la casa, porque ya nunca me veía.” Nos lo dice un hombre que lleva 5 años entregando sus días a la Coca Cola, nos lo dice un hombre que tiene la fortaleza para bajar 900 cajas diarias de producto, pero que al hablar de su hijo se le quiebra la voz y se le enrojecen los ojos.
Otro dice: “Yo vi crecer a mi hijo en puro video del Whats App, sus primeras palabras, sus primeros pasitos. Cuando llego está dormido, antes de irme está dormido…esto no es vida”
Sumado a las larguísimas jornadas de trabajo, los traslados vuelven imposible estar en casa. Cenan, duermen, se bañan y de vuelta al trabajo. El domingo que “descansan” el cuerpo no rinde mucho y apenas da para convivir un rato.
Es indignante que esto pase, más aún que pasé en la multinacional más grande del mundo. La misma que tan sólo en 2018 facturó 31’856 millones de dólares. Esta descomunal cifra no se podría generar sin la fuerza de los miles de trabajadores que le dan vida a la empresa.
Soy maestra en secundaria, hoy desde temprano fui junto a otros compañeros maestros a una de las plantas que paro en la Ciudad de México. Las historias que allí oímos son brutales. Son las historias de los padres de nuestros alumnos, ahora tengo más claro que nunca las carencias de mis alumnos que crecen y se crían prácticamente solos, porque sus padres trabajan cada vez más.
Hoy con más rabia les decimos a nuestros hermanos trabajadores: ¡No están solos! ¡Nuestras vidas valen más que sus ganancias!
Trabajadores de Coca-Cola en la CDMX, ¡hagamos como en Matamoros!
Trabajadores de Coca-Cola en la CDMX, ¡hagamos como en Matamoros!