Compartimos con los lectores un relato de Gabriel Christin
Gabriel Christin @khalipsys
Domingo 12 de noviembre de 2023 10:04
Sólo un lápiz:
La poesía es ese estado en donde se mezclan las cosas:
una ebriedad de los conceptos, una aproximación de lo sensible.
Canta el benteveo en las mañanas y está bañado de sol.
Salpica el mar con sus olas salvajes sobre las inmediatas orillas.
El poeta recorre la realidad con aires de locura, de desentendimiento.
Crea con vocablos, absurdas y menesterosas manifestaciones,
que confunden las metáforas con sus aproximaciones, con sus lindes de mesetas.
Hay un volcán donde emerge la sabiduría del cosmos y el poeta es asido para ser su intermediario. Pareciera que el lenguaje habla, que todo fluye, pero es un trabajo de artesano.
Configurar las infinitas palabras para que tengan un ritmo y un sentido, un sabor y un color.
Hay entrañas en algunos espejos, vacíos en algunas inmensidades.
Todo puede ser una cosa y a la vez otra, nada puede reducirse a una simple esencia.
Algunas noches, al ver las estrellas, sentimos su carácter poético, su mensaje, su enigma, su probable descifrar de símbolos.
Nos pasa en alguna sombra que propicia una vela y queda aturdida sobre leves paredes.
En algún atardecer donde los colores son flechazos de esa experiencia casi tangible de la belleza.
El poeta escribe, con manos de demiurgo, con sensación de fracaso ante tanta imposibilidad.
Pero ya no puede ser otra cosa, su destino ha hablado, y ya no podrá ver una flor o un ave que no remita a vaporosas personalidades o figuras que lo recorren.
Nadie se sienta a ser poeta, lo es las veinticuatro horas del día y hasta en los sueños su inconsciente le susurra bajo símbolos desplazados o en metonimia.
La poesía resulta entonces ese alimento que nos configura.
Esa belleza de las palabras que crean algo más que su mero significante o su simple propósito.
Es la alienación de colores bien logrados bajo la crudeza de los símbolos.
Es ese chimango que nos entrevé por la tarde o ese azul del cielo que nos habla de tristezas y desamores.
Los seres humanos simplemente percibimos, no podemos conocer.
Percibir de manera poética nos da esa gracia de lo posible y, quizás, de la verdad.
De su sentido último y escondido, de su ignota capacidad de expresarse por sí misma.
Sólo un lápiz puede subrayar el parecido de un vuelo a la configuración de una nube,
y así crear un idioma donde las abstracciones se refieren y, a la vez, se engrosan...