Este primero de junio, luego de un cuarto intermedio, ATE y UPCN firmaron el acuerdo con el Estado Nacional en un 60 % en 5 minicuotas que se terminan de cobrar en marzo de 2023. Una paritaria que lejos de ganarle a la inflación, cristaliza la pérdida salarial que los estatales arrastramos desde 2015.
Viernes 3 de junio de 2022 22:50
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Este miércoles 1 de junio los gremios estatales UPCN y ATE firmaron el acuerdo paritario que establece un 60 % de aumento a completarse en 2023 y con revisión en octubre. Como viene sucediendo en todas las mesas de negociación, será en 3 cuotas durante 2022 (16 % en junio, 12 % en agosto y 12 % en octubre) y 2 cuotas en 2023 (10 % en enero y 10 % en marzo) no acumulables, es decir que esos porcentajes serán sobre el salario de mayo de este año. De esa forma un 40% se cobraría en 2022 y el resto en 2023.
Mientras tanto como señala Guadalupe Bravo “las expectativas del “mercado” que releva el Banco Central aumentaron sus proyecciones de inflación para 2022 a 65 %. Algunas consultoras privadas ya trabajan con un 70 % para finales de año". Por lo tanto, este acuerdo está por detrás de la inflación y de lo que vienen planteando los trabajadores y termina cristalizando la pérdida salarial del 40 % que lxs estatales arrastramos desde 2015 con la presidencia de Macri.
En el mes de abril, un hogar constituido por una pareja de 35 años con dos hijos en edad escolar necesitó $154.134 para satisfacer sus necesidades, según datos publicados por la Junta Interna de ATE INDEC. Sabemos que la mayoría de lxs estatales estamos muy lejos de llegar a esa cifra, partiendo de que el salario mínimo para una letra F0 (la categoría más baja) hasta mayo del 2022 fue de $45.562,22 bruto. En el caso de las categorías D0 y C0, las más representativas, el salario bruto se encuentra en $58.597,40 y $67.490,56 respectivamente.
Además, el reintegro por jardines de primera infancia se fijó $18.806, cuando el costo ronda los $25.000. La enorme mayoría de trabajadorxs no contamos con jardines en nuestros lugares de trabajo, por eso exigimos el reintegro total de este monto. Por otra parte, para acceder al mismo debe presentarse una factura por la prestación del servicio de un jardín registrado pero, ¿qué pasa cuando son las mujeres de la familia quienes cuidan a los más pequeños? El reintegro debería ser extensivo para pagar a esas mujeres que, por lo general, llevan adelante esas tareas de cuidado.
El acuerdo fija también un 10 % de aumento en las Unidades Retributivas para el sector encuadrado bajo el convenio SINEP y aumento del 140 % en concepto de viáticos que muestra el enorme atraso salarial que arrastramos los trabajadores. Otro de los puntos es la conformación de mesas de trabajo para dar seguimiento al Plan de Regularización del Empleo Público, que no se viene cumpliendo y tiene como consecuencia directa que una gran cantidad de trabajadores contratados por el Estado en forma precaria, quedan fuera incluso de esta pobre actualización salarial.
El gran ausente en la mesa paritaria fue la reglamentación del trabajo remoto. Si algo evidenció la pandemia fue la reorganización del trabajo, y sus implicancias en las condiciones laborales por eso en muchas dependencias se empezó a activar la pelea por la bimodalidad optativa. Pero la pandemia también nos permitió discutir cómo trabajamos. No queremos dejar la vida corriendo de trabajo en trabajo, queremos tiempo para estar con nuestras familias, amigos, hijos, tiempo para estudiar y divertirnos pero sobre todo tiempo para poder organizarnos por nuestras demandas.
Por eso hay que dar la pelea por el reparto de la horas de trabajo 6 horas y 5 días a la semana. De esta manera también se resolvería el problema de la desocupación para algunos y sobreocupación para otros con la perspectiva de repartir las horas de trabajo entre ocupados y desocupados, y con un salario igual a la canasta familiar. Aplicando esta medida solo en las 12.000 empresas más grandes del país, se podrían generar un millón de puestos de trabajo. Claro que para ello, hay que atentar contra las ganancias de los capitalistas, que no están dispuestos ni a ceder un pequeño impuesto. De acá la necesidad de ganar las calles unidos ocupados y desocupados, único lenguaje que entienden los capitalistas.
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¿Sindicatos al servicio de quién?
Este acuerdo paritario fue firmado por UPCN, a cargo de Andrés Rodríguez. “El Centauro” (conocido así por su lujosa colección de caballos de carreras), fue reelecto en su cargo 24 horas después de haber puesto el gancho en las paritarias, llegando así a los 36 años como secretario general del sindicato. Durante estas tres décadas y media, se alineó con los distintos gobiernos de turno y no le tembló el pulso para entregar derechos de lxs estatales, como el avance de la precarización en los 90. Con este prontuario, no sorprende que firme un acuerdo que consolida una pérdida salarial del 40 %.
Por su parte ATE Nacional, a manos de Hugo “Cachorro” Godoy, firmó también el acuerdo dejando asentado que considera que el aumento es insuficiente. Una declaración de intenciones vacía si se tiene en cuenta que ATE no llamó a asambleas ni a ninguna movilización ni instancia de organización de lxs trabajadorxs para imponer una recomposición salarial verdadera luego de años de pérdida.
Unos días antes del cierre de las paritarias, Daniel Catalano, Secretario General de la seccional Capital de ATE y parte de los dirigentes “albertistas”, tuvo una reunión con el presidente Fernández donde, según publicó en sus redes, “se trataron temas de interés como la recomposición salarial, la estabilidad y regulación del trabajo remoto”. Ninguno de esos temas fueron resueltos en la paritaria.
Y no sorprende esta falta de “voluntad política” del gobierno si se tiene en cuenta que el ajuste sobre lxs estatales es parte de la hoja de ruta para cumplir con las metas impuestas por FMI, que incluye ajuste fiscal vía recorte del gasto del Estado en jubilaciones, salarios de estatales, programas sociales, educación, salud y la inflación que licúa estas partidas.
Organizarnos para enfrentar el ajuste
Las direcciones sindicales, alineadas con las distintas alas del Frente de Todos, ponen por delante las internas de esa coalición antes que los intereses de lxs trabajadorxs. Contra la resignación que nos impone el gobierno y la pasividad de nuestros dirigentes gremiales, necesitamos asambleas de base en nuestros lugares de trabajo, donde participe el conjunto de lxs trabajadores sin distinción de afiliación ni forma de contratación.
Tienen que convocarse a plenarios abiertos en conjunto con lxs compañerxs municipales que sufren despidos y vaciamiento en las distintas dependencias. Necesitamos recuperar las calles para que el salario mínimo sea igual a la canasta familiar ($154.134 al 31 de abril de 2022), terminar con la precarización laboral y el fraude del monotributo en el estado. Por eso exigimos el pase a planta sin pérdida salarial. Contra todas las divisiones que nos quieren imponer desde arriba, necesitamos unir nuestras fuerzas con los movimientos de desocupados, que se vienen manifestando en la pelea por trabajo con derechos, salario y contra el hambre y la pobreza. Ningún sector se salva solo.
“La patria es el otro”, decían por ahí, y ese otro está en la pobreza absoluta, sin trabajo y con planes de miseria. No sólo eso, sino que la existencia de miles de desocupados que bregan por un puesto de trabajo, empuja hacia abajo los salarios de quienes estamos ocupados. Los estatales somos parte de esa nueva categoría de trabajadores pobres, que debemos tener más de un empleo, completar nuestro salario con changas o haciendo horas extras que extienden nuestra jornada a 10, 12 o más horas.
Esta unidad es una necesidad por donde se la mire, menos para esa derecha que estigmatiza a los “piqueteros” y a los trabajadores estatales, docentes y al personal de salud que también se ven afectados por los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo.
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