Invitadas por la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas y el Centro de Estudiantes de Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, las mujeres hicieron un recorrido en primera persona por los hechos que englobaron la huelga general, la coordinación entre distintos sectores, la militancia siendo mujer, e hicieron un primer y necesario balance de la histórica huelga que por estos días recordamos.
Miércoles 5 de julio de 2023
Fotos: La Izquierda Diario Uruguay
A sala llena, un público variado escuchaba con suma atención la exposición de las tres ex presas políticas Cecilia Duffau, Irma Leites y Martha Passeggi. Más de 80 personas colmaron la capacidad del Salón Maggiolo de Humanidades, deseosas de participar de un debate mano a mano con quienes fueron protagonistas de los hechos.
Martha, quien hoy es reportera gráfica, contó que para la época de la huelga ella era trabajadora en la industria de la alimentación. Irma, militante por los derechos humanos y sociales, en aquel entonces también era trabajadora, pero de la industria textil, mientras que Cecilia, hoy militante cooperativista, era estudiante, y su liceo se encontraba apoyando y en permanente vínculo con la plantilla de trabajadores de la Coca-Cola.
Las tres mujeres impactaron con su relato de cómo intervinieron activamente en la huelga, organizando la resistencia al golpe cívico militar que venía a terminar de imponer un modelo represivo y a cortar con toda una experiencia de lucha realizada por una generación obrera y popular que permanecía en las calles y movilizada por sus derechos y demandas y que cuestionaba cada vez más fuertemente las bases estructurales de la sociedad de aquel entonces.
Las tres mujeres contaron que eran muy jóvenes cuando empezaron a militar, reivindicaron la militancia de aquella época, fueron presas políticas, sufrieron en carne propia el Terrorismo de Estado y perdieron a un montón de compañeras y compañeros.
En un relato armónico y complementario, las mujeres mostraron cómo estudiantes universitarios y liceales se acercaban a las puertas de las fábricas para apoyar la huelga y la resistencia al golpe, cómo las vecinas y vecinos de todos los barrios se presentaban para asistir a la clase trabajadora que estaba ocupando sus lugares de trabajo. Esa solidaridad y esa coordinación territorial fue clave para sostener la huelga desde el punto de vista material, moral y político.
Las tres mujeres expresaron cómo siendo mujeres debieron sortear la mirada conservadora de la sociedad que les imponía mandatos como ser madre y abocarse al hogar; cómo abrazaron la militancia con pasión y heroísmo, de la misma manera que lo hacían los militantes varones; cómo muchas mujeres de la época rompían los estereotipos de género y, transgrediendo toda moral burguesa, hablaban del amor y de la revolución. Ese “hombre nuevo” era para ellas la “humanidad nueva”, donde las mujeres estaban incluidas.
El debate necesario sobre la huelga
Mención especial merece el debate que se abrió respecto de los objetivos políticos de la huelga general, los alcances que tuvo, y la forma y los argumentos políticos que se dieron para levantar la medida y pasar a luchar “con otros medios”.
Se profundizó sobre si la huelga fue una medida en defensa o no de la democracia, haciendo un contrapunto con la visión oficial de los dirigentes del PIT-CNT que, por estos días, plantean esta idea en actos y discursos conmemoratorios.
Al respecto, se afirmó que efectivamente la clase trabajadora optó por una medida como la Huelga General – o sea, una herramienta que en los hechos pone en cuestión quién tiene el poder en la sociedad – para enfrentar el golpe de estado y para evitar que se imponga la dictadura cívico-militar. Claramente las fuerzas obreras, estudiantiles y populares que se desplegaron por aquellos días lo hacían resistiendo el intento golpista y en defensa de las libertades y derechos democráticos que todavía mantenían.
Pero esa misma clase trabajadora ya venía desarrollando una gimnasia de protesta – que incluía paros, movilizaciones y acciones callejeras – durante todo el período anterior a la huelga – por lo menos desde el año 1968, contra el Pachecato y sus medidas económicas y represivas. Es decir que hubo todo un momento anterior donde trabajadoras, trabajadores y estudiantes ganaron las calles y se manifestaron contra un gobierno civil, elegido constitucionalmente, pero que atentaba contra los intereses populares. Esa democracia y sus instituciones fueron las que votaron y aplicaron las Medidas Prontas de Seguridad, las que encarcelaron y persiguieron sindical y políticamente, las que realizaron asesinatos y ejecuciones, las que ilegalizaban y reprimían.
La clase trabajadora de aquel entonces enfrentaba la carestía de la vida y la represión estatal venida de una “democracia” solo para los poderosos y los ricos.
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La forma en que la Huelga se levantó, los fundamentos que se dieron, también fueron motivos de análisis en el Conversatorio de ayer. Las tres mujeres, protagonistas de los acontecimientos, relataron con lujo de detalles cómo había fuerzas y ganas de seguir luchando, cómo varios sindicatos y fábricas votaron en contra de levantar la Huelga y cómo finalmente se impuso la visión de la dirección de la CNT de pasar a resistir “por otros medios”, lo que en los hechos significó que el régimen militar se asentara por largos y oscuros años, sobre la base de la sangre y el exterminio.
Desde la nutrida concurrencia, saltaron comentarios, brotaron gestos de aprobación y todo tipo de reflexiones, demostrando que el balance de la Huelga es algo que todavía está abierto, que es necesario darlo y no quedarse con las dos o tres ideas que la “historia oficial” nos quiere imponer. Ese fue, también, un aporte importante de las compañeras de Pan y Rosas: haber generado un espacio de debate profundo – alternativo a los “círculos oficiales” - sobre uno de los hechos más importantes de la historia de la lucha de clases de nuestro país, pero con impacto regional.
Todas las personas presentes en el Conversatorio sentimos en nuestra piel el relato de esas tres mujeres que nos hicieron vivir “en carne propia” los hechos de los que fueron protagonistas; nos hicieron vibrar, reír y emocionarnos con todas las anécdotas que contaban con simpleza, humildad y corazón. Nos hicieron sentir, aunque más no sea un poquito, de toda aquella pasión con la que militaban y arriesgaban su vida. Nos transmitieron sus convicciones de que vale la pena luchar por una sociedad sin explotación ni ningún tipo de opresión.
Un saludo desde Uruguay para el pueblo de la provincia de Jujuy
Al finalizar, las y los presentes se sacaron una foto con carteles que enviaban un saludo internacionalista y solidario a la enorme lucha del hermano pueblo jujeño, que se encuentra de pie tomando las calles y rutas contra los intentos del gobierno de imponer una reforma reaccionaria que quita derechos como el de la protesta, que avasalla a las comunidades indígenas y que abre las puertas para que las multinacionales exploten el litio y los recursos naturales, secando los cauces de agua y poniendo en grave riesgo a toda la población de la zona.
No es sequía, es saqueo
Justamente el pueblo jujeño es un ejemplo de cómo la unidad de todos los sectores es lo que se precisa para defender consecuentemente los bienes comunes naturales. En nuestro país, luego de más de un mes de falta de agua potable, de un gobierno que mira para otro lado y que solo propone profundizar aún más el modelo extractivista y privatizador, y sin una lucha a la altura de parte de las direcciones sindicales y sociales, tomar el ejemplo de lucha de Jujuy es clave, y en el Conversatorio se volvió a cantar “no es sequía, es saqueo”.
Podés ver todo el Conversatorio en la Fanpage de La Izquierda Diario Uruguay que lo transmitió en vivo aquí: