Julio Cortázar aseguró en una entrevista que él había estado presente en México desde siempre, antes inclusive de visitar nuestro país físicamente por primera vez en 1975. Esta fascinación por tierras aztecas se reflejó en dos cuentos a los que el mismo escritor calificó como "mexicanos" por sus temas.
En 1975, el escritor argentino Julio Cortázar visitó México por primera vez como parte de sus trabajos como miembro del tribunal de opinión Russel II [1] sobre Derechos Humanos bajo las dictaduras en América Latina. En una entrevista con el escritor Eduardo Lizalde celebrada en medio de las tareas del argentino como parte de la mencionada comisión, Cortázar habló de dos relatos a los que calificó de "mexicanos" por sus temas: "La noche boca arriba" y "Axolotl", ambos contenidos en el libro Final de juego, publicado en 1956.
La primera de las 553 referencias y menciones de México que cuenta el escritor Ricardo Bada en la obra de Cortázar (incluidas sus cartas), aparece en su relato "Bruja", publicado en 1943 como parte del libro La otra orilla. Ahí se menciona al actor y cantante de la llamada época de Cine de Oro Mexicano, Pedro Vargas, "El ruiseñor de las Américas".
El interés del autor por México antecede la publicación de "Bruja" y así consta en un carta de 1939 en donde un joven Cortázar de 25 años habla a su amigo Luis Gagliardi sobre su deseo: "Allí ha vivido siempre una juventud llena de ideas, trabajadora y culta [...] Me gustaría poder apreciar por mí mismo si todo lo que me han contado de México es cierto: desde las pirámides hasta la poesía popular". En 1954 decía en otra carta al crítico de arte Damián Bayón: "México es uno de los países que están en mi lista, pero pasan los años sin que me llegue la hora de ir a verlo".
En el ámbito literario, la relación de Cortázar con México ya era estrecha antes de su visita. En 1957 se publicó en nuestro país el aclamado cuento El perseguidor y fue aquí en donde vio la luz Paradiso de Lezama Lima, cuya publicación estuvo a cargo del escritor argentino.
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A propósito de los cuentos "mexicanos" a los que se refirió Cortázar en su entrevista con Lizalde, "La noche boca arriba", el autor describe una Ciudad de México de mediados de la década de los cincuenta. Un paisaje como el que puede admirarse en películas y documentales de la época, en donde la Torre Latinoamericana destaca por encima de unas nubes que ya comenzaban a tiznarse sobre el caos vial propio de las grandes urbes y que sirve a Cortázar para dibujar escenas en donde se cruzan, sin tiempo, como entre sueños, un accidente y las guerras floridas.
En "Axolotl", el protagonista es el ajolote, anfibio endémico de México. Identificado con procedimientos y recursos literarios presentes en otros cuentos de Cortázar como "Continuidad de los parques", este relato describe con fascinación "un cuerpecito rosado y como translúcido" con patas "de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas".
Los ojos y la mirada del ajolote captan la atención y guían el desarrollo de la historia. Los ojos, "dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente, carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por miradas que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior"; ojos de oro que arden con luz dulce y terrible, que miran desde tal profundidad que provocan vértigo.
Como en una premonición que bien podría aplicarse fuera de contexto a la situación actual del ajolote (amenazado por la destrucción de su hábitat), Cortázar describe un ser condenado al silencio y a la "reflexión desesperada", así como a la esclavitud de su cuerpo, al no ser ni hombres ni animales.
"Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: "Sálvanos, sálvanos" [...] Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axólotl."
"Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: "Sálvanos, sálvanos" [...] Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axólotl."
"La noche de Mantequilla" (parte del libro Alguien que anda por ahí publicado en 1977) es otro relato de Cortázar en donde se alude a México por la nacionalidad del boxeador méxico-cubano José Ángel "Mantequilla" Nápoles, cuya desigual pelea —peso wélter contra peso medio— contra el argentino Carlos Monzón es telón de fondo para esta historia.
Inspirado en el cómic mexicano de Guillermo Mendizábal y Rubén Lara, Fantomas (1966), Cortázar publicó Fantomas contra los vampiros multinacionales, por entregas en el diario Excélsior en 1975. En ella, plasmó los resultados del mencionado Tribunal Russel II. En una entrevista posterior, Cortázar explica que decidió utilizar este formato ante la poca difusión que tenía la denuncia de las dictaduras en el cono sur y así como sus promoventes (funcionarios estadounidenses de alto rango como el secretario de Estado Henry Kissinger y los presidentes Nixon y Ford).
Cortázar visitó México una vez más en 1980 para vacacionar en Zihuatanejo, Guerrero (en donde escribió su Cuaderno de Zihuatanejo. El libro. Los sueños.) y en 1983 para una presentación en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Falleció en París el 12 de febrero de 1984.
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