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Red Internacional
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América latina. Finalizó la Constituyente en Chile: ¿nueva crisis para el Gobierno de Boric?

Este martes se realizó el último plenario. El Gobierno de Boric empieza a barajar la posibilidad de que sea rechazado en el plebiscito. La derecha aprovecha la disposición a ceder para limar el ya moderado texto.

Miércoles 29 de junio de 2022 10:25

Este martes se realizó el último plenario de la Convención Constituyente chilena. El 4 de julio se realizará la ceremonia oficial de cierre, cuando será presentado el texto definitivo que deberá ser sometido a plebiscito el 4 de septiembre.

Las encuestas no le son favorables. El Gobierno de Boric se juega mucho en ese resultado, y ya comienza a considerar un posible escenario de "rechazo" en el plebiscito. Es que el texto resultante terminó siendo demasiado moderado para las enormes expectativas que condensaba la constituyente surgida de la Rebelión Popular de 2019, cuyas demandas requerían cambios estructurales históricos.

Esta política de la coalición de Gobierno de ceder permanentemente, envalentonó a la derecha a buscar moderar todavía más el texto en la Convención, que intenta flexibilizar los procedimientos de reforma que le permitan limar los cambios más radicales, y a su vez avanzó en una ofensiva por la opción del rechazo en el próximo plebiscito.

Luego de semanas de reflexión, el Gobierno de Gabriel Boric se abrió a evaluar un posible escenario de rechazo el 4 de septiembre. En el comité político de este martes los dirigentes de los partidos en el Gobierno, Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático, delinearon algunas estrategias de cara al inicio de la campaña.

Faltando solo unos pocos días para que la Convención Constitucional termine su trabajo, el gobierno y los sectores oficialistas vienen discutiendo los diversos escenarios luego del plebiscito del 4 de septiembre. El primero y que fue abierto por el propio secretario general de presidencia, el ministro Georgio Jackson, es que la suerte del Gobierno se juega a partir de una victoria del Apruebo ya que el Rechazo “dificultará llevar adelante el programa de gobierno” o que en cualquier caso, el 5 de septiembre (el día después del plebiscito) trabajarán por "hacer viable la mayor cantidad del programa de gobierno". Este escenario fue rápidamente cuestionado por el resto de los ministros, ministras y los partidos oficialistas, que buscaron instalar que “Gobierno” y “Constitución” son dos cosas distintas.

El ánimo más derrotista en el Gobierno viene instalándose con las constantes encuestas que salen semana a semana donde el Rechazo sigue arriba del Apruebo por varios puntos, que además se suma a otra ofensiva mediática de la derecha que busca instalar que puede haber un “plan B”: “rechazar para reformar”.

La derecha por décadas se aferró a los elementos más conservadores y antidemocráticos de la actual Constitución. Durante todo el proceso constituyente se dedicó a bloquear cualquier iniciativa progresiva por muy elemental que pudiera parecer. Ahora se viste de oveja, dice que quiere construir una “casa de todos”, cuando su único objetivo es evitar que se mueva un solo centímetro de los privilegios de su clase, de sus amigos empresarios y políticos a su servicio.

Pero el desencanto con el proceso constituyente no provino sólo de las “fake news” y otras maniobras de la derecha en estos 12 meses, sino sobre todo porque la Convención se volvió un espacio más de los mismos de siempre, no en término de las personas que la componían, sino de cómo se discutió y decidió finalmente.

Todo el entramado de la “sala de máquinas”, de los consensos con la derecha, de las reformas en la medida de lo posible y el alejamiento de las urgencias de la población, hicieron de la Convención un nuevo Parlamento, solo que con menos trajes y más pintoresco. Recordemos que el Parlamento chileno es una de las instituciones impugnadas por la rebelión popular y cuenta con una bajísima popularidad.

Esto fue en gran parte el porqué la clase trabajadora y los sectores populares, que habían puesto sus esperanzas en el proceso constituyente se decepcionaron tan rápido. Un proceso similar están viviendo los votantes de Gabriel Boric, que ven nuevamente a la Concertación en los ministerios y medidas represivas no tan distintas a las de los gobiernos de los últimos 30 años.

Por eso el Rechazo en la opinión pública no cayó del cielo y ahora, con la estrategia del “Plan B”, lo que se hace es reforzar esta idea de que incluso en caso de que se apruebe, esta Constitución que ya es “moderada” deberá ser más moderada aun, porque eso es lo que buscan sectores de la Democracia Cristiana y “socialismo democrático”.

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El gobierno y sus partidarios se preparan para un escenario convulso de crisis económica y alta inflación, que suma la incertidumbre de la guerra y la pandemia. Boric y el oficialismo miran con preocupación la situación en Ecuador no por solidarizarse con el gobierno, sino porque puede abrirse una nueva oleada de protestas en el subcontinente producto de los padecimientos que comienzan a sufrir cada vez más amplias franjas de la población.

En un escenario de movilización, sirve tener una sociedad polarizada por un debate constituyente o comienzan desde ya a poner paños fríos, abrir espacios para amplios acuerdos o se la juegan por la fractura política con los sectores conservadores. Hasta ahora la opción pareciera ser la primera.