Lunes 3 de mayo de 2021 15:11
François Matheron murió el pasado 3 de abril, a la edad de 65 años, después de contraer COVID-19. Su nombre es bien conocido por las personas lectoras de Althusser: él supervisó la publicación póstuma de los textos más importantes del filósofo francés, incluyendo Maquiavelo y nosotros y La corriente subterránea del materialismo del encuentro y fue un intéprete sin comparación de lo que él mismo llamaba el “Althusser después de Althusser”. La noticia de la muerte de François es doblemente dolorosa: quienes lo consideraban un amigo o un colega ya habían sido profundamente afectados cuando, 16 años atrás, en 2005, sufrió un severo ataque que lo dejó imposibilitado de hablar o escribir. Aún más trágico fue su efecto en su capacidad de pensar: de hecho, salió de esa experiencia como una persona diferente. Su fortaleza y coraje extraordinarios, de todos modos, le permitieron volver a aprender a leer y escribir y en 2018 publicó L’homme qui ne savait plus écrire (El hombre que ya no sabía cómo escribir), un relato sobre el largo e incompleto proceso de recuperación de sus facultades intelectuales.
El hecho de que la muerte de François por COVID-19, en cierto sentido una segunda muerte, fuera la muerte de alguien que no ya no era exactamente la persona que había sido hasta 2005, no disminuye el sentido de la pérdida, al contrario. Como muchos de quienes lo conocimos antes de su ataque, tuve poco contacto con él después: mensajes de correo electrónico muy breves, ninguno de los cuales sonaban como la persona que había conocido. Me distancié de él, como ahora entiendo, esperando que pudiera encontrar el camino de vuelta a la persona que había sido una vez.
Recuerdo su figura tímida y juvenil, incluso a los cuarenta años, siempre apareciendo y desapareciendo detrás de un escritorio repleto de altas pilas de libros, archivos y documentos, cuando el IMEC [1] aún estaba en París, antes de su mudanza a la abadía de Ardenne. Recuerdo el tiempo en que él, con un aire de triunfo, encontró antes que yo un archivo lleno de cientos de páginas de notas de Althusser sobre Spinoza; el tiempo en que intentamos, y fallamos, descifrar la notas que había tomado André Tosel en una presentación de Althusser sobre el autor de la Ética. François nunca me había hablado de su propio escrito, incluso después de que ya estaba publicado. Lo encontré brillante, especialmente cuando no estaba de acuerdo, o creía no estarlo, con sus conclusiones. “La recurrencia del vacío en Louis Althusser” sigue siendo uno de los más perceptivos y originales análisis sobre la obra de Althusser, desde su temprano trabajo sobre Hegel hasta los textos dedicados al materialismo aleatorio.
François ha dejado un doble vacío, huellas indelebles del hecho consumado y no consumado, el hombre que luchó por salir del silencio y la nada para desaparecer con tantos otros. Su ausencia ha puesto de relieve el regalo que nos dejó, que es el regalo de su obra. Le debemos a él y a nosotros mismos leerlo de nuevo y explorar el camino que François nos abrió.
[1] En castellano, “Instituto para la Memoria de las publicaciones contemporáneas”, donde están los archivos con los papeles de Louis Althusser, NDT.
Warren Montag
Profesor de literatura británica y filosofía política en Occidental College de Los Angeles (Estados Unidos). Editor de la revista décalages y autor de diversos libros sobre Adam Smith, Spinoza y Althusser.