Aunque perdiendo dos escaños, el PP mantiene el gobierno de la Xunta de Galicia con un porcentaje de voto similar. El BNG crece con fuerza a costa de un PSdG debilitado, y Sumar y Podemos no obtienen representación. Democracia Ourensana, consigue un escaño, pero no será llave en la formación de gobierno.
Martes 20 de febrero
Los datos de participación del 18-F fueron más altos que en 2020. La participación de la población residente en Galicia, con un censo electoral de 2.218.248 personas fue del 67,3 %, frente al 53,9 % de las pasadas elecciones, um 8,4 % más. Hay que tener en cuenta que 476.544 gallegos y gallegas residen en el exterior, de los cuáles sólo votó un 6,15 %, unas 29.300 personas. Así el dato de participación contando todas las personas con derecho a voto fue de un 56,52 %, y 7,55% mayor que en 2020. Es un dato significativo.
La opinión general demoscópica sostiene que a mayor participación mayor movilización del electorado de la izquierda. Pero lo que hemos visto en esta elección es una movilización electoral casi igual de intensa en la izquierda y en la derecha. Los votos en blanco y nulos fueron un 2 % del total, similar a hace 4 años.
En términos generales, la jornada electoral se desarrolló con relativa normalidad, salvo algunos incidentes, como la presunta agresión de una apoderada del PP a un apoderado de Sumar en Vigo. Por otra parte, se filtraron imágenes de acarreo de votos, donde monjas y otro personal sacaban a ancianos en sillas de ruedas para ir a votar desde las residencias de tercera edad en Vigo y Lugo. Este tipo de escenas son habituales en cada elección en Galicia lamentablemente. Y se repiten en todas las elecciones desde 1982.
Un triunfo del PP mayor de lo esperado
El PP consiguió 40 escaños y un 47,4 % de los votos, tan solo un 0,6 % menos que en la anterior elección, obteniendo unos 700.000 votos, 75.000 más que en 2020. La gestión del vertido de pellets fue pésima, su candidato era mucho peor que Feijóo, no asistió al debate de RTVE, no planteó ninguna respuesta a los problemas más profundos que sufre la mayoría social en Galicia, etc. A esto se suma el escándalo de las filtraciones de las negociaciones de Feijóo con Junts, cuando toda su política se centró posteriormente en la oposición a la amnistía, el discurso de "todo es ETA" y la comparación al BNG con Bildu, o las vergonzosas declaraciones de Ayuso sobre la "Bahía de Vigo" y la "inmensa suerte de pasear por montes de eucaliptos". Pero, a pesar de ello, el PP se mantuvo y revalidó la presidencia de la Xunta una vez más después de 15 años en el poder.
¿Cómo se puede explicar esto? Quizás hubo otros factores que se han tenido poco en cuenta. En primer lugar, la manipulación mediática de la TVG, absolutamente controlada por el PP y usada como medio de propaganda, así como la participación extensa de Feijóo en la campaña, que hicieron ver al electorado popular que, aunque estuvieran votando al sustituto, estaban votando lo mismo. Tampoco hay que desmerecer que unos pocos días de las elecciones antes la Xunta comunicó a los mariscadores gallegos ayudas de 550 euros a cada uno, más de 4 millones de euros en total. Además, comunicó subidas salariales a todo el personal sanitario del SERGAS, que ya se había negociado con anterioridad.
Es cierto que, si el PP hubiera centrado la campaña en Galicia, no tenía forma de competir con la mayor coherencia argumental y las críticas a la gestión que hizo el BNG. Así que optaron por una campaña de distracción, y haciendo uso del miedo y del clientelismo para operar en los sectores más conservadores, con lo que consiguieron revalidar su mayoría. Aun así, el partido estuvo un poco más reñido de lo que expresan los números en escaños. Un 1% menos en votos y su mayoría de voto hubiese sido muy ajustada. Un 2 % menos y hubiesen perdido el gobierno o depender de Democracia Ourensana.
Lo que está claro es que gran parte del electorado de mayor edad, y especialmente del medio rural, sigue conservando un voto fiel al PP y es más susceptible a la manipulación mediática y a las redes clientelares que llevan décadas desarrollándose en Galicia. La estructura de la población en Galicia es muy envejecida y parece claro que no votan igual los pensionistas en el rural, que los trabajadores en las principales ciudades de Galicia.
El BNG reforzado, el "viejo" neorreformismo en fase terminal
El BNG superó todos sus techos históricos. Un 31,6 % de voto y 25 escaños. Fueron primera fuerza en Vigo con un 37 % de voto, por encima del PSOE, partido gobernante y tradicionalmente con más fuerza en la ciudad. Así como en todas las principales villas (poblaciones de entre 15.000 a 30.000 habitantes) de la Ría de Vigo, con mayor peso obrero y de tradición de izquierda: Redondela, Soutomaior, Cangas y Moaña. En algunos casos con porcentaje de voto superiores al 45 %.
Además de conservar su plaza histórica en Allariz y alrededores, en Ourense, fueron primera fuerza en y Mugardos, ayuntamientos muy próximos a Ferrol y Narón (donde fueron segunda fuerza con muy buenos resultados) y mayoría obrera. Sectores muy castigados por la pérdida de puestos de trabajo con la desindustrialización, y que históricamente presentaron mucha combatividad en la lucha de clases.
Como exponíamos en un artículo antes de las elecciones, el crecimiento del BNG se explica por una combinación entre una campaña electoral atractiva, en la que mantuvo algunas de sus medidas históricas de izquierda dirigidas a su base social orgánica en la clase obrera a través de la CIG, con un giro a la moderación para captar parte del electorado más de centro con sus guiños a la patronal y a un posible cogobierno con el PSOE.
Pero también por la debilidad de sus competidores en la izquierda, Sumar y Podemos, que tuvieron resultados ridículos. El primero con menos del 2 % de voto (por detrás de Vox) y el segundo con un 0,3 % (por detrás de PACMA). Aunque no puede hacerse una traslación mecánica entre los resultados de las elecciones gallegas y el escenario estatal, el hecho de que el ya "viejo" neorreformismo se haya dado un batacazo de película en Galicia muestra a su vez los límites de una izquierda integrada al régimen que lejos de haber acabado con la "casta política" terminó creando una nueva casta de izquierda subalterna al PSOE que convence cada vez menos.
Por su parte, la crisis del PSOE se explica por un candidato hasta cierto punto poco conocido, una casi nula inserción territorial -si la comparamos con el BNG-, una falta de propuestas "en clave gallega" y una defensa del gobierno central que no obtuvo mayor simpatía. Su mayor aspiración era ser terceros y ser la pata corta de un gobierno de coalición en Galicia. Lo que han conseguido es perder 5 escaños, quedarse en 9 y un 14 % del voto.
Democracia Ourensana consigue un escaño
Una mención merece Democracia Ourensana por haber conseguido entrar en el Parlamento. Un escaño que le salió barato: sólo 15.000 votos y un 1 % en toda Galicia, aprovechándose del sistema electoral que sobrerrepresenta las provincias del interior, Lugo y Ourense. Así, pudo conseguirlo gracias a que superó el mínimo de votos requerido, un 5%, en una circunscripción, obteniendo alrededor del 7% en el total. Sumar o Vox, por ejemplo, no pudieron concentrar sus votos en ninguna provincia, y quedaron sin representación teniendo más del doble de votos.
El candidato de DO era Armando Ojea, pero este fue opacado por la figura de Gonzalo Pérez Jácome, actual alcalde de Ourense. Un personaje ampliamente conocido por su excentricidad, su autoritarismo en los plenos de Ourense y cierta tendencia a la megalomanía, mezclada con un discurso populista de derecha. En una ocasión entró en un escenario en el Carnaval de Ourense disfrazado de loco en una camisa de fuerza, con dos policías municipales. Un fenómeno político casi surrealista, pero que representa realmente a la parte más corrupta del antiguo PP local. Se filtraron grabaciones suyas donde hablaba claramente de robar dinero público, y tiene relaciones con el PP de Baltar, el antiguo cacique local, lo cual le permite seguir siendo alcalde aun teniendo minoría. Su programa se centró en el agravio comparativo a Ourense, y la falta de inversión de la Xunta de Galicia en la región. Un populismo localista, que convenció a una parte pequeña del electorado, pero claramente intenta tapar clientelismo y corruptelas.
Perspectivas para la izquierda anticapitalista
Con estos resultados, en los que los ejes "derecha e izquierda" casi no se han movido globalmente, es claro que el PP tiene todavía muchos mecanismos para mantenerse en el poder. Sin embargo, el crecimiento del BNG expresa un fenómeno contradictorio, en el que un sector más conservador históricamente votante del PSdG se ha decantado por el apoyo a Ana Pontón como un "voto útil" para terminar con el gobierno del PP, mientras que en otros sectores de la población gallega -sobre todo entre la juventud y amplios sectores de la clase trabajadora industrial y de servicios- puede expresar un cierto "giro a izquierda" con la esperanza de que un gobierno del BNG pueda ser el vehículo para conquistar sus demandas postergadas.
Desde nuestro punto de vista, para enfrentar los ataques de la derecha, y para revertir los recortes en educación, en sanidad, y la precariedad laboral y las malas condiciones de vida, la principal vía debe ser la lucha de clases y la movilización social. El BNG tiene en nuestra opinión serios límites para llevar a cabo esta política. Por eso luchamos por la construcción de una izquierda de clase, anticapitalista, ecologista y feminista con perspectiva socialista, que centre su acción política en la lucha de clases, en ruptura la patronal y los partidos del Régimen español.