La anfitriona más famosa se sumó al movimiento “Time’s up”. Habló de historia, machismo y racismo en los tiempos que corren.
Lunes 8 de enero de 2018 14:14
Golden Globes, 2018. Natalie Portman sube al escenario para presentar el premio a mejor dirección. “Y aquí están todos los hombres nominados”, anuncia la actriz y productora, en referencia a Guillermo del Toro, Steven Spielberg, Martin McDonagh, Christopher Nolan y Ridley Scott. Las mujeres no sólo no hicieron pie en la categoría –pese que estuvieron a cargo de películas como Lady Bird, Mudbound y Detroit- sino que ostentaron el galardón por última vez en 1984.
Portman, como muchas de las mujeres que asistieron a la ceremonia, llevó un vestido negro para denunciar los casos de acoso y abuso sexual en la industria del cine que recientemente salieron a la luz. Las reconocidas Debra Messing (ex Will and Grace y protagonista de diversas películas) y Eva Longoria (que saltó a la fama con Desperate Housewives) también pidieron por la igualdad salarial en la televisión, a raíz de la denuncia –y posterior renuncia- de la anfitriona de E! Entertainment, Catt Sadler. Meryl Streep dio la nota y pisó la alfombra roja acompañada de Ai-Jen Poo, Directora de la Organización de las Trabajadoras del Hogar. Emma Stone, Susan Sarandon, Michelle Williams y Laura Dern también fueron con activistas.
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En una noche donde las denuncias de las mujeres fueron protagonistas, Oprah Winfrey dio el discurso más impactante. Al recibir el premio Cecil B. DeMille por su contribución al mundo del entretenimiento, la famosa anfitriona de talk show habló del racismo y la misoginia en el ámbito del espectáculo y más allá del mismo. Fue a través de un recorrido por la historia del país y la suya propia, en el cual hizo alusión a reconocidas luchadoras por los derechos civiles.
“En 1944, Recy Taylor era una joven esposa y madre que volvía a su casa de la iglesia, en Alabama, cuando fue raptada y violada por seis hombres blancos armados y dejada al costado del camino. (…) Rosa Parks se convirtió en la investigadora principal de su caso (…). Recy Taylor murió hace diez días, poco antes de cumplir 90 años. Ella vivió, como lo hemos hecho hasta ahora, bajo una cultura rota por hombres poderosos. Durante demasiado tiempo, las mujeres no eran escuchadas o creídas cuando decían la verdad al poder de esos hombres. Pero su tiempo terminó”, afirmó Oprah.
También hizo hincapié en que estas problemáticas “no afectan sólo a la industria del entretenimiento”. Se dirigió “a todas las mujeres que han soportado años de abuso y agresiones porque, como mi madre, tenían niños que alimentar, facturas que pagar y sueños que cumplir”. “Son mujeres de las que nunca sabremos el nombre. Las trabajadoras domésticas, las granjeras. Las que trabajan en fábricas y en restaurantes, en educación, ingeniería, medicina y ciencia”, concluyó.
Los presentes en el hotel Beverly Hilton respondieron con una ovación y el discurso fue reproducido por todos los medios. Sin duda, éste tuvo el mérito de haber puesto en escena a un gran porcentaje de mujeres que, lejos de los escenarios y los sueldos abultados de Hollywood, viven realidades de desigualdad y violencia. Un elemento que muchas veces queda fuera de las críticas de las famosas, restringidas al mundo de las cámaras.
Durante su infancia, Oprah conoció de primera mano la pobreza, el machismo y la segregación en el sur de Estados Unidos. Sin embargo, actualmente es parte de un mundo de “estrellas” millonarias que, de un tiempo a esta parte, reivindican un “feminismo” -por corrección política o genuina adhesión- donde las clases sociales se desdibujan y las salidas colectivas se escapan del horizonte. Un movimiento sin contornos filosos, del cual se apropia el mainstream para limpiar su imagen. O la válvula de escape para un descontento que crece por abajo, y que puede representar potenciales pérdidas millonarias.
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La revista Times calificó a Winfrey como “una de las 100 personas más influyentes del siglo XX” y una de “las personas más influyentes en la actualidad” entre 2004 y 2011. Actualmente figura en la lista Forbes como la tercera mujer más rica del espectáculo y una de las más acaudaladas del país. Además es Ceo de su propia compañía y accionista de una firma de productos para la pérdida de peso. Firme demócrata y amiga de la ex primera dama, Michel Obama, ha conseguido millones de votos para su marido. Vale recordar que la llegada del primer presidente negro no representó una mejora sustancial para las minorías y las mujeres. La muerte de jóvenes afroamericanos en manos de la policía –que despertó el movimiento Black Lives Matter-, los ataques al derecho al aborto y la persistente brecha salarial, son sólo parte del saldo de la era obamista.
Abonando cierta impronta “meritocrática”, Oprah habló de la “habilidad de sentir esperanza, de esperar una mañana luminosa, incluso en medio de la noche más oscura”. Y cerró su discurso anhelando “un tiempo en el que nadie tenga que decir nunca más ‘#YoTambién’”, en referencia al movimiento #MeToo contra el acoso sexual que se disparó tras las denuncias al director Harvey Weinstein. Algunos colegas hasta la han propuesto como candidata para la Casa Blanca en 2020.
El feminismo corporativo que sólo busca romper el “techo de cristal” -pregonado también por empresarias y funcionarias de los principales partidos políticos-, no ha hecho prácticamente nada por la mayoría de las mujeres. El deseo de un mundo sin violencia se vuelve una abstracción si no va de la mano a la pelea contra un orden social que se basa en la opresión y la explotación. Éste es el debate y el desafío que tienen el movimiento de mujeres en los años que se avecinan.