A pocos días de las elecciones del nuevo Congreso peruano, este 26 de enero, distintas encuestadoras dan un poco más del 40% a los votos blancos y viciados y esto ha preocupado sobre manera a los defensores del régimen y el staus quo.
Jueves 23 de enero de 2020 09:00
Foto: Perú 21
A pocos días de las elecciones del nuevo Congreso peruano, este 26 de enero, distintas encuestadoras dan un poco más del 40% a los votos blancos y viciados y esto ha preocupado sobre manera a los defensores del régimen y el staus quo. Por esa razón han emprendido una agresiva campaña mediática a través “Fake news” y otros recursos periodísticos en contra de esta tendencia. En la presente nota buscamos desmentir esas supuestas verdades.
El incremento del voto nulo, viciado y blanco no es una tendencia nueva en el Perú. Según estimaciones estadísticas, esta orientación electoral se empieza a sentir desde el año 2011 cuando el 23% de los votantes optaron por el voto blanco o viciado. En las elecciones presidenciales y congresales del 2016, las cifras subieron al 35% de electores que decidieron optar por esta opción que no se identifica con ninguna de las fuerzas en pugna. En las pasadas elecciones regionales y municipales del 2018 el voto blanco y viciado también logro importantes resultados, en la región Tacna, por ejemplo, supero el 45% de los votantes.
Este hecho pone en evidencia la vigencia de la crisis orgánica en nuestro país, demuestra también los límites del gobierno y de la actual institucionalidad burguesa sostenida en la constitución de 1993, por esa razón, la derecha política de la mano de los empresarios viene difundiendo una serie de mentiras para, en lo que queda de la semana, aminorar el impacto del voto blanco y viciado.
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Se ha dicho que si los votos nulos y blancos superan el 60% se restituye el Congreso disuelto de mayoría fujimorista. Esto es mentira. Lo que ocurre, como lo establece la Ley Orgánica de Elecciones, es que: “Cuando los votos nulos o en blanco, sumados o separadamente, superan los dos tercios del número de votos válidos se convoca a un nuevo proceso electoral”. Esto significa que solamente si más del 60% de los votantes optan por el voto nulo o blanco, se convocaría a nuevas elecciones para el congreso, pero la norma nunca habla de restituir funciones al anterior parlamento.
Difunden este “argumento” para apelar al “sentimiento antifujimorista” y decir que la única salida es votar a cualquiera de “los males menores” porque si no tendríamos de vuelta a la mayoría fujimorista. Lo que pretenden lograr es que el pueblo trabajador avale a cualquier partido político para que la crisis del régimen no se exprese en los millones de votos nulos y en blanco, porque, aunque el Gobierno en alianza con las burocracias sindicales ha desmovilizado al pueblo con medidas como el referéndum o la reforma política, la crisis orgánica que se abrió el 2017 no se ha resuelto, y en estas próximas elecciones se manifestaría en los altos porcentajes de votos nulos y blancos.
La otra mentira que difunden en redes sociales y medios de comunicación es que los votos nulos y blancos favorecerían a los candidatos del fujimorismo, dejando entrever que esta agrupación se repartiría estos votos. Eso también es falso ya que los votos inválidos no se computan dentro del conteo total de votos. Lo que sí podría ocurrir si el voto blanco y viciado supera el 50% y después de que estos hayan sido restados del conteo, es que algunos partidos políticos que se encontraban por debajo del 5% de los votos emitidos lograrían superar la valla electoral obteniendo así representación en el parlamento, lo cual no aplicaría a las próximas elecciones congresales ya que según las últimas encuestas; el fujimorismo se encuentra por arriba de la valla del 5%.
Esta "confusión" se da porque el Jurado Nacional de Elecciones utiliza dos formas de presentación de los resultados con el objetivo de ocultar las cifras reales de votación, de lo contrario aparecería con claridad que las autoridades políticas elegidas llegan a serlo con una votación popular menor a la que realmente se consigna en el cómputo final. Para entender mejor esto veamos lo que ocurrió en las elecciones congresales del 2016: aquí el porcentaje del conteo - incluyendo los votos nulos y blancos – le dio a Fuerza Popular (de Keiko Fujimori) un 23,63 %; para Peruanos Por el Kambio (de Pedro Pablo Kuczynski) un 10,71% y para el Frente Amplio (que en esa elección llevaba a Verónika Mendoza) un 9,07 %, ahora, sin contar los blancos y nulos se ubicaron así: Fuerza Popular con 36,34%, PPK con 16,47% y el Frente Amplio con 13,95%.
Por último, se ha tratado de hacer creer que hacer campaña por el voto blanco o viciado es ilegal y “antidemocrático” o que es una forma de hacer apología al terrorismo. Nada más falso que eso ya que la misma ley orgánica de elecciones contempla que hay dos tipos de votos: los votos válidos (por algún candidato o partido) y los inválidos (dentro de los cuales estarían los votos blancos y viciados).
Entonces, si los votos nulos y blancos están considerados como una forma de votación, hacer propaganda por esta opción, haciendo uso del derecho democrático a la libre expresión, no sería nada del otro mundo, sino más bien una forma política de expresar nuestro descontento con los partidos que hoy postulan, con sus programas y con sus estrategias, que a lo único que apuntan es a sostener este régimen heredado por Alberto Fujimori a través de la constitución de 1993.