Victor Sánchez denunció a la empresa Deliveroo, símbolo de la precarización juvenil. Hoy el juzgado de lo Social número 6 de Valencia considera que los llamados “riders” son falsos autónomos.
Lunes 4 de junio de 2018
Victor Sánchez, un jóven trabajador de Deliveroo, de reparto de comida a domicilio y todo un símbolo de la precarización de la juventud y la clase trabajadora bajo la crisis, ha ganado el juicio contra esta empresa.
La sentencia, que puede calificarse de excepcional reconoce que el trabajo que él desempeñaba era el de un “falso autónomo”. Esto significa, que aunque en su contrato figurara como trabajador autónomo, tanto los turnos, como la facturación o los clientes estaban determinados por la empresa, con lo cual, era ésta la que se debía hacer cargo de la Seguridad Social.
El abogado del joven ha afirmado que la sentencia que justamente se basa en las conclusiones de la Inspección de Trabajo de Valencia, considera que los riders deberían ser considerados trabajadores por cuenta ajena y no autónomos. En la sentencia se recogen diferentes elementos para justificar por qué se trata de un claro caso de “falso autónomo”, estos han sido resumidos por Adrián Todolí en su blog.
En primer lugar, porque es la empresa quién contra a través de un geolocalizador GPS la localización del trabajador y su tiempo de reparto; en segundo lugar, porque es la empresa la que marca el precio del producto que ofrece; otro elemento importante es que el trabajador no cuenta con ningún tipo de estructura empresarial; y por último, porque éste, pese a ser la imagen de la marca no tiene ningún tipo de responsabilidad sobre ésta.
Este no es solo el caso de Víctor, sino el de la plantilla de conjunto, ya sea en Valencia o en cualquier otro lugar. Esta no es la primera vez que este tipo de prácticas salen a la luz, de hecho los riders vienen organizándose para denunciar su situación –que se replica en otros sectores- desde hace tiempo.
Por el momento, Deliveroo tendrá que indemnizar al trabajador, que puso originalmente una denuncia por despido improcedente, lo tendrá que hacer pagando 705 euros al joven, o volviendo a contratarle. Evidentemente, se trata de una cantidad ridícula para una empresa multinacional de este calibre, aunque lo más importante es que el triunfo de Víctor ha puesto en evidencia a la empresa y puede servir de precedente y motivar futuras denuncias de otros repartidores y repartidoras.
De hecho, solo en Barcelona, hay más de 16 casos de denuncias de trabajadores a la empresa. La sentencia marca un antes y un después, y confirma lo que desde hace tiempo vienen denunciando los trabajadores, el enorme fraude que supone la llamada “economía colaborativa”. Deliveroo, es un claro ejemplo de la explotación y la precariedad laboral que se esconde detrás del discurso amable y supuestamente innovador del “trueque” de bienes y servicios en la era neoliberal.