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Red Internacional
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Despedida. ¡Hasta el Socialismo Siempre Iván Escarate!

Con gran dolor y pesar despedimos al Camarada Iván. Abrazamos a sus familiares, amigos y compañeros en este difícil momento. Iván nos dejó grandes enseñanzas y una historia de constancia. Te recordaremos cantando la Internacional, buscando sensibilidad en cada joven trabajador para acercar las ideas del socialismo con gran entusiasmo.

Lunes 18 de marzo 17:27

Iván fue un camarada que estaba en cada actividad, siempre hablaba con todo el mundo del partido, del futuro comunista, de la importancia del Internacionalismo.

A dónde lo llevara la vida o el trabajo buscaba el local del PTS más cercano y se sumaba a los plenarios, marchas, actividades.

Viajaba cada 11 de septiembre a Chile, como cita de honor. Allí buscaba a los camaradas del PTR. Luego volvía a Mendoza lleno de energías y anécdotas para compartir.

Iván fue exiliado en el año 1974 de Chile, allí trabajaba en la fábrica de BATA en Melipilla. En su exilio llegó a la Argentina, donde finalmente se quedó a vivir en Mendoza.

Nos deja grandes enseñanzas y una historia de constancia: fue militante comunista, rompe con el partido en 1977 cuando se entera de los privilegios de los dirigentes que a diferencia de él – un obrero, militante de base – que vivían en Europa. Y luego abraza las ideas y el programa del trotskismo, y siguió su militancia en la izquierda argentina, levantando las banderas de la Internacional Comunista hasta el final de sus días.

Las redes sociales resonaron con las emotivas despedidas de amigos, compañeros y compañeras.

¡HASTA EL SOCIALISMO SIEMPRE COMPAÑERO IVÁN!

Compartimos entrevista realizada a Iván por el periodista Elías Ignacio para La Izquierda Diario Chile en el años 2016.

“Los trabajadores tocamos el cielo con las manos”

“Yo siempre le digo a los compañeros más grandes que están fundidos (dejaron la militancia) que no pueden ser egoístas, que tenemos que transmitir lo que sabemos a las generaciones más nuevas”.

Con esas palabras Iván Escarate cuenta sobre lo ocurrido en su rica historia personal militante a través de la Unidad Popular y el exilio en Argentina.

Para el año 70 cuando la Unidad Popular triunfa, Iván ya tenía unos 3 años en la fábrica BATA que tenía en su interior unos 7 mil obreros. A pocos meses del triunfo de Allende, también gana el sindicato una alianza de comunistas y socialistas al interior de su lugar de trabajo.

Por ese entonces ya la situación política comenzaba a tener también repercusiones en todos los lugares de estudio y trabajo del país.

¿Cómo fue cambiando la relación con tus compañeros de trabajo?

A medida que se profundizó el proceso político de la Unidad Popular, se fueron marcando las diferencias con muchos compañeros que antes compartíamos salir de joda. Ya no era lo mismo, nos miraban con recelo.

¿Cómo se expresaba eso?

Nos gritaban comunistas culiaos o cosas así.

¿Y cómo te sentías con eso?

En la medida que se polarizó la situación fue bueno porque marco las diferencias más claramente.

¿Cómo vive el golpe?

Yo siempre escuchaba radio Corporación, que era la radio oficial del gobierno. Entonces cuando la prendo en la mañana, ya estaba el lio en Santiago. Como militante disciplinado, me levanto y voy al local del partido. Nos juntamos allí y algunos compañeros viejos de la dirección decían “no, no pasa nada, es como el 24 de junio”.

Estábamos en eso, esperando órdenes para cuidar las torres de alta tensión y en eso llegan los carabineros, y como paco de pueblo que todos se conocen, nos dicen “váyanse para la casa, si ya está todo consumado”. Y nos fuimos.

A la tarde volvimos y la actitud no fue la misma, nos hicieron bosta el local, nos tuvimos que ir. A las 5, 6 o 7 de la tarde ya estaba consumado el golpe de estado. Eso fue el 11, nosotros recién volvimos a trabajar el 19 que se hizo regular para volver a trabajar. Ahí nos llevaron a 20 compañeros detenidos a la comisaria y posteriormente a Tejas Verdes.

¿Cómo lo sintió personalmente?

Era terrible porque en la fábrica había sectores que aplaudían, gritaban decían “maten a esos comunistas concha de su madre”, porque ya se había radicalizado la cosa: los que éramos la Unidad Popular y la Cooperación Democrática que era la derecha. Así eran las elecciones sindicales, no había medias tintas.

¿Se veía venir?

Para uno como militante, uno no alcanzaba a visualizar eso, ahora están los escritos y todo. Ya es tarde.

¿Posterior al golpe como lo vives ya preso?

Cuando se consuma caímos presos algunos compañeros. Fue terrible para los sectores obreros, en las fábricas fue terrible todo lo que vino después. Ya BATA no está más, al Sindicato lo atomizaron. Todos esos derechos y esas conquistas las dejamos de tener.

¿Cómo se vive el exilio?

Yo me tuve que ir de acá en abril del 74. Si uno era militante comunista, era conocido en la familia y en la casa. Como nuevamente comenzaron a detener a los compañeros que habíamos participado y tenido militancia opté por irme.

Así que comencé por una organización que se llamaba Santa Mónica, que era de la Iglesia. A través de ellos salí hacia la Argentina. Ahí llegué a un refugio que estábamos llegando todos los chilenos. Nunca me quise de ir de Argentina, porque por ahí uno siempre pensaba que el golpe iba a durar poco, nunca pensábamos que la dictadura se iba a mantener tantos años.

¿Nunca pensaste en otro país?

Uno se quería ir a Cuba con la ilusión de lo que creía que había, a terminar de preparase política y militarmente para volver a Chile a pelear por un gobierno y por la revolución. Esa era la intención de uno, porque muchos compañeros se fueron a Europa, uno siempre se quedó porque siempre pensó en volver.

¿Fue duro?

El exilio es duro, porque es una cosa forzada. En Argentina fue trabajando en cualquier cosa, después entré a una fábrica de operario. Luego aprendí un oficio de cañeta (soldador).

¿Y la relación con la política?

Siempre me mantuve ligado a la acción pensando en Chile, en volver. Allá fue el golpe en marzo del 76 y por lo tanto había que tomar las precauciones, aunque seguíamos haciendo cosas. Imprimíamos un diario por mimeógrafo.

¿Cómo cortas tu relación con el Partido Comunista?

Una vez fui a dejar a un compañero joven que se iba a Canadá. Por ahí los dirigentes nos decían que teníamos que quedarnos en Argentina para volver a Chile. Entonces me encuentro en el Aeropuerto con uno de los dirigentes y me cuenta que se va a Inglaterra.

Le pregunto y ¿Por qué? Y me dice que tenía problemas. Ahí le digo entonces que solo él tenía problemas. En ese momento quebré con el Partido Comunista. Eso fue más o menos en el año 77.

¿Y cómo sigues?

Después de eso me junto con compañeros del MAPU, sacando un periódico. Íbamos a las fiestas sobretodo del 18, de las fiestas patrias para tratar de establecer algún contacto con chilenos. Era muy difícil.

¿Cuándo conoces al Trotskismo, como era para ti?

Yo conocí a un compañero en la PIRELLI, una fábrica de cubiertas que está en Merlo (Provincia de Buenos Aires). Un compañero que conocía mucho más del proceso chileno que yo. Y me criticaba a Allende y me dolía. Pero tenía razón y ahí entré al trotskismo en el año 81, al PST (Partido Socialista de los Trabajadores).

Tuve un accidente en diciembre de ese año y seguí convencido del internacionalismo. Después vino toda la apertura democrática en Argentina con el MAS (Movimiento al Socialismo).

¿Cómo es personalmente para ti la militancia?

Es necesario pero difícil la lucha ideológica pero hay que darla. No es fácil. El otro día en una marcha acá escuchaba “las balas volverán”. Después charlando con un compañero decíamos que es fácil tirar balas, lo difícil es la construcción gris, cotidiana en los sectores trabajadores. Organizar, hacerlos marxistas, esclarecerlos. Eso es más difícil que tirar cuetes.

¿Cuándo te convences de quedarte en Argentina?

Nunca me convencí, siempre estoy pensando en volver. Mis hijos viven allá, mi primera pareja que es chilena se quedó en Merlo. Después tuve otras parejas y ahora estoy en Mendoza.

Pero siempre uno quiere volver. Las circunstancias me fueron llevando a vivir en Argentina. Pero todavía no lo sé. Tengo una hija acá, la familia, los hermanos. Entonces a veces me dan ganas de volver.

¿Te sientes más chileno que argentino?

Yo nunca voy a gritar viva Chile, no me gusta gritarlo, no me sale. Si me gusta que gane la Roja, para el futbol. Es contradictorio, pero me gusta que gane la selección y veo el partido apasionado.

Tampoco celebro los 18, jamás. Porque en nombre de la patria y la bandera nos cagaron a palos, nos mataron. Entonces uno ha rescatado que para mí la bandera es la roja con la hoz y el martillo y el cuatro, y esa es la bandera de los trabajadores.

¿Cómo se mantiene la pasión, el convencimiento?

Lo grande para uno de estar convencido de esto y no haber claudicado. Yo siempre he trabajado solo, ahora trabajo de gasfíter. A nosotros nunca nos van a poder decir que somos mala gente o que nos vendimos.

Uno ve a compañeros de Argentina a Nicolás Del Caño (candidato a presidente en 2015). Y la gente nos escucha porque nunca nos hemos vendido, porque somos honestos y transparentes. Nadie nos va a decir que en la huelga nos vendimos.