El sábado pasado comenzó el taller sobre feminismo y marxismo al calor del #NiUnaMenos en Ramos Mejía, basado en el libro Pan y Rosas de Andrea D’Atri. Aquí esbozamos algunos apuntes para el debate.
Virginia Gómez @mavirginiagomez
Lunes 19 de diciembre de 2016
Fotografia: Dario Prado // Argra
El primer encuentro del taller tenía como objetivo debatir la introducción y prólogo de la edición aumentada y corregida del libro, enmarcada en las principales conclusiones que dejó este año y los desafíos que se nos presentan para el siguiente.
El primer punto a tener en cuenta es que el fenómeno #NiUnaMenos nace en los últimos años del Gobierno kirchnerista, bajo la presidencia de una mujer: Cristina Fernández. Este año, el fenómeno se desarrolló y expresó con Cambiemos en el Gobierno, con el peronismo formalmente en la oposición, dividido en distintos sectores luego de la derrota electoral.
Desde quienes avanzaron en un acuerdo con Bergoglio, cuestión que fortalece a la Iglesia Católica y es un impedimento para que las mujeres avancemos en la conquista de nuestros derechos; pasando por los diputados y senadores, que en convivencia con los gobernadores del PJ, le votaron las leyes fundamentales a Macri, mientras están cajoneados proyectos como el de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto o el presentado por nuestros diputados Nicolás del Caño y Myriam Bregman del PTS-FIT que prevé la creación de un plan integral contra la violencia hacia las mujeres.
Por su parte, los dirigentes de las centrales sindicales están en la tregua, mientras el Gobierno se desgasta y crece el malhumor social por las medidas de ajuste implementadas. Medidas que traen aparejadas consecuencias en la vida de las mayorías, particularmente de las mujeres que son quienes peores empleos y salarios tienen, y sobre las que recaen el grueso de las tareas domésticas.
En el primer año con Macri en el Gobierno no solo no obtuvimos respuestas a nuestras demandas, sino que empezó a ensayar ataques a nuestros derechos y condiciones de vida.
El segundo punto a tener en cuenta es la victoria de Trump en Estados Unidos, como expresión política de la crisis económica internacional que comenzó en 2008. En un sentido es un símbolo también de los límites de la etapa “gradualista” en América Latina, que fomentaba la ilusión de que se podían adquirir derechos “de arriba hacia abajo”, osea desde
Estado, sin lucha y sin organización. Cuando más bien, los “derechos adquiridos” fueron expresión de las concesiones de los Gobiernos posneoliberales a los movimientos sociales, con el objetivo de desviar los procesos y crisis abiertas por el neoliberalismo. La integración de gran parte del feminismo a las democracias burguesas, dejando de lado la crítica social, será uno de los debates que abordaremos en los próximos encuentros.
Esta nueva situación en Estados Unidos abre la hipótesis de que se desarrollen fenómenos democráticos en el centro imperialista contra el racismo, en defensa de los inmigrantes, del derecho al aborto, que puedan impactar e influir en el resto del globo. Mientras, podemos asegurar que el impacto de las políticas económicas del gobierno de Trump golpearan sobre América Latina y Argentina en particular.
Es un debate abierto cómo las mujeres nos preparamos para este cambio, cómo defendemos los derechos conquistados, cómo arrancarle al Estado los que nos niega, quiénes son en nuestra lucha aliados y a quiénes enfrentamos.
El tercer punto es que los fenómenos de odio o hartazgo de las mujeres frente a las políticas que pueda desarrollar Trump, o en la Argentina Macri, abre un debate necesario en las organizaciones de mujeres. ¿Podemos dejar en manos de figuras como Hillary Clinton o Cristina Fernandez nuestras demandas? ¿Alcanza con que sean mujeres?
En la última edición de la Revista Ideas de Izquierda, Celeste Murillo publicó un interesante artículo titulado Hillary Clinton y su techo de cristal , donde tomando a Nancy Fraser y su definición de feminismo neoliberal, o a Zillah Eisenstein, que habla de feminismo imperial, sostiene que: “La idea de que la llegada de las mujeres al poder representa un avance para las mujeres de conjunto no nació con la campaña de Clinton ni se clausura con su derrota. Hace algunas décadas, la británica Margaret Thatcher dejó de ser la única “dama de hierro”. La presencia de mujeres al frente de los Estados como presidentas, cancilleres, primeras ministras o encabezando la diplomacia y los ejércitos imperialistas, ya permite responder la pregunta de si han representado beneficios para las mujeres o si, en cambio, se han transformado en personal político de un orden social que sostienen y reproducen.”
Esta conclusión implica prepararnos para intervenir con audacia en todos los fenómenos progresivos que haya e inclusive luchas por demandas democráticas o parciales, pero con una clara orientación de clase, anticapitalista, antiimperialista, y antipatriarcal. Elementos y definiciones que abordaremos en próximos encuentros a partir del estudio del libro Pan y Rosas.
El cuarto punto refiere a si frente la nueva situación y año que se avecina el fenómeno #NiUnaMenos puede seguir extendiéndose y empezar a delinear los contornos de un movimiento de mujeres de lucha que frene los ataques que se vienen y pueda avanzar en la conquista de derechos, con una perspectiva independiente de las variantes burguesas, del Estado y la Iglesia, en alianza con los trabajadores y trabajadoras, nativos/as y/o inmigrantes, que también padecen la opresión y explotación del sistema capitalista y patriarcal.
Organizarnos hoy en Pan y Rosas en el FIT, es parte de preparar y fortalecer esa perspectiva, aprovechando cada lucha parcial para fortalecer la lucha de las mujeres por terminar y superar esta sociedad de opresion y explotacion. Es por eso que nos proponemos conformar comisiones de mujeres en cada lugar de trabajo y estudio, para darle fuerza real a la exigencia a los sindicatos, centros de estudiantes, centrales sindicales y federaciones, de tomar estas demandas, organizándonos de manera democrática, decidiendo cuáles son nuestras demandas y cómo conquistarlas. Así nos proponemos preparar el próximo 8 de Marzo, siendo cada compañera portavoz, desde su lugar de lucha, de estas banderas.
El quinto punto, retomando los anteriores, nos lleva a pensar que si en la etapa anterior de “gradualismo” posneoliberal, tuvieron más peso las estrategias que se terminaron integrando a la democracia burguesa o confiando en el lobby parlamentario para la conquista de derechos, los nuevos escenarios que se avecinan, muestran con más claridad sus límites. Aunque dejaron en el imaginario feminista la idea del Estado como tutor, “protector” de los padecimientos de las mujeres, suplantando nuestra propia organización como sujetos.
Producto de ese necesario balance es que Andrea D’Atri y Laura Lif sostenían en el artículo La emancipación de las mujeres en tiempos de crisis mundial (II) que “mientras la situación mundial empuja a las mujeres, y a los sectores más oprimidos, a desenvolver su potencial subversivo –demostrado en todos y cada uno de los momentos históricos de grandes crisis o cataclismos sociales, económicos y políticos–, el feminismo se encuentra divorciado de las masas, mayoritariamente alejado de la perspectiva de un proyecto emancipatorio colectivo”.
Ante los nuevos desafíos, siguiendo el recorrido que hace el libro Pan y Rosas, nuestro objetivo es retomar las experiencias más avanzadas del movimiento de mujeres a lo largo de la historia, sacando conclusiones tanto sea de sus aportes y aciertos, como de sus límites, recorriendo los principales postulados del feminismo de la igualdad, de la diferencia y el posfeminismo. Pero sin perder de vista que: “Si el feminismo de la igualdad tuvo el mérito de conceptualizar el género como una categoría social, relacional y vinculada al concepto de poder, visibilizando que la situación de opresión de las mujeres tiene un carácter histórico y no es la consecuencia “natural” de las diferencias anatómicas, el feminismo de la diferencia tuvo, por su parte, la cualidad de resistir la asimilación a un sistema fundado en la subordinación, discriminación y opresión de todo lo que difiere del modelo “universal” forjado bajo el dominio patriarcal.
Y si el feminismo de la diferencia recayó, finalmente, en un esencialismo biologicista, las teorías posfeministas vinieron a cuestionar a la sexualidad como una invariable, volviendo a concebir el deseo como algo situado. El mérito, en este caso, de rechazar la idea de que la diferencia se transforme en identidad fija, inmóvil, abre un camino potente en la cultura y la construcción de subjetividad, aunque, se muestre limitado o impotente políticamente para la constitución de un movimiento de lucha por la emancipación del conjunto de los que son oprimidos por la heteronormatividad obligatoria”.
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La pregunta que recorrerá el taller es: si el feminismo se alejó de un proyecto emancipador, ¿cómo podemos recrearlo? Para ello abordaremos los fundamentos marxistas que dan cuenta del matrimonio entre patriarcado y capitalismo, sobre la pertenencia de género y los antagonismos de clase, del cual se deriva la necesidad estratégica de reconstruir un feminismo socialista. Osea, un feminismo con estrategia revolucionaria.
Por último, como sexto punto, está planteado que con todas aquellas mujeres con las que iniciamos una experiencia en común conmovidas por la campaña de libertad a Belén que luego conquistamos, como con aquellas con las que intervenimos juntas en el XXXI° Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario o con las que marchamos el último #19O, profundicemos estos debates en perspectiva de organizarnos y prepararnos mejor para los futuros acontecimientos. Para esta tarea, durante el verano, abriremos todos los locales partidarios del PTS, para incorporar al debate y la reflexión a todas aquellas mujeres que quieren dar un paso más en la organización.
Creando instancias sociales, culturales, políticas e ideológicas donde abordaremos con profundidad estos y otros temas. Para retomar las experiencias más valiosas de mujeres y hombres que nos precedieron, pero también aquellas que están vivas y resisten los nuevos tiempos y aportan nuevas tradiciones en estas luchas.
Como las comisiones de mujeres de Zanon y MadyGraf (ex Donnelley), fábricas recuperadas que son un ejemplo para el conjunto de la clase trabajadora frente a las crisis, donde las mujeres han jugado papeles destacados. O como las mujeres y varones de la agrupación Bordó de la alimentación que logró un paro histórico el último 19O en la multinacional Pepsico, uniendo las filas de los trabajadores y superando los límites del sindicalismo, tomando en sus manos las demandas más sentidas de las mujeres. A ellas y ellos acompañaremos este martes 20 de diciembre en la movilización del sindicalismo combativo y la izquierda.
Como dijo nuestra compañera Myriam Bregman, al dejar su banca por el sistema de rotación entre las fuerzas del Frente de Izquierda, “nos vemos en las calles”.
Virginia Gómez
Nació en Buenos Aires en 1982. Es Licenciada y Profesora en Enseñanza Media y Superior en Ciencia Política (UBA). Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en la zona Oeste del Gran Buenos Aires.