Plaza de Mayo. "Hasta el peor de los nuestros": crónica del malmenorismo kirchnerista

Viene con una mujer de la misma edad y una adolescente. Saca el celular y se empieza a escuchar la voz de Cristina Fernández de Kirchner. Son las 15:38. El acto fue convocado a las 16:00 pero la plaza ya está llena y no para de llover. Llega el tren. Los vagones vienen casi llenos.

Suben dos mujeres que rondan los 40 con una nena de 6 o 7 años. Se cierra la puerta y la criatura cogotea en un hueco con la vista rodeada de caderas.

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Ahora un joven de 30 y pico, bien alto, saca su celular y pone la transmisión en vivo. Cada tanto suelta un “shhh” para pedir que el resto baje la voz. La mujer a su derecha y el hombre a su izquierda, ambos por los 40, paran la oreja. Sonríen y se miran entre sí.

En la estación Congreso las personas miran expectantes desde el andén cómo entra el tren. Se detiene. Las puertas se abren pero nadie sube.

En las siguientes estaciones muy pocas personas bajan y muy pocas logran subir.

Cristina ya aseguró varias veces que no competirá en la próxima elección. Pero a lo largo de todo el camino, desde los vagones y desde los andenes, se escucha el clamor:

Ruleros: LA desobediencia

Sobre Avenida de Mayo, desde la estación Perú hacia adelante, se puede avanzar muy poco. A la altura del Cabildo está el principal atolladero. La gente que intentó ir más adelante retrocede y avisa que no se puede avanzar. Para el otro lado, se intercalan claros de poca gente sobre el asfalto, con atolladeros en las intersecciones donde hay pantallas transmitiendo desde el escenario. Lo mismo sobre Diagonal Norte. Un punto difícil de atravesar es la esquina de la estación Catedral, de la línea D, donde hay otra pantalla.

Las cabezas bajo los paraguas, capuchas y gorras, miran para arriba. La mayoría presta atención. Aplauden cuando Cristina dice que su gobierno pagó “taca taca” la deuda al FMI.

Cantan “Cristina presidenta” e intercalan con “una más y no jodemos más”. Sonríen.

La edad promedio combina la adultez mayor con una juventud post 30. Hay adolescentes e infantes mayormente con sus familias. Hay sectores medios y más empobrecidos en proporciones parecidas. Hay columnas embanderadas, organizaciones sociales y sindicales, pero la mayoría parece que fue por su cuenta.

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Se junta un atolladero poco antes de llegar al vallado de la Catedral. Un pibe de 20 y pico camina con un paraguas y tres ruleros de colores en la cabeza.

Mal menor o nada

“There is no alternative” (No hay alternativa)
Margareth Tatcher

El saludo final de la jefa llegó en medio del atolladero, sobre un charco, contra la valla de la Catedral. La concentración empieza a desarmarse rápido.

“El discurso me pareció claro, hermoso, fue muy lindo escucharla, esperaba alguna candidatura pero igual me gustó”, dice A de 34 años. No cree que Cristina sea la candidata. “Habrá que votarlo”, dice, si el candidato llegara a ser Massa. Si Cristina lo elige, “estamos para bancarlo”. “El peor de nosotros es mejor que el mejor de ellos”, concluye.

B tiene 25, es militante y viene con un bombo. Vino a “apoyar a Cristina y a ver si iba a haber un candidato pero al final no dijeron nada de eso”. Le pareció muy buena la “perspectiva histórica” del discurso “para entender cómo llegamos al día de hoy, eso es lo que hace falta, porque la gente pareciera que tiene poca memoria, no?”. No cree que Cristina sea la candidata. Piensa que habrá PASO. A la pregunta por Massa responde con un gesto de rechazo con la mano: “Ahhhh… ay no, no sé, todavía no sé. Es lo más de derecha del peronismo que hay y sabemos la historia que tiene pero todo puede ser, no sé”. Consultado por si evalúa votar otra opción o votar en blanco sentencia: “Yo soy orgánico, voto igual”.

C tiene 46, camina bajo el paraguas del brazo con una mujer. “Vinimos de Córdoba a bancar a Cristina, a acompañar…” es todo lo que alcanza a decir y larga a llorar.

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D es un hombre de 52 y E es una mujer de 36. Ella primerea y responde contundente que vino “para bancar a Cristina”. “Era muy importante estar hoy para saber qué pasos seguir ahora en las elecciones que vienen”, agrega él y destaca la recopilación histórica del discurso. “Cristina conduce”, afirma ella, aunque opina que la decisión de encabezar con Alberto en 2019 “no funcionó”. Para él la apuesta de Cristina “sí estuvo bien, en el momento que tenía que hacer la unidad Alberto era el candidato para que traiga a Massa, porque él había sido jefe de campaña de Massa, así que me parece que fue acertado. Quizás la política, la forma de llevarla adelante Alberto fue totalmente distinta”. Ella todavía tiene la ilusión de que Cristina sea la candidata y rechaza la figura de Massa. “Sé que es el jugador que necesitamos para que hable con los centros de poder, pero es más tirando a la derecha”, agrega el hombre. Ambos creen que es riesgoso que encabece Massa y que vuelva a pasar algo parecido a lo de Alberto, “pero dentro del espacio con Cristina lo tuvimos a Randazzo, a Pichetto, a la Hormiguita (Graciela Ocaña, NdR), a Cobos... Siempre dentro de la unidad puede pasar esto”, asegura él.

F tiene 61 y camina despacio bajo la lluvia. Vino porque quiere a Cristina y porque piensa que “es la única manera que tenemos de defender el país". Dice que en el discurso “enumeró todas las cosas que hay que refrescarle la memoria a la gente cada día”. Tenía alguna expectativa de escuchar algo sobre candidaturas, pero opina que está bien que no haya dicho nada para que no “ataquen” a la fórmula desde ahora. Consultada sobre quién le gustaría que fuera el candidato dice que “ella es muy pragmática, así que pienso que el que diga ella, ese va a ser”. Massa no es mucho de su agrado, pero “si ella lo pone por algo será. Lo puso a Alberto en su momento para ganar las elecciones. Le teníamos que ganar a Macri”. Le parece que no fue un error, “porque si no lo hubiera apoyado a Alberto no hubiéramos ganado, él fue el coordinador para juntar a todos para poder ganarle a Macri que era lo importante, si no vos imaginate lo que hubiera sido la pandemia”.

G tiene 22 . Trae un piluso de La Cámpora, una remera de Néstor y Cristina pero dice que no milita. Viene con su mamá, H, de 47. Él dice que el motivo por el que vino “es muy simple, Cristina nos representa a nosotros, a lo que es el proyecto, a lo que es nuestra idea de patria “. “Queremos ni más ni menos que el amor para todos nuestros compañeros”, cierra. Ella dice que vino por lo mismo: “es mi hijo, me muero de orgullo. Ella es la conducción, es así”. En cuanto al discurso, H confiesa que “siempre nos quedamos con ganas de escucharla más y sobre todo qué propone ella ahora, cuál va a ser la fórmula”. Ninguno cree que Cristina pueda ser candidata. “O sea la lógica yo lo entiendo, pero el corazón cree que es la única que nos puede sacar de esto”, plantea la mujer. “Como alguna vez fue Perón al poder y Cámpora al gobierno hoy tiene que ser algo parecido. Es indiscutible la conducción de Cristina y tiene que ser un compañero de su talla solamente el que pueda estar en el poder”, asegura él. A madre e hijo les gustaría que el candidato fuera Wado de Pedro o Axel Kicillof, “pero es lo que quiere un militante, de ahí a lo que necesite la patria lo va a decidir Cristina”, remata el joven. Ante la consulta por una candidatura de Massa, ambos ponen cara de espanto. “Ya nos comimos muchos sapos, lo tuvimos a Scioli, Alberto, más nuestro movimiento no lo va a aguantar”, lanza él. Consultado sobre qué significa que “el movimiento no lo va a aguantar”, responde que “sería muy difícil votar a una persona así, pero si lo dice Cristina…”. Su mamá coincide: “si ella lo propone a Massa yo lo voy a votar”.

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I tiene 47 y es docente. Viene con una pechera blanca y verde de ATE. Cree que si Cristina “se tiene que correr, lo hará de una manera estratégica y pondrá al mejor de nosotros”. Sobre una candidatura de Massa, afirma: “si lo dice la compañera Cristina, habrá que acompañar. Pero prefiero a Wado”. “Sobre Massa no hay que explayarse mucho - se ríe - pero bueno este… las cuestiones estratégicas y las coyunturas políticas que se dan, si hay que enfrentar al gobierno de Cambiemos de esa manera, habrá que seguir lo que dice la compañera”. Piensa que “hay jóvenes que captan mucho la cuestión de Milei. Me parece importante que Cristina haya hecho ese recorrido histórico para que sepan qué pasó del 2001 para acá”. Preguntada sobre si escuchó alguna alusión a lo que pasó en los 90 y al lugar que ocupaba Cristina, responde: “Emmm no, no, no escuché, el lugar en los 90…Bueno sí, sabemos dónde estaba Cristina en los 90 - frunce el ceño- puntualmente vos a qué te referís?”.

J es una mujer de Flores y tiene 34. Se fuma un cigarro mientras responde. Vino porque “es un día patrio”, porque apoya a Cristina, porque le encanta “ver el país unido”. “Nada, me da escalofríos porque es emocionante ver tanta gente junta”. Consultada sobre cómo pasó los últimos 4 años con Cristina en la vicepresidencia, responde: “Voy a repetir lo que dice ella, menos mal que estuvieron ella y Alberto, porque si hubiera sido Macri…”. No quiere decir a quién votaría porque “eso es privado”, pero consultada por Massa dice que no le confía mucho: “mucha vuelta, muy panquecón, los antecedentes no te ayudan qué querés que te diga, pero bueno, qué sé yo, no sé”.

K es una mujer de 51. Dice que se hizo los rulos y sacude la melena rubia bajo el paraguas. Vino porque quiere que Cristina sea presidenta “pero es lo que decida la jefa”. “Lo que ella decida nosotros vamos a acatar y qué querés que te diga, por eso vine, por la plaza del amor”, se explaya. Ante la pregunta sobre cómo vivió los últimos 4 años dice que “nos dimos cuenta desde Vicentin que Alberto Fernández iba para atrás, tomaba una medida e iba para atrás, y ella apuntó muchas veces y ella le dijo a él ‘escuchá al pueblo’, pero él no nos escuchó nunca y siempre estuvo del lado de los poderosos. Nunca enfrentó a nadie. Alberto para nosotros fue un error, pese a que Cristina para nosotros es infalible. Nosotros lloramos ese día cuando nos enteramos, fue la gran decepción. Yo lo encontré hace muchos años a Alberto que había hablado mal de Cristina hacía poco tiempo en la tele, y lo encontré en la calle y le dije ‘¿cómo le vas a hacer eso?’”. Agrega que Massa no le gusta porque “si ves lo de Wikileaks y los Argenleaks, es parte de la embajada de EEUU, un vocero. Podrá llevarse bien con Máximo, pero no nos olvidemos quién era Massa que se fue a Davos con Macri, eh? así que yo no me olvido, como no me olvidé de Alberto y no nos equivocamos. Con Massa tampoco, yo no le creo”.

Resignación, ¿por qué?

¿Por qué limitar la acción política de tantos miles a una estrategia que demostró muchas veces no ser “infalible” para enfrentar a la derecha? Los sapos - Cobos, Pichetto, Randazzo, Scioli, la Hormiguita, Alberto, Massa - son la evidencia. Sumamos: Berni, Aníbal Fernández... ¿Por qué reivindicar con fe ciega esa conducción?

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¿Por qué apostar a opciones del tipo "Cámpora al gobierno, Perón al poder", para después asumir que desde el segundo puesto en la cadena de mando del Poder Ejecutivo mucho no se puede hacer? Ante el deterioro de las condiciones de vida de las mayorías, la "conducción indiscutible" se ha limitado a sugerencias como "escuchá al pueblo", a advertencias como "yo dije que a la riqueza se la podían llevar unos pocos vivos" o a apelaciones como “agarrá la lapicera”.

¿Por qué aceptar la estrategia de construir "la unidad" en sí, viendo experiencia tras experiencia las consecuencias de esa política? ¿No ocupa Massa un lugar clave en el Poder Ejecutivo, en la aplicación del ajuste, sin que nadie lo haya votado para eso? La unidad con lo "más de derecha de los nuestros" o "lo peor de los nuestros", no sirvió para ponerle ningún freno a la derecha, ni ningún tope al deterioro social, económico y político que se profundiza desde el 83 en adelante.

¿Por qué tomar acríticamente un discurso histórico con baches, cuando "todos sabemos dónde estaba Cristina en los 90"? ¿Por qué seguir confiando en parte del mismo personal político que se alternó y rotó durante décadas, para admitir que “es cierto que con la democracia no se pudo ni comer, ni curar, ni educar, pero sí se puede vivir”? Ese fue el mensaje de CFK en noviembre de 2022, en el día de la militancia. ¿Militar por el derecho a respirar? ¿Por qué, si como ella misma dice, los empresarios durante sus gobiernos “se la llevaron en pala”?

¿Por qué no apostar a la unidad de la clase trabajadora ocupada, desocupada, los sectores medios empobrecidos, los movimientos de lucha por el ambiente, los derechos democráticos y de género, con independencia política de las fuerzas que gobernaron siempre en favor de los capitalistas? ¿Por qué resignarse y condenar las aspiraciones a los límites del mal menor en vez de apostar a la unidad y a la independencia política de la fuerza mayor, la única que podría reorganizar por completo el país: la de los y las de abajo?