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Red Internacional
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Militarización. Hasta en la sopa: militares en el reemplazo de Conacyt

De madrugada y en fast track , el Senado de la República aprobó 20 reformas que modifican sectores fundamentales. Entre ellas destaca la decisión de eliminar el Conacyt.

Miércoles 3 de mayo de 2023

De madrugada y en fast track , el Senado de la República aprobó 20 reformas que modifican de manera importante sectores fundamentales como el sector salud, educativo y minero. Entre ellas destaca la decisión de eliminar el Conacyt.

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es la institución responsable de emitir las políticas públicas en materia de humanidades, ciencia y tecnología. Es también la institución encargada de otorgar las becas para los estudiantes de posgrado y difundir y promover la ciencia y la tecnología.

La media de extinguir el Conacyt se da en medio de una oleada de protestas por parte de la comunidad científica y académica. En su lugar se propone la creación del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación. La aprobación de esta ley causó revuelo ya que la forma en la que se aprobó no dio pie a un debate serio y profundo de la medida (tan solo 10 min después de haber iniciado la sesión extraordinaria ya se habían aprobado 10 de las 20 reformas). Con 48 votos a favor, 12 en contra y 6 abstenciones, se aprobó la ley.

Esto provocó que instituciones como diversas facultades de la UNAM y el Centro de Investigación y Docencia (CIDE) realizaran paros de 24 hrs para mostrar su rechazo no solo a la propia ley, sino por la manera tan arbitraria en que se aprobó. Los alumnos denuncian que la nueva ley militariza las actividades de investigación y le resta autonomía a la labor y gestión científica del país.

La comunidad científica se opuso tajantemente a esta nueva ley ya que deja de lado las opiniones de los académicos y científicos y no se tomó en cuenta de ninguna manera la opinión de expertos.

Esta ley no es nueva, desde diciembre del año pasado AMLO planteó el proyecto. Desde ese momento llamaron la atención los elementos de dicha ley, como la desaparición del marco jurídico para las ciencias, lo que convierte a los investigadores en servidores públicos, sin especificar en lo absoluto su naturaleza científica.

Otro elemento de esta ley es que la nueva junta estará compuesta por representantes de diferentes secretarías (Cultura, Economía, Educación, Hacienda, Medio ambiente, Salud, etc), pero lo que causó más revuelo fue la incorporación de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar).

¿Por qué la urgencia de militarizarlo todo?

A primera vista suena incompatible la presencia de militares en un organismo que en teoría está a disposición de promover y difundir la ciencia y la tecnología. Sectores donde los jóvenes tienen profunda participación. Pero también es precisamente esta juventud, que se apuesta a ser más crítica de la situación que atraviesa el país, la que es constantemente reprimida y perseguida por las fuerzas represivas.

El proceso de militarización que enfrenta el país no es casual, es una manera de mantener el control en una situación que es cada vez más convulsa e insostenible, particularmente para la juventud.

¿Qué aporte podrían hacer militares en un espacio como el Conacyt o el consejo que vaya a sustituirlo? ¿Por qué la necesidad de normalizar la presencia de los militares en cualquier ámbito social? Dentro de estas aprobaciones fast track, también se avaló el control de los militares en operaciones aeroportuarias.

La presencia de militares en las calles solamente ha dejado un saldo de pobladores muertos, heridos o desplazados. Su integración a la seguridad del Metro no se vio reflejada en una mejora en el servicio. Pero sí deja de manifiesto un mensaje claro: los militares se pueden utilizar como medida preventiva para poder mantener el orden ante cualquier descontento o protesta.

Los militares no tienen nada que hacer en los espacios académicos ni científicos. Su función es resguardar los intereses de la clase dominante, mantener a raya y atemorizar a la población. El desarrollo y presupuesto científicos no deben estar al servicio de esos intereses.

Por ello hay que rechazar su integración a cualquier ámbito académico y educativo.

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