Durante los oscuros años de la dictadura, mientras muchos hombres eran detenidos y desaparecidos, hubo mujeres quedaron afuera, enfrentando el miedo, la angustia y la soledad. Estas mujeres, enfrentaron la dictadura con mucha valentía.
Sábado 14 de septiembre
En los oscuros días de la dictadura, mi madre se convirtió en un faro de esperanza y resistencia. Mi madre tenía 30 años cuando mi padre fue detenido el 14 de septiembre de 1973 a las 22.30 horas en nuestra casa en la calle Los Leones, en Puerto Montt. Mi padre tenía 33 años y ya habían nacido mis cuatro hermanos. Yo aún no llegaba a este mundo.
El inicio de una lucha inquebrantable.
Aquella noche, los militares irrumpieron en nuestra casa, mi viejito alcanzó a darle un besito en la frente a mis hermanos, y le tomó la mano a mi madre y le dijo: “cuídate vieja”. Seguido a eso le pusieron un saco en la cabeza, lo amarraron de pies y manos, y lo subieron aun jeep. Fue llevado inicialmente al regimiento Sangra, (actualmente supermercados Jumbo) Donde fue brutalmente torturado. Desde ese momento, mi madre comenzó una lucha incansable para encontrarlo. A donde iba, nadie le daba respuestas claras; solo le decían que mi padre era un terrorista y que lo iban a matar.
El valor de la adversidad
A pesar del miedo y la incertidumbre, mi madre nunca se rindió. Tuvo cuatro hijos vivos, y uno fallecido. Siguió protegiendo a mis hermanitos, enfrentó la represión y el peligro constante. Su amor y determinación la llevaron a desafiar a las autoridades, a buscar información y a mantener viva la esperanza de encontrar a mi padre. Su valentía fue un ejemplo de resistencia y fortaleza.
Una lucha que continuó
Mi padre estuvo dos años y siete meses bajo cautiverio militar. Durante ese tiempo, mi madre sacó fuerzas de donde no tenía. Ella fue victima de abuso, un militar intentó aprovecharse de ella, ofreciéndole dinero y amenazándola con un arma de fuego. En la misma casa en donde vivía este desquiciado militar, mi viejita dice; “había sillas de niñita pequeña, se notaba que tenía una esposa”.
Mi viejita muerta de miedo logró escapar y se fue corriendo a denunciar el abuso en donde un capitán. Y a pesar del temor constante de que la pudieran matar a ella o mis hermanitos, mi madre se mantuvo firme y expectante, siempre luchando por verdad y la justicia.
Un legado de Resiliencia
Mi padre fue víctima de violaciones a los derechos humanos y sufrió torturas gravísimas en uno de los recintos fue la Ex PDI, actual Egaña 60. Sin embargo, la lucha mi madre no fue en vano. Su coraje y su perseverancia no solo mantuvieron a nuestra familia unida, sino que también inspiraron a otros a seguir luchando por la justicia y la verdad.
Este homenaje es un reconocimiento a mi madre Rita Paillacar, una mujer valiente que enfrentó la adversidad con una fuerza inquebrantable. Su historia es un testimonio de amor, resistencia y esperanza. Hoy, a 51 años después recordamos y honramos su sacrificio y su lucha, y su legado perdura en nuestros corazones.
A todas las mujeres que siguieron luchando y que lamentablemente se fueron de este mundo sin encontrar a sus seres queridos, les rendimos homenaje. A pesar de las adversidades su valentía y su perseverancia nos inspiran a seguir. Por sobre todas las cosas, lo que nos mato nos hizo mas fuertes, y que hoy día sus hijos, sus hijas, nietos y nietas quieren homenajear a cada una de las mujeres que entregaron todo y mas para ser escuchadas y exigir justicia.
A las mujeres que se quedaron afuera mientras sus compañeros, hijos, hermanos y padres fueron detenidos, torturados y desparecidos. A 51 años del golpe militar nada ni nadie esta olvidado.
GRACIAS POR SU TREMENDA Y ADMIRABLE ENTREGA.