El 16 de agosto de 1977 fallecía el “Rey del Rock” en Graceland, su mansión en Memphis. La primera megaestrella del rock influyó a todas las generaciones posteriores de músicos, incluso aún hoy.
Augusto Dorado @AugustoDorado
Miércoles 16 de agosto de 2023
Elvis Presley en 1985 | Wikimedia Commons
Un paro cardíaco con tan sólo 42 años: la noticia de la muerte de Elvis Aaron Presley conmovió al mundo, en especial a la parte norte. Estados Unidos se paralizó. No era la primera vez que el Rock perdía prematuramente a una estrella. Buddy Holly había fallecido en un accidente aéreo junto al también célebre Ritchie Valens (el de “La Bamba”); pero ninguno había brillado tanto y tan alto como “el Rey”.
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Elvis se transformó en nombre propio, en uno de los mayores símbolos de esa entelequia denominada “cultura Pop”. Y como una paradoja de su destino, al artista que alcanzó fama mundial de la mano de su primer single exitoso llamado “Heartbreak hotel” (“Hotel del corazón roto”) se le rompió el corazón aparentemente por el exceso de fármacos, de drogas legales.
Poco tiempo antes, un movimiento novedoso surgido en el Reino Unido –el punk, que a la vez que rescataba la simpleza y actitud original del Rock contra las corrientes dominantes en la industria musical, también le apuntaba a los ídolos y las “vacas sagradas” del Rock- preanunciaba el ocaso: “No Elvis, Beatles ni Rolling Stones en 1977”, cantaban los Clash. Y el corazón de Elvis ese año dijo “Basta”.
Aunque desde 1972 estaba prácticamente retirado de los escenarios (uno de sus tantos retiros, el primero había sido en 1958 para cumplir con el servicio militar), había publicado el que sería su último disco, Moody Blue, que incluía una versión inolvidable del clásico popularizado por los Righteous Brothers “Unchained Melody” (“Melodía desencadenada”). Justicia con lo que fue su mayor legado: una sucesión de grandes melodías desencadenadas.
Estrella también en el cine con filmes como Jailhouse Rock (“El Rock de la cárcel”, otro de sus mayores éxitos a nivel mundial), pionero en llevar el Rock a la pantalla grande, tuvo un sinfín de homenajes: casi ninguna de las grandes bandas y solistas de Rock del siglo XX dejó de hacer algún cover de Elvis.
Desde Los Beatles y John Lennon hasta los Pet Shop Boys, pasando por UB-40 . Incluso una peculiar banda tributo llamada Dread Zeppelin, que hacía covers en clave Reggae de la banda de Page y Plant con un vocalista autodenominado Tortelvis, que parodiaba la etapa de decadencia de “el Rey del Rock”... Todos fueron influenciados por este cantante nacido en Tupelo, Mississipi, en 1935.
Quizás uno de los mejores homenajes provino desde el cine: la película El último Elvis de Armando Bo es un gran relato melancólico de los intentos desesperados de un obrero que sueña hasta traspasar los límites de la obsesión con vivir la vida de su ídolo Elvis. En esa pequeña metáfora encierra la importancia que tiene en la vida cotidiana de seres comunes la obra de artistas de la talla de Elvis Presley.
En La Izquierda Diario no tenemos ningún respeto por la institución monárquica: como lo hizo la Gran Revolución Francesa, bregamos por abolirla. Por lo tanto, no valoramos acríticamente ni siquiera al “Rey del Rock”: Elvis siempre estuvo cercano a ideologías conservadoras y patrioteras, al punto de entrevistarse con Nixon (uno de más impopulares presidentes de Estados Unidos, que cayó por el escándalo Watergate) en plena guerra de Vietnam para brindarle su apoyo y elogiarlo; sin mencionar una carta en la que se ofrece a “colaborar” (como buchón) con la nefasta agencia de inteligencia CIA, además de declararse contrario al movimiento hippie y los Panteras Negras, entre muchos otros dislates derechistas. Desde el punto de vista de muchas de sus concepciones y posiciones políticas, no merecería ni un renglón de homenaje en este medio.
Sin embargo, hace 46 años dejaba este mundo uno de los más grandes artistas de la música contemporánea: Elvis, el sex symbol de campera de cuero que escandalizaba en los años ´50, la estrella cinematográfica de uniforme militar, el tipo de las declaraciones arrogantes (no perdonó ni a los Beatles a los que consideró “anti-norteamericanos”), pero también el gordo del estado de ánimo frágil y endeble. Fue todos esos grandes personajes en uno sólo. Pero rescatamos al más humano y querible, el que dialoga y ríe junto a su público -ya sabiéndose caído en desgracia y vuelto a resurgir- en registros en vivo como el del disco Elvis in concert.
Seguramente por eso, a más de cuatro décadas de su ausencia física -y a pesar de sus contradicciones- en el mundo de la música lo tenemos siempre en nuestra mente. Y en nuestra discografía.
Artículo originalmente publicado el 16 de agosto de 2017, al cumplirse 40 años de la muerte de Elvis Presley