En los laboratorios de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM) está funcionando la primera bioimpresora 3D, creada y desarrollada en la Argentina, capaz de imprimir tejidos humanos. Esta nueva tecnología en pleno desarrollo en todo el mundo se aplica para poder curar cortes, quemaduras, escaras o lesiones.
Sábado 25 de junio de 2016
En una entrevista publicada por el diario PERFIL, la doctora Elida Hermida, investigadora del Conicet y experta en ingeniería biomédica de la UnsSaM, explicaba “Para reparar tejidos dañados los médicos deben recurrir a técnicas de trasplantes, provenientes del propio paciente, de un donante o de animales. Pero en estos dos últimos casos puede haber rechazo inmunológico por incompatibilidad”. Si la herida es pequeña la piel se repara por sí misma. Pero si la lesión tiene más de 5 cm de diámetro el cuerpo encuentra dificultades para “rellenar” ese hueco.
En la actualidad para regenerar tejidos dañados los médicos deben utilizar mecanismos de trasplantes provenientes del propio paciente, de un donante o de animales. Pero en estos dos últimos casos puede haber rechazo inmunológico por incompatibilidad. Para estas situaciones donde la herida no puede sanarse por el cuerpo por sí solo, hace algunos años se pensó en la posibilidad de “imprimir” piel recurriendo a bioimpresoras 3D con el fin de fabricar parches que se adapten en forma exacta a la lesión que se intenta curar y que sean compatibles.
Esta tecnología de impresión biológica está en pleno desarrollo en muchos laboratorios del mundo, pero esta impresora, la 3-Donor, es la primera diseñada y fabricada íntegramente en la Argentina, tanto en relación al hardware como al software. “A mediano plazo nuestro objetivo es fabricar membranas de tejidos a la medida de cada paciente para poder curar cortes, quemaduras, escaras o lesiones producidas, por ejemplo, por la diabetes” comentaba la investigadora del Conicet.
La impresión de tejidos humanos podría acelerar en forma significativa y hacer menos traumática y riesgosa la curación de, por ejemplo, quemaduras graves. Y también reducir la cantidad de veces que estos pacientes deben pasar por el quirófano a causa del tratamiento. Este nuevo avance tecnológico, si se pone al servicio de la salud pública, podría revolucionar el tratamiento de quemaduras, úlceras causadas por la diabetes y lesiones que hoy requieren de trasplantes de piel.
Para que se sigan desarrollando estas investigaciones que nacen en la universidad pública en conjunto con emprendedores es necesario un aumento del presupuesto educativo. El cual hoy representa un 5,3 % del PBI. Sin embargo, el presupuesto destinado a las universidades no llega a un 1 %, del cual, más del 90 % se destina a los salarios. Es necesario un aumento urgente al 10 % del PBI para la educación, para que se sigan desarrollando investigaciones, para generar un avance científico y que esté, a su vez, se ponga al servicio de la clase trabajadora.
Participar, difundir y organizarse es la única manera de torcerle el brazo al gobierno en su sistemático plan de ajuste al pueblo trabajador y que triunfe la lucha educativa que se hizo visible el 12 de mayo donde las universidades susurraron: No al ajuste.