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Red Internacional
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MUNDO OBRERO ESTADO ESPAÑOL. Inma era teleoperadora, murió en su puesto de trabajo y sus compañeras fueron obligadas a seguir trabajando: esto es la brutalidad de la explotación capitalista

Inma, una trabajadora de telemarketing, falleció el martes pasado mientras trabajaba en la empresa Konecta. Durante tres horas el resto de las trabajadoras y trabajadores fueron obligados a seguir trabajando junto al cadáver de su compañera. Un caso escandaloso de la explotación y la precariedad capitalistas llevadas hasta el final.

Alex León @A10Leon

Martes 20 de junio de 2023

El martes pasado una trabajadora de Konecta –una empresa de telemarketing que ofrece servicios a Iberdrola, entre otras campañas– falleció en su puesto de trabajo. Esto podría ser un triste titular sin más, pero los hechos tal y como sucedieron demuestran la cara más brutal de la explotación capitalista.

Inmaculada murió inesperadamente en su puesto de trabajo mientras atendía llamadas. Se desplomó y mientras trataban de reanimarla se obligó a seguir trabajando al resto de compañeros. Literalmente a centímetros de Inmaculada había otros trabajadores que eran sus compañeros, colegas que la conocían y apreciaban, que habían pasado momentos con ella y a quienes se les exigió seguir atendiendo llamadas para vender un servicio de Iberdrola o atender una de las miles de reclamaciones por sus engaños.

Según denuncian desde CGT, “los responsables les dijeron que no podían dejar de trabajar, que eran un servicio esencial”. Sí, repugnante. Pero…¿esencial para quién? Para Iberdrola, claro. Para que siga haciendo caja u ofreciendo la mierda de servicio que ofrece a costa de precariedad. O para Konecta para que sigan dando un servicio sin alteraciones y no ponga en riesgo su contrato con la energética. Tiene que demostrar que usa bien el látigo, incluso en momentos excepcionales.

Esto no es un hecho aislado en Konecta. En 2020 una trabajadora murió en su puesto de trabajo porque la empresa se negó a adaptar el teletrabajo a sus empleados poniéndoles en riesgo de contagio. Todo por ahorrarse unas migajas.

Literalmente para las empresas la vida de sus trabajadores no vale nada con tal no alterar el ritmo que les permite seguir exprimiéndonos para continuar obteniendo beneficios. Los que trabajamos en curros precarios sabemos que para las empresas solo somos números. A veces incluso el hecho de ir al baño es un motivo de conflicto. Cuántas llamadas coges, cuánto vendes, en cuánto tiempo ofreces el servicio… todo está medido al segundo. Y no te salgas del esquema.

Este hecho forma parte de la precariedad. Lo que sucedió con Inmaculada forma parte de la brutalidad que nos impone la explotación capitalista y la precariedad llevada hasta el final. Esto solo puede imponerse con un sistema despótico y dictatorial en las empresas.

Pero también de la impunidad con la que gozan empresas como Konecta tras décadas de pérdida de derechos de los trabajadores que han impuesto gobierno tras gobierno con el beneplácito de las burocracias sindicales. Incluido este Gobierno autoproclamado progresista que ha jugado un papel clave para revalidar todos estos retrocesos.

Pero la juventud precaria que curramos en empresas como Konecta o similares somos cada vez más conscientes de esto y de la necesidad de organizarnos y pelear por poner fin a la precariedad y el sistema despótico que nos imponen en los centros de trabajo. Como los jóvenes de Telepizza que salieron a la huelga el sábado 10 de junio para reivindicar mejores condiciones de trabajo frente a una patronal millonaria que poco le importan las condiciones de sus trabajadores incluso en temas de seguridad.

Reivindicamos todos estos ejemplos de organización y lucha que empiezan a mostrar el rechazo de los jóvenes precarios a este sistema de mierda que nos condena a vidas miseria, ¡Lo reivindicamos porque nuestras vidas valen más que sus beneficios!