Coautor del libro "Fútbol y política", exfutbolista y DT, exiliado durante la última dictadura militar en Argentina, en esta columna Cappa azuza con ironía a los cuatro jinetes de un apocalipsis diseñado por el poder económico para aumentar sus obscenas ganancias en perjuicio de las clases populares.
Jueves 25 de enero 10:50
Tiene el aspecto de un oligarca y el gesto de un oligarca estreñido. Agrio en el trato, como fastidiado por tener que bajar a la Tierra para explicar a sus inferiores que deben estarse calladitos y obedecer. Es que no entienden, estos zurdos incordiosos, que la gente “de bien” es la que debe mandar.
Habla como si supiera, como si estuviera de vuelta de todas las cosas, con el tono despectivo que la clase dominante utiliza para demostrar su superioridad y poner a cada uno en su sitio.
No vacila en insultar, menospreciar, burlarse y despreciar a los interlocutores que se atreven a poner en duda sus remanidos y tristes argumentos, sorprendentemente débiles además.
Es un tipo duro al que algunas veces han fajado y otras ha fajado él, según sus propias palabras y no hay por qué dudar. O sea, no lo desafíen a pelear porque lo van a encontrar, ojo.
Tiene también convicciones muy firmes. Por ejemplo dijo de Milei que ”lo que propone no es serio, no es seria su idea de dolarización, ni tampoco su verso anti-casta”. Pero al estilo de Groucho Marx, si no les gustan sus principios tiene otros y ahora es como carne y uña con su presidente.
Ambos son liberales, aunque Espert dijo que Milei “es un liberal poco serio, o por lo menos dice que es liberal. Yo creo que no lo es, pienso que es un populista más”. Es que, citando una canción de Zitarrosa , “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. ¿Está claro?
Es un férreo defensor de la Constitución. Habrá que preguntarle en qué lugar de la Constitución está que al que no obedece una orden policial “cárcel o bala”. Seguro que algún artículo lo contempla, él no va a decir una cosa por otra.
Algunos de los que nunca faltan lo han denunciado por “encubrimiento y asociación ilícita” en el caso Federico Machado quien, según esas denuncias financió su carrera política. Federico Machado es un narcotraficante. Espert dijo que no sabía nada de las actividades del tal Machado. Es que él está en otra cosa, no se fija en esos detalles.
También lo denunciaron por instigación pública a cometer delitos.
Inclusive el diputado Rodolfo Tailhade lo acusó en 2022 de hacer política “con financiamiento del narcotráfico”. Se refirió a “Fred Machado hoy preso por pedido de EEUU”, dijo.
¿Qué le respondió Espert?, que vaya a la Justicia y presente pruebas. “Denunciame y que me condenen si es cierto”, agregó.
No se por qué me vienen a la memoria unos versos del Martín Fierro:
“Hacete amigo del juez/no des de qué quejarse/pues siempre es bueno tener/ palenque ande ir a rascarse”. Caprichos de la memoria, seguramente.
Milei, que habla con Dios a través de su perro muerto y repite fórmulas liberales de tiempos remotos como si las hubiera inventado, Bullrich que, de (supuestamente) reprimida pasó a represora feroz con toda naturalidad y trata de imponer severos protocolos anti-manifestaciones, Villarruel que le llevaba hostias consagradas al asesino Videla y añora los tiempos cuando los militares tiraban al mar a militantes opositores, torturaban a mansalva y robaban recién nacidos a embarazadas cautivas y Espert con su cara de asco y su arrogante prepotencia, tienen en sus manos el presente y el futuro inmediato de Argentina y los argentinos.
Los cuatro jinetes de un apocalipsis diseñado por el poder económico para aumentar sus obscenas ganancias en perjuicio de las clases populares.
Una tragedia que solo podrá evitar y evitará la lucha del pueblo en la calle y en todos los frentes abiertos.