Mexico 68, juventud y revolución de José Revueltas, es una obra fundamental para entender el movimiento de 1968. Es una obra militante, escrita por uno de sus protagonistas, reuniendo notas, ensayos, vivencias y sus diarios en los tiempos de clandestinidad y de prisión. Su pluma se mueve al fragor de la lucha, los momentos de persecución y la cárcel.
"Prohibido prohibir la revolución". Así empieza México 68, Juventud y revolución.
Hemos seguido paso a paso, con un interés enorme, ardiente y lleno de esperanza, vuestras magnificas jornadas revolucionarias de este mes de mayo de 1968.. [1]
Son las primeras, apasionadas palabras de la carta abierta a los protagonistas del Mayo francés. Revueltas la leyó ante los estudiantes con los que se reunía, en Ciudad Universitaria, mientras preparaban un acto en solidaridad con los obreros y jóvenes franceses.
el deber de los revolucionarios es hacer la Revolución... vuestro impetuoso movimiento, vuestras ejemplares jornadas de Paris, Estraburgo, Lyon, Marsella, Toulouse, Besancon, vuestra toma de fabricas... vuestro rechazo terminante de las transacciones y componendas con los patronos y el gobierno, constituyen ya la Revolución en Marcha. [2]
El internacionalismo destila por cada una de las frases. Pero no era solo patrimonio del escritor y militante. Los sectores más avanzados del movimiento estudiantil, nucleados en el Consejo Nacional de Huelga, vibraron con la rebelión obrera y juvenil que cruzó intensamente los continentes, y que terminaría cimbrando desde Japón y Checoslovaquia hasta Argentina.
Los obreros, los campesinos, los estudiantes, los intelectuales de Francia, tienen la palabra ante esta oportunidad histórica ... se trata de que sea el propio pueblo de Francia, sublevado y libre, quien destruya por si mismo el poderío atómico bélico del imperialismo francés. [3]
Internacionalismo era (y es) antiimperialismo. Como Revueltas, la juventud mexicana abrazó la resistencia heroica de Vietnam contra la agresión yanqui, y el inicio del movimiento está para siempre enlazado con la solidaridad con la revolución cubana.
Impediremos que nuestras revoluciones sean prohibidas, bien por la represión del enemigo o por las mediatizaciones y componendas de las viejas direcciones burocráticas del estalinismo .... no desmayemos. Nuestras voces serán escuchadas. La victoria será nuestra. [4]
Así termina la carta a los obreros y estudiantes franceses. Un final que le habla a los manifestantes franceses y también a las generaciones por venir. En 1960, Revueltas había roto con el Partido Comunista y asumió una postura crítica ante la corriente internacional en la que habia militado. El ya maduro marxista no dudó y se radicalizó en esos años. En 1971, con una nueva temporada en el infierno en sus espaldas [5], dirá que el movimiento internacional de 1968 fue la crítica de la burocratización y anquilosamiento de los partidos comunistas y socialistas: “La juventud, así, recogió todas las banderas pisoteadas, desgarradas, escarnecidas. Todas eran banderas rojas. Siguen siendo banderas rojas”. [6]
No exageramos cuando afirmamos que esta carta es parte fundamental de la preparación ideológica del movimiento mexicano y uno de sus fundamentos internacionalistas. Un movimiento que se inscribió en la dinámica de rebelión obrera y juvenil que sacudió el mundo.
Clase obrera y movimiento estudiantil
Revueltas estuvo entre quienes más pensó el Movimiento del 68. En sus escritos destaca sus formas democráticas de organización, teoriza en torno a la autogestión y se preocupa por el lugar histórico que ocuparon los estudiantes en la rebelión contra el régimen del PRI.
Derrotada y reprimida la huelga ferrocarrilera de 1958-1959, se liquida de modo completo cualquier vestigio de independencia política y sindical del movimiento obrero...Puede decirse que es en este decenio donde el monopolio de la elite del poder llega a su punto más elevado. Se desencadena, dentro de estas condiciones, el Movimiento estudiantil de 1968. [7]
Revueltas era un intelectual orgánico de la clase obrera que comprendió profundamente el rol que estaba jugando el movimiento estudiantil.
La Universidad, el Politécnico, Chapingo, las Normales y todo el estudiantado, se encuentran de pronto ante la tarea gigantesca de desempeñar el papel, impuesto por las circunstancias, de convertirse en la conciencia nacional del país. [8]
Cuarenta y un años antes, [9] un revolucionario internacionalista, nacido en el seno de una familia judía en la ciudad de Yanovka, Ucrania —a quien el mexicano leyó por esos años—, había escrito palabras con un sentido similar, a propósito del inicio de la revolución española:
Cuando la burguesía renuncia consciente y obstinadamente a resolver los problemas que se derivan de la crisis de la sociedad burguesa, cuando el proletariado no está aún presto para asumir esta tarea, son los estudiantes los que ocupan el proscenio.
Revueltas no ve en el movimiento estudiantil un sujeto alternativo a la clase obrera. Considera sí que, por el atraso del movimiento obrero mexicano —que atribuye al rol del charrismo sindical y el peso de las derrotas previas— “la conciencia colectiva nacional se exprese a través del Movimiento del 68, con el lenguaje del proletariado ... de aquí el contenido avanzado, revolucionario y socialista (del mismo)”. [10]
Sin embargo en México 68: Juventud y Revolución enfatiza que “este escape de la conciencia hacia la Universidad no otorga a ésta, ni a los estudiantes ni a las clases medias, el papel dirigente en el proceso histórico”. [11]
Revueltas innova, crea y teoriza. Rompe esquemas de forma herética, incluso los que él mismo defendió en el pasado. Está obligado a eso porque el movimiento estudiantil ocupa el proscenio. Hay que explicar las causas de esto, conocer sus fortalezas para desarrollarlas —por sobre todo, era un militante— y superar así sus límites.
Quien escribió, en 1958, que “la tarea consiste en reagruparse, reorganizarse, recuperar las fuerzas en silencio, con los dientes apretados y sin dejarse llevar por la desesperación”, [12] 10 años después busca las vías para que el movimiento estudiantil influya sobre la clase trabajadora, y que la impulse a jugar su rol histórico. En sus escritos y su diario (que sus editores llamaron “Gris es toda teoría”) apuesta a la generalización de lo que considera las tres formas básicas de autogestión del movimiento.
Primero, la democracia directa a través de comités de lucha, asambleas y Consejo Nacional de Huelga. Luego, la coalición y alianza entre maestros y alumnos. Y en tercer lugar, las brigadas políticas que vinculan al movimiento con el pueblo. Como pretende su extensión al movimiento obrero, propone crear comités de lucha en las fábricas y un “consejo general obrero de lucha”.
Cuando se leen estas líneas, resuena el Proyecto de Programa del Consejo Nacional de Huelga, que fue el resultado de las deliberaciones del CNH, el cual iba a ser aprobado el 18 de septiembre. No es anecdótico recordar que el estudiante designado por el Consejo para escribirlo y llevar las copias a la sesión fue apresado. Carlos Sevilla, entonces militante trotskista, participaba en las reuniones del Movimiento Comunista Independiente, una coalición que reunía también a José Revueltas.
La clandestinidad y la cárcel
A partir de la ocupación de Ciudad Universitaria, los miembros del Consejo Nacional de Huelga pasaron a la clandestinidad. Revueltas también. En su diario, al ritmo de las mudanzas forzadas de casa y las noticias de las detenciones, puede palparse la represión que se cierne y los intentos por romper el cerco político y social en que el gobierno de Gustavo Diaz Ordaz sume al CNH.
El 2 de octubre se interrumpe su diario. Días aciagos donde “no recuerdo cuantas veces hemos cambiado ya de refugio y recorrido la ciudad de un coche a otro”. [13] El 29, Revueltas vuelve a escribir “en un cuarto amplio, en algún lugar de la ciudad”. El texto se llama “Un fantasma recorre México”, un crudo testimonio del dolor y la angustia vivida el 2 de octubre.
Llega María Castrejón... Viene de Tlatelolco. No sabe nada de Juan Manuel, ese otro muchacho, su esposo; se separaron; se perdieron... “Calma, calma, no se dejen provocar”, gritaba un magnavoz del CNH sobre la plaza. Pero ¿qué quería decir aquello, calma? Una invocación abstracta sobre las cabezas de la multitud enloquecida, mientas los asesinos del batallón
Olimpia, vestidos de civiles y con un guante blanco en una mano para identificarse entre ellos, disparaban a quemarropa sobre la gente. La última imagen de Juan Manuel fue la de una figura que se agazapaba tras de una estrecha columna, en medio del fuego cruzado, dice María. Un fantasma recorre México, nuestras vidas. Somos Tlatelolco... [14]
A Revueltas lo detienen el 16 de noviembre. El día anterior —cuando se interrumpe su diario—, dio una conferencia en Ciudad Universitaria. Debió entrar de incógnito el día anterior y dormir en las instalaciones. Al terminar, utilizaron varios carros para distraer a sus posibles perseguidores. A pesar de eso, el gobierno descubrió donde estaba escondido.
Una nota al pie en el libro narra que durante los 2 meses de clandestinidad utilizó la boina que le regaló el poeta español León Felipe. Por esos azares del destino, Felipe falleció en la Ciudad de México el 18 de septiembre de 1968, día de ingreso del ejército en Ciudad Universitaria.
En la cárcel, Revueltas no dejó de escribir. Denuncia allí las injusticias y arbitrariedades del gobierno y las autoridades del penal. En México 68, Juventud y revolución encontramos su declaración de huelga de hambre y su Diario de Lecumberri. También su “Carta al III Congreso de la IV Internacional”. [15] En el Palacio Negro, preparó mucho de lo que haría a partir de su liberación, en particular sus conferencias y escritos sobre la autogestión académica y la universidad crítica.
En 1971 José Revueltas salió de la cárcel. La clandestinidad y la cárcel le pasaron factura en su salud. A pesar de eso, continuó durante los siguientes cinco años con una incansable actividad intelectual hasta su fallecimiento, en 1976. Nos queda el fulgurante Mexico 68, Juventud y revolución, escrito desde las barricadas.
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