Poeta, surrealista, vivió en Europa en los primeros años de 1930. Conoció a Andrés Nin en Cataluña y éste le ganó a las ideas de la Oposición de Izquierda dentro de la Internacional Comunista. Regresó a Cuba y, después de pasar un tiempo en la cárcel, tanto en Cuba como en España, por sus actividades revolucionarias; fue ganado por Andrés Nin al troskismo durante estos años de encarcelamiento. Apenas salió de prisión en 1932, comenzó a laborar dentro del Partido Comunista de Cuba para impulsar la perspectiva del marxismo revolucionario que desplegaba la Oposición.
Fundó el Partido Bolchevique Leninista en 1933 durante la gran revolución que, en Cuba, derribó a Machado. Después viajó a España y participó de la Sección Bolchivique Leninista de España, el grupo trotskista oficial, cuyos integrantes formaron parte de las milicias y las filas del Partido Obrero de Unificación Marxista durante la Guerra y Revolución que inició en 1936. Publicó junto a su compañera, también poeta, Mary Low los Cuadernos Rojos de España sobre su experiencia en la Revolución contra el fascismo.
Publicamos el texto El choteo cubano que aborda la cuestión negra desde el punto de vista trotskista. Constituye, junto a la obra de Sandalio Junco, los primeros esbozos de una visión dentro del marxismo de las primeras décadas del siglo XX sobre la relación entre la raza y la clase. En este texto pueden leerse las diferencias entre el estalinismo y el trotskismo sobre la cuestión y la participación de las masas negras durante la revolución que derribó a Machado.
En dicho texto aborda la cultura del choteo en una respuesta al intelectual cubano Jorge Mañach. Analiza de forma cultural la sexualidad, la música, el arte y la relación de la negritud con las relaciones materiales de desigualdad que generan el racismo. También analiza la participación de la cultura afrocaribeña en la Revolución de 1933.
El choteo cubano por Juan Ramón Breá. Santiago de Cuba, 1938
La característica más saliente en el cubano medio es su perpetuo buen humor. No deja pasar la menor ocasión de reír y a primera vista se ve como un individuo contento y vivaz. Con un comentario bromista siempre en sus labios muestra su alegría, se exterioriza en todas sus actitudes, manifestándose hasta en la música – esta música tan conocida hoy en día por todo el mundo que se llama rumba- sin tener verdaderamente un punto de vista dionisiaco en la vida, parece no tener más que una sola preocupación dominante: divertirse.
Buscar diversiones constituye, en la mayor de las partes de los cubanos, su objetivo de vida. Lo que se busca en el fondo es un placer sano y sin complicaciones -bailar y festejarse- pero con una tenaz persistencia que sugiere la pérdida del aturdimiento en el sentido de la anterior guerra o sea enterrarse hasta la médula en las diversiones por huir de una tristeza amarga y casi siempre literaria. Por el contrario, en el cubano no hay nada de este abominable mal de Siglo. Su gusto por abandonarse a una rumba interminable no lo es en el trágico sentido de querer ahogar sus penar en ron, se concibe la tristeza hasta en sus más naturales manifestaciones como una actitud por lo menos de mal gusto, sino francamente ridícula.
La costumbre del festejo del sábado aparece más extendida que la de ir a la misa los domingos. Además, se divierte hasta con las cosas que parecen más motivos de lágrimas. No solo los onomásticos, bodas y bautizos son pretextos de festivales, como en todas partes, sino la muerte misma. Hasta se ha hecho música de baile acerca de la muerte de “Papá Montero”. Los velorios y los entierros sirven para reunir socialmente a todo el vecindario, y después de los gritos, las lamentaciones y lágrimas alrededor del sarcófago, se pasa sin transición a los más chispiantes y a veces más picantes comentarios.
Las tazas de chocolate
Ponen sabrosas pausas en la conversación
Pero no sólo las tazas de chocolate, sino el ron y el inagotable anecdotario de las veloristas profesionales.
Así que todo sirve de pretexto para reunirse y reír. Hace calor, pues un poco de cerveza no vendría mal. Hace frío. Llueve. Entiendes, un poquito de ron no vendría. Se conmemora el nacimiento de un héroe de la patria, pues festejarlo igualmente. Pero más que su simpatía y su buen humor en general considerados como valores humanos, tiene otro aspecto en su carácter que puede interesarnos; ese modo particular de humor que es el choteo.
El cubano se burla de todo. Los acontecimientos, las gentes, los conceptos ético o la gloria, la patria o la religión, nade de esto intimida su risa. Naturalmente que cada país ha hecho su comentario irónico y su libro humorístico, sobre uno o todo estos principios, pero en el caso del cubano ya es otra cosa. Aquí no es el intelectual el que únicamente se permite la frase irreverente hacia los valores éticos generalmente aceptados, sino todo el mundo, hasta la negra cocinera y el vendedor de maní. Como manera de ser, el choteo demuestra a la par la indiferencia y la indolencia. Pero sobre todo demuestra la intención de desvalorizar, rebajando o disminuyendo todo lo que toca. Es una manera más bien grosera y hasta vulgar, hasta soez, muchas veces sin mayor aspiración de refinamiento ni a la aspiración al refinamiento formal ni a la pretensión. Por todo esto el choteo nos aparece en contraste con otros tipos de humor de la América Latina o como en España, tal como el humor mexicano que es refinado o el humor andaluz, tan metafórico y fino.
Pero a pesar de los derroches de alegría, ¿Es el cubano sobre todo el negro cubano, un ser radicalmente feliz y contento de su existir? Este constante “y a mi que me importa” ¿Son signo verídicos de felicidad? A esta pregunta no podemos responder sino después de comprender más o menos de una sutil psicología del negro cubano a lo que por ahora nos vamos a asentir más o menos más específicamente.
Por lo pronto al negro en Cuba le tienen prácticamente cohibido, sino hasta que está prohibida toda superación individual, por más que nuestra Constitución no le mengua derecho alguno, y por lo tanto, al no poder señalar de donde viene en él esta positiva mengua y mínima valía, no puede concretamente objetivarla.
Como es un hombre que no ve teóricamente lo que se le prohíbe, tampoco puede saber de donde viene lo que está con él, ni quién es su enemigo. Es para olvidarse de esto que busca una perpetua diversión, aunque sin darse cuenta que lo hace para olvidar. El proceso no es enteramente consciente. No lo vemos por ejemplo, que se ponga sistemáticamente a festejar diciendo “Yo soy negro cubano, por eso no valoro nada, por eso voy a buscar el olvido en el placer” no hallamos casi nunca así eso. No hablamos que el negro se entregue a la “Cumbancha” íntimamente amargado por su condición social y racial y deseando disipar su amargura. Al contrario, el negro cubano se hace sofisma, se concibe como un buen muchacho que le gustaría reír y reírse por que su carácter es así, cree en la sinceridad de su contento, y ya que el mismo se cree así, difícil se hace afirmar lo contrario. No hay objetivo en precepto legal alguno de esta discriminación de la raza, y esto precisamente es lo que impide combatirla abiertamente y prácticamente. La misma razón que le cohíbe en efecto el objetivo de la lucha contra el enemigo que no cree de antemano posible de vencer.
Una de las mayores dificultades que encuentra la revolución socialista en Cuba, es precisamente esta preocupación dominante y el de la liberación nacional. Hoy lo que interesa al cubano medio, mucho más que cualquier idea socialista, es la libertad de un país que no ha podido conseguir. Las reivindicaciones de la guerra de 1895 aún históricamente vigentes, la Guerra de Independencia no fue ganada sino más que en apariencia, todavía siguen vigentes las mismas demandas y los mismos argumentos que hicieron emprenderla: lo único que ha cambiado ahora es el entusiasmo.
La desaparición de este entusiasmo bélico patriótico se debe al hecho que el enemigo ha cambiado hoy y que su sentimiento de impotencia ha nacido. He ahí el pesimismo nacional y el complejo de inferioridad de los cubanos, que se traducen en choteo.
Al explicar estas razones de ser del choteo, hemos tropezado a menudo con la objeción de que, si ellas fueran ciertas, implicaría que el choteo no existiría antes de la dominación española. Se sorprenden que el carácter nacional haya podido cambiar en tan poco tiempo. Pero no hay que sorprenderse, pues la explicación es muy sencilla. Sabemos por la dialéctica que el carácter nacional haya cambiado en tan poco tiempo. Pero no hay que sorprenderse de la rapidez de las transformaciones y tenemos un ejemplo: Alemania antes y después del año de 1870. Poco antes de la guerra franco prusiana o los caricaturistas ingleses que tenían de costumbre la de dibujar la Alemania como un soñador común, un hombrecillo sumergido bajo su pesada gorra. Hacía años que la idea de la Alemania aguerrida había desaparecido en años. Todavía tenemos un ejemplo más vigente en este mismo pueblo. El cambio efectivo en algunos años, desde el alemán pre-hitleriano hasta el ario cien por cien de estos días. En el caso cubano, había por cierto, en los tiempos de colonia, todas las indicaciones de un temperamento risueño, inclinado a tomar la vida ligeramente, pero el choteo, tal como nosotros lo conocemos no existía. No podía existir en vista del hecho que es el producto de ciertas circunstancias específicas que no habían podido desarrollarse. Cualquier país, que como Cuba, haya pasado a través de tantas experiencias en tan pocos años -Guerra de los 10 años, guerra de independencia, compenetración de los yanquis, a través de la industria entera, trayendo como consecuencia transformaciones en la estructura social, en menos de 80 años- no puede dejar de esperar cambios de carácter nacional.
Hemos visto aquí la primera razón del choteo, y esta tiene un carácter nacional. Veremos ahora la segunda razón, que es la racial. Para comprenderla, tendremos que hacer primeramente un corto análisis de lo que es el prejuicio racial.
Sería de una ligereza idealista imperdonable, si tratáramos de representar el sentimiento de superioridad que un blanco siente hacia un negro como un capricho de megalomanía. Este sentimiento de su superioridad racial, tiene como cualquier otro, su razón económica de ser: no es más que un truco descubierto por las clases dirigentes para obtener a bajo precio la mano de obra y que se cuidarán mucho de atenuar mientras exista el sistema capitalista. Es un aspecto del concepto de superioridad nacional y sexual, o una invención del capitalismo para sus propios fines. El prejuicio se nos aparece en su forma racial, cuando se trata de opresión de una raza sobre otra, se transforma en nacional cuando surge el chovinismo, cuando se trata de extranjeros, se hace prejuicio sexual cuando entre en juego esta otra mercancía llamada mujer. Este sentido de superioridad no es un mero capricho de megalomanía, sino una razón de fuerza. Un vistazo a través de la historia nos demuestra fácilmente que las cuestiones de pigmentación de la piel nunca han sido factores determinantes en la dominación de una raza. Los egipcios, pueblo de color de su tiempo, supieron mantener la hegemonía del mundo de entonces, y la mantuvieron con la misma arrogancia y el mismo sentido de superioridad racial que los romanos del imperio y los alemanes arios de nuestros días. Tenemos también el ejemplo de Cartago y de los países orientales. A fin de cuentas los conceptos de raza y nacionalidad son la misma cosa. Hágase la definición de raza y se hará de nación. En cuanto a la cuestión sexual, la época del patriarcado nos hace ver un tiempo en el que los hombres no tenían pretensión alguna de superioridad sobre la mujer,
Vemos que los prejuicios no tienen nada de innatos, aunque en el caso del cubano de color presenta unas características especiales, que no aparecen en los demás países en donde hubo mezcla de razas. Para contarlas, nos bastará examinar brevemente la historia de las relaciones de raza en esta isla –historia bastante corta, pues la primera proclamación de la abolición de la esclavitud de los negros en Cuba, sólo aparece en el año de 1868, persistiendo ésta en la practica durante varios años– y de compararla con la de los EUA o algunos países coloniales
Hay países donde existen negros sin haber prejuicios raciales: la república de Haití nos ofrece un ejemplo, o en menor grado la Rep. Dominicana. Estas son repúblicas, donde el elemento de color es claramente el dominante, el prejuicio si existiera, tendría más bien que tornarse contra los blancos que son una minoría y de muy poca importancia. En los EUA y en ciertas colonias, el problema es conocidísimo, y todas las precauciones han sido tomadas en sus constituciones, para mantener a los negros en una posición inferior. En tales países, el negro se da cuenta de lo que tiene contra el, puede reconocer al enemigo, sabe contra quien hay que luchar y comprende con agruparse políticamente para representar sus reivindicaciones especiales y exigir sus derechos de igualdad. El negro de los EUA esta consciente de su posición – una posición bastante trágica- y nos lo revela en todo, hasta en la música, que casi siempre está teñida de melancolía y es sorprendente el contraste de la música de los negros con los blancos.
El problema de los cubano es otro enteramente, pues en Cuba tenemos los fenómenos siguientes: al estallar la independencia, la guerra contra España la gente de color se precipito en cuerpo y alma al combate, dio pruebas de una integridad y valor invaluables, y llegó a tener tanta importancia en la lucha que compartió el alto mando en las personas de calibre de Maceo, Moncada, Flo Crombet, etc. Con esto los negros creyeron haber ganado su libertad y la igualdad, pues habían contribuido al derrocamiento del poder español, que los mantenía esclavizados. En el primer momento sus esperanzas no parecen haber sido traicionadas, pues al ver terminada la guerra se vieron colocados según la constitución en un régimen de igual con los blancos. La constitución de Cuba, otorga al negro una igualdad absoluta con el blanco, todos los puestos y todas las profesiones le están abiertas, y hasta la misma presidencia del país no le es negada.
Pero a pesar de estas bellas palabras sobre el papel, la desilusión de los negros no tardó en seguir a la término de la guerra. En la práctica, el negro cubano se ha encontrado en la misma posición de antes: los prejuicios no solamente existen sino que hasta han aumentado. Parte de la lucha, la confraternidad de las armas con el mismo objetivo los había momentáneamente disminuido, pero una vez establecida la paz los viejos sentimientos volvieron rápidamente a su punto de partida. Además, la república de Cuba está cada día más sometida a los EUA, y cada año más penetrada por sus ideas. Cierto porcentaje de la juventud blanca cubana tiene la costumbre de hacer sus estudios en EUA, y esto entre muchas otras cosas, añade fuerzas al principio racial a medida de pasa el tiempo, sin contar que el problema choca ahora con el mayor número de gente , pues debido a los matrimonios mixtos el número de mestizos va en aumento.
Hemos visto que la teoría niega que el negro la presidencia de país, y vemos que en la práctica ni siquiera puede llegar a ser conductor de tranvías. De este estado de cosas surge su indiferencia’, su sentido de imposibilidad de defenderse por los medios de agrupación política contra su mal, en contraste pleno con los EUA. Aquí se ha acordado dar al negro todo lo que pedía, y a pesar de ello , no ha recibido nada, todos sus objetivos han sido alcanzados teóricamente, pero en la práctica sigue igual que antes.
El cubano de color ya no sabe quién es su enemigo, ni donde se encuentra, puesto que constitucionalmente lo tiene todo, mientras que espiritualmente se ha quedado en situación parecida a la de un liberto. Su mal es un mal moral, y por consiguiente su reacción será principalmente moral también. Por eso es que se despreocupa muchas veces de la política actual, como hemos tenido ocasión de constatar durante la revolución anti machadista de 1933: mientras que toda la sublevación que puso en fuga al tirano fue preparada y efectuada casi exclusivamente por blancos, la gran masa de negros se abstuvo de acción y se colocó en una posición de apatía que significaba decir pase, lo que pase, el próximo presidente será blanco y la población de negro sería siempre igual. No es por casualidad que los negreos cubanos hay hecho la frase conocidísima “ellos son blancos y se entienden” la única cosa que conmovió a los negros lo bastante para sacarlos a la calle durante todos los acontecimientos que siguieron a la caída de Machado fue la medida nacionalista – y por ello racista- tomada por Grau San Martin, que exigía que el 75% de los empleados de las empresas de Cuba debías ser ciudadanos cubanos.
Es de notar que en todos los países semicoloniales, donde existe un fuere porcentaje de negros la lucha social tiene transformarse en lucha de de clases a lucha de razas. [1] Los negros deben siempre ponerse en guardia contra esto, debe de aprender a evitar que la lucha degenere de esta manera. Cuando ellos se alcen contra los blancos, en tanto que blancos, se colocan inmediatamente en una condición inferior en todo lo relacionado a sus posibilidades de lucha, pues la única lucha que debe emprender es la lucha de clases y no pueden realizarse más que con la lucha de los obreros blancos. Si se comportan de una manera, dejando degenerar la lucha racial, perderán en ella a su único aliado de clase: los obreros blancos. Cuando quieren comportarse en un plano racista, se encuentran en la misma posición equivoca y estéril que la mujer cuando toma la posición feminista: esta es la actitud más fatal que ella puede escoger cuando trate de luchar por sus reivindicaciones parciales y su desigualdad económica y civil con el hombre. Únicamente aliándose con el obrero blanco, que es otra víctima de opresión de clase, es que la mujer y el negro llegarán a triunfar.
El negro cubano, cívicamente libre, pero espiritualmente lejos de serlo, ha heredados una pauperidad económica de su esclavitud bastante cercana. No solamente no es más que una mercancía, sino que una mercancía despreciada. Es sobre todo en el mercado sexual que esta moneda revela su falta de valor, y donde la devalúan con repercusiones psicológicas lamentables. Como cualquier país de América Latina, Cuba también tiene su herencia española, y ésta se nos aparece, entre otras muchas cosas más, en la forma de una fuerte represión sexual. De esta represión o prejuicio sexual, en una vez más es el negro la víctima propicia, siendo él que tiene que sufrir con mayor rigor y crueldad las consecuencias. Un breve análisis de la condición y de su cultura nos lo explica suficientemente.
En Cuba los blancos y los negros tienen el título de igualdad, y hasta en al universalidad. El porcentaje de color es lo bastante elevado para hacer suponer que la población se ha adaptado a los conceptos occidentales. Hoy en día las ideas y los sentimientos de los negros son los mismo que los de la raza blanca y este es el caso no exclusivo del negro de cierta edua©ción, sino de todas las capas de la población negra. Es solamente en los bajos fondos y en ciertas regiones especiales que subsisten reminiscencias de cultos africanos. Estos se manifiestan en sociedades secretas sin importancia, cuyos ritos están deformados y diluidos, que no persiguen en manera algún fin cultural, ni tratan de oponer otra cultura a la occidente.
Así el negro cubano recibe la misma educación y pasa por las mismas influencias que el blanco. Sus pensamientos están formados según la misma forma. Esto quiere decir que en cuestión de amor el ideal negro puede ser Afrodita, Ninón de Enclos o Mary Pickford, pero no será nunca una diosa Carabalí.
Todo lo que ve, todo lo que lee y estudia lo han dado un concepto de estética de acuerdo con aquellas, y nada en su cultura ha aproximado la belleza ideal a la única mujer con quien el prejuicio le permite tener relaciones sexuales: la negra. Al contrario, en los libros ha leído y en las películas que ha visto, la negra aparece siempre como criada, cuya fealdad y ridiculeces están conscientemente subrayadas. Aun la historia le sigue discutiendo el collar de la Reina Saba. El resultado de todo esto viene a ser, que la generalidad son los cubanos negros se encuentran en la imposibilidad de nutrir un amor romántico por una mujer de su propio color.
Ahora ¿Que van a hacer? Su despertar amoroso ha sido el de soñar con los escalones de seda de Roma, más tarde su pasión fue para Margarita Gautir, hoy es quizá Greta Garbo a quien adoran. ¿Podrían sublimar estos sentimientos y encaminarlos hacia mujeres negras? En muchos casos es demasiado pedir, y esta incapacidad de idealizar a la negra tiene a menudo, para el cubano de color, consecuencias funestas. Como le han prohibido soñar con la blanca, y sabe además que no puede alcanzar alguna nunca pero como siempre siente la, pero como se siente también en la necesidad del imperiosa de alzar su amor por sobre el nivel que le está permitido, no es raro que se dirija hacia el hombre blanco a ver. Si la mujer blanca es siempre para él inaccesible, el hombre blanco a veces no lo es, y a pesar de todo lo que esto implica, para un negro siempre es un paso más arriba.
Naturalmente no queremos sugerir con esto que todos los negros están pervertidos, solo que lo están en un cierto número. Esta perversión se encuentra en lo contrario, muy reducida entre las mujeres negras, pues no hay existido las mismas razones de corrupción y perversión que en el hombre, la negra cubana no se halla en las mismas circunstancias que su hermano de raza. Como para ella el hombre blanco es siempre accesible a todo lo que da el matrimonio legal, no tiene necesidad de aspirar a la mujer blanca para sublimar su amor. En cuanto a la cubana blanca, ella no buscará negra, pues en todo lesbianismo existe, aunque una vaga e imprecisa, una intención romántica, y una cubana blanca no podrá sublimar el amor con una negra.
En los matrimonios entre negros en Cuba, el hombre comienza casi siempre llevándose a la mujer y viviendo libremente con ella para casarse mucho tiempo después. Actúa así para señalar, quizá, inconscientemente, una actitud desdeñosa hacia el rito del matrimonio, y posiblemente, hacia la mujer también. En algunos casos sentía esta actitud hasta el punto de no casarse nunca con la mujer con la que compartiría< toda la vida y será la madre de sus hijos. Hay un porcentaje notable de negros en Cuba que viva así, en unión libre, sin contraer matrimonio.
Es estas últimas páginas, hemos dado a conocer las dos razones principales = la nacional y la racial= responsables de producir el estado de ánimo del que resulta el choteo. Vemos que, si diseminamos el choteo, encontramos que se compone de un gran número de ingredientes, de los cuales los más destacados son la: indiferencia, la indolencia y la falta de preocupación por que constituye la falta de moral burguesa. Todos estos rasgos, que están mucho más desarrollados en el cubano de color que en el blanco, expresar un sentido destructivo del humor, una filosofía derrotista de resignación, que ha sido creada en el cubano, para enfrentaste con una situación a lo que no se sabe cómo remediar. El negro en particular ha tomado la posición – pésima por cierto= de despreciar y descuidarlo todo, de una manera que hacer recordar a los pintores franceses. Keyserling ha dicho de ellos, que siempre pintaron mujeres feas porque las holandesas son así, y que si hubieran pintado mujeres bellas hubieran propagado un ideal estético que solo serviría para recordares perpetuamente su inferioridad.
El choteo es fatalista y destructivo, y ha llevado a los negros de Cuba a un pesimismo estéril. Cuando expresa una filosofía defensiva v surte el mismo efecto que el humor en la filosofía griega, confrontada con el mal romano. Esta incomprensión del mal y esta ceguera en cuanto medio es debido a que Cuba aun es un país semicolonial y como tal un pueblo en el que la conciencia de clase no se ha alcanzado mucho desarrollo. Un verdadero partido de clase, con profunda base de masas, falta en Cuba. Lo que hay que combatir, sobre todo en los obreros negros, es la falsa ilusión, de igualdad que les ofrecen ciertas organizaciones, como la iglesia católica, la francmasoneria, etc. Seducido por esta ilusión, el negro, al igual que el obrero blanco, cree haber encontrado ya la igualdad y deja distraer su atención lejos de los objetivos de la lucha revolucionaria.
Hasta en la misma lucha esta tendencia suele manifestarse, como el que escribe estas líneas ha podido experimentar. Designado para formar la Liga Antimperialista en cierto lugar de la Isla, el autor propusó (yo mismo) que se creara un secretariado que se ocupara de las reivindicaciones específicas de los negros, así como un secretariado de mujeres. Esta proposición causó vivísimas protestas pór parte de los propios negros, pues muchos camaradas negros se habían sentido, por primera vez en un régimen de igualdad con los blancos en el seno de la lucha, acogieron esta propuesta agrupados según objetivos especiales como una reflexión sobre su color, y como una discriminación en la lucha por la la misma. Hubimos de protestar contra esto, esclareciendo el espíritu de la propuesta.
El día en el que el verdadero Partido de la clase se imponga en Cuba., el negro comprenderá que su situación no supone la pérdida de toda esperanza, sino que tiene remedio su mal, y entonces le buscara una solución muy distinta a la defensa de negativa que es burlarse de todo. Cuando este momento llegue, y llegara, naturalmente, se convencerá que su color no es un obstáculo fatal (al que hay que resignarse) sino que el prejuicio racial no es más que uno de los mil trucos inventados por las clases dirigentes para imponer su dominación y explotar al as masas desposeídas. Comprenderá entonces que, el día que sea abolida la propiedad de los medios de producción, el prejuicio racial no podrá existir.
Cuando el negro cubano llegue a entender esta cosa- y cada día la entiende más= abandonará su inútil actitud de quejarse de los blancos en tanto de blancos y de ver en ellos sus opresores. Se dirigirá contra su verdadero enemigo, el capitalismo, comprenderá que tiene que aliarse con el obrero blanco, el campesino pobre y todas las capas desposeídas de la población, para luchar contra el poder de la burgués, será cuando la revolución triunfe, una piel negra no podrá ser desventaja para nadie. Ese día el negro, como la mujer, dejará de ser una entidad inferir, para transformarse en un ser libre y en una verdadera conciencia humana.
El choteo, afin de cuentas, no es más que una rebeldía del inconsciente contra todo el convencionalismo impuesto por la moral burguesa, al igual que el humor inglés y todos los demás. Cuando todos estos falso valores haya desaparecido con el advenimiento de la sociedad socialista, el choteo cubano y el humoe inglés habrán de desaparecer también, pues ya no tendrán razón de ser., aunque esto no quiere decir, en modo alguno, que se dejará de reír. Todo lo contrario ¿Es que los niños no se ríen? Para hacerlo, ellos no necesitan que una cosa les parezca ridícula, o que se exprese en una forma contraria a su vida y a su economía, ni tienen necesidad de sentir que están satisfaciendo una pequeña o estéril vergüenza. Ellos se ríen sencillamente de una manera genuina y espontánea. Así nos reiremos nosotros también.
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