Mientras preparan temas para disco nuevo, show en Strummer Bar y gira por México, charlamos con el fundador de una de las bandas pioneras más queridas y respetadas del ska en Latinoamérica.
Augusto Dorado @AugustoDorado
Miércoles 21 de septiembre de 2022 17:00
Es el propio Juan Velázquez el que abre la puerta del estudio de grabación del barrio de Boedo en el cual acordamos charlar. Lo primero que hizo fue ofrecer algo de la heladera, lo que fuera, era invitación. Cualquiera podría pensar que es de una estrella de rock la voz de “No hay Futuro” o “Don José” que sonaban en las radios FM de mayor masividad en los ´80, que además logró el prestigio de tener una banda muy imbuida en su género (hicieron “Western Special” de Potato 5 cuando ni los más expertos sabían de su existencia), que estuvo en la pantalla de millones de espectadores que sintonizaban el célebre programa Badía & Compañía (¿cuántos artistas vigentes actualmente pueden acreditar un hito como ese?) y que actualmente es venerada por varias decenas de miles de personas en México. Pero no, Juan Velázquez está a años luz de la actitud de una “estrella”, es más bien un antihéroe del rock (tal vez no casualmente, adjetivo que daba título al segundo disco de Los Intocables). Aunque para ser más precisos, más bien es un trabajador incansable, parte de una clase obrera del rock argentino que construyó una trayectoria de más de 35 años a fuerza de persistencia, amor por un género (el ska) y –ante todo- buenas canciones y actitud.
Lo encontramos en plena tarea de mezcla del material que constituirá un próximo disco: este cronista tuvo el honor de subir a una especie de altillo donde está resguardada la consola, con la suerte de poder escuchar parte del todavía inédito “La Bestia”, tema que se las trae, con algunos tintes de soul. “Lo que me gusta de ustedes es que no esconden quiénes son, queda claro lo que son como medio”, suelta cuando ya va logrando ponerle pausa a su trabajo y se prepara para charlar con La Izquierda Diario en los días previos al show que ofrecerán Los Intocables este viernes 23 de septiembre en Strummer Bar (Godoy Cruz 1638, CABA) y a semanas del vuelo hacia la Ciudad de México que los llevará a participar del prestigioso festival Skatex.
Los Intocables están en un gran momento a nivel artístico: su formación modelo 2022 está tocando hace rato y está consolidada con algunos miembros de la etapa de los ´80 como Marcelo Bebe Ferreyra en trombón y arreglos y Napo como animador y dancer (arengador y bailarín) a quienes se suman músicos con una profusa trayectoria en la escena del ska y el reggae como Maneco Sáez (guitarrista con pasos por Riddim y Klub), Gustavo Visón (bajista que también animó Big Mambo, La Sonora Brixton y actualmente The Crabs Corporation), Jorge Mono Bossi (guitarra también de Manchesta), Fernando Bona Carlini (saxo de Manchesta, Stuka), Guillermo Soriano (batería y percusión) y Ariel Tenembaum (trompeta y saxo también en Standard Roots). En la charla con La Izquierda Diario es Juan Velázquez el que –al igual que sobre el escenario- tomó la voz.
LID - ¿Cómo fue tu acercamiento a la música? ¿Qué fue lo que a vos te hizo decir “me quiero dedicar a la música”?
JV - Mi familia era mucho de escuchar música. Mi vieja cantaba, mi hermano escuchó mucha música -es de la época de Led Zeppelin, es una persona de 6 años mayor que yo- y cuando tu hermano tiene un equipo de audio y tiene discos, hay una guitarra en tu casa… Me mudo a los 10 años de Escalada al centro (a Lambaré y Corrientes) y me quedo solo con la guitarra, los libros, la música… Ahí creo que se dio, como a los 10 años empezó a nacer eso.
¿Y cómo te llegó el ska?
A los 13 años me empieza a interesar con música como B´52, los Stray Cats, Sex Pistols y lo conocí a Fidel Nadal. En un momento nos decidimos a armar un grupo llamado Los Eunucos, que nunca salió a la calle y apenas ensayamos un par de veces… y ahí ya empezó el acercamiento porque fuimos conociendo gente a la que le gustaba el ska, gente que viajaba afuera, traía discos… Yo era como medio oscuro y me llamó la la atención la tapa de un disco de The Selecter donde hay un tipo revoleando los dreads (las “trencitas rasta” del bajista Charley Anderson, NdeR) y cuando escucho me dicen que es una música de protesta, pero a la vez me resultaba divertido, me engancha el ritmo. Ahí me subo al ska. Pero el rockabilly también en un principio, estaba muy enganchado con los Stray Cats. Inclusive si uno escucha temas de Los Intocables como “Tiran Bombas” o “No hay Futuro”, va a encontrar cosas de rockabilly, yeites de guitarra, bases de bajo… Increíblemente al tiempo me enteré que compartía esos gustos e influencias con Roddy Byers, uno de los guitarristas de The Specials. Imaginate que cuando escuché a The Specials en aquellos años, lo único que podías ver era un vídeo que daban en un videobar por Zona Norte y dos fotos dando vueltas (risas), o sea, vos te tenías que imaginar cómo eran los tipos... Los Specials son mi banda preferida de ese estilo –el 2 Tone- y Jerry Dammers (el tecladista) fue como el creador de esa movida. También me impactó mucho The Selecter, por eso en un tiempo incluimos una cantante femenina.
La primera experiencia fue con Los Alcaloides, que fueron una especie de proto Intocables, un antecedente directo…
¡Claro! Arrancamos haciendo ska y rockabilly con Los Alcaloides. Hicimos algunos demos, grabamos un rythm and blues, un tema ska y algún que otro rockabilly… Hasta que en un momento me digo “No voy a seguir tocando el bajo y cantando, voy a cantar”. Entra un bajista, empezamos a poner caños (vientos) y la cosa se fue yendo para el lado del ska, que era a lo que le veíamos futuro para nosotros… A mí ya me identificaba más. Cambiamos el nombre para no confundir, porque Alcaloides era otra banda, un cuarteto… Hasta llegamos a tocar en Palladium en el famoso festival ese en que tocaron Los Fabulosos Cadillacs, Marte Ataca, Biorsi, Los Casanovas, que fue como el primer festival under de Argentina. Y cuando cambiamos a Los Intocables llegamos también al Parakultural, creo que hasta lo inauguramos porque creo teníamos una amiga en común con Batato Barea, Laura Narvax. Estuvimos ahí de ojete (risas), porque nosotros no teníamos tanto que ver con esa movida, o sea, yo a los 20 años no entendía esa cultura, me resultaba algo extraño… Y sin embargo, lo loco era que podíamos convivir todas esas cosas, un grupo punk, un grupo ska y uno de rockabilly, y estaba todo bien. Seguramente porque éramos 50 o 100…
En el momento en que empezaron como Los Intocables se configuró una escena del ska (en los ´80), hubo otra en los años 2000 y existe otra ahora ¿Qué cambios ves en esta escena acá en Argentina?
La escena del principio era difícil. Vos querías hacer ska y no podías poner un aviso que diga “busco guitarrista de ska” porque nadie sabía lo que era el ska… Tenías que llamar a alguien y lo tenías que “formar” en el ska, explicarle “es esto y no esto otro” … En el 2000 ya está naciendo Dancing Mood, hay un montón de bandas que vienen sosteniendo también el estilo, empiezan a venir artistas internacionales como el trombonista Rico Rodríguez, que lo trae la productora Jama Roots (yo estuve tocando el bajo para esa primera visita), viene Lord Tanamo… Ya el reggae es algo mucho más masivo para esa década. Y ahora te diría que veo un montón de bandas por todos lados, hay una nueva explosión. No se ve mucho en los medios, pero hay muchas bandas… Me doy cuenta porque nos llaman de un montón de lugares para armar festivales o fechas. De todas partes, de Trelew, Mendoza, lugares del sur, Córdoba, Rosario… Hay una que se llama Portátiles Steady Club que acaban de editar un disco de vinilo…
¿Cuáles destacarías como para recomendar de la escena actual?
Una gran banda que viene de los 2000 es Dancing Mood, igual que Satélite Kingston, estos chicos de Portátiles de Rosario que te nombré, Los Cassettes… Hay miles, a veces no quiero nombrar algunas para no olvidarme de otras. Pero volviendo a lo de los cambios en la escena, ahora tenés personas como Esteban Descalzo que tiene un estudio de grabación y es el que hizo el primer EP nuestro: la cuestión jamaiquina, del reggae, del rocksteady, lo tiene muy claro. Hoy en día hay personas que son productores de reggae y ska que tienen su estudio como Esteban Descalzo. Miden, saben cuánto y cómo hay que masterizar, no una cosa improvisada. Entonces quizás eso hace que todo se potencie ¿no?
Hablando justamente de eso, en alguna entrevista leí que no te había dejado muy conforme el sonido del primer disco de Los Intocables (de 1987), además vos también fuiste acumulando experiencia en cuestiones de masterización, mezcla…
Claro, ahora es fácil producir música porque vos tenés una compu, canal 1, grabás, canal 2, llamás un violero… Antes los temas los armabas en la sala de ensayo y yo antes de grabar el disco grabé un demo de Los Alcaloides, grabé un demo que después me produjo Daniel Melingo y luego ese primer disco… Y era todo con temas nuevos para el momento, no había forma, no había una portaestudio donde producirlo, entonces vos entras ahí, tenés 16 canales, te asignan turno nocturno (que te cambia el hábito) y arreglate... Y además hay otra cosa importante: el vinilo tiene distintos tipos de calidad, depende la calidad que vos uses para el vinilo tenés determinada calidad de sonido… Nosotros el lanzamiento del 87 lo tuvimos en un vinilo barato y nos produjo limitaciones. Depende la calidad del vinilo, vos vas a poder poner más graves o menos graves, te vas dando cuenta de la calidad cuando ves el surco de un disco: el vinilo bueno, resiste más y le podés dar más graves, al vinilo malo, no. Entonces ¿qué pasa? Te sacan agudos, te sacan graves y te queda toda una línea media que… yo lo escuchaba y lo comparaba al lado de otras cosas que venían de afuera y me quería matar… Igual creo que nunca lográs concretar la idea tal como se te arma en la cabeza, lamentablemente…
Recién mencionabas a dos leyendas de la música jamaiquina con las que tocaste, Rico Rodríguez y Lord Tánamo ¿Qué te aportó esa experiencia?
Me di cuenta lo mucho que creía que sabía y entendí que no sabía tanto de muchas cosas, de cómo encarar el trabajo. Rico es una persona que tocó con Bob Marley, con Jools Holland, con el cantante de Jamiroquai, fue un componente importante de los Specials, pasó por Skatalites, su propia obra es tremenda… Para mí es uno de los mejores músicos del estilo y uno aprende tocando ahí, viste… Y aprendí a hacerlo un poco más relajado, se hace todo muy tenso acá. Estos grandes te transmiten eso. Lord Tánamo también, es un tipo que viene de la época en que se tocaba calipso en Jamaica, previo al ska. Cuando llegó a la Argentina vino con una especie de cajón peruano y el tipo detonó… Él vivía en Canadá y allá viste que tenía que comportarse como un señorito, pero vino acá y estaba detonado con la pasión que le transmitimos. Les pasa a todos los jamaiquinos que vienen para acá… Pero bueno, más allá de tocar en vivo, donde más se aprende es en la sala de ensayo con tipos como ellos…
Una cuestión importante que hace a la identidad de Los Intocables, por lo menos de la primera etapa, es la fama de que eran una banda divertida, que se sabía divertir entre sus miembros, transmitían mucho esa imagen ¿era así?
Para nosotros era muy divertido porque cada uno era como un personaje diferente en esa primera época, pero quizás yo pertenezco más a lo más oscuro de Intocables… Aunque yo -a ver- compuse “Don José”, pero es algo que uno hizo a los 17 años, ya no puedo hacer “Don José” a los 55… Mi vida era otra cosa, mis letras ahora hablan de otra cosa. Pero lo que escribo ahora respeta siempre el espíritu de temas como “Necesito ska”, “Criminales Sudamericanos”, de “Gangsters Modernos”… Ese es el estilo de Intocables en temas nuevos como “La Verdad” o “La Bestia” (que estamos por estrenar), “Falsas Promesas”… Tienen el estilo que creo que es el estilo de Intocables. Cuando nos dicen “Che, loco, qué grosas letras” no es por “Don José”, es por letras como la de “Criminales Sudamericanos”, que la hice porque un día veo en la televisión que Guglielminetti (un represor de la Triple A y de la Dictadura) se saca una foto con una esvástica en la espalda y le hacen una nota, la cuestión es que después lo van a juzgar y el chabón se raja, cruza la frontera… Por eso la letra dice “Yo sé de criminales sudamericanos, aquellos que cruzaron la frontera”, era por este Guglielminetti… Quería denunciar eso, a la hora de las letras mi pensamiento está por ahí… Creo que eso es más valioso… Igual te aclaro, Don José era mi viejo, que me golpeaba la cama para que me levante ¿viste? (risas)… Me encanta el tema, pero…
Claro, las letras más nuevas pareciera que están apuntando a la crítica a los medios de comunicación, a las redes sociales…
Claro, “Hombre Bomba”, por ejemplo, habla de tipos como Assange hasta Kim Jong Un, el unabomber… Habla de un mundo que detona por todos lados, digamos…
En algunas entrevistas también encontré una valoración importante de Bebe Ferreyra (trombonista y arreglista) en la banda, que ingresa en la primera etapa entre el primer y el segundo disco…
Imaginate lo que será que Bebe Ferreyra viajó a Estados Unidos a dar un examen en Berkeley… Tenés a dos músicos argentinos de ese calibre: Pedro Aznar y él. Estuvo en Aruba, es director de orquesta, es un tipo que te puede orquestar un tema para 40 músicos... Está en otra dimensión musical, muy superior a la mía. Él no es el compositor, no hace letras, pero a ese nivel es muy poderoso… Cuando uno escucha los vientos se nota…
Pero se hizo un Intocable más desde hace más de 30 años…
No le quedó otra (risas). Yo creo que él en los otros lugares toca, pero acá es reconocido… Viste como en la película Made in Lanús: “Acá sos el negro”, en su caso es “Acá sos el Bebe Ferreyra y la gente está esperando que salgas ahí adelante y que hagas tu magia”… Él igual tiene su banda, se llama Los Profesionales, está muy buena la banda del Bebe…
Entre las producciones del último tiempo está el EP Tiempos Modernos en cuya tapa está un hombre (Napo) con un reloj, pareciera que remite a la película de Chaplín... ¿Qué conceptos hay en ese trabajo?
El tipo está como tratando de detener el tiempo… Creo que es algo que nos pasa a la gente más grande, como querer volver atrás a veces. Un poco es un delirio, como que el tipo detiene el tiempo, vuelve hacia atrás y ahí dentro de esa máquina estamos nosotros… Igual hay que ver qué le despierta a cada persona que ve esa tapa y escucha el disco… Que cada uno tenga su impresión ¿no? Si no deja de ser arte, si vas a hacer algo pensando que el que recibe va a proyectar exactamente lo mismo no tendría mucho sentido, no existiría Dalí…
Entre algunas producciones de los últimos tiempos también me gustó mucho la versión que hacen del “You Really Got Me” de The Kinks ¿qué otras músicas te gustan más allá del ska?
Me gusta mucho el soul, el neosoul, también el roller boogie o la música disco, tipo Earth, Wind & Fire, obivamente Stevie Wonder… Hay mil músicos, cualquier cosa que sea buena siempre es bueno escucharla. Antes era cerradísimo, a los 18 años te partía la mano con hacha, odiaba a todos (risas). Ahora maduré, me di cuenta que de todos lados se nutre la música, incluso esa música que yo había hecho también estaba nutrida de un montón de lados. Y pensando hacia atrás, cuando era muy chico estuve en el recital de Serú Girán en La Rural, tal vez sin querer alguna influencia me vino de ahí…
Hay un fenómeno en México con Los Intocables, son muy conocidos y queridos ¿por qué te parece que pasa eso?
Cuando sale el primer disco a nosotros nos produce Oscar López, que nos hace grabar en RCA en ese momento (que después se convierte en BMG y que ahora es Sony) y en esa época -en el ´86- hay que entender que se está iniciando eso de que las bandas argentinas viajan a otros países, Soda Stereo está picando a México y está yendo Zas con todo. Le empieza a ir bien a Zas y Oscar López además tenía a otras bandas como Metrópolis, Alejandro Lerner y estaba viendo qué otras cosas podía enganchar… Y lo loco es que el rock allá no existe demasiado, vos podés llevar capaz a Los Redondos que es una super banda a México y capaz llevan la décima parte de lo que pueden llevar Los Intocables… Es una locura, pero bueno… Entonces en aqueellos años va a Oscar López y saca un disco Rock en tu idioma donde incluyen un tema nuestro; esos discos en ese momento no funcionan, era algo muy raro todavía el ska. Quedan ahí. ¿Qué pasó después? Triunfan Soda Stereo y Zas, la rompen Los Cadillacs y esos discos que habían salido de ska empiezan a revalorizarse, todo crece y crece. Algo parecido pasó en Venezuela. Y de pronto a partir del 2000 nos empiezan a pedir que vayamos a México. Con la formación de 2004 fuimos por primera vez y después volvimos en 2018, y recién ahora volvemos (íbamos a ir en 2020 pero no se pudo por la pandemia). Y vamos al festival Skatex, un festival importante, grandísimo… Convoca a 20.000, 30.000 personas… Es el más grande Latinoamérica y tal vez el más grande del género a nivel mundial en un espacio abierto de cuatro escenarios, recontra profesional todo… Para mí medio es un sueño porque imagínate, yo que nací en Escalada, armó la banda con el baterista que vivía enfrente, vendí una campera marca Midway para poder comprar una guitarra criolla marca Colombo para empezar a tocar y de ahí aquel pibe de 7 años a un escenario como el del Skatex para mí es algo re lindo ¿viste? Raro también, emocionante. Me estoy preparando con todo.
Cuáles son los planes más inmediatos de la banda?
Bueno, tocamos ahora el 23 en Strummer Bar a las 23:30 hs, estamos grabando los temas nuevos (que un poco escuchaste) que van a salir el mes que viene en las plataformas digitales, después vamos a tratar hace un disco con ese material para tenerlo en formato físico y después empezar a tocar un poco más en el interior y volver a México. Si es posible a un par de países más…
Por último ¿Sigue no habiendo futuro a nivel mundo y a nivel Argentina? ¿Cómo ves el panorama?
Mirá, había una frase que decían los Sex Pistols que era algo así como “Sin futuro no hay pecado”, para mí el problema de este país es que sin justicia no hay futuro… Porque vos pienses de la forma que pienses, siempre vas a ver que todo termina en la falta de justicia… No confiamos en la Justicia… Y es así, sin justicia no hay futuro. Creo que es por ahí el punto.