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Kautsky y los debates actuales en la izquierda de Estados Unidos

Nathaniel Flakin

Kautsky y los debates actuales en la izquierda de Estados Unidos

Nathaniel Flakin

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[Desde Nueva York] Nathaniel Flakin, miembro del staff del diario digital Left Voice, aborda críticamente los últimos capítulos del “debate Kautsky” que atraviesa a la izquierda norteamericana.

[Desde Nueva York]

Introducción

Mientras que en la mayor parte de Europa, su bastión histórico, los partidos socialdemócratas se hunden o están en una profunda crisis en los últimos años producto de contarse entre los principales aplicadores de los ajustes y ataques contra las condiciones de vida de la clase trabajadora, su base social tradicional, en EE.UU, producto del atraso político histórico del país, la socialdemocracia está experimentando una especie de renacimiento, capitalizando en gran medida el descontento y el giro a la izquierda que se da en amplias capas de la juventud. El Democratic Socialists of America (DSA), que proviene de esa tradición, ha pasado rápidamente de 5 mil a aproximadamente 55 mil militantes en la actualidad, y continúa creciendo. En los últimos años ha presentado candidatos por dentro del Partido Demócrata, obteniendo algunos diputados, varios representantes en las legislaturas locales, así como concejales en varias ciudades. Sus principales referentes buscan canalizar las simpatías de la juventud hacia una genérica idea de socialismo, dándole a esta última el contenido de una especie de “capitalismo humanizado”, actualmente se alistan para apoyar a Bernie Sanders como candidato a presidente.

En las páginas de la revista teórico política Jacobin, publicación ligada al DSA, se viene planteando desde hace tiempo un debate sobre cómo debe ser la izquierda en EE.UU. En este marco, se viene desarrollando una especie de “vuelta a Kautsky” revindicando su figura y su legado, así como la idea de reconstruir una socialdemocracia “pre 1914”, empezando por el director de Jacobin, Bhaskar Sunkara. Un abordaje crítico de estas polémicas puede encontrarse en castellano en el libro Estrategia socialista y arte militar de Emilio Albamonte y Matías Maiello.

A continuación, presentamos un artículo de Nathaniel Flakin, miembro del staff del diario digital Left Voice, que es parte de la Red internacional de diarios La Izquierda Diario (en 7 idiomas) y que recientemente ha presentado un nuevo número de su revista impresa, donde aborda críticamente los últimos capítulos del “debate Kautsky” que atraviesa a la izquierda norteamericana.

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***

¿Qué pueden aprender de Karl Kautsky los socialistas de hoy? Para responder a esta pregunta, tenemos que considerar sus teorías a la luz de la prueba de la Revolución alemana de 1918. Este es el texto de una intervención durante la conferencia Socialism in Our Time, el 14 de abril de este año, en la ciudad de Nueva York, parte de un debate en curso con Eric Blanc, Charlie Post, Mike Taber y otros socialistas. Fue publicado originalmente en inglés en Left Voice.

Acabamos de celebrar el centenario de la Revolución alemana de 1918. Quería mostrarles la fotografía más emblemática de esa revolución. En esta foto, encabezando este artículo, vemos a los paramilitares de derecha, los Freikorps, apuntando con ametralladoras a una manifestación de trabajadores. Detrás de ellos hay un cartel que dice "¡Ya llegó la socialización!". El gobierno prometía la socialización de las minas de carbón. Esta yuxtaposición muestra la política del Partido Socialdemócrata (SPD) en pocas palabras: masacraba a los trabajadores mientras les prometía el socialismo. ¿Quién fue el presidente de la "comisión de socialización" del gobierno que llevó a cabo este engaño? Karl Kautsky...

La revolución alemana se libró entre las tres alas del viejo SPD. La derecha alrededor de Friedrich Ebert representaba al viejo poder: los capitalistas, la burocracia, la aristocracia de los oficiales. La izquierda, que pasó a fundar pronto el Partido Comunista (KPD), alrededor de Rosa Luxemburg, representaba el nuevo poder: los consejos de obreros y soldados. El centro alrededor de Kautsky trataba de encontrar modelos para reconciliar a ambos bandos, combinando el parlamento con los consejos obreros aún cuando la guerra civil estaba en pleno apogeo.

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El único criterio experimental para toda teoría revolucionaria es una revolución real. Y, en la revolución alemana, podemos decir que Karl Kautsky fue, en última instancia, un idiota útil para el gobierno burgués contrarrevolucionario, ayudándolo con su engaño de "socialización". ¿Qué decisiones estratégicas llevaron a Kautsky a esta posición?

I

En 1910, en el seno del SPD tuvo lugar un debate sobre estrategia. Kautsky, basándose en el teórico militar Hans Delbrück, propuso diferenciar entre una "estrategia de desgaste" (Ermattungsstrategie) y una "estrategia de derrocamiento" (Niederwerfungsstrategie).

En ese momento, en 1910, cientos de miles de trabajadores se manifestaron por la reforma del derecho electoral en Prusia, contra el sistema de voto calificado y restringido que existía. Rosa Luxemburg exigía que el SPD agitara a favor de la huelga de masas para potenciar esta lucha y ligarla a los conflictos económicos que se estaban desarrollando. Kautsky se opuso a esta idea: de hecho, impidió que Luxemburg defendiera su posición a favor de la huelga de masas en las publicaciones del SPD. Kautsky, por el contrario, abogó porque el partido centrara sus preocupaciones en las próximas elecciones, que tendrían lugar en menos de dos años.

Es importante destacar que Luxemburg no estaba en absoluto en contra de que los socialistas hicieran campaña electoral: de hecho, su primera militancia en Alemania fue hacer agitación electoral entre los trabajadores polacos de Silesia. Tampoco negaba que una huelga de masas pudiera fracasar y que, como resultado, el SPD terminara proscripto. Pero, para Luxemburg, esto no era razón para frenar la lucha de clases. Por eso acusó a Kautsky de pretender "nada más que parlamentarismo".

Kautsky no rechazaba, en principio, la idea de la lucha revolucionaria por el poder, pero argumentaba que el partido se encontraba en una situación no revolucionaria. Según Kautsky, esto exigía una "estrategia de desgaste". Solo una situación revolucionaria se correspondería con una "estrategia de derrocamiento". Kautsky creía que un partido socialista necesitaba primero una mayoría en el parlamento como un mandato para luchar por el poder. Hay quienes intentan diferenciar entre un "Kautsky bueno", que abarcaría su trayectoria antes de 1910, y un "Kautsky malo", que comprendería su derrotero a partir de ese año. Sin embargo, Lenin planteó muchas veces que Kautsky, incluso en su fase más revolucionaria, mostraba una "deferencia supersticiosa" hacia el Estado capitalista.

En cierto sentido, Kautsky salió airoso de la polémica: en las elecciones de 1912, el SPD obtuvo más de cuatro millones de votos, convirtiéndose en el partido más grande del Parlamento con 110 diputados. Pero, en un sentido más importante, la estrategia de Kautsky tuvo resultados catastróficos. El enorme bastión que conquistaron en el parlamento no hizo más que votar unánimemente el apoyo de la guerra imperialista el 4 de agosto de 1914. Aquí, la fuerza del SPD como partido único de todo el movimiento obrero, uniendo corrientes revolucionarias y reformistas, se convirtió en un obstáculo: la burocracia del partido fue capaz de contener eficazmente toda oposición a la guerra.

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Entonces, ¿qué podemos decir respecto a las ideas de Kautsky sobre "desgaste" y "derrocamiento"? Hasta su muerte en el exilio en 1938, Kautsky nunca sintió que hubiera llegado el momento de pasar al "derrocamiento": ni en 1933 cuando los capitalistas alemanes le dieron el poder a los nazis, quienes luego aplastaron al movimiento obrero; ni siquiera en 1918, cuando se produjo una revolución -incluso entonces, Kautsky se dedicó a negociar con los capitalistas y su Estado.

También podemos preguntarnos: ¿Estaba el SPD realmente preparado para un "derrocamiento"? Por caso, ¿el centro del partido llevó a cabo los preparativos necesarios para una confrontación con el Estado? Había una fuerza material opuesta a que el SPD hiciera cualquier intento de "derrocamiento": la enorme burocracia de los sindicatos. En 1906, el SPD había acordado que no convocaría a una huelga de masas sin el consentimiento de los dirigentes sindicales. Los burócratas tenían poder de veto sobre cualquier acción.

También hay un problema más profundo con la teoría de Kautsky: ¿Los marxistas pueden diagnosticar una "situación revolucionaria" o una "situación no revolucionaria" como un meteorólogo determina si está por llover o no? Como argumentaba Luxemburg, el carácter de una situación depende en gran medida de si un partido obrero de masas como el SPD está preparando el terreno para una huelga de masas o si está esperando a las próximas elecciones. Y, según Trotsky, las situaciones revolucionarias se basan en los efectos recíprocos de factores objetivos y subjetivos. No caen simplemente del cielo. Por esta razón, el capitalismo está lleno de situaciones intermedias.

II

¿Qué significa hoy el debate de Kautsky? ¿Por qué, 80 años después, Kautsky resurge desde el olvido?

Todos recordamos la experiencia del partido de izquierda griego Syriza. Ganó las elecciones en enero de 2015 con una plataforma contra la austeridad, pero medio año después ignoró el voto masivo del pueblo griego en el plebiscito contra la Troika y la Unión Europea y comenzó a aplicar las medidas de austeridad más brutales, como recortes salariales, desalojos y represión. Mucha gente - pienso, en particular, en la revista Jacobin - elogió a Syriza en ese momento, y, sin embargo, no vimos muchos balances al respecto desde entonces. La mayoría de los antiguos partidarios de Syriza atribuyeron la traición a la falta de coraje personal de Alexis Tsipras.

Creo que Pablo Iglesias, dirigente del partido de izquierda Podemos en el Estado Español, tuvo un análisis más profundo. En su programa Fort Apache [1],defendiendo lo actuado por Tsipras, dijo:

"Si nosotros gobernando vamos a hacer una cosa dura de repente tienes a buena parte del ejército, del aparato de la policía, a todos los medios de comunicación y a todo contra ti, absolutamente todo. Y un sistema parlamentario, en el que cómo aseguras tú una mayoría absoluta, es muy difícil […] Para empezar, habría que haber llegado a un acuerdo con el Partido Socialista".

Aquí, Iglesias está señalando las alternativas estratégicas reales: si un partido quiere oponerse a la austeridad, tiene que prepararse -en un sentido político, organizativo, material, ideológico- para confrontar con todas las instituciones de la sociedad capitalista; si quiere evitar este tipo de confrontación, tiene que buscar compromisos con los partidos de la burguesía. No hay término medio.

Podemos ha evitado hasta ahora este tipo de decisiones porque no ha logrado entrar en un gobierno nacional. Pero han estado en los gobiernos de Madrid y Barcelona, donde también han sido responsables de aplicar la austeridad y hacer cumplir leyes racistas. Además, como no tienen intención de enfrentarse a "absolutamente todo", no actuarían de forma diferente a Tsipras si alcanzaran el poder, independientemente de si la valentía personal de Iglesias es mayor que la de su compañero griego.

¿Qué significa esto para los Estados Unidos? En los últimos dos años hemos visto el crecimiento explosivo del DSA, y la dirección de este habla de una estrategia "desde dentro y desde fuera" del Partido Demócrata, que tal vez conduzca a una "ruptura sucia". Pero, en la práctica, hemos visto al DSA apoyar a candidatos sobre los que no tienen control. No se ha materializado ningún trabajo político independiente.

En la práctica, la dirección del DSA tiene la estrategia de apoyar a sectores del ala izquierda del Partido Demócrata que se llaman a sí mismos socialistas, pero no quieren decirlo abiertamente. El movimiento socialista en los EE.UU. se ha opuesto sostenidamente, durante 150 años, a ambos partidos del capital. Hoy en día podría ser difícil atraer a la juventud que se está radicalizando diciendo "¡unámonos todos a los demócratas!" Es mejor hacer pasar una perspectiva del tipo: "Un día, en un futuro lejano, cuando llegue el momento adecuado, romperemos con los demócratas y tendremos una revolución".

Pero, como muestra el legado de Kautsky, ese momento nunca llega. Nadie ha desarrollado un método para pasar de la "estrategia de desgaste" a la "estrategia de derrocamiento".

En cambio, la idea misma de un "derrocamiento" revolucionario se convierte en un mito semirreligioso que se invoca cada domingo, después de una semana de pura práctica reformista. Como explicó Trotsky respecto a Inglaterra [2]:

"Las promesas heroicas de presentar una resistencia fulminante en caso de que los conservadores se "atrevan", etc., etc., no valen ni un centavo. No se puede adormecer a las masas día tras día con palabrerío sobre una transición pacífica e indolora al socialismo y luego, al primer puñetazo firme en el rostro, convocar a las masas a una respuesta armada. Esta es la manera más segura de ayudar a la reacción en la derrota del proletariado. Para estar a la altura de un respuesta revolucionaria, las masas deben estar preparadas ideológica, organizativa y materialmente para ello. Deben comprender la inevitabilidad de que la lucha de clases se agudice y se convierta en una guerra civil en un momento dado. La educación política de la clase obrera y la selección de su personal dirigente deben ajustarse a esta perspectiva. Hay que combatir las ilusiones en el compromiso día tras día".

Lenin y Luxemburg compartían un concepto estratégico fundamental: la necesidad de un partido revolucionario que impulse la lucha de clases, uniendo a los elementos más conscientes del proletariado para dar dirección a las masas. La innovación fundamental de Lenin fue reconocer cuáles eran las fuerzas materiales que se necesitaban. La tendencia reformista se basaba en las burocracias masivas de los sindicatos y los partidos obreros. La tendencia revolucionaria requería su propia base material: fracciones revolucionarias en las organizaciones de masas.

III

Me gustaría finalizar mencionando algunas contribuciones recientes al debate sobre Kautsky. Eric Blanc ha planteado que "sólo una pequeña minoría de trabajadores ha apoyado alguna vez, incluso nominalmente, la idea de una insurrección" [3]. Esto es patentemente falso, y estoy seguro de que Eric no necesita que le recuerde los innumerables ejemplos en sentido opuesto de los últimos 150 años. Solo mencionaré uno: en Berlín, en las últimas elecciones durante el período de la República de Weimar, el Partido Comunista obtuvo el 38 por ciento de los votos.

Blanc argumenta, además, que los consejos obreros y otros organismos de tipo soviético nunca han aparecido en países capitalistas que tienen un régimen parlamentario. Una vez más, es evidente que esto no es exacto. Tomemos los cordones industriales en Chile a principios de la década de 1970, que podrían haber constituido una alternativa al gobierno de Allende que estaba llevando a la clase obrera a una sangrienta derrota. En cada lucha vemos formas embrionarias de auto-organización. Veamos el surgimiento de los chalecos amarillos en Francia: ¿un régimen parlamentario impide realmente que se desarrollen, en perspectiva, instancias de auto-organización?

Blanc hace referencia a la revolución finlandesa de 1917-18. Un partido liderado por los kautskianos, la socialdemocracia local, de hecho logró una mayoría absoluta en el parlamento y luego tomó el poder político. Espero traducir pronto al inglés un folleto sobre Finlandia que escribí en alemán [4]. En resumen: Sí, el Partido Socialdemócrata ganó la mayoría porque la burguesía finlandesa no estaba acostumbrada a gobernar. Sería ingenuo asumir que una burguesía moderna permitiera a los socialistas ganar el poder democráticamente. Los kautskianos finlandeses no podían comprender por qué los capitalistas se negaban a aceptar los resultados de las elecciones y saboteaban al gobierno socialdemócrata, que no tenía intención de abolir el capitalismo.

Solo cuando la burguesía finlandesa comenzó una guerra civil los kautskianos se vieron "obligados" a tomar el poder. Como habían pasado décadas preparándose para una transición pacífica y parlamentaria al socialismo, su ejercicio del poder revolucionario fue desastroso. Como estaban convencidos de que el objetivo de la lucha debía ser algún tipo de compromiso entre clases no podían librar una guerra contra la burguesía. No podían luchar para vencer al capitalismo si la teoría que los guiaba decía que Finlandia debía ser capitalista aún bajo un gobierno socialdemócrata.

Para terminar, también quiero defender un poco a Kautsky. Este estaba a favor de un movimiento obrero socialista independiente que luchara por una mayoría en el parlamento. Los neo-kautskianos en los Estados Unidos, sin excepción, están apoyando a los candidatos del partido demócrata del capital. Este es uno de los dos partidos del imperialismo norteamericano, y recientemente en la crisis de Venezuela, hemos visto incluso cómo la llamada izquierda "socialista" del Partido Demócrata ha apoyado la ofensiva imperialista. Esto está por detrás de Kautsky y atrasa 150 años, cuando los trabajadores todavía se organizaban junto con el ala liberal de la burguesía.

Un historiador alemán describió la política de Kautsky como "atentismo" [5]. Se trata de un término francés para denominar un concepto que es lo contrario de "activismo"; una política de espera paciente. Kautsky lo confirmó en 1909 [6]:

"La socialdemocracia es un partido revolucionario; no es un partido que hace revoluciones. Sabemos que nuestros objetivos pueden ser alcanzados solo mediante una revolución. Pero sabemos también que está tan poco en nuestras manos hacer esta revolución como en las de nuestros adversarios impedirla. Por esto no nos pasa siquiera por la mente el querer provocar o preparar una revolución".

El legado de Kautsky nos enseña que un partido obrero no puede instigar una revolución, pero claramente necesita prepararse para ella.

Muchos creen que es imposible construir un partido socialista independiente de todas las alas de la burguesía. Pero el Frente de Izquierda de Argentina muestra que una formación socialista revolucionaria puede llegar a millones de trabajadores.

Traducción: Guillermo Iturbide.


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NOTAS AL PIE

[2León Trotsky, ¿Adónde va Inglaterra? Capítulo V - La cuestión de la violencia revolucionaria. Modificamos un poco la traducción del pasaje respecto a la versión en castellano en la página del CEIP [Nota del traductor].

[4Wladek Flakin, Als der Nordstern rot wurde.

[5Nota del traductor: La referencia es a Dieter Groh y su obra Negative Integration und revolutionärer Attentismus. Die deutsche Sozialdemokratie am Vorabend des Ersten Weltkrieges ("Integración negativa y atentismo revolucionario. La socialdemocracia alemana en vísperas de la Primera Guerra Mundial").

[6"El camino del poder". Capítulo 5 - Ni revolución ni legalidad a cualquier precio, en Karl Kautsky, La revolución social / El camino del poder. México D.F., Ediciones de Pasado y Presente, 1978, p. 211.
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Nathaniel Flakin

Periodista freelance e historiador. Escribe en Left Voice, EE. UU. y Klasse gegen Klasse, Alemania. También ha escrito bajo el seudónimo de Wladek.