A 107 años de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, buscamos abordar brevemente las causas que llevaron a su redacción, centradas principalmente en cerrar el proceso revolucionario abierto en 1910, donde los principales protagonistas fueron los ejércitos campesinos.
La Constitución actual fue promulgada el 5 de febrero de 1917 en el Teatro de la República de la ciudad de Querétaro por el gobierno de Venustiano Carranza y entró en vigor en mayo de ese mismo año. Su publicación dejó del lado la Constitución de 1857, su entrada en vigor representó el triunfo del proyecto político de las alas nacionalistas del Ejército Constitucionalista encabezadas por Álvaro Obregón.
El Congreso Constituyente que lo redactó se reunió del 1ro de diciembre de 1916 al 31 de enero de 1917, producto de dar una respuesta a la guerra campesina que se extendió a nivel nacional, que, tras la derrota de la dictadura encabezada por Victoriano Huerta, llevaron a los ejércitos campesinos como la División del Norte encabezada por Francisco Villa y el Ejército Libertador del Sur dirigido por Emiliano Zapata a enfrentar al Estado en sus reclamos por la tierra. El carácter burgués del gobierno de Carranza lo llevó a resistirse durante mucho tiempo a aceptar estas demandas hasta que comprendieron, que podrían convertirlas en un poderoso instrumento político para vencer militarmente.
La derrota de los ejércitos campesinos
El año clave para comprender la derrota de las fuerzas lidereadas por Villa y Zapata fue 1915, cuando el constitucionalismo se replegó a Veracruz y desde ahí logró recomponer su fuerza formando el Ejército de Operaciones, con Álvaro Obregón al mando. Fue desde ahí donde se hicieron las adiciones al Plan de Guadalupe, el 12 de diciembre de 1914, en donde se definía al villismo como el gran objetivo a vencer y se le catalogaba como una “fuerza reaccionaria” y se establecía que eran necesarias las reformas sociales como los objetivos a cumplir de la revolución, apropiándose de las demandas campesinas para fortalecerse. [1]
En diciembre de 1914 Obregón Avanzó sobre Puebla y posteriormente sobre la Ciudad de México para partir las fuerzas del Centauro del Norte y las de Zapata, el Ejército Libertador del Sur no pudo contener el avance ya que el gobierno Convencionista que se supone estaba de su parte terminó por colaborar con los constitucionalistas. El presidente convencionista, Eulalio Gutiérrez, se encargó de retrasar la llegada de armas y municiones para las fuerzas zapatistas. [2]
Además de que, la desarticulación del sistema productivo producto de los enfrentamientos armados, causó que el hambre se apoderara de la zona centro del país, por lo que los zapatistas tampoco contaban con los víveres necesarios para poder seguir avanzando contra el constitucionalismo. Situación que los obligó a retroceder, impidiendo que pudieran cortar el canal de suministros en Veracruz, del cual las tropas de Carranza se abastecían.
En enero de 1915, el Ejército de Operaciones logró recuperar Puebla y la Ciudad de México, haciendo retroceder a los zapatistas hasta Morelos, aprovechando que las fuerzas villistas estaban empeñadas en las campañas del Noreste y Occidente y que el gobierno de Gutiérrez había roto con Villa y Zapata, de ese modo logró partir en dos a los ejércitos campesinos y debilitar al convencionismo. El 10 de marzo Obregón salió de la capital del país para enfrentar al musculo de la revolución, la División del Norte.
Fueron en las diversas batallas que se libraron en Celaya Guanajuato y otras partes del país, en donde el objetivo de Obregón fue reducir el espacio vital del villismo hasta forzar al Centauro a atacarlo, aprovechando las ventajas tácticas de la defensa, entre esas ventajas era haber contenido a las fuerzas zapatistas y tener una línea de abastecimiento segura en Veracruz. [3] Una vez consumado este plan en Ejército de operaciones logró derrotar militarmente a la División del Norte en batallas que tuvieron lugar entre abril y junio de 1915, orillando a las fuerzas villistas a dispersarse y tener que desarrollar sus actividades de forma guerrillera en los siguientes años.
Posteriormente las fuerzas de Carranza se concentraron para incursionar en Morelos y terminar definitivamente con el Ejército Libertador del Sur, mientras que esta presión multiplicó las deserciones entre las filas de Zapata quien preparaba la defensa, defensa que buscaba afianzar la determinación de los generales más radicales por defender su territorio.
El ataque llegó primero por Guerrero, donde las fuerzas federales habían capturado Acapulco que después sería recuperadas de nuevo por los zapatistas, por su parte Pablo González entró a Morelos el 13 de marzo de 1916. Este avance profundizó la crisis dentro de las fuerzas morelenses donde se siguieron multiplicando las deserciones, mientras que 30 mil hombres de González atacaban los pueblos.
Las fuerzas campesinas abandonaban sus casas y se iban a refugiar a las montañas para defenderse, el 29 de abril Cuernavaca estaba rodeada, fue tomada el 2 de mayo junto con casi todas las ciudades importantes del estado. Sólo quedaban en manos de los zapatistas Jojutla y Tlaltizapán y algunos poblados secundarios.
Pablo González fue ocupando los pueblos y arrasándolos como si se tratara de una potencia extranjera, sin embargo, la tenaz defensa lo obligó a retroceder y salir de Morelos, mostrando que con el puro terror no iban a poder derrotar la resistencia de los pueblos. De ese modo la fuerza burguesa preparó sus mejores armas para derrotar a la revolución, pues Carranza se había elegido presidente y se había aprobado la nueva constitución para marzo de 1917, de ese modo el constitucionalismo le impuso al Ejército Libertador del Sur un cerco que lo aisló y presionó de forma brutal.
De manera que eso comenzó a asfixiar a las fuerzas zapatistas y a impulsar su descomposición por la falta de salidas políticas para terminar el conflicto. Fue así como a finales de 1918 González lanzó otra contraofensiva contra el estado de Morelos, pero esta vez no se valió de la pura fuerza, sino que la combinó con concesiones a las masas con el fin de pacificar las cosas, dicha política fue la que condujo al asesinato de Emiliano Zapata el 10 de abril de 1919 y la derrota del Ejército Libertador del Sur. [4]
El control sobre la clase obrera
El control sobre el movimiento obrero se consolidó gracias a la jugada que realizó el constitucionalismo cuando se firmó el acta de colaboración entre Venustiano Carranza y un sector de dirigentes de la Casa del Obrero Mundial (COM) el 17 de febrero de 1915 en la ciudad de Veracruz, en donde se crearon los “Batallones Rojos” en el seno del Ejército Constitucionalista. Y no porque hayan sido una fuerza militar decisiva en la lucha armada, sino porque les permitieron a los constitucionalistas, en especial al ala encabezada por Obregón, realizar una operación de cooptación política y social con un carácter fundamentalmente propagandístico, para fortalecer al constitucionalismo frente a los ejércitos campesinos, esa fue la importancia de dirigirse a la clase obrera y a la población urbana.
Pues este pacto anunció lo que fue el posterior nacimiento de la burocracia sindical que sería un importante instrumento de control del proletariado mexicano, subordinado a una dirección burguesa, lo que se mostró con los sectores de la Casa del Obrero Mundial (COM) que colaboraron con Obregón, al verse atraídos por él a partir de las adiciones al Plan de Guadalupe, donde se incorporaban demandas como el salario mínimo. De ese modo, se disolvieron los Batallones Rojos y se mostró el descontento que la mayoría de los obreros tenía con el constitucionalismo expresado en la huelga general de 1916, que fue ahogada con la represión, producto de que las masas obreras estaban estratégicamente divididas de las masas rurales y no existió una política de los dirigentes anarcosindicalistas de unirse con los ejércitos campesinos.
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¿Cuáles eran las implicaciones de la redacción de la Constitución de 1917?
El 14 de septiembre de 1916 Carranza expidió un decreto disponiendo la realización del Congreso Constituyente en Querétaro, al siguiente día, por medio de un nuevo decreto, convocó a elecciones de diputados al mismo Congreso. Su proyecto en resumidas cuentas era una reedición de la Constitución de 1857, que incluía sólo garantías de corte político-liberal, pero ignoraba en gran medida las reformas sociales.
Carranza insistió que las reformas sociales no quedarían incluidas en el texto final (cómo lo había hecho en los años previos), incluso su política fue que estas quedarían supeditadas a las reformas políticas si es que llegaban a ser aprobadas, pues sabía que hasta el final no se podía prescindir de las concesiones a las masas, sólo que buscaba dar lo mínimo posible. Para ello se valió de diputados miembros del ex grupo renovador (maderistas), para la redacción del nuevo proyecto, como José Natividad Macias y Félix F. Palavicini.
Sin embargo, el predominio del ala jacobina y de los obregonistas, mucho más propensos a incorporar las demandas de los obreros y los campesinos se impuso, como lo expresó la modificación del artículo 3ro, 27, 123 y 130. [5] En la asamblea constituyente resaltaron los nombres de Francisco Mujica, Heriberto Jara, Esteban B. Calderón, Amado Aguirre, José Álvarez, Nicolás Cano, Carlos Gracidas entre muchos otros, todos ellos comprendieron el papel de la reformas sociales para crear una nueva mediación que se alzara por encima de las clases y las regulara. Con estos acontecimientos y los anteriores va a nacer la moderna casta política, como producto del grupo que triunfó en la Revolución ya que pudo capitalizarla en un proyecto político para constituir un nuevo Estado.
El objetivo de incluir las reformas sociales era cooptar las conquistas de las masas y administrarlas desde el poder político, como un poderoso instrumento de control de las mayorías, precisamente porque si una ley no atiende a una realidad concreta para mantener el orden no es ley. En este caso contener el descontento de las masas era una necesidad histórica para los capitalistas, ya que desde el principio estos conciliadores comprendieron que la única manera de calmar la ira de las masas era con reformas sociales.
Así es como votaron y redactaron artículos como el 27 constitucional que regula la propiedad de la nación, de los productos del subsuelo, de las aguas y los mares territoriales y los ríos al interior, esta ley le otorgaba el poder al Estado para emprender nacionalizaciones. Es decir, se le otorgaba el derecho originario al Estado de ser el propietario de todo lo perteneciente al territorio, para que esta entidad política pudiera desarrollar la propiedad privada según su propio criterio. [6] Gracias a este artículo la burguesía pudo iniciar un reparto agrario con el cual podría contener en gran medida a las masas campesinas, así es como pudo terminar de aniquilar a la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur, ya que no sólo con las armas se puede vencer, sino que principalmente con política.
Porque ante los ojos de las mayorías rurales la nueva Constitución se legitimaba de forma positiva, respondiendo a una realidad concreta y atendiendo necesidades inmediatas, con el fin de construir consensos que aseguraron la victoria del grupo hegemónico en la Revolución, el Grupo Sonorense. Dichas medidas también fueron aplicadas a la clase obrera, con la aprobación del artículo 123, que consagraba la jornada máxima de ocho horas para el trabajo diurno, además de que regulaba el trabajo nocturno y el realizado por mujeres y niños, también establecía el descanso semanal, salario mínimo, la repartición de utilidades, cuidaba del patrimonio familiar, establecía la seguridad social y la salud.
Junto con ello protegía a las trabajadoras embarazadas o en condición de madres, establecía la responsabilidad de los empresarios en accidentes de trabajo o enfermedades profesionales también instituía un staus material mínimo para el proletariado. Así, se consolidaba un proceso que no había podido llevarse adelante en las décadas anteriores, la regulación de los antagonismos entre el capital y el proletariado, recogiendo las experiencias que se habían tenido con los dirigentes conciliadores de la COM y con las huelgas.
Con ello generaría toda una ideología que se encarnaría en el partido hegemónico, que pasó por diversas formas, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y finalmente el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Esta ideología tendía a universalizar el proceso borrando las contradicciones de clase que surgieron durante la lucha armada, que según la versión oficial el resultado no era la recomposición de una clase para retomar el poder sino el surgimiento de un nuevo Estado. Uno que se comprometía a llevar la “justicia social” a todo el país, los capitalistas se borran a sí mismos del conflicto y se sustituye por “la revolución hecha gobierno”.
En otras palabras, se construyó un mito para esconder el papel de los explotados en su intento por cambiar el curso de sus propios destinos, por eso la Constitución fue tan importante. De ese modo los patrones y su partido escribieron en los libros de texto escolares, que su programa no era el de una parcialidad, una clase determinada que explota a las demás, sino la voluntad de un pueblo, encarnada en aquel partido heredero de la revolución. [7]
La burguesía triunfó, y especialmente el Grupo Sonorense porque pudo cooptar dirigentes a obreros, someter a los campesinos y expropiar las demandas de las masas; plasmando en una constitución su propio proyecto político para administrar aquellas conquistas logradas por las masas. A esto, hay que sumar la falta de una alternativa independiente de los trabajadores y las masas populares, además de los límites que tuvieron los proyectos de Villa y Zapata. De ese modo que lo que consiguió fue la organización burguesa de todas las consciencias, de todas las clases para que aceptaran su propia ideología que al final legitimaba el desvío. Convirtiendo a los dirigentes a los que alguna vez combatió en parte de la simbología oficial, tratando de que fueran figuras inofensivas para el Estado.
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