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Red Internacional
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Debate. La LIT y la pérdida de la brújula estratégica. ¿Para qué intervenir en elecciones y el parlamento?

En este artículo debatimos con un texto polémico de la LIT (Liga Internacional de Trabajadores) llamado “¿Cómo habría que enfrentar el FMI en la Argentina?” (1) en el que, cuestionando la intervención del PTS y del Frente de Izquierda (FIT-U) en Argentina ante la votación del acuerdo con el FMI, oponen la intervención de María Rivera, “convencional constituyente” electa en Chile y que es parte de su corriente internacional, como supuesto ejemplo del “rol que los revolucionarios debemos tener en el parlamento burgués”. Por suerte no tienen un parlamentario en Argentina, pues así verían el tamaño del enorme oportunismo de la LIT en Chile.

Miércoles 20 de abril de 2022 17:11

Sobre la “Lista del Pueblo”, ¿independencia de clases o conciliación de clases?

La Liga Internacional de Trabajadores tiene una pequeña organización de unas decenas de miembros en Chile, llamada Movimiento Internacional de Trabajadores (MIT). En la Convención Constitucional electa el 21 de mayo de 2020, el MIT obtuvo con su única candidata, la abogada María Rivera, un cargo de “convencional” de los 155 que se elegían. La Lista del Pueblo conquistó 27 convencionales con cerca de 1 millón de votos en la Convención, y en ese marco, el MIT de forma oportunista conquistó su convencional.

¿Por qué tienden a ocultar cómo consiguieron esta tribuna? ¿Será porque no fue a través de una intervención política independiente, sino a través de su participación en la “Lista del Pueblo”, una lista reformista-populista?

Veamos qué decía el MIT (LIT) de esta Lista: “La Lista del Pueblo es una de las mejores expresiones de organización de luchadores para intervenir en este Proceso Constituyente, los miembros de la lista siguen en las protestas, a los precandidatos se les exige pruebas de blancura que garanticen no tener casos de corrupción ni vinculación con los partidos de los 30 años, etc. En ese sentido, la lista del pueblo es un esfuerzo importante de unidad para lograr doblarle la mano a las restricciones de los poderosos contra los independientes. Es por eso que como Movimiento Internacional de los Trabajadores participamos de la lista del Pueblo”.

Esto es falso. No se trataba de una “de las mejores expresiones de organización de luchadores” como quieren hacernos creer para justificar su orientación oportunista. No era reagrupamiento de activistas con una política independiente a los 30 años del viejo régimen de transición, mucho menos algún fenómeno de vanguardia obrera. Se trataba de un bloque populista-reformista con un programa que tenía como objetivo conquistar un “Estado de derechos sociales” (lo mismo que el programa del Frente Amplio (FA) y del Partido Comunista, del gobierno de Boric) y un nuevo “modelo de desarrollo” (lo mismo) en convivencia con las multinacionales, y que basó su campaña en la agitación de “independientes contra todos los partidos” (no importando si de trabajadores o de izquierda, un perfil que el MIT-LIT tomó con todo para esconder su subordinación a esta política “gremialista”) y que sean “los ciudadanos los llamados a escribir la nueva Constitución”. El MIT criticó su programa por ser “ambiguo” o “peligroso”, pero no se trataba nada de eso, sino de un programa anti-neoliberal moderado y socialdemócrata, muy parecido al de Apruebo Dignidad del PC y del FA.

Es más, uno de los requisitos para integrar la Lista del Pueblo, además de “no ser partido” y entrar de forma “independiente” era una “declaración jurada” que comparte el programa y no se lo podía cuestionar en la agitación de campaña (algo que el MIT claramente no hizo). Para el MIT no se trataba ni de abrir un debate real ni de una lucha política en su interior abierto a las y los miles que confiaron en la Lista del Pueblo (LdP), sino de conseguir a toda costa un cupo electoral en un espacio reformista-populista prestado para entrar a la Convención. Y por eso fueron entusiastas militantes de esta Lista, sin críticas ni luchas políticas reales en campaña, contribuyendo a generar expectativas en este sector, que como veremos, produjo en pocos meses una desmoralización total en sus votantes y en sectores de izquierda.

Veamos otro argumento. La LdP no se trató de un movimiento militante, sino una herramienta electoral, que buscando sortear las trabas anti-democráticas del régimen, estuvo completamente controlado desde su dirección, sin instancias participativas y abiertas reales para impulsar algún proyecto desde las bases. ¿Acaso no tenían tampoco dirección? Para el MIT se trataba de “luchadores” y “activistas”, no en realidad de lo que era: aparatos formados de años en campañas electorales que hasta hace poco se habían ligados algunos a Apruebo Dignidad, al PC, al chavismo o incluso al neoliberal progresista Marco Enríquez Ominami de la ex Concertación, expertos en marketing electoral y audiovisualistas, con importantes recursos. No se armó “espontáneamente” de luchadores sino muy desde arriba.

¿Qué pasó con la Lista del Pueblo? ¿Qué hicieron una vez electos?

Mientras hablaban por izquierda empezaron rápidamente a ser cooptados por el régimen. Luego vino el fraude, el fin de la LdP y la enorme desmoralización de sectores obreros y populares. Todo ello en unos pocos 3 meses una vez “triunfado” en la Convención.

Su primera acción fue un acuerdo con el FA y el PC en torno a declarar de palabra la “libertad de los presos de la revuelta” de forma simbólica mientras prometían no interferir en ningún poder del Estado respetando las reglas del “Acuerdo por la Paz” de Piñera y Boric; y dejando la libertad de los presos a su suerte –hasta hoy- y a la lucha de sus familias. ¡Y decían escandalosamente que no sesionarían si no se liberaba a los presos! ¿Acaso María Rivera hizo algo “escandaloso” como dice la LIT que deben actuar los “diputados revolucionarios?

Luego vino una serie de escándalos de platas electorales: millonarias “boletas de servicio” con los cuales los viejos partidos se financian de forma ilegal (una de las causas de corrupción más repudiadas por la población). Salió a la luz la “dirección” chica de la LdP, y se dividió en dos bandos, ambos metidos en el uso de las “boletas”. Y luego todo fue peor: convencionales electos declaraban su salida de la Lista del Pueblo diciendo que para ellos siempre se había tratado de un proyecto “personal” que no compartían (o sea, usaron la plataforma electoral para obtener cargos, nada más); decepción de activistas que se salían de sus grupos porque no se les escuchaba y solo los usaron para hacer campaña; y posteriormente dos enormes fraudes nacionales que hicieron implosionar a la Lista del Pueblo a los ojos de toda la población, resultando una enorme desmoralización de franjas de masas que habían votado confiando en estos supuestos “activistas”. Primero, uno de sus íconos en la rebelión que protestaba haciéndose pasar por enfermo terminal de cáncer e hizo su campaña electoral con ello, resultó ser una gran mentira. Y luego, la guinda de la torta: el candidato presidencial que oficializó la Lista del Pueblo, un ex concertacionista que no tenía nada que envidiarle a Boric, tenía un 65% de las firmas ciudadanas necesarias para ser candidato presidencial, eran falsificadas y otorgadas por un notario muerto. Fue el fin de la LdP.

¿Qué dijo el MIT de esto? Que se “sorprendían”. Luego, que de hecho supuestamente ya no participaban en la Lista del Pueblo por supuestas diferencias. Puras excusas, ¿no se trataba de lo más genuino de los luchadores? Nada de ello. En solo tres meses quedó desmontada esta falsificación. El MIT no solo buscó mostrar lo que no era para esconder una posición electoralista, pues nunca enfrentaron claramente ni su programa, ni su dirección, y más bien todo lo contrario, lo mostraron como un gran referente de avanzada. Esto lo hicieron porque la única forma de ocupar ese “espacio ajeno” era lavándoles la cara. Fue un ejemplo claro de oportunismo electoralista, pues efectivamente se comprobó que se podía obtener un cupo como “independiente” en su interior, pero de ningún modo con esa táctica se puede contribuir a la construcción de una izquierda obrera anticapitalista y de independencia de clases. Ni siquiera una izquierda contra el Acuerdo por la Paz, pues se terminaron subordinando a sus reglas en su primer acto.

De allí que teniendo una Convencional, por más que intente “gritar” o aparecer “enojada” combinando salidas “ultra-izquierdistas” con el más burdo oportunismo electoral, son incapaces de contribuir al reagrupamiento de sectores del activismo o la vanguardia, ni a la construcción de una izquierda obrera y socialista (menos de un partido, contra los cuales en general hicieron campañas). Para qué decir que sus votos prestados no tienen ninguna relación ni con su organización real ni sirve para construir fracciones revolucionarias reales en lugares de trabajo y estudio (salvo ganar caudillos sueltos buscando ganar cargos superestructurales de aquí y allá).
Desde el PTR mientras buscamos intervenir en los fenómenos reales e incluso participamos en algunas instancias de “asambleas del pueblo”, no fuimos parte de la LdP (aun teniendo el ofrecimiento incluso de dirigentes de ellos en un distrito muy importante) y buscamos intervenir en la lucha de clases y en el escenario electoral con un programa de independencia política de las y los trabajadores, claramente anticapitalista partiendo desde las demandas de “octubre” y contra el acuerdo por la Paz de Piñera y Boric.

Desde el PTR llamamos al MIT en innumerables ocasiones a formar juntos un frente de independencia de clases, partiendo por denunciar las trampas del régimen. Lamentablemente se negaron a luchar por una política independiente como hicimos en el comando por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana y luego en las elecciones, donde priorizan un cupo electoral oportunista en una lista que no tenía nada de “revolucionario”.

El MIT no solo participó de la LdP hasta el final sino incluso llamó a impulsar la candidatura presidencial de Cristian Cuevas en ésta, un ex burócrata sindical del PC que fue “encargado laboral” del Gobierno de Michelle Bachelet (PS neoliberal 2014 - 2017). Cuevas luego pasó por el FA de Boric, estuvo hasta hace poco en su coalición y tiene un programa desarrollista de conciliación de clases.

El MIT se mantuvo en la Lista del Pueblo hasta la explosión de este fenómeno, que murió producto de un “fraude” masivo y se transformó en una enorme decepción de mucha gente que lo seguía.

Por último, en todo este camino, y subordinándose a la enorme campaña del “mal menor” para votar por Boric en segunda vuelta, el MIT fue uno de los primeros en darle el voto en segunda vuelta con la excusa que su victoria “podría generar un mayor movimiento social que presione el gobierno para que cumpla sus promesas”, justo en el momento en que éste giró más su discurso al “centro” burgués y consiguió el apoyo de grandes empresarios, casi sin críticas para luchar contra la “extrema derecha”.

¿Cómo surgió la Convención Constitucional y qué dice de ella la LIT?

Para justificar toda una orientación oportunista –acompañada de intervenciones izquierdistas para llamar la atención- el MIT llega más allá, al balance de la Convención Constitucional, tan así que llegan a algo muy parecido al PC. Veamos

La rebelión popular del 2019 puso al gobierno de Sebastián Piñera entre las cuerdas, y con los métodos de la lucha de clases cuestionó el viejo orden neoliberal instalado en dictadura y profundizado por los gobiernos de la Concertación y la Derecha. En los días del llamado a “huelga general” (12 de noviembre 2019) convocada por la CUT y las conducciones sindicales, presionadas por la revuelta, estuvo abierta la posibilidad de derribar a Piñera e instalar lo que exigían las calles: una asamblea constituyente libre y soberana, que planteara la resolución de los reclamos populares: salud, educación, salarios y pensiones dignas sin AFP, libertad a los presos y cárcel a los represores, entre otras reivindicaciones.

Sin embargo, tras la huelga y la tregua de las conducciones sindicales, Piñera junto a los partidos del régimen buscaron una salida “institucional” a la crisis. Así surgió la idea de un plebiscito para decidir si el país avanza a una nueva Constitución (poniendo fin a la vieja Constitución de la dictadura, de 1980) mediante una “Convención Constitucional” (idea que había surgido en el círculo de la ex presidenta Bachelet años atrás frente a los primeros reclamos por una constituyente). 3 días después de la huelga, el 15 de noviembre de madrugada se firmó el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución”, donde Derecha, ex Concertación y el Frente Amplio, de la mano de Gabriel Boric (hoy Presidente) estamparon sus firmas para sellar la “vía institucional” a la crisis. Los “poderes constituidos” diseñaban con sus reglas un “poder constituyente”, que nacía presionado por la calle pero como una herramienta de desvío. Un amplio sector de masas lo sintieron como un triunfo mientras los medios, los políticos burgueses y todo el régimen señalaba las bondades de este camino que habían diseñado presionado por las calles. Los reformistas decían que era una conquista democrática y la “única salida” para que no corriera sangre (instalando el temor del Acuerdo o la anarquía). Otro sector minoritario lo vio con desconfianza, lo llamó la “cocina” (los viejos acuerdos entre telones de palacio).

Así nació la Convención Constitucional para una nueva constitución, como forma de encausar la crisis sacando a las calles de la escena y otorgando la iniciativa al viejo régimen y los partidos empresariales. El Partido Comunista, que en un inicio no firmó el Acuerdo, luego con algunos cambios (paridad de género, escaños reservados a pueblos originarios, y listas de independientes) se plegó a éste y lo llamó un “triunfo democrático de masas” contribuyendo a desmovilizar a éstas y aislando a una amplia vanguardia que denunciaba el acuerdo.

El “Acuerdo por la Paz” no continuó una supuesta “revolución” tal cual venia antes como dice el MIT (LIT). No, el Acuerdo por la Paz marcó el inicio de una nueva situación, un “desvío” que hizo retroceder la situación pre-revolucionaria abierta. Marcó el fin del ascenso observado en el llamado a huelga general, conservó a Piñera y al viejo régimen al poder, y abrió un camino de desmovilización y de intentos de auto-reformas por arriba. La Convención Constitucional buscó abrir el camino de ello y por eso fue alabado hasta su instalación por todo el gran arco de la clase dominante. Solo un pequeño sector de la derecha llamó al Rechazo.

La Convención Constitucional en ningún caso significó un triunfo de la clase obrera y el pueblo, la juventud y las mujeres, sino un gatopardismo, una trampa orquestada por el viejo régimen para cambiar algo para que nada cambie realmente. Aunque sectores lo sintieran como triunfo, no se trataba de ello y muchos de ellos hoy están decepcionados de su desarrollo. Obviamente el régimen se vio presionado por la lucha de calles, pero sacrifican la Constitución, un símbolo repudiado por todo el país, para mantener su dominio. No fue ninguna victoria de las calles, como si Trotsky hubiera dicho en la revolución de 1905 que la Constitución que ofrecía el Zar era un “triunfo”.

Todo el relato del FA y del PC, ambos ahora en el gobierno, descansan en ese supuesto “triunfo de masas”. También muchas organizaciones de izquierda, como la lista de Movimientos Sociales y la ex Lista del Pueblo, pasaron de denunciar la trampa constitucional a plegarse al relato de “triunfo”, y más aún, dijeron que era “histórico” porque será la Constitución “más democrática del mundo”, mientras aún se mantiene en pie toda la herencia de la dictadura y se han agravado las condiciones de vida de las mayorías obreras y populares.

¿Qué dicen lxs Compañerxs del MIT? Lamentablemente se plegaron a todo el coro y relato reformista. “El Acuerdo por la Paz dio origen al Proceso Constituyente actual. En primer lugar, debemos reconocer que la apertura de un Proceso Constituyente fue una enorme victoria del movimiento de masas. Ni el gobierno ni la “oposición” querían conceder un Proceso Constituyente con las actuales características. Este Proceso Constituyente es una conquista de nuestra lucha.” Es cierto que el viejo régimen nunca quiso cambiar un ápice, pero lo que otorgaron fue un símbolo como trampa para sacar la lucha en las calles y llevar a las mayorías populares a las ilusiones en auto-reformas por arriba para que no se resolviera nada de sus demandas ni necesidades. No es un “triunfo” que “nació deformado” como dice el MIT al igual que el PC, sino un desvío, una trampa, para desactivar el proceso revolucionario abierto e impedir la lucha independiente de la clase obrera y el pueblo para enfrentar a los capitalistas ¡Y esa trampa ha logrado por ahora su cometido! Aunque sectores de la oligarquía no le gusten los símbolos que se cambian, la Convención no tocará la estructura del Chile de la dictadura (sin resolver ninguna de las grandes contradicciones y desmovilizando a las masas). Quizá fue por este análisis que terminaron votando la propuesta de quórum del PC.

El MIT define que hubo una “revolución” y que ésta “triunfó” ¿Cómo triunfa una revolución que no conquistó ninguna de sus demandas, que tiene a cientos de procesados y encarcelados, mientras Piñera siguió gobernando y quedó libre de polvo y paja? ¿Dónde se mantuvieron los salarios, pensiones de hambre, precarización, abusos, las fabulosas ganancias millonarias de las multinacionales y los ricos del país? ¿Qué triunfo de una “revolución” es ésta?

Una cosa es decir que las clases dominantes, al no haber derrota del movimiento de masas y sí un desvío, midan la relación de fuerzas y tengan que hacer concesiones, como los “retiros del 10” y que estén observando a cada momento el ánimo social y popular, que eventualmente puede retomar de no resolverse las contradicciones que es lo que intentan. Otra cosa es decir que hubo un “triunfo” de una supuesta “revolución”.

¿Un Estado Obrero nacido de una Convención Constitucional del régimen burgués? La pérdida de la brújula estratégica y de la lucha de clases

Toda esta orientación oportunista la encubre con políticas que arman un revuelo temporal y quedan de “ultra” a los ojos de masas, como la iniciativa de su convencional de “disolver los actuales poderes del Estado y crear Asamblea Plurinacional de los Trabajadores y los Pueblos”.

Se trata de una propuesta sin ninguna relación con la estrategia revolucionaria. Veamos. Proponen que la Convención Constitucional “disuelva los poderes del Estado”, vale decir, que un organismo nacido del propio estado capitalista, “disuelva” a éste mediante una auto-reforma. Esta iniciativa la asemejaron a construir un Estado Obrero como la Rusia de los soviets o de los Cordones Industriales en nuestro país. ¿Desde cuándo en el marxismo se puede “disolver” el estado burgués y sustituirlo mediante una reforma constitucional por un “estado obrero”? Es una innovación “teórica” en extremo interesante del oportunismo al que llega.

León Trotsky llego a plantear la política de “Asamblea única” en Francia, como una medida democrático-radical (no socialista) para denunciar las instituciones capitalistas bonapartistas (como la Presidencia de la República o el Senado oligárquico) y para acelerar la experiencia de sectores de la clase obrera con sus direcciones. Asimismo la Asamblea Constituyente en China.

La lógica de Trotsky era: nosotros somos partidarios del estado obrero, pero mientras las mayorías no comparten eso, defenderemos todas las cuestiones democráticas de los ataques bonapartistas y fascistas, y lucharemos por medidas democrático-radicales como estas Asambleas y otras más (abajo presidencia, abolición del senado, voto menores de 21 años, cámara única, etc.) para impulsar la lucha contra la reacción y el viejo régimen y desatar la lucha de clases del proletariado y las masas populares. Era una consigna para movilizar y para exigir a los reformistas (“socialistas democráticos”) que no comparten el programa de la revolución, no a que apoyen éste (como le decía el MIT a los reformistas acá, como si los reformistas apoyaran un “Estado Obrero” como la Rusia de los Soviets) sino para que apoyen medida radicales contra el viejo régimen y que sean fieles a sus posturas “radicales” impulsando métodos de lucha de clases.
La asamblea nacional para Trotsky era muy distinta a la pelea por un estado proletario nacido de la revolución socialista como el MIT intentaba hacer. Pero sí tenían un vínculo: mediante la lucha por el programa democrático-radical el proletariado podía hacer política a los reformistas para mostrar que ni siquiera creen en su propio programa, para ganarse a las masas campesinas y populares, y ser el más consecuente luchador contra el viejo régimen, y en ese camino, luchar por crear organismos de autoorganización como fueron los Soviets, que de desarrollarse podían plantear la lucha por el poder obrero y el derrocamiento de los capitalistas y su estado. O sea, era una política siempre ligada a la estrategia revolucionaria, de que emerja la clase obrera como sujeto independiente y constituya sus propios órganos de poder, bases del nuevo estado. Jamás se pensó como una forma de “disolver el Estado” mediante una reforma, sino para preparar las condiciones para que la clase obrera y los oprimidos derroquen el poder organizado de los capitalistas.

El MIT nos puede objetar que ellos no tienen la fuerza para impulsar esta pelea. No podríamos negarle esto. Pero eso no significa que por falta de fuerza y buscar usar espacios prestados sin fuerza propia, busquen maniobras para que reformistas voten un “Estado Obrero” en una Convención y buscar construirse mediante “pegadas parlamentarias” haciendo del marxismo cualquier deformación que a ojos de masas solo es confusionismo.
Para el marxismo nunca se puede “disolver el Estado” sino que el estado capitalista debe ser destruido mediante la lucha de clases y la revolución obrera, mediante sus métodos de huelga general e insurrección y formando sus propios órganos de poder. No será ninguna Convención ni siquiera una Asamblea Constituyente Libre y Soberana la que “disuelva” al Estado y lo reemplace por un Estado Obrero. Sólo la clase obrera puede llevar a cabo la destrucción del estado de los capitalistas y reemplazarlos por su propio estado nacido de sus consejos, mediante la revolución. Esta “nueva” teoría del MIT se parece más a los teóricos del “estado combinado” que al marxismo. Jamás surgirán Soviets ni Cordones como una “auto-reforma” del Estado. El MIT es el ejemplo claro de buscar tácticas sin ninguna relación con la estrategia revolucionaria, sin sujeto y sin autoorganización.

Por último, la comparación con la FIT-U: una polémica desesperada

Partiendo de estas consideraciones sobre la actuación oportunista de la LIT en Chile, es interesante analizar la necesidad permanente de la LIT en diferenciarse del Frente de Izquierda Unidad (FIT-U) de Argentina. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores nació el 2011 como un bloque político-electoral basado en una alianza de los tres principales partidos de izquierda en Argentina: Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Partido Obrero (PO) e Izquierda Socialista (IS). Desde hace dos años se unió a ellos el Movimiento Socialista de Trabajadores (MST).

El año pasado el Frente de Izquierda se consolidó como tercera fuerza política nacional en Argentina, obteniendo los mejores resultados desde su fundación en 2011. Con 6% conquistó más de 1,3 millón de votos (aumento de 20% en relación a las elecciones previas), obteniendo 4 diputados en el Congreso Nacional, y varios parlamentarios de provincias y municipios. Electa diputada federal por la capital Buenos Aires, Myriam Bregman del PTS es la primera parlamentaria de izquierda en la capital en 20 años. Nicolás del Caño del PTS y Romina del Plá del PO fueron electos por la Provincia de Buenos Aires (PBA), corazón del proletariado argentino y bastión del peronismo. Allí también el Frente de Izquierda conquistó entre 8-10% de los votos, justamente en los distritos más pobres (La Matanza, Merlo, Morón, Moreno, José C Paz, etc.), arrancando influencia del peronismo y probablemente consiguiendo de 8 a 11 concejales. La elección de Alejandro Vilca, obrero recolector de aseo, socialista de origen kolla y dirigente del PTS, obtuvo el 25% de los votos para el Congreso Nacional en la provincia de Jujuy, un hecho inédito de gran significado para la izquierda latino-americana, algo resaltado por el propio PSTU argentino en su sitio en español donde dicen que "la elección, por primera vez, de un trabajador y deputado de origen indígena como Alejandro Vilca es digna de conmemoración". Resaltamos que la conquista de Vilca sigue la tradición de luchadores y diputados obreros del PTS en el FITU como Raúl Godoy, Andrés Blanco o Claudio Dellecarbonara, y fueron electos de forma completamente independiente por el frente de izquierda contra los bloqueos capitalistas de derecha y del peronismo.

Todo eso fue conseguido mediante la agitación de un programa anticapitalista y socialista, de ataque a las ganancias empresariales, especialmente señalando las consignas de rechazo al régimen ajustador del FMI (pactado por todas las fuerzas políticas burguesas) y por la reducción de la jornada laboral a 6 horas y 5 días a la semana (contra el proyecto de los partidos burgueses de avanzar a una reforma laboral precarizadora) y por el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados. Esas ideas, parte del arsenal que ha conquistado el FITU desde el 2019, fueron conocidas por sectores de masas en las elecciones, debatidas en la TV todos los días, más allá del resultado final en votos. Esa agitación permanente es una gran conquista que, como expresamos en esta entrevista, muestra a la izquierda que es posible lograr influencia en sectores amplios de la vanguardia (en perspectiva de masas) sin rebajar el programa anticapitalista, levantando puntos transicionales que sean ideas para que la clase trabajadora emerja como sujeto político independiente en la crisis. Toda esta pelea se ha desarrollado en la lucha contra el FMI.
La LIT en su artículo se pregunta qué habrían hecho frente a la votación del acuerdo con el FMI si tuvieran Diputados. He aquí la receta: ¡Habrían gritado! Si, así lo dicen: lo que habría que hacer era “pararse a gritar, intentar por todos los medios frenar esa votación”. O sea, una línea puramente “parlamentaria” como tanto la niegan en sus frases.

Para nosotros no se trata de “gritar” en el parlamento como si eso mismo fuera a cambiar algo, porque eso no es lo que pone el miedo en el gobierno y el FMI (más allá que nuestros Diputados y Diputadas han intervenido en duras luchas políticas incluso en el parlamento contra ambos bandos capitalistas). Lo que pone el miedo es la construcción de un frente único obrero para derrotar los ajustes y el acuerdo del FMI y abrir un camino en la movilización independiente de la clase trabajadora y el pueblo. El PTS junto a otras organizaciones puso de pie varias manifestaciones multitudinarias en ese camino, como el 11 de diciembre del año pasado el 8 de febrero este año y más recientemente en marzo, movilizaciones que tuvieron transcendencia nacional y constituye el único sector contra el Acuerdo de ambos bloques patronales. No es un anécdota que la prensa oficial tenga que decir que la izquierda disputa fuerzas con el gobierno en las calles.

Pensar que en sí mismo por “gritar” en el parlamento eso fuera a cambiar la realidad y la relación de fuerzas por sí misma es una ilusión, porque eso no es necesariamente lo que pone el miedo en el gobierno y el FMI (más allá que nuestros Diputados y Diputadas han intervenido en duras luchas políticas incluso en el parlamento contra ambos bandos capitalistas). Lo que pone el miedo es la construcción de un frente único obrero para derrotar los ajustes y el acuerdo del FMI y abrir un camino en la movilización independiente de la clase trabajadora y el pueblo.

Esa es la estrategia que marca la actuación del PTS en el FIT y sus tribunas parlamentarias: desarrollar la movilización y preparar el frente único para la lucha contra el acuerdo del FMI, sosteniendo una política independiente a los bloques capitalistas de la derecha y el peronismo.

Este objetivo es el que determina las duras luchas políticas en que intervienen nuestros diputados en el parlamento, en las que han tenido decenas de cruces y duros debates con representantes de los bloques capitalistas, ya sea la derecha o el peronismo, como la denuncia al acuerdo con el FMI, recibiendo amenazas de la burocracia sindical, o poniendo el cuerpo en luchas emblemáticas y enfrentando la represión. Todo muy distinto a María Rivera, donde casi no se la ha visto en luchas reales salvo estar afuera de la convención gritando para presionar a los demás parlamentarios que firmen sus iniciativas.

¿Qué dice la LIT sobre todo esto? Nada, sólo que hay que gritar dentro del parlamento.

En otro artículo dicen que la izquierda es responsable por la aprobación del acuerdo. Pero en esa misma nota dicen: “¿Está planteado ahora que de repente se dé un nuevo Argentinazo, o algo como lo que en Chubut logró frenar el proyecto de mega minería? No, está claro que no. El rol de las direcciones sindicales y sociales, que ya no son solo cómplices, sino también artífices en muchos casos de los planea anti obreros, actúa como muro de contención”. O sea dicen que la izquierda es responsable por algo que sería imposible, ya que ellos mismo dicen que la burocracia sindical actúa como un muro de contención. Un salto para quedar donde mismo, en el reino de la confusión.

Para hacer toda su crítica al FIT, la LIT recurre a la Tercera Internacional de Lenin y Trotsky, en específico las tesis “El partido Comunista y el parlamentarismo” del II Congreso de la Tercera Internacional de 1920, que supuestamente utilizan como “regla” para la actuación de su militante María Rivera, del MIT chileno en la Asamblea Constituyente del país con la pregunta.

Para la LIT lo que definiría la acción de parlamentarismo revolucionario serían los gritos de diputados y no el intento de preparar un frente único para impulsar la movilización de masas, cuando toda la burocracia sindical llama a apoyar al gobierno. Ni a la construcción de franjas en sectores de masas con una política independiente a los reformistas. El oportunismo parlamentario de la LIT en Chile, es encubierto con frases ultra-izquierdistas.

Sin embargo, incluso en el ámbito estrictamente parlamentario, los cruces, denuncias e intervenciones parlamentarias del FIT-U son mucho más profundos y ligados a la lucha política y la lucha de clases como hemos notado más arriba, presente en cada lucha y enfrentando la represión policial. Todo ligado a una tribuna para la construcción de una fuerza de la clase obrera, anticapitalista y revolucionaria.

Es por eso que es creciente el peligro del “trotskismo” en Argentina. Como señala el liberal burgués Jorge Fontevecchia del diario El Perfil, para el peronismo el trotskismo es una amenaza, pues hay sectores “del Conurbano que son día tras día cooptados por el trotskismo de los partidos de izquierda más intransigentes”; hoy “el crecimiento del trotskismo es doblemente amenazante para ellos: la mitad de los más de un millón de votos del FIT en las elecciones de 2021 vinieron de la Provincia de Buenos Aires.”

Una última cuestión sobre el programa del FIT-U dicen que no es un programa “trotskista” y lo compara con el Programa de Transición de Trotsky, diciendo que el programa del FIT-U no defiende la tomada del poder, cuando el FIT-U es la única fuerza política en Argentina que lucha explícitamente por un gobierno de trabajadores de ruptura con el capitalismo como está claramente en su programa e incluso en spots de TV e incluso el internacionalismo. Aun así para la LIT aunque el programa del FIT-U presenta muchos puntos correctos dicen que hay muchas omisiones y lagunas. ¿Cuáles serían? Ellos dicen que falta “una denuncia implacable contra el régimen político”, que más allá de ser falso para cualquier que conozca el programa y la actuación cotidiana del FIT, es muy contradictorio con la política del PSTU brasileiro, que se adaptó fuertemente al régimen golpista en Brasil. Y más aún en Chile, donde ese mismo régimen político y sus acciones son encubiertos por el MIT como “conquistas”. Por eso su denuncia a las trampas del viejo régimen no existe.

Cabe hacer notar nuevamente que se trata hoy de un frente político conformado entre 4 partidos trotskistas, con diferencias programáticas, estratégicas y de práctica política, lo que también plantea diferencias en la intervención parlamentaria y en la lucha de clases, cuestión que la LIT omite. Aun siendo organizaciones distintas, el programa del FIT-U que critican plantea una política independiente y la lucha por un gobierno de trabajadores. Nada que ver con el programa reformista y de colaboración de clases de la Lista del Pueblo en Chile, en la cual estuvo la LIT y de la cual consiguieron su “convencional”.

Notas

(1) Aquí se puede revisar su debate “¿Cómo habría que enfrentar el FMI en la Argentina?”