Un general enfrenta un juicio por genocidio, se refugia en su casa rodeado de su familia y personal incondicional, pero la presión le hace deambular por la casa e imaginar cosas, o ¿son los fantasmas del pasado?
Miércoles 28 de abril de 2021
La Llorona (Guatemala-Francia, 2020) del realizador guatemalteco Jayro Bustamante cerró la 69 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, se trata de una cinta de terror, que toca de manera sesgada el tema del genocidio indígena en Guatemala perpetrado por el ejército a principios de los años 80 del siglo pasado.
La ópera prima de Bustamante Ixcanul (2015) lo proyectó internacionalmente y le otorgó el Premio Alfred Bauer en el Festival de Berlín, también le sirvió a la actriz María Mercedes Coroy para mostrar su trabajo, con ella vuelve a trabajar el director en su más reciente filme, que retoma el tema de los pueblos originarios.
Enrique Monteverde (Julio Díaz) es un general en retiro del ejército que se encuentra con otros militares discutiendo sobre el próximo juicio que enfrentarán. Mientras, Carmen (Margarita Kenéfic), esposa del general, está en la sala contigua rezando con las esposas de los milicos.
El general Monteverde se levanta en la noche al escuchar sollozos, saca de su armario un arma de las muchas armas que tiene. Baja sigilosamente a la cocina en busca de algún intruso, su esposa lo sorprende y dispara sin pensarlo, el estruendo alerta a todos en la casa; Letona (Juan Pablo Olyslager) su guarda espaldas, Valeriana (María Telón) la trabajadora del hogar, Natalia (Sabrina De La Hoz) y Sara (Ayla-Elea Hurtado) su hija.
Natalia y Carmen conversan sobre la presión que está viviendo Enrique, y es que el próximo juicio ha mermado al militar, pero destacan su puntería a pesar de su edad.
En la sala donde se desarrolla el juicio por el genocidio perpetrado contra indígenas de la etnia Maya-Ixil, las mujeres supervivientes narran en su lengua las atrocidades cometidas por los militares que buscaban guerrilleros, lo hacen con un traductor.
Las diferencias resaltan, de un lado están los indígenas con sus indumentarias tradicionales, algunas mujeres con cubiertas con un velo, aquí hace un paneo la activista defensora de derechos humanos Rigoberta Menchú, y del otro las familias de los mandos militares, ellos con trajes y ellas con lujosos abrigos.
Los cargos contra el general Monteverde son graves, a principios de la década de los ochenta los militares diezmaron a la población indígena, bajo el argumento de que eran enemigos del Estado, se le acusa de este genocidio. El general tiene una descompensación al escuchar los cargos debe salir en silla de ruedas al hospital.
Natalia pregunta a su madre si lo narrado por las mujeres indígenas será cierto, Carmen responde que eran ellas quienes se ofrecían en los cuarteles a los militares.
Monteverde regresa a su casa donde lo espera una multitud de manifestantes, son quienes exigen justicia, con apoyo de la policía logra ingresar con su familia. La situación es tan tensa que todos los trabajadores de la casa renuncian, Valeriana y Letona, leales, se quedan.
Una joven indígena Alma (María Mercedes Coroy) llega a trabajar en la casa, entablará una relación de amistad con Sara tal vez por su cercanía de edad, pero también la sorprenderá cuando le diga que perdió a su esposo y dos hijos.
Alma es callada y tímida, pero con su mirada puede reflejar algo místico en ella. Mientras don Enrique entre sueños deambula por la casa termina donde Alma se está bañando. El incidente intenta ser justificado por Carmen por principios de Alzheimer y reconoce que tiene cierta afinidad por las “indias”.
Alma moverá recuerdos en la familia Monteverde, desde la misteriosa desaparición del padre de Sara, el origen de Valeriana, y por supuesto el actuar de don Enrique contra los indígenas. Los fantasmas y crímenes del pasado se hacen presentes.
El filme de Jayro Bustamante no logró pasar el filtro para llegar a los premios Oscar, pero nos deja una importante lección, se puede tomar como base un tema social para hacer una película de terror.
Destaca la interpretación de la cantante guatemalteca Gaby Moreno de la canción tradicional La Llorona. La presencia del agua es importante a lo largo de la cinta, que sin explicar mucho deja que el espectador llegue a conclusiones.
El tema del genocidio contra los pueblos indígenas en Guatemala fue y sigue siendo controversial, así como el racismo en la sociedad guatemalteca .La cinta La llorona aborda esto desde el terror.
Con las revoluciones que se dieron en Centroamérica entre 1979 y 1981, en donde destaca la Revolución sandinista en Nicaragua y la guerra en El Salvador. Este proceso en el caso particular de Guatemala terminó en el genocidio de comunidades indígenas que eran bases de la guerrilla, crimen perpetrado por escuadrones de la muerte, especialmente entrenados para esta tarea.
Bustamante hace una recreación basada en los testimonios de los sobrevivientes de la masacre indígena, al final se revelará la identidad de Alma y el papel del general Monteverde. Tal vez la ficción pueda abrir diálogo sobre algo que sucedió hace 40 años y que aún hoy esta velada.
Y es que a pesar de que la ONU reconoció la existencia del genocidio, la impunidad impera en el país centroamericano, pues los responsables, que son miembros de las fuerzas armadas, aún gozan de impunidad por los hechos. Además, sigue siendo necesario el resarcimiento del daño contra las etnias, pues este también es parte de la necesidad de hacer justicia.