El concierto de la Maldita Vecindad y los hijos del quinto patio promete reventar el centro de la Ciudad de México. ¿Qué busca el gobierno de Claudia Sheinbaum al impulsar conciertos gratuitos en el Zócalo con bandas como la Maldita Vecindad y de cara a la contienda presidencial de 2024?
Jueves 14 de julio de 2022
El pasado 10 de junio el zócalo capitalino recibió a Silvio Rodríguez, con la asistencia de más de 100 mil personas. Este sábado 16 de julio se presentará la Maldita Vecindad y los hijos del quinto patio en el mismo sitio, mientras que la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum declaró que también se tiene confirmado a Grupo Firme y que están en busca de Manu Chao. Todo esto como parte del programa “Grandes Festivales” de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México encabezada por Ángel Gómez, todo esto y en medio de la quinta ola de contagios por Covid-19.
Como parte de la logística y los recursos humanos que hacen posible este tipo de eventos culturales en la Ciudad de México, miles de jóvenes nos hemos integrado como trabajadores a los programas de cultura comunitaria, para promover el acceso gratuito e irrestricto de las comunidades a estos espacios, que fueron restringidos y privatizados durante el periodo neoliberal.
Por esa razón, reivindicamos la realización de espacios culturales y conciertos gratuitos en los espacios públicos, puesto que, en nuestros tiempos, a veces, los festivales musicales cuestan más de una quincena de trabajo. Eso implica hacer enormes esfuerzos para asistir a esos espacios o eventos, y muchas veces las juventudes trabajadoras, precarizadas y de la periferia de la capital del país no los pueden pagar, manteniendo el derecho al arte y la cultura como un privilegio de clase
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Con la llegada de la 4T vino una política y discursos sobre el derecho a la cultura para sectores populares, que sin embargo mantiene la invisibilización en el rol que jugamos las y los trabajadores del arte y la cultura en materia de políticas públicas, la cual se arrastra por más de 30 años de elitización. Muchos funcionarios se llenan la boca hablando de los derechos humanos, del derecho al arte y la cultura como fundamental, pero quiénes laboramos en los programas de cultura comunitaria de la Secretaría de Cultura (SECULT), hemos sido testigo de las contradicciones del programa político de MORENA en carne propia y hemos visto que a pesar del discurso, en los hechos no hay una verdadera preocupación por las necesidades de la comunidad, puesto que no se no otorga presupuesto para materiales elementales, ni tampoco se da continuidad a los procesos comunitarios.
Es decir, mientras se ocupa políticamente la falta de acceso a la cultura y al esparcimiento para generar simpatía en amplios sectores de la población, se mantiene a las y los trabajadores de los programas de cultura comunitaria que operan esas actividades en terribles condiciones de precarización, sin plenos derechos laborales, y con miles de trabajadores de diversos sectores enfrentando bajos salarios, jornadas extenuantes, falta de seguridad social, desempleo, trabajo en riesgo y una inflación histórica que azota a nuestra economía.
Más rock, cultura y arte en las calles…
Con pocos tiempos para la recreación, claro que queremos más bandas y cultura en las calles, pero sin que eso sea usado como moneda de cambio, ni como parte de una política electoral de ningún partido político. Requerimos urgentemente presupuesto suficiente y espacios de esparcimiento, acceso irrestricto y gratuito a la cultura y eventos de calidad; pero no solo eso, también consideramos indispensable recuperar los espacios públicos al servicio de las necesidades sociales y educativas del pueblo pobre y trabajador.
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Así que no debemos caer en las trampas electorales, ni permitir que ningún partido haga ideología con la ilusión de poder asistir esporádicamente a conciertos masivos a cambio de votos o apoyos políticos a tal o cual partido o político. La música como un instrumento de protesta no se debe desligar del contexto político, ni ser usada como un paliativo ante las economías familiares cada vez más golpeadas, que además de no tener derecho a la cultura carecen de condiciones laborales y acceso a la educación, salud, y vivienda, derechos elementales que, hasta ahora, no se resuelven de fondo.
La Maldita Vecindad y los hijos del quinto patio desde su surgimiento y durante su trayectoria han mantenido posiciones críticas frente a los gobiernos en turno, al sistema capitalista y neoliberal y a la marginación, entre otras. Celebremos poder escucharlos en vivo para contagiarnos de su compromiso de hacer del rock, una cultura de la calle. ¡Hay que pelear en defensa de la cultura y el arte con presupuesto del Estado, garantizada por las y trabajadores de cultura comunitarias, artistas, bandas y el pueblo pobre y trabajador!
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