En los últimos años ha aumentado la violencia policial de los gobiernos a lo largo del mundo contra trabajadores, estudiantes y sectores populares movilizados. Para el capitalismo, es inevitable.
Lunes 27 de junio de 2016 23:45
Mucha tropa riendo en las calles... del planeta
“Todo el mundo detesta a los policías”. Esa consigna se ha convertido en estandarte de las movilizaciones que inundan las calles francesas de estudiantes y trabajadores enfrentando el proyecto de reforma laboral de François Hollande, que busca empeorar las condiciones de vida de los trabajadores.
En lo que va de esa lucha el gobierno francés reconoció que 1.800 personas han sido detenidas en menos de tres meses y una centena ya ha sido juzgada (algunos, incluso, condenados a prisión).
Un hombre recibió desde atrás un proyectil que le produjo una herida de cinco centímetros en la nuca. Un joven de 15 años recibió una paliza frente a su instituto. Un manifestante en Rennes perdió un ojo por una bala de goma. Por solo nombrar unos pocos casos.
El 14 de junio la movilización que reunió más de un millón de personas en París demostró que a los gobiernos no les tiembla la mano a la hora de imponer sus voluntades. La respuesta de Hollande vino acompañada de 1,500 bombas lacrimógenas y 175 granadas (sting grande) para dispersar a los manifestantes.
Los medios capitalistas suelen ocultar lo que las redes sociales difunden: los videos de los abusos policiales se difunden cada vez más entre millones de personas y multiplican la indignación en todo el mundo.
La última jornada de lucha, del 23 de junio, que había sido prohibida por el gobierno para “evitar perturbaciones del orden público”, tuvo en París más de 100 detenidos.
Cruzando el océano, el domingo 19, la Policía Federal de México desató una brutal represión a los docentes que luchan contra las “reformas estructurales” que impulsa el gobierno de Peña Nieto, que también apuntan a la precarización laboral.
Ocho muertos, al menos 45 heridos (en su mayoría por armas de fuego) y 22 desaparecidos es el saldo difundido por el gobierno mexicano tras la feroz represión en el estado de Oaxaca.
Más al sur, en la provincia más austral de la Argentina, la gobernadora del Frente para la Victoria Rosana Bertone también suelta la correa de sus policías que, utilizando métodos similares a la última dictadura militar (como irrumpir durante las madrugadas en los hogares de dirigentes sindicales para detenerlos), prendiendo fuego acampes y reprimiendo con balas de goma buscan vencer la resistencia de trabajadores municipales, estatales y docentes.
Al otro lado de la Cordillera de los Andes, estudiantes chilenos enfrentan las represiones policiales, torturas físicas y psicológicas, desalojos y agresiones sexuales por parte de los “pacos”, en este reflotar de la lucha por la educación pública contra la reforma propuesta por el gobierno de la “socialista” Michelle Bachelet que, acompañado por los principales medios hegemónicos, intentan hacer quedar a los estudiantes como “violentos”, cuando en realidad están respondiendo a sus represores.
Este jueves, incluso, sufrieron una nueva represión en una masiva jornada de lucha.
África, obviamente, lejos de ser una excepción es desde hace mucho tiempo un verdadero laboratorio para la represión y las matanzas masivas que ejecuta el capitalismo. La organización Human Rights Watch (HRW) denunció que desde fines de 2015 la policía de Etiopía ha asesinado a más de 400 personas y detenido a miles en protestas protagonizadas mayormente por estudiantes contra un plan urbanístico que desplaza a miles de pobladores de los alrededores de la capital de ese país.
No sólo matan, también aplican métodos de tortura brutales, como colgar gente de los tobillos, abusos sexuales a menores, electrocuciones y aplicar pesos en los testículos de los hombres.
En Egipto todavía se mantiene fresca la sangre de las brutales represiones de los años 2013 y 2014. En Egipto a fines de 2014 ya habían más de 2.500 muertos debido a represiones y condenas a muerte del régimen de Mursi y Fatah Al-Sissi, y eso sin contar los muertos por represiones en Tahrir que ordenaba Mubarak.
Otro tanto sucede en Turquía, donde luego de masivas movilizaciones juveniles que hacían rebalsar la plaza Taksim, en la cual en el año 2014 2.500 personas sufrieron heridas y abusos policiales, el gobierno logró sancionar una ley el año siguiente mediante la cual permite a los agentes disparar con armas de fuego contra quienes arrojaran bombas molotov o tuvieran “cualquier arma que pueda herir”.
¿Sin la navaja el monito es bueno?
En los períodos de “paz social”, las fuerzas represivas juegan un rol clave a la hora de fomentar y participar de los negocios multimillonarios de la trata de personas, la venta de drogas y armas, liberar zonas, etc. Es decir, son los gestores del crimen organizado y los verdaderos generadores de “inseguridad”.
En el caso particular de la Argentina, la Policía Bonaerense contaba hasta hace muy pocos años con más de 9 mil efectivos que provenían de la dictadura genocida.
Esa fuerza represiva está directamente implicada en la desaparición de Jorge Julio López por segunda vez en su vida, y es la que asesinó a Luciano Arruga. Según datos aportados por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), desde el año 1983 hasta 2015 hubo 4.644 casos de asesinados por gatillo fácil y tortura, 70 asesinados en la represión a movilizaciones populares y al menos 200 desaparecidos.
Hay violencia y mano dura, no hay justicia ni en pintura
Evidentemente, las respuestas de los distintos gobiernos ante las movilizaciones populares, ya sean por demandas de derechos democráticos, de resistencia contra planes de precarización laboral, ajustes, etc., no es otra que el aumento de la represión y la brutalidad de los métodos.
A los gobiernos no les tiembla la mano, sino que lejos de eso, defienden su postura públicamente, con el fin de imponer sus planes de miseria.
Desde la crisis económica abierta en 2008 con la caída de Lehman Brothers, los procesos de lucha de clases han aumentado exponencialmente. La burguesía busca descargar la crisis en las espaldas de los trabajadores, que no quieren soportar semejante factura.
La desconfianza a los gobiernos crece, como en Francia, donde la juventud está haciendo una acelerada experiencia contra las fuerzas represivas. Y también aparecen gestos de solidaridad internacional con los docentes mexicanos (como en París, Madrid y Buenos Aires), que aunque pequeños por ahora, quizás sean el germen de una unidad mayor de los explotados de todo el mundo.
Los objetivos son claros. De un lado, algunos parásitos de la sociedad buscan ahogar en sangre todas las movilizaciones populares, mientras del otro lado los trabajadores y estudiantes defenderán sus conquistas.
A decir de la banda de reggae argentina Resistencia Suburbana, “represión brava en contra de quien reclama, gases de injusticia contienen tus granadas”.