Parte del programa económico que ha desarrollado el Partido Comunista frente a la crisis es la de un mayor endeudamiento estatal para aumentar el nivel de aportes fiscales en diversas materias públicas. ¿Es esta una solución para la crisis y una solución favorable para el pueblo trabajador y pobre?
En entregas anteriores del semanario de Ideas Socialistas nos hemos propuesto reflexionar sobre diversas discusiones que se vuelven imprescindibles para no sólo analizar el curso de la crisis actual, sino que para desplegar una acción acorde a las problemáticas que enfrenta el pueblo trabajador y pobre en Chile, reflexionando sobre la necesidad de impulsar una profunda unidad obrera y popular, fortalecer organismos de auto-organización, o incluso debates alusivos al curso de la crisis y medidas acorde para enfrentarla.
Es así que como parte de este ejercicio es necesario preguntarnos cuál es el rol que están cumpliendo –o no- las organizaciones políticas, así como las principales organizaciones sindicales, en donde muchas y muchos se realizan la pregunta “¿Y dónde está la CUT?” [1]. Esto sobre todo en un contexto en el que los despidos alcanzan un 20% [2], los recortes de sueldo aumentan y la aplicación de la misma “Ley de protección del empleo” [3] en 96.220 empresas, ha afectado a 700 mil familias con las suspensiones de contrato -que dicho sea de paso contó con los votos a favor y la venia de Boris Barrera, Amaro Labra, Hugo Gutiérrez, Daniel Núñez, Camila Vallejo y Marisela Santibañez, es decir, 6 de los 9 votos de los que cuenta el Partido Comunista en la Cámara de Diputados-, a lo que deben sumarse los recientes anuncios de 200 despidos en Correos de Chile o a los 290 despidos en LATAM. De conjunto se marca un escenario gris para las familias trabajadoras, por lo que se requiere de respuestas a la altura del conflicto.
Es en este contexto en el que el Partido Comunista ha desplegado una serie de iniciativas, tanto a través de sus dirigentes, como Lautaro Carmona o Karol Cariola, así como a través de su tribuna sindical en la CUT a través de Bárbara Figueroa. Es aquí en donde han anunciado medidas con las que podemos estar de acuerdo, tales como la prohibición de los despidos, el impulso de una renta básica familiar, o incluso el impuesto a los más ricos del país. Sin embargo, dentro de estas medidas y anuncios, que se han expresado tanto a partir de entrevistas a sus dirigentes o en los documentos realizados por la CUT, se esbozan medidas que lejos están de favorecer a las amplias mayorías del país.
El endeudamiento: La clave del PC para las familias trabajadoras y pobres
Dentro de lo que ha sido anunciado como el Segundo Plan Nacional de Emergencia por la CUT, bajo el nombre de “Propuesta de las y los trabajadores frente a la crisis COVID-19 se establecen una serie de medidas a corto, mediano y largo plazo, en donde se afirma que “La crisis no puede seguir siendo trasladada exclusivamente a los trabajadores y trabajadores, la crisis no puede seguir profundizando la pobreza y desigualdad en nuestro país.” [4] Sin embargo, al momento de proponer medidas que hagan real este potente y necesario enunciado, el programa que han desarrollado desde el Partido Comunista, bajo el cual la CUT también adscribe, afirma que se debe “Aumentar la deuda del Estado para obtener recursos para política fiscal, por al menos un 5% del PIB.” [5]
Detengámonos en este punto que requiere de toda la atención.
Se trata de una propuesta no menor, pues a nivel mundial nos encontramos en una fase económica de recesión –que cada día parece avanzar más hacia una depresión económica-, y Chile no ha sido la excepción, pues a través de diversos organismos internacionales se ha previsto impactos en la economía nacional, afectando un 4,5% del Producto Interno Bruto (PIB), así como un aumento exponencial de los despidos, las suspensiones de contrato, los recortes de sueldo y las reducciones masivas de personal, en donde incluso en términos productivos la industria del cobre se ha visto involucrada en los vaivenes económicos de EE.UU y China, producto de la coronacrisis.
Sin embargo, aun cuando proponen medidas acertadas, como el impuesto a los más ricos, proponen aumentar la deuda del Estado. ¿Acaso esta medida no se traducirá en mayores costos en contra del pueblo trabajador y pobre? ¿No se traducirá en mayores despidos, aumento de los impuestos, en recorte a los sueldos? ¿Cómo podrían justificar esta medida? Lautaro Carmona afirma que: “A parte de que compartimos lo señalado por economistas de que el Estado puede asumir un endeudamiento acotado en el exterior, usar ciertos fondos, hacer uso de recursos que existen.” [6]
Es decir, lo que proponen no es sólo un endeudamiento del Estado con organismos privados, sino que incluso hacia organismos internacionales. Es decir, que todo lo producido en el país, el 5% del PIB debe ir a parar a bolsillos internacionales. Lo que en otras palabras en un contrato de saqueo de las riquezas nacionales.
Es cosa de mirar al otro lado de la Cordillera de los Andes para dar cuenta de que Argentina se ha visto sumida en una profunda crisis después de contraer una deuda del Estado con un organismo profundamente imperialista como lo es el Fondo Monetario Internacional (FMI). La crisis llegó a un punto en el que había monedas que carecían de cualquier valor, a la par de un aumento de los despidos, contando con más de 200.000 trabajadores desempleados para el 2018, ubicándose así como el país de América Latina con la mayor deuda económica del continente.
Si bien hay particularidades entre Chile y Argentina que no pueden darse por alto, lo cierto es que la situación en Chile no dista de un panorama libre de endeudamiento. “A fines de 2019, se estima que en Chile existen casi 11,5 millones de personas con deuda, entre las cuales 4,7 millones tenían deuda morosa, con un monto promedio que se aproxima a los $2 millones”. [7]. Todo esto mientras que “los grandes capitales chilenos están altamente endeudados, la deuda llegaba a 130 mil millones de dólares a diciembre de 2019, lo que hoy, con un dólar más apreciado, debe ser mayor.” [8] Se trata de un país que tiene una tasa de deuda altísima, en donde el rango de endeudamiento al que apunta el PC no es más que la gota que esté destinada a rebalsar el vaso de la crisis en Chile, pues, “si tomamos ambas deudas (pública y privada) llega aproximadamente a 80% del PIB.” [9]
Es así que pese a que afirmen desde la CUT que “El problema de muchas de las propuestas realizadas (…) [es] que excluye la universalidad de los derechos sociales y traslada los costos a los sectores menos poderosos del país” [10] lo cierto es que esta propuesta es ir justamente en la dirección contraria. El Partido Comunista pareciera olvidar antojadizamente que la deuda es mecanismo histórico de dominio y saqueo de recursos que mantiene las condiciones de atraso y dependencia del país. Incluso lo justifican, afirmando que:
Hasta el mismo FMI ha señalado, considerando la extrema gravedad de la pandemia, que las naciones periféricas y dependientes deben considerar una revisión de sus endeudamientos e incrementar sus gastos fiscales. Destacados economistas, nacionales y extranjeros, han concluido en buen chileno que es necesario “echar toda la carne a la parrilla.” [11]
La situación es la siguiente: El Partido Comunista propone que el Estado se endeude para financiar materias de carácter público, sin embargo, la trampa está en que a través del interés que se produce al contraer una deuda, y las renegociaciones de esta -renegociaciones que al FMI, por ejemplo, les encantan-, el costo de la deuda y las directrices de los organismos internacionales siempre obligan a que se apliquen medidas de ajuste y se descargue en contra de la clase trabajadora. Sin ir más lejos, Mauricio Macri, acatando las directrices del FMI para palear la deuda que acumulan, se propuso restarle el presupuesto a las y los jubilados, para tener mayores fondos del Estado para ir a parar a los bolsillos del FMI. ¿Es acaso a esto lo que nos quiere condenar el PC? ¿Es acaso a esto a lo que se refieren con “echar toda la carne a la parrilla”? Pues de tocar el negocio de los grandes millonarios y dueños del país no hay nada. Es decir, hay un problema de fondo y es la dependencia estructural de la economía chilena a las potencias imperialistas y capitales financieros que se llevan todo el valor. El punto es cómo superamos esto para romper con la dinámica de la deuda, que ya en el pasado hizo pagar la deuda a las y los trabajadores. Y el Partido Comunista responde sólo echándole más leña al fuego de las potencias imperialistas. Pues, aunque se pronuncien a favor de imponer un impuesto permanente del 2,5% a los super ricos -que incluso han integrado en el llamado “Pliego Popular”-, no acompañan esta política de claras medidas anti-capitalistas como el no pago de las deudas, o la nacionalización de los bancos, la expropiación de las grandes empresas, lo que en definitiva puede ser un llamado de aliento al Gobierno de Sebastián Piñera, en donde se incorpore de cierta medida el impuesto a los ricos, pero con el objetivo de aumentar el tiempo de vida del régimen capitalista y neoliberal chileno, rescatando a las grandes empresas y capitales, que se verían libres de polvo y paja al mantener sus empresas tal y como están, a la par de seguir suspendiendo contratos gracias a la misma ley que votó el PC. Es decir, un apoyo “desde afuera” al llamado a “Acuerdo Nacional” de Sebastián Piñera.
El acto es el siguiente: Entra el PC en escena, dirigiéndose a las y los trabajadores bajo el manto de la CUT, diciéndoles “sé que están preocupados por perder sus trabajos o que les quiten su dinero y se vean afectadas sus familias, pero les traemos una nueva solución: Que el Estado se endeude para financiar materias públicas. El cobro de la cuenta llegará después, pero de eso no hay que preocuparse ahora.”
Nacionalización: Cuando “la carne para la parrilla” no alcanza
En lo que respecta al debate de la nacionalización no se pueden evitar también las críticas hacia las propuestas que ha desarrollado el PC, quienes afirman que: “Los comunistas [los del PC] planteamos que el Estado debe iniciar un proceso de nacionalización de empresas de interés público esencial, para lo cual debe crear un fondo de nacionalización y adquirir parte de la propiedad” [12]. Es decir, impulsan la creación de un fondo con dineros del Estado para comprar total o parcialmente empresas privadas en el contexto de la crisis.
Además de esta medida, afirman que se debe “Asegurar la subsistencia del tejido productivo del país, por la vía de subsidiar los costos operacionales de las empresas, ya sea por aportes directos, créditos blandos o por la postergación de pagos.” [13]
Con semejantes declaraciones surge entonces la pregunta ¿Si en lo que se refiere a la deuda hay que “tirar toda la carne a la parrilla”, por qué en lo que se refiere a la nacionalización o a las empresas el Partido Comunista no habla concretamente de una expropiación sin pago de aquellas empresas que entren en crisis, o que incluso despidan -teniendo la primicia de la prohibición de los despidos- o se compruebe que especulen en medio de la coronacrisis? ¿Acaso se debe seguir financiando con aportes estatales a los dueños de las grandes empresas que se enriquecen vilmente en medio de esta profunda crisis?
De lo que se trata en definitiva no es de una política que asegure una nacionalización y expropiación de las grandes empresas que quiebren, especulen, despidan o suspendan, sino que de desembolsar mayores aportes fiscales directo a los bolsillos de los ricos. La situación no requiere medios tintes, sino que una política certera, en clave anti-capitalista. La nacionalización de los recursos naturales por ejemplo, o de las empresas esenciales, así como la expropiación de las empresas incurran en las medidas anteriormente nombradas, es un claro rayado de cancha al Chile de los empresarios, los ricos y los poderosos que el Partido Comunista pareciese no estuviese dispuesto a realizar en estos ámbitos. Se habla de “echar toda la carne a la parrilla”, pero en lo que compete a la gran propiedad y el terreno en donde se producen los mayores abusos en contra de las familias trabajadoras no se debe titubear. El Partido Comunista propone así que el Estado se endeude para afrontar gastos públicos, mientras que propone desembolsar mayores gastos fiscales para contentar a los grandes empresarios.
Chile cuenta con un saldo de más de 500 empresas que se privatizaron en medio de la dictadura cívico-militar ¿Acaso no se debiesen expropiar esas empresas que se utilizaron para engordar el bolsillo de los privados a través de un robo institucionalizado? ¿Acaso la crisis que estamos viviendo no es garantía y argumento suficiente para plantear esta medida? ¿Acaso esas 500 empresas que hoy en día están favoreciendo los viles negocios de los ricos cuando el pueblo protesta por hambre y cesantía no podrían nacionalizarse, y destinar sus recursos para responder las necesidades del pueblo, en vez de endeudarse con los capitales internacionales y aumentar la pobreza y la precarización el día de mañana? Son 500 empresas que para el Partido Comunista parecieran no existir o no estar dentro del radar en lo que se refiere en “afectar a los súper ricos” en favor de las necesidades de las amplias mayorías. La “carne a la parrilla” del PC no alcanza en este sentido.
El silencio ante el FMI
Cuando se habla de contraer una deuda por parte del Estado, o incluso cuando se habla de “medidas económicas y en beneficio de los trabajadores”, ¿se puede dejar de lado a los grandes mecanismos del imperialismo que se encuentran en el país? El PC pareciera afirmar que sí cuando habla livianamente de contraer deudas, pero mantiene el completo silencio respecto a las implicancias del Fondo Monetario Internacional. ¿Puede haber un programa de medidas económicas “en beneficio de los trabajadores”, cuando no se rompe abiertamente con los organismos del gran capital? ¿O incluso cuando se mantiene el silencio frente a uno de los principales organismos del imperialismo yanqui que mantiene en la pobreza y en el atraso económico a Latinoamérica?
Lo más próximo a un pronunciamiento por parte del Partido Comunista al crédito solicitado por el piñerismo al FMI es un comentario realizado por Marcos Barraza (PC), quien afirma que el gobierno pudo haber solicitado un préstamo a instituciones de menor interés como el Banco Mundial [14], es decir, solicitar la intromisión monetaria de otra de las caras del imperialismo. ¿Es acaso esta una solución o una declaración claramente anti-capitalista, cuando de lo que se trata es con qué organismo del imperialismo se endeuda el país, y de paso, el conjunto del pueblo?
Si bien el programa de endeudamiento del Partido Comunista no afirma que sea a partir de un sistema de crédito al FMI, sí evidencia un panorama con el cual desde el PC están afrontando la crisis actual. Es decir, proponiendo una mayor deuda del Estado -que el día de mañana recaerá en las mismas familias que dicen buscan ayudar-, a la par del más completo silencio a la presencia del capitalismo yanqui que busca saquear al país. Un robo y un saqueo a dos bandas, facilitado en distintos niveles.
Tiempos radicales exigen respuestas radicales
Lejos de redundar en lo que ha marcado el curso de la crisis, es necesario responder a la siguiente pregunta: ¿quiénes pagarán la crisis? Desde ya que es una pregunta que el PC se ha realizado, y en sus órganos de prensa se puede leer que la crisis la paguen los ricos, sin embargo, para dar sustento a todos los enunciados se debe desplegar una política que vaya acorde a las palabras.
Y es que el PC afirma que busca que la crisis la paguen los ricos, pero proponiendo un mayor endeudamiento, así como mantener parte de la gran propiedad capitalista intacta, así como desembolsar millones para nacionalizar total o parcialmente determinadas empresas. Es decir, medias tintas. Sin embargo, la crisis marca el agotamiento de las medidas parciales. Deben plantearse políticas de fondo para asegurar un futuro acorde a las necesidades y los intereses de las familias trabajadoras y pobres que componen la mayoría del país.
Se deben desplegar iniciativas que ataquen las ganancias de los grandes capitalistas, en la dirección de reorganizar el país sobre nuevos cimientos acordes a las exigencias, necesidades e intereses del pueblo trabajador y pobre, y para esto es inevitable entrar en conflicto con los grandes dueños de las riquezas a nivel nacional, o incluso con aquellos empresarios extranjeros que saquean los recursos del país a precios microscópicos. Y esto debe ser a través de la organización y movilización de las amplias mayorías, en una sólida y férrea unidad obrera y popular, que avance a organizarse nacionalmente, y se proponga la nacionalización de los bancos, y poner los recursos estratégicos del país en función de las necesidades del pueblo: Salud, pan y trabajo. Sin esto no puede haber una salida seria favorable para las amplias mayorías.
Pero para esto deben justamente ponerse en movimiento las fuerzas de las y los trabajadores, pobladores, la juventud. Un llamado a paro nacional, de la mano de un plan de lucha en coordinación entre estos sectores, en la más amplia solidaridad y desarrollo de iniciativas, como las extensivas ollas comunes a lo largo del país, podría ser la instancia perfecta para fraguar esta unidad, y darle una perspectiva mayor a las protestas por el hambre en diversas comunas del país, así como las diversas huelgas que se han visto en la zona norte; podría ser una instancia enorme para marcar históricamente la unidad a través de una poderosa unión entre sindicatos, trabajadores, desocupados, pobladores, jóvenes, organizaciones sociales, etc. La pregunta es ¿El Partido Comunista, a través de la dirección de la principal central sindical como lo es la CUT, se está proponiendo por delante este objetivo? Esta unidad es un eslabón imprescindible para que la crisis no la paguen las y los trabajadores. No hay otra salida y no hay momentos para tibiezas.
El que la crisis no la paguen las amplias mayorías del pueblo chileno implica que se acabe de una vez por todas con el robo de los bancos, a través de la nacionalización de todos los bancos con presencia nacional, -así como la estatización del sistema de créditos- expropiándose sin pago, pues no puede ser que lleven una historia de robos a costa de los bolsillos de nuestras familias, y además el Estado les pague por acabar con su saqueo a nuestros bolsillos. Es inaceptable.
Como señala el economista Benjamín Lobos:
El único camino sería nacionalizar la banca, en un banco único estatal para toda inversión tenga por objetivo la generación de valor para el conjunto de la sociedad y que esta no vaya a las arcas de las corporaciones capitalistas rapiñas, que (...) se llevaban el valor generado por los trabajadores en Chile, en lo que se conoce como “renta por instrumento de deuda”, que es el mecanismo predilecto de traspaso de valor, desde la producción desarrollada en Chile a las arcas de las monopolios financieros. [15]
De conjunto se trata de medidas que requerirán de una potente organización, unidad y movilización en las calles de las amplias mayorías, que no sólo permita llevar estas tareas adelante, sino que también se encargue del control del abastecimiento y los precios, poniéndole fin a los negocios usureros y especulaciones de los grandes empresarios de la industria alimenticia, como distribuidoras. Se trata de medidas que el conjunto de los grandes sindicatos también debe impulsar, en conjunto a organismos de auto-organización, fortaleciendo organismos como el Comité de Emergencia y Resguardo en Antofagasta, el Comité de Salud y Seguridad que se está levantando desde el Hospital Barros Luco Trudeau, así como en coordinación con Asambleas Territoriales, y organismos que surjan desde la convocatoria que deben realizar las centrales sindicales a organizar un plan de lucha y paro nacional.
Es decir:
Hay que avanzar también a establecer el control obrero de las industrias básicas de alimentación, sanidad y de abastecimiento, y que con sus comités y en alianza con la población, se vaya planificando el abastecimiento. Asimismo, con comités obreros y populares de control de precios frente a la especulación de los capitalistas que aumentan los precios. [16]
En definitiva la tarea es no sólo difundir enunciados que busquen una salida favorable para el conjunto del pueblo, sino que el desafío pasa por desplegar una acción consecuente al discurso. El aumentar deudas que el día de mañana irán a parar al bolsillo del pueblo, o incluso el hablar de nacionalizaciones parciales que claramente no tienden a una reorganización de la sociedad de fondo, el mantener silencio frente a los organismos internacionales que pretenden saquear el país, o incluso anunciar medidas para que la crisis no la paguemos nosotros, sin convocar ni organizar ninguna acción de unificación en los conflictos populares y sindicales, para fraguar una unidad obrera y popular, definitivamente no es parte de esto. La crisis marca un diagnóstico contundente: El capitalismo entra en crisis, y la alternativa es: o son ellos o nosotros. Esta alternativa es parte de mantener vigente el espíritu de la rebelión de octubre. Los claroscuros sólo confunden y nublan el camino a seguir, para que el día de mañana a la vuelta de la esquina estén nuevamente los ricos, los poderosos y los empresarios para recomponerse. La clave es una política de completa ruptura con el capitalismo.
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