Alejandro Chaskielberg empieza su registro fotográfico el 9 de marzo, cuando comenzaron los primeros focos entre Las Golondrinas y El Hoyo. En esta entrevista nos cuenta cómo fue esa experiencia y su opinión sobre el brutal incendio en la Patagonia.
Jueves 8 de abril de 2021
¿Podés contarnos con qué escenario te encontraste al llegar?
La primera imagen que vi fue desde la casa donde estoy viviendo, en El Hoyo, la cual tiene una vista panorámica hacia el norte, hacia el lado de El Bolsón desde donde vino el fuego. Era una impresionante columna de humo que apareció de repente, supongo que el fuego tenía unos quince o veinte minutos de haberse iniciado pero por la velocidad del viento se propagó muy rápidamente y al momento que yo la vi parecía una bomba. En ese momento me fui a un mirador que está cerca de mi casa y a los pocos minutos ví el comienzo del segundo foco.
¿Cómo ves el abordaje de los medios sobre el tema?
Me pareció muy pobre dada la magnitud de la tragedia, estoy convencido que si hubiesen habido más muertos le estarían dando mucha más importancia que la que le dieron. Los medios en general trabajan sobre el miedo, el morbo y la muerte porque son los temas que más venden, es por eso que ya hace varios años dejé de trabajar en prensa y me dedico a contar las historias pero desde el arte. Creo que puedo hacer una reflexión más profunda, humana e interesante que la simple historia noticiosa y superficial que cuentan los medios.
La historia para mí no comienza ni termina cuando el incendio se prende y se apaga, sino que viene de mucho tiempo atrás y continuará. Es una historia sobre un territorio en conflicto que muchos quieren tener o que todos quieren pero que termina incendiándose. Acá hay mucha desidia de parte de los gobiernos que históricamente han dejado al territorio y a las personas que lo habitan a su suerte.
Hay recursos que se destacan en tus imágenes ¿Te genera algún conflicto esta estética cuando hay un contenido social fuerte?
No me genera conflicto, tal vez al comienzo de mi carrera me lo generaba porque estaba acostumbrado a una visión muy literal ligada a la fotografía de prensa donde un hecho dramático tiene que corresponderse con imágenes dramáticas, en lo personal creo que esa es una visión anticuada de como contar historias y que también es válido contar historias dramáticas de otra manera. Obviamente cada persona puede contar la historia como quiera y sería genial poder tener cientos de miles de versiones y de estéticas de lo que sucedió.
Más allá de que mis imágenes tengan un dramatismo creado a partir de la puesta en escena, el uso de la fotografía nocturna y el color, yo hago un trabajo de campo muy fuerte donde voy conociendo a las personas de a poco sin la cámara y cuando hay alguna historia que me conmueve recién ahí logro traducir en imágenes. Creo que el vínculo que establezco con las comunidades y con las personas es muy fuerte y eso me permite de alguna manera tener esta convicción y esta libertad de poder contar estas historias dramáticas de una manera más experimental y libre, de todas maneras es válido que haya personas que no les guste, como así también hay personas que gracias a estas imágenes pueden acercarse y conmoverse.
¿Cómo se trabaja en una situación tan difícil?
En un primer momento el incendio es una situación de caos total y adrenalina donde uno hace lo que puede, yo tenía la preocupación por un lado de mi familia y por otro lado de estar tan cerca del fuego por primera vez, eso me generaba mucha tensión. De todas maneras soy una persona bastante centrada y pude realizar mis imágenes de fotografía nocturna iluminando con linternas aun en medio del incendio. Después que pasó el fuego hubo todo un trabajo que tiene que ver con conectarse con la gente que sufrió, entenderlos, escucharlos y poder seleccionar cuáles son las historias que valen la pena contar según el punto de vista y la propia percepción de las cosas que uno tiene.
En ese sentido después del incendio comencé un trabajo minucioso de recorrer los barrios afectados y de hablar con la gente. Estoy trabajando en la Ecoaldea, en el Barrio Sur y en Golondrinas. Ahí viven personas con realidades muy diferentes, algunos son artesanos, otros son brigadistas o trabajadores rurales y también hay clases más acomodadas, cada uno tiene una visión diferente sobre el territorio y sobre lo que sucedió, me parece que la suma de todas esas realidades puede explicar un poco mejor cuál es el conflicto que hay en este territorio.
¿De dónde nace la inquietud para involucrarte desde la fotografía en distintas problemáticas sociales?
Soy una persona sensible a los problemas sociales y desde el comienzo de mi carrera me interesó retratar estas problemáticas, comencé a trabajar a los dieciocho años registrando la crisis social y política del año 2000 en Argentina y cuando dejé de trabajar en prensa seguí contando historias sobre la gente que vive en la marginalidad tanto social como económica. Ahí comencé mi primer libro "La creciente" sobre los isleños del delta del Paraná donde fotografié trabajadores y trabajadoras que viven aislados en un entorno natural. Lo social y lo natural son las temáticas que mas me apasionan, las historias que mas me atrapan son las que unen estas dos cosas, así es que trabajé en África con agricultores que habían sufrido la hambruna, en Japón con un pueblito de pescadores destruido por el tsunami y ahora acá en la Patagonia con este incendio devastador.
¿Se construye un vínculo con los personajes de la historia que vas a contar?
El vínculo con las personas es un proceso lento y que disfruto mucho, creo mucho en el trabajo de campo, ir a hablar con la gente, conocer sus puntos de vista, creo que hay que ser transparente, sincero y abrirse a la gente para que ellos después se abran a uno. Generalmente los visito sin la cámara, no les hago fotos en un primer momento si no que voy a charlar, los escucho, trato de conocer su historia pasada y su versión de las cosas, a partir de toda esa información empiezan a surgir en mi mente las imágenes que me disparan su relato, eso me da material como para poder crear. En mi caso en particular necesito mucho compromiso de las personas porque las hago posar durante la noche, y permanecen inmóviles durante varios minutos para que yo pueda hacer estos retratos, eso implica para ellos dar un montón, quedar vulnerables durante un tiempo frente a la cámara, por eso creo que también tengo que dar un montón hacia ellos y en ese sentido trato de ayudarlos siendo una vía de comunicación para lo que quieran contar.
¿Cuál fue la fotografía que más te conmovió hacer?
La imagen de Sergio Ramos sosteniendo en sus manos su cámara fotográfica completamente quemada por el fuego, me conmovió mucho porque desde un primer momento que lo conocí me conto que era fotógrafo y que había perdido su equipo, diez días después yo mismo encontré la cámara entre las cenizas de su casa, se la pude dar en la mano, nos abrazamos y nos alegramos aun en el medio de esta tragedia.
Para mí la fotografía tiene que ver con la memoria, con la identidad que nos permite entender quiénes somos y de dónde venimos. En ese sentido esa imagen también me parece muy potente porque es la cámara que registra, completamente incendiada. Me sucedió algo parecido cuando estuve en Japón haciendo la historia sobre el tsunami, donde encontré un álbum de fotos familiares completamente destruido, que para mi simbolizaba la memoria dañada.
¿Qué opinión tenés sobre los incendios?
Yo no tengo duda que los incendios fueron intencionales pero no tengo ninguna certeza respecto a quién podría haberlos prendido. Entiendo que hay personas que acusan a las mineras como así también hay otras personas que acusan al propio gobierno o incluso a grupos mapuches de haber iniciado el incendio, te diría que quien prendió el fuego es un dato menor, el problema es cómo ese fuego logró expandirse de esa manera, eso me parece que es lo más preocupante. De alguna manera creo que este incendio esta encendido desde hace mucho tiempo por mas que no haya habido llama, creo que hay una desidia y una falta de preparación para que estos incendios no se expandan con esta voracidad. Hay una precarización y una falta de recursos para que los brigadistas puedan controlarlos, hay una invasión de plantas no nativas como son los pinos que logran expandir el fuego muy rápidamente, hay una falta de planificación de infraestructura muy importante donde no hay corta fuegos, donde la gente está viviendo en lugares sin agua. Creo que el incendio viene de mucho antes que el fuego.
Podes conocer su trabajo acá también podes ver la crónica de los primeros minutos en su canal de Instagram.