Mucho se ha hablado sobre si la pandemia mundial del coronavirus podría ser considerada como un “cisne negro”, analogía que se hace en el mundo de la economía a eventos externos y catastróficos que impactan el desempeño económico. Sin embargo, es claro que, aunque el Covid-19 ha significado una grave afectación a la economía mundial, la realidad es que ésta viene de atravesar distintos escenarios
Llueve sobre mojado
A nivel internacional, partimos de que luego de 12 años que inició la crisis económica en el año 2008, la economía capitalista no ha atravesado un momento de auge o crecimiento sostenido. Lejos de ello, se habla de un largo periodo de estancamiento “secular” (crecimiento vegetativo), que ha propiciado que las principales economías crezcan muy poco arrastrando tras de sí al conjunto de las economías periféricas o dependientes en distintas regiones.
Por otro lado, más recientemente la guerra comercial entre Estados Unidos y China (con momentos de treguas y de agudización del conflicto) promovida por Donald Trump, ha contribuido a generar una dinámica de incertidumbre y bajo crecimiento, afectando tanto a China como a los países que le suministran materias primas a esta economía.
Otros factores han sumado inestabilidad y bajo crecimiento global, como el Brexit del Reino Unido con la Unión Europea o la crisis de la deuda argentina.
En este contexto es que llega la pandemia más grave que ha vivido la humanidad en los últimos tiempos, que ha sido enfrentada en primer lugar frenando la actividad económica a partir de confinar con cuarentena a millones de personas, lo que lleva a que todos los analistas coincidan en que las afectaciones económicas serán graves en el corto y mediano plazo.
El momento de la economía en México en la que llega el coronavirus
Como es sabido, la economía mexicana estaba pasando un complicado momento previo la crisis del coronavirus. Por un lado, México no puede abstraerse de la dinámica internacional donde las tasas de inversión son bajas y la dependencia estructural a la economía estadounidense impacta negativamente. Con una tasa de crecimiento de apenas 2 % promedio en Estados Unidos en los últimos años.
Por otro lado, la reducción del gasto gubernamental con el ajuste llevado adelante en distintas dependencias, la llamada “austeridad”, impactó negativamente en el nivel del consumo, con la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo intentando reorientar el gasto hacia programas sociales, pero con un importante subejercicio del gasto y la inversión pública. Así, el gobierno basa en buena medida sus expectativas de crecimiento en la construcción de megaproyectos como el Tren Maya o el Corredor Transístmico.
La tendencia al bajo crecimiento, si bien venia ya de los últimos años del sexenio de Peña Nieto, en el actual gobierno se ha profundizado y sobre esta tendencia que impacta la llegada de la pandemia mundial.
¿Cómo afecta el coronavirus la economía nacional?
La paralización de la economía se suma a factores internacionales para golpear el desempeño de la economía mexicana gravemente. Se habla de que México podría incrementar el número de pobres en su territorio hasta en 21 millones de personas, ¿cómo se explica esta situación?
Por un lado, la enorme desigualdad que impera en el país, con décadas de aplicación de un modelo neoliberal excluyente y donde solo se favorece al capital, ha generado que amplios sectores de la población no cuenten con un trabajo estable ni prestaciones básicas como sería justamente el acceso a servicios de salud de calidad, al tiempo que sean millones quienes viven al día y tienen que salir a ganarse la vida diariamente exponiendo su salud.
Por otro, hay dos fenómenos económicos que impactan la economía, uno es el aumento del dólar y otro la caída del precio del petróleo. El primero puede tener una repercusión en la inflación, es decir en el encarecimiento de los precios de bienes y servicios dada el aumento del costo de importación de insumos en dólares, además de que repercute también en la deuda externa que se incrementa considerablemente dado que buena parte está contraída en dólares.
El segundo, repercute en los ingresos que pueden llegar al presupuesto pues buena parte de este depende de la venta de este recurso, por lo que el gobierno tendría que resarcir esta histórica baja (ha llegado hasta el precio de 10 dólares por barril, bajísimo). Bajar aún más el gasto público (educación, salud, apoyos) o contratar deuda son opciones que un gobierno capitalista tendería a contemplar, sin embargo, estas medidas pueden impactar aún más negativamente en la economía y en la relación del presidente con su base electoral y social, la que lo llevó al gobierno.
Otro factor que afecta, es la caída de las remesas de connacionales que viven Estados Unidos. Según instituciones bancarias, éstas estarían cayendo hasta en un 17% este año, dados los fuertes problemas que se viven en este centro imperialista. Es decir que petróleo y remesas, las dos principales fuentes de ingreso estarían explicando en buena medida las previsiones de caída de la economía alrededor del 5%.
Por otro lado, la retracción de la economía mundial puede afectar duramente la economía nacional, pues las exportaciones manufactureras han sido fundamentales en los últimos años, dado que el modelo neoliberal centró su política de crecimiento en desarrollar toda la industria de exportación.
¿Qué medidas tomar para que la crisis no la paguen los trabajadores?
En este panorama es urgente tomar medidas de emergencia extraordinarias. En primer lugar, para asegurar la salud de la población, es necesario que se le otorgue un subsidio a millones de personas que no pueden dejar de salir a trabajar sin perder sus trabajos y sus ingresos, y garantizar que no habrá ningún despido o rebaja salarial, solo así la clase trabajadora no se verá obligada entre cuidar su salud o tener hambre.
Es necesario llevar adelante un plan de reactivación de la economía que contemple obras públicas de interés social que permitan generar empleos masivos y combatir así el desempleo que la crisis está dejando. Este plan hay que financiarlo con impuestos a los grandes capitalistas que acumulan en sus cuentas miles de millones de dólares, y debe estar bajo el control de las organizaciones obreras y populares
Estas medidas deben financiarse también con la suspensión del pago de la deuda externa. Así habría también recursos para poner en marcha el sistema de salud con capacidad de hacer frente al Covid-19 o para reconvertir la industria para abastecer de insumos y materiales al sector salud.
Es urgente también que se condonen las deudas bancarias mientras dure la pandemia, en particular las que tienen que ver con hipotecas. Al mismo tiempo hay que congelar todos los precios de los alimentos y servicios esenciales, interviniendo a las empresas que acaparen o especulen con bienes básicos.
Las empresas que cierren o despidan, deben ser nacionalizadas y puestas bajo control democrático de sus trabajadores.
Por otro lado, la magnitud de la crisis exige plantear también medidas de fondo para enfrentar la situación como la nacionalización de la banca y el comercio exterior, ya que es la vía para que los capitales no huyan y revienten la economía. Poder otorgar créditos baratos a pequeños comerciantes y reactivar el conjunto de la economía.
Recursos para enfrentar y salir de la crisis hay, pero se requiere afectar el interés de los grandes empresarios y banqueros que son quienes se apropian de la enorme riqueza que producen los trabajadores.
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