Desde Bolivia, la militante de Pan y Rosas y la LOR-CI explica el proceso que se vive en ese país y cómo enfrentar el golpe cívico militar.
Martes 12 de noviembre de 2019 12:00
Pretenden reducir el descontento alteño a "hordas masistas" y "campesinos ignorantes pagados por el MAS". No sólo es el desprecio de las clases medias, que les cree incapaces de decidir por sí mismos; hasta algunos grupos e individuos pseudoizquierdistas están utilizando estos calificativos contras los hijos de quienes han sido victimados, derramando sangre en Octubre del 2003.
Reducir la movilización de El Alto a grupos vandálicos (sin negar que los hayan habido) es una forzada interpretación de la clase media que no puede y no quiere entender que las direcciones de su tan mentado "movimiento democrático", con todos los partidos burgueses y bloques cívico policiales y militares, desde Mesa hasta Camacho, no solo no representan al pueblo pobre y a las y los oprimidos, sino que tienen intereses políticos y económicos históricos antagónicos; que el racismo es intolerable e inocultable, aunque hoy se maquille de unidad; que precisamente por estos intereses antagónicos, entienden, entendemos y vemos amenazadas cada una de las conquistas de la clase obrera, de los pueblos indígenas, de las mujeres, de las diversidades sexuales y de la juventud precarizada.
No, aclaremos para algunos delirantes, que el MAS nada ha tenido de socialista. El gobierno de Evo Morales es el principal responsable de este escenario catastrófico, no solo por las irregularidades electorales y por la instrumentalización de las instituciones de la democracia representativa liberal, sino sobre todo por haber alentado al fortalecimiento de la derecha, los agroindustriales y toda los empresarios aglutinados en la CAINCO y la CAO que por años han sido grandes amigos de Evo, alianza pregnante que provocó los incendios en la Chiquitanía así como la arremetida y vulneración a la libre determinación de los pueblos indígenas del TIPNIS, Tariquía, el Chepete, Rositas y El Bala. También ha sostenido el contubernio con las iglesias que, aunque se diga que vivimos en un Estado Laico, han conservado y utilizado su poder contra los derechos de las mujeres y de las diversidades sexuales.
Desde la LOR-CI y Pan y Rosas, hemos combatido las políticas antipopulares del MAS, y en los años que venimos militando, puedo afirmar que la aplastante mayoría de las y los que han salidos a las calles por la “democracia”, jamás han compartido barricada con las luchas populares obreras, estudiantiles, campesinas, indígenas, de las mujeres y de comunidad LGTBI. Esos jóvenes y no tan jóvenes que se vienen enterando de que ¡Oh, se ha vulnerado nuestros derechos! Deberían entender que la vida política en Bolivia no comienza con ellos ni el 21F y las irregularidades electorales del 20 de octubre. Nuestra lucha contra el MAS, sin embargo, jamás nos va ubicar del lado del fascismo empresarial clerical y sí, no tenemos miedo a llamar las cosas como son: un golpe cívico militar, que lejos de caer sobre la juventud de las clases acomodadas de Generación Evo o Columna Sur, nos va a llegar a quienes vamos a continuar combatiendo contras las políticas capitalistas, racistas, homofóbicas y clericales, como lo hicimos durante estos 14 años de gobierno de Evo Morales.
En este escenario, consideramos que hoy más que nunca es necesaria la autoorganización de las y los trabajadores, de las mujeres, de las comunidades indígenas y campesinas y de los sectores populares para enfrentar este escenario.
No van a tener nuestro silencio. No van a utilizar nuestras necesidades y descontento. No Pasarán.