Aunque el gobierno concluyó 2014 creando una sensación de estabilidad en la economía, el año que comienza deberá seguir administrando con dificultades una aguda escasez de dólares que determinará la evolución de la economía.
Esteban Mercatante @EMercatante
Martes 20 de enero de 2015
Aunque en los últimos meses del año 2014 el gobierno logró crear una sensación de estabilidad, combinando diversas medidas, lo cierto es que este año comienza peor que el anterior en materia económica. Si bien el dólar no afronta las presiones devaluacionistas del enero anterior, la economía exhibe el peor deterioro del período kirchnerista -si exceptuamos el impacto de la crisis internacional en 2008/09-.
Como ocurrió en 2014, la economía se moverá al calor de una disponibilidad de dólares, escasos desde 2011 después de la abundancia que acompañó los dos primeros gobiernos kirchneristas. Años durante los cuales se permitió alegremente el vaciamiento de las reservas del Banco Central mediante el giro de utilidades de las corporaciones multinacionales y la fuga de capitales de la burguesía argentina. Sin estas grangrenas, unidas al pago de la deuda, la llamada “restricción externa” no afectaría el crecimiento de la economía argentina como lo hace nuevamente hoy. A esto se sumó el deterioro energético y el crecimiento de la producción de la armaduría que conforman las principales ramas de la industria en el país, que por lo tanto demandan por cada punto porcentual de crecimiento una cantidad proporcionalmente mayor de dólares.
La nota optimista para transitar las urgencias que afronta el gobierno para administrar los apuros económicos la brindan los acuerdos con China para el swap (canje) de divisas entre bancos centrales. Gracias a esto, el país recibió ya el equivalente a 2.713 millones de dólares de los 11 mil millones de dólares comprometidos. Aunque se trata de un alivio con período fijo (en tres años debe devolverse los préstamos), por lo pronto el Banco Central puede mostrar una recuperación en los dólares disponibles en sus arcas. También va a favor en el corto plazo el desplome de los precios del petróleo, ya que el país requerirá 3.000 millones de dólares menos para importar combustible. La contracara es que esto pueda poner en apuros los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta (preocupación que muestran tantos analistas como los que descartan que vaya a verse afectado este negocio estratégico para capitales nacionales y extranjeros).
Con estas ayudas, el gobierno apuntará a ir tirando, sin posibilidad en lo inmediato de conseguir dólares mediante nuevo endeudamiento, apuesta que se pinchó a mediados del año pasado y aún no pudo ser reflotada. A pesar de que la amenaza de la RUFO para negociar con los bonistas que litigan en el juzgado de Griesa ya no está vigente, son cada vez menos los que apuestan a que pueda haber un acuerdo que permita volver a normalizar toda la deuda. Como fracasó el canje de Boden 2015 intentado a comienzos de diciembre último, no pudieron reducirse los compromisos de deuda para este año, que rondan los 14 mil millones de dólares. Por lo tanto, para “cerrar” el balance de dólares será necesario seguir aplicando la receta del enfriamiento económico, frenando importaciones y trabando así el crecimiento, lo que viene golpeando sobre el empleo, especialmente en los sectores de trabajadores no registrados.
Inflación y salarios
El año que pasó los asalariados del sector privado registrado perdieron entre 7% y 12% de su poder adquisitivo por los techos de paritarias y la no movilidad del Mínimo No Imponible del impuesto a las Ganancias. Para 2015, los pronósticos sobre la evolución de los ingresos de los asalariados prevén que no se repetirá tamaño deterioro, principalmente porque la inflación marcha a un ritmo ligeramente menor.
Gracias al “ancla” cambiaria que está aplicando el gobierno para frenar la inflación con un peso fuerte frente al dólar, y por el “arrastre estadístico” de la desaceleración inflacionaria con la que terminó el año, este año varios analistas evalúan que la inflación (que el año pasado fue según diversas mediciones de entre 31% y 39%, frente al 23,9% estimado por el Indec) se ubicaría un peldaño más abajo que en 2014.
Pero el abogado laboralista y vocero empresarial Julián De Diego salió a marcar la perspectiva del empresariado: “durante el año pasado, la inflación superó los incrementos salariales y lo más probable es que este año sea otro de caída del salario real”. Su estimación es que la mayoría de las empresas presupuestó para este año un aumento salarial algunos puntos por encima del 30%, aunque con una inflación prevista del 35 al 40%. Para el lobista, la tarea del gobierno es reforzar esta perspectiva “El Gobierno va a tener que tomar una posición reactiva y utilizar las paritarias como ancla antiinflacionaria, cerrando acuerdos menores con los sindicatos”.
Gracias a las buenas dosis de ajuste de 2014 y la inventiva financiera para contener el drenaje de dólares, Cristina Fernández busca llegar al final de mandato evitando una fuerte crisis, y dejando los costos de un mayor ajuste sobre quien la suceda. Pero tanto por el lado del empleo, como por el lado del poder adquisitivo, el panorama que ofrece el gobierno kirchnerista para los trabajadores es el de otro año para el olvido.
Esteban Mercatante
Economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Autor de los libros El imperialismo en tiempos de desorden mundial (2021), Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (2015).