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Red Internacional
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De buena fuente. La historia del trabajador del Correo Argentino despedido en Corcovado y el apoyo de su pueblo contra el cierre de la única sucursal

Javier Villoldo trabajó 27 años en la empresa. Con su desvinculación, los 3000 habitantes de la comunidad quedarán sin servicio. Pero los vecinos se autoconvocaron en reclamo por su reincorporación y contra el quite de este derecho. Un testimonio que llega con fuerza desde un rincón de la Patagonia, en la antesala del tratamiento de la Ley Bases en el Senado que pretende privatizar la empresa estatal.

Martes 7 de mayo 19:36

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El Correo Argentino es una de las empresas que podría ser privatizada si la Ley Bases avanza en el Senado. Según su página oficial, la empresa estatal cuenta con 1400 sucursales en todo el país, depende del Ministerio de Infraestructura de la Nación y “tiene la obligación de prestar el Servicio Postal Básico Universal (SPBU). Su misión es “ser una empresa nacional que permita integrar a todos los habitantes del país a través de productos y servicios confiables que aseguren las comunicaciones y los intercambios entre las personas, las empresas y las instituciones”.

Pero el viernes 26 de abril llegaron cientos de telegramas de despido a trabajadores de todo el país, lo que implicó el cierre de sucursales. Según trascendió, la empresa dijo que “los despidos se deben a una reducción de gastos impulsados por el Gobierno Nacional a todas las empresas estatales”. En respuesta, hubo una gran movilización en la sede central en Rosario. Pero uno de los casos más resonante es el de Javier Villoldo, el único trabajador de la única oficina del Correo en Corcovado, un pueblo fronterizo con Chile ubicado en la provincia patagónica de Chubut a 100 kilómetros de Esquel cerca de la Ruta 40, al pie de la Cordillera de los Andes y sobre el río que lleva su nombre.

El cierre de la sucursal en el pueblo “implica un atraso de 60 años”, cuenta Javier Villoldo en dialogo con La Izquierda Diario, “como cuando no había nada, como cuando los vecinos salían a caballo a llevar encomiendas al correo de Esquel”. “No todos tienen la posibilidad de viajar a Esquel a 100 kilómetros. Nosotros vivimos en plena cordillera, ahora por ejemplo hace 2 dias está con lluvia, con nieve, motivo por el que la ruta muchas veces se corta”, agrega.

La travesía de llegar a Esquel para poder hacer un envío o una encomienda ahora que la única sucursal del pueblo está cerrada, implicará para sus 3000 habitantes tener que trasladarse por ruta de ripio y gastar un dinero que no todos tienen. “La nafta está cada vez más cara, a un poblador de Corcovado le significan hoy entre 20 y 30 mil pesos poder llegar a Esquel, cuando antes no tenían más que salir de su casa, caminaba 2 o 3 y ya estaban en el correo y no gastaban nada”, explica Javier.

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El sueño de su hija

Javier desempeñana funciones en el Correo Argentino hace 27 años. Todo una vida dedicada a su trabajo, que tomó como mucho más que eso: para él, su trabajo implica la responsabilidad de garantizarle a sus vecinos el derecho a poder estar conectados con el resto del país.

Entré a trabajar a finales del 97, hasta el año 2000 como contratado, y desde el 1 de enero de 2000 hasta el 26 de abril pasado, en planta permanente, efectivo -cuenta- Hasta 2004 desempeñé tareas en Esquel como cartero, después atención al público, ventanillero, y fui haciendo cubriendo las vacaciones a mis compañeros de trabajo en oficinas, haciendo relevos. Hasta que en el 2004 me hice cargo de la sucursal de Corcovado”.

Aquella fue su normalidad hasta el viernes 26 de abril. La noticia de su despido, dice, llegó unos minutos después de que terminara con sus tareas cotidianas en la sucursal. “El viernes fue una jornada común: atención al público hasta la 13.30, aunque siempre me quedo un poco más. A las 14 que terminé de atender a la gente, hice la parte administrativa, y 14.30 estaba cerrado”, relata. 15 minutos más tarde me llaman mis compañeros de trabajo. Me dicen que en su bandeja de mail estaba el telegrama de despido mío. Yo pensé que era un chiste, pero me dijeron que no, que no era joda, y me lo pasaron por fax. Así de violento fue mi despido”, sentencia.

El golpe fue difícil de asimilar. Javier atraviesa un remolino de emociones. “No sé cómo explicarte los sentimientos que tengo. Pasé por todos: desesperación, bronca, tristeza, hoy tengo una amargura profunda”. Ahora, cuenta, el único sostén económico de la familia es su esposa, que es docente: “Gana un sueldo por debajo de la pobreza, porque los docentes ganan una miseria”.

“La situación laboral no es que uno sale y consigue laburo. He tirado onda por todos lados para ver si me dan laburo y no se consigue. Económicamente, el mes que viene, con una mano en el corazón, te digo, no sé cómo voy a hacer. Tengo una hija estudiando en Esquel porque está haciendo un profesorado. Dentro de mi angustia está la desesperación de encontrarme sin trabajo y espero no llegar nunca a tener que decirle a mi hija que su sueño de terminar el terciario se vea trunco por esta situación”.

La fuerza de un pueblo

Ese día, Javier contó por Facebook a sus amigos, familiares y vecinos lo que acababa de pasar. “Hoy, por decisión del consejo administrativo de la empresa, se tomó la decisión por temas de reestructuración de cerrar en forma definitiva mi querida Sucursal. Sí, a partir del próximo lunes nos quedamos sin Correo Argentino en Corcovado, y por ende, yo me quedé sin trabajo. Con el cierre de las puertas, no solo significa el fin de una etapa laboral, sino también un montón de sueños y proyectos truncado, en un país que enfrenta tantas dificultades”, escribió en un posteo en su muro.

El mensaje terminaba con un llamado al al apoyo de la comunidad. “Somos muchos los que estamos enfrentando esta situación. Con un despido masivo en todo el país, y sin tener en cuenta lo vital e importante que es para nuestra localidad el correo, quiero pedirles que levantemos nuestras voces que nos escuchen, ¡que no nos dejen sin el servicio del Correo Argentino en Corcovado!”.

Lo que no esperaba Javier era que la respuesta fuera tan contundente. El posteo se llenó de likes, de comentarios. Pero también muchos se autoconvocaron en la puerta de la sucursal para brindarle apoyo. “La gente se autoconvocó, se movilizó rápido, una vez que pasó mi posteo y muchos vecinos preguntándome qué estaba pasando, se juntaron. Hicieron firmas, una presentación en la Municipalidad que llegó al Concejo Deliberante y se elevó al gobernador, y por todos los medios están pidiendo la reapertura de la oficina de correo”.

El hecho también cobró repercusión cuando Moira Millán, referente mapuche y activista por los derechos de los pueblos originarios, compartió un mensaje en su Instagram: “En un apartado rincón de la cordillera de los andes, en la Patagonia, provincia de Chubut, Argentina, hay un hermoso pueblito rodeado de bosque y arroyos, de nombre Corcovado. En éste pueblo desde hace 40 años, tras muchos reclamos, el pueblo consigue que se instale una sucursal de Correo Argentino. Allí he ido en innumerables ocasiones, el único trabajador del correo se llama Javier Villoldo, que lleva trabajando en Correo Argentino desde hace ya 30 años. Siempre ha sido servicial y amable, antes la gente debía recorrer 100kms hasta la ciudad de Esquel para enviar o recibir correspondencia”.

Hoy el gobierno de Milei, nos arranca ese servicio, que es un derecho, y nos retrotrae a esa época, que creímos superada. El Correo Argentino en Corcovado nos evitaba recorrer la ruta en pésimo estado que nos separa de Trevelin o Esquel, enfrentar la nieve, el alto costo del combustible, y las tantas vicisitudes que vivimos diariamente por decidir habitar en esta parte del mundo”, escribió Moira. Y completó: “El desprecio y la violencia con que el gobierno nacional piensa la territorialidad de los pueblos es indignante, el cierre del correo representa un derecho fundamental que simplemente se nos quita por no ser suficientemente numerosos, respecto al trabajador, la ironía de que lo despidan sin previo aviso a dos días de celebrar el Día Internacional del Trabajo”.

Acá fue tremendo el apoyo -cuenta Javier- La gente la lucha porque no quieren que cierre el correo, evitando el atraso. Porque si seguimos así, hoy es el Correo, pero mañana será otra oficina pública, y cuando nos queramos acordar vamos a tener que ir a caballo a Esquel, un pueblo que va a quedar en el olvido”.

¿Qué pasó cuando se privatizó del Correo Argentino?

A Javier no solo le quitan el sueño su futuro y el de su familia. Su voz se tiñe de preocupación y bronca al pensar en sus vecinos, que quedarán sin el derecho a poder realizar envíos desde Corcovado, no solo cartas, documentos, sino también encomiendas, materia prima para poder trabajar o comercializar. “El correo oficial es el correo de bandera que debería garantizar el servicio postal a lo largo del país. Una empresa estatal de este tipo no está para ganar plata, está para brindar un servicio, para comunicar a la gente de un punto al otro, cuando pasan estas cosas con el cierre de las sucursales se les está negando esa posibilidad a la gente de la comunicación”.

El Correo Argentino se encuentra en la lista de las empresas públicas que se privatizarán si la Ley Bases se aprueba en el Senado. “Hay quienes ven de buena manera la privatización y el cierre de sucursales, yo creo que no”, dice con firmeza Javier. Basta hacer un breve repaso de lo que pasó durante la privatización del Correo Argentino para darse una idea de la gravedad del asunto.

En 1992, bajo la administración de Carlos Menem, Empresa Nacional de Correos y Telégrafos (ENCOTEL), se transformó en la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos S.A. (ENCOTESA), adoptando la forma de Sociedad Anónima como paso previo a su privatización.

El 26 de agosto de 1997, a través del decreto 840/97, se otorgó la concesión del Correo a dos empresas del grupo Macri (Itron S.A., Sideco América S.A.) y el Banco Galicia. Este grupo asumió el control del servicio a partir del 1 de septiembre y lo mantuvo hasta el 2003. Según lo acordado, las empresas a cargo de la concesión debían abonar 51 millones de pesos semestrales, invertir una suma no inferior a 25 millones de pesos anuales durante los primeros 10 años y destinar el 1 % de la facturación total del ejercicio contable anterior hasta la finalización del contrato.

Como explica Celeste Vázquez en La Izquierda Diario, nada de todo eso se cumplió. En el año 2000, dejaron de pagar el canon semestral. Además, no se cumplieron las condiciones que requerían inversiones, ya que el grupo Macri consideró que las indemnizaciones de más de 10.000 empleados, equivalentes a $126 millones durante los dos primeros años de gestión, cumplían con ese requisito, una maniobra que el gobierno avaló.

Cuando se privatizó el Correo, la empresa contaba con cerca de 20.000 empleados. Sin embargo, aproximadamente 10.900 puestos de trabajo se perdieron, y más de 100 sucursales cerraron debido a la gestión del grupo Macri.

En septiembre de 2001, se declara la quiebra del Correo Argentino. Dos años después, durante la presidencia de Néstor Kirchner, la empresa es nuevamente estatizada, pero con una condición particular: el Estado no exige el pago de la deuda millonaria que ascendía a 900 millones de dólares, petición realizada por Franco Macri, a quien ya le hbaían perdonado las deudas que sus empresas habían adquirido durante la dictadura.

Durante la administración de Néstor Kirchner, el clan Macri logró que los directivos de su grupo conservaran sus cargos y que empresas vinculadas a su conglomerado proporcionaran servicios al Correo como subcontratistas.

En síntesis, como en otras privatizaciones, la gestión por parte de entidades empresariales privadas en lugar de la administración estatal de los servicios públicos resultó en ganancias sustanciales para los empresarios y un deterioro del servicio con consecuencias desastrosas para los trabajadores, que enfrentaron despidos masivos. Además, los usuarios se vieron afectados por aumentos en las tarifas y una calidad de servicio deficiente, entre otros problemas.

Los trabajadores somos necesarios para que el país crezca

“A veces tengo ganas de seguir luchado, a veces quiero bajar los brazos, pero me veo apoyado por la gente y me vuelvo a levantar. Creo que hoy tenemos que estar más unidos que nunca, tratar de ir todos por el mismo canal y que la lucha sea de todos”, dice Javier.Y agrega: “Los trabajadores no tienen que ser reestructurados o ajustados, el trabajador es la herramienta necesaria para que el país crezca, para que salga de donde estamos, no tenemos la culpa”.

La lucha de Javier y del pueblo de Corcovado es una pequeña muestra del inicio de la resistencia que puede desarrollarse a nivel país si se unen los trabajadores con las comunidades y los sectores populares en defensa de los puestos de trabajo y sus derechos. Su despido y el plan de privatización del Correo es también el espejo de lo que sucede en Aerolíneas Argentinas, en Télam, en Radio y Televisión Argentinas, por poner solo unos ejemplos.

El paro general de este 9 de mayo se presenta como una oportunidad para dar un mensaje político al gobierno y por ello, debe ser contundente y ser solo la antesala de un plan de lucha que incluya un paro y movilización el día que se trate la Ley Bases en el Senado. Porque, como dice Javier, somos los trabajadores los que hacemos funcionar al país.

Impulsar la autoorganización de los trabajadores, en coordinación con los sectores populares, y rodear de apoyo y solidaridad a los ejemplos de lucha y resistencia es fundamental para evitar el plan de privatizaciones, saqueo y ajuste que pretenden llevar adelante Milei y sus cómplices. Podemos ganar, unamos la fuerza que hace falta para lograrlo. Por nuestros derechos y por los sueños de nuestros hijos.

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