Con el proceso constituyente en curso y a casi un año y medio de la rebelión, existen dos grandes debates para plantear a la juventud que despertó a la vida política y ha estado al frente de cada hecho, exigiendo la liberación de las y los presos políticos, enfrentando la represión y denunciandola.
El desvío institucional del proceso constituyente, surgido tras el acuerdo el acuerdo por la paz y la nueva constitución firmado el 15 de Noviembre del 2019, ha ido consiguiendo un objetivo estratégico para la burguesía y los empresarios: separar de las masas a su vanguardia de lucha y política que surgió de ella durante la rebelión de Octubre de 2019, la cual exigía la renuncia de Piñera y veía la necesidad de una verdadera Asamblea constituyente que fuese libre y soberana. Pese a las dificultades que hemos vivido a nivel internacional y nacional en torno a la pandemia de coronavirus, esta vanguardia continúa manteniendo la lucha en las calles y enfrentando las instituciones del orden del régimen de los 30 años. Sin embargo, hoy tiene el riesgo de aislarse de las masas con las que salía a luchar durante la revuelta, habiendo en estas últimas expectativas en el proceso constituyente amañado y confianza en la capacidad que tendría la convención de redactar una nueva constitución que “cambiara las cosas”.
Frente a esta problemática, a nuestro parecer, existen dos grandes debates que queremos dejar plasmados en este artículo para la reflexión de toda esa juventud, que despertó a la vida política y ha estado al frente de cada hecho, exigiendo la liberación de las y los presos políticos, denunciando la represión y los asesinatos como fue el caso del malabarista de Panguipulli y solidarizando con la pelea del pueblo mapuche por la devolución de sus tierras y la desmilitarización del Wallmapu.
Estos debates son los siguientes; el primero la necesidad de un reagrupamiento de la vanguardia y el segundo que esta vanguardia haga política, para que otros no la hagan por ellos.
Respecto al primer debate, de la necesidad del reagrupamiento de la vanguardia, se debe a que la vanguardia juvenil surgida en la rebelión no ha sido derrotada, pese al conjunto de las medidas represivas que buscan derrotar y atacar la moral de cientos de jóvenes, por medio de las cárceles y los tribunales de justicia. A esta vanguardia se le plantea la necesidad de un reagrupamiento, que haga política y que enfrente a las burocracias tanto sindicales como estudiantiles, que contribuyen a mantener separadas las demandas del pueblo trabajador y sus luchas, siendo condenadas al aislamiento, la espontaneidad o a pequeños hitos de movilización o resistencia. La necesidad de impulsar un frente único y de acción en pos de movilizaciones unitarias, no convocatorias dispersas, sino que puntos de concentración de fuerzas, por la liberación de las y los presos políticos y para enfrentar el conjunto de las leyes represivas. Esta reagrupación debe ser en torno a coordinaciones con la perspectiva de buscar imponer por medio de volúmenes de fuerza la unidad en la acción, frente a la actual inmovilidad de las burocracias en Chile, para que estos volúmenes de fuerza crezcan es necesaria la entrada de las posiciones estratégicas de la clase trabajadora, como la minería, los portuarios que ya se han movilizado, o les trabajadores del metro que recientemente se movilizaron en las oficinas de metro exigiendo el cumplimiento de sus demandas. La política de reagrupamiento de la vanguardia, se plantea además debido a una debilidad que es importante hacer consciente y es respecto a la izquierda revolucionaria, la cual en Chile es muy pequeña para esta imposición de volúmenes de fuerza a la burocracia. Una vanguardia no está separada de la tarea de hacer de la clase trabajadora un sujeto político.
Respecto al segundo punto, se encuentra íntimamente ligado al primero, este es que esta vanguardia también como parte de su reagrupamiento haga política, para llegar a hacerle sentido a una franja de sectores de masas, y no sólo sean las políticas del régimen político las que oigan sus oídos, esta política debe buscar denunciar y exigir a la burocracia como se mencionó anteriormente, pero también buscar desarrollar campañas politicas, acciones que busquen dialogar con las sensibilidades de los sectores de masas.
La necesidad de pelear por una alternativa que retome el programa de Octubre, pero para esto debe ponerse al centro la política, con campañas de agitación de masas por ese programa, para enfrentar las leyes represivas y por la liberación de las y los presos políticos en base a la coordinación, movilización unitaria y con un programa alternativo al reformismo. La vanguardia hoy, necesita hacer política pero también tener su propia representación política, para que no sean los partidos del régimen quienes terminen imponiéndose otra política, como es hoy el caso del proceso constituyente en curso. Esta política tiene que partir con denunciar y enfrentar el acuerdo por la paz, pero eso no significa dejar ese espacio a los partidos de siempre, sino que creemos que debe ser utilizado como una tribuna para denunciar cada una de las trampas que el régimen político busca imponer, a la vez de buscar desarrollar la movilización para frenar la leyes represivas y la liberación de las y los presos políticos. Esto va directamente ligado a la necesidad que se disputen políticamente sectores de masas, no sólo estando en la calle. Sino que también organizándose políticamente.
En conclusión, para nosotros y nosotras es sumamente necesario debatir acerca de qué pasó con todas las luchas y resistencias juveniles que se han dado a lo largo de la última década no sólo en Chile, sino que en el conjunto de América Latina. En el caso chileno, forjar una juventud revolucionaria al calor de un programa revolucionario es una tarea de primer orden, para que franjas de masas vean que existe una alternativa política que busca retomar el camino de Ocubre, sin desvíos, con centro en la luchas de clases, buscando fusionarse con sectores de la propia vanguardia para así forjar una alternativa revolucionaria. Este es el camino que vemos, para que nuestras próximas luchas y combates no estén condenados a derrotas o desvíos, que queden atrapadas en los marcos de la burocracia y por no hacer política que queden atrapadas dentro de aparatos reformistas, que en última instancia son serviles al régimen político, el estado y sus instituciones.
La necesidad de un partido revolucionario, con un programa revolucionario
La actividad espontánea debe transformarse en organización política, para impedir que los partidos como el Partido Comunista y el Frente Amplio sigan tomando las decisiones en los sindicatos, gremios, federaciones y en el congreso, y sigan dejando pasar el plan represivo del gobierno sin ningún plan concreto de movilización hasta la fecha, integrados completamente a un desvío constituyente que busca rebajar nuestras demandas y hacer como que algo cambia, para que finalmente nada cambie.
Necesitamos una organización política, que se plantee pasar por sobre estos obstáculos, pero que sea para ir por más, es decir, jugársela toda. Es por esto que planteamos la necesidad de levantar una alternativa política independiente de los partidos de estos 30 años, y de la cocina que realizaron en noviembre pasado. Necesitamos agruparnos en común para levantar una organización que siga estando con la lucha de la juventud, pobladores y trabajadores, pero que también se plantee ir más allá que solo la solidaridad. Una organización con independencia de los empresarios y sus intereses, que se proponga recuperar por medio de la fuerza de la movilización y organización de la clase trabajadora y los demás sectores oprimidos, todo lo que nos han robado desde la Dictadura hasta ahora.
La necesidad de levantar un partido revolucionario de la clase trabajadora en Chile, es una tarea fundamental en el Chile de los 30 años, potenciando los organismos de auto organización y de coordinación entre las y los trabajadores, pobladores y estudiantes secundarios, técnicos y universitarios, donde peleemos por un programa político que parta por el Fuera Piñera, por terminar con la represión y para organizar una Huelga General para echar a este régimen abajo y así poder levantar una Asamblea Constituyente libre y soberana desde estos mismos organismos que deben estar por todo Chile. Así también podremos avanzar firmemente en la tarea de preparar el camino concreto hacia un real gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, en ruptura con los capitalistas, nacional e internacionalmente.
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