La lucha en contra de los convenios con instituciones sionistas va de la mano de un fuerte cuestionamiento al autoritarismo universitario y la educación de mercado. No hay que dividir las luchas, como lo hace la Federación actual, dirigida por los mismos partidos del gobierno que no quieren que se nacionalice esta batalla ya que desde el propio Estado no quieren romper con Israel. Es necesario unificar la lucha por la ruptura de los convenios y contra la precarización en la educación, la que se encuentra en una grave crisis a nivel nacional.
Viernes 24 de mayo
Este miércoles se realizó una asamblea a nivel Universidad de Chile en la Facultad de Artes Centro que se encuentra en toma debido a la precarización estudiantil y laboral que existe en dicho espacio, que se vio reflejado en el grave y traumático accidente que tuvo una funcionaria, quién terminó con su dedo pulgar amputado tras haber sido obligada a utilizar herramientas de las cuales no tenía ningún tipo de capacitación.
En la asamblea se expusieron las distintas problemáticas que tienen todas las facultades de la universidad, con especial atención en la precariedad que sufre la facultad de Artes Centro así como también la de Artes Encina, ubicada en el Campus Juan Gómez Millas, facultad que también se encuentra tomada por sus estudiantes.
La asamblea fue convocada por la Fech con el objetivo de discutir a nivel universidad los problemas de precarización, pero cuando el Pleno discutió y votó convocar a esta asamblea, también votó hacerlo para discutir la importancia de la lucha por la ruptura de los convenios con instituciones de Israel que mantiene la universidad, en el marco del genocidio que está cometiendo este Estado contra el pueblo palestino, el que ha acabado con la vida de más de 35 mil personas. Sin embargo, la Federación, que dirigió la asamblea, prácticamente no habló del tema, además de que en el afiche de la convocatoria no aparecía nada sobre Palestina, siendo que estudiantes están llevando adelante un acampe en la Casa Central de la Universidad, en el contexto de más de 300 acampes en universidades que hay alrededor del mundo, con protagonismo en Estados Unidos y Europa.
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La Federación, dirigida por el PC y el FA, pese a tomar las demandas, buscan dividir las luchas y las reivindicaciones. Buscan hacer parecer que la movilización por Palestina se trata de “problemas externos” y que no tiene nada en común con la lucha en contra de la precariedad, protagonizada por las y los estudiantes de artes, quienes son los más afectados por estas problemáticas.
Sin embargo, muchas veces se habló en la asamblea acerca de que los problemas de artes se deben a cómo se reparten los recursos a las distintas facultades, privilegiando por ejemplo las de Ingeniería, además de la lógica de autofinanciamiento que tiene la universidad.
Es que los graves problemas de infraestructura y alimentación que hay en la universidad, se presentan en el marco de una crisis general de la educación pública en Chile, que no fue resuelta por el gobierno de Gabriel Boric, donde todas las universidades y liceos públicos están con graves problemas que dificultan la posibilidad de estudiar en buenas condiciones y que afectan gravemente a las y los trabajadores, con casos emblemáticos como el de Margarita Ancacoy, ahora el de la funcionaria que sufrió este grave accidente o el de la profesora Katherine Yoma en Antofagasta que se suicidó hace un par de meses debido al agobio y acoso laboral en su colegio.
En ese mismo sentido, se vuelve necesario volver a retomar la demanda de educación gratuita, que sea de calidad, democrática y no sexista, ya que la única forma de sacar del hoyo financiero a las universidades públicas y liceos en crisis es con una gran inyección de recursos que provengan 100% del Estado mediante aportes basales directos, financiada por la nacionalización de los recursos naturales e impuestos a las grandes fortunas. Sin embargo, la Federación actual, además de dividir las luchas, busca hacer petitorios locales que chocarán con el muro del argumento de que “no hay recursos”, mientras se niegan a retomar esta perspectiva e impulsan la demanda de “Nuevo Sistema de Financiamiento”, que es una consigna abstracta y que se traducirá solamente en el mejoramiento de las becas, es decir, una política neoliberal y completamente servil a los intereses del gobierno de Boric y, por lo tanto, a los empresarios de la educación.
A su vez, el gran problema de la universidad es quién toma las decisiones, como por ejemplo la repartición desigual de los recursos. En última instancia estas decisiones recaen en la rectoría: en Rosa Devés, su jefe de gabinete Simón Boric y todo el séquito de autoridades que ganan sueldos de gerentes (superiores a los 10 millones de pesos al mes en varios casos) y que son los mismos que se han negado a romper relaciones con instituciones de Israel, convirtiéndose en cómplices de un genocidio, y que han estado en el acampe de Casa Central hostigando a las y los estudiantes.
Es que la situación es clara: el mismo autoritarismo universitario que mantiene los convenios con universidades israelíes que apoyan el genocidio es el que mantiene y profundiza la precariedad de la educación pública que se expresa, por ejemplo, en las facultades de Artes.
Por esta razón, la lucha en contra de los convenios con instituciones sionistas, va de la mano de un fuerte cuestionamiento al autoritarismo universitario y la educación de mercado. No hay que dividir las luchas, como lo hace la Federación actual, dirigida por los mismos partidos del gobierno que no quieren que se nacionalice esta batalla, ya que dirigen importantes Federaciones y centros de estudiantes, así como centrales sindicales, y se han negado a movilizarlas o lo han hecho solamente bajo la presión de un estudiantado que no soporta que nuestras casas de estudio financien un brutal genocidio.
La lucha por la ruptura de los convenios con Israel y para que los Estados rompan relaciones diplomáticas, económicas y militares con un Estado genocida, ha significado el inicio de una recomposición del movimiento estudiantil, no solamente en Chile, donde hace muchos años no se convocaba, por ejemplo, a una movilización estudiantil unificada, sino que alrededor del mundo, donde las y los estudiantes han protagonizado importantes acampes y sufrido la represión de las autoridades y las policías, lo que ha provocado que distintos analistas y medios de comunicación importantes comparen este movimiento con el Mayo del 68 y la lucha en contra de la guerra de Vietnam.
Es necesario tomar este impulso y utilizar todo el potencial del movimiento estudiantil para abrir un gran cuestionamiento a la educación de mercado y al autoritarismo universitario, para, por ejemplo, poner al centro la lucha por un cogobierno universitario triestamental donde no sea la casta de autoridades universitarias las que tomen las decisiones, que además son elegidas por voto censitario donde valen solo los votos de los académicos privilegiados. Que este cogobierno universitario permita que las decisiones sean tomadas por la gran mayoría que compone la comunidad educativa, como lo son las y los estudiantes, trabajadores y académicos que en su mayoría también son precarizados.
En ese sentido, la lucha por la ruptura de los convenios con Israel busca dinamizar al movimiento estudiantil, que tiene una historia de lucha y autoorganización, pero que ha sido adormecido por la dirección actual de los organismos estudiantiles que lleva más de una década. El hecho de que con tan solo una semana de movilización, la Facultad de Filosofía y Humanidades haya roto uno de los convenios con una universidad de Israel, solamente tiene que ser un puntapié para sacar la conclusión de que la unidad y la movilización es la única forma de ganar nuestras demandas. De esta forma, la marcha convocada por la Confech para este viernes 24 de mayo a las 10 horas en Casa Central y 11 horas en el GAM, tiene que servir para que haya asambleas en todas las carreras y facultades de Chile, abrir un gran cuestionamiento a la educación de mercado y el autoritarismo, y se impulsen acampes en todas las universidades junto a comités de solidaridad con Palestina.
Benjamín Vidal
Periodista - Universidad de Chile